Opinión
Miércoles 15 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Cuando era un piojo de jardín de infantes, mi hija se pasaba horas mirando unos libros de imágenes muy ingeniosos llamados ¿Dónde está Wally? Las láminas mostraban grandes multitudes en las situaciones más divertidas y diversas, y en todas ellas, camuflado entre tanta gente, aparecía un joven desgarbado de anteojos y camisa a rayas rojiblanca que tanto nos costaba identificar: ¡Wally! Pasábamos horas jugando al Dónde está Wally.
La evolución de los índices oficiales de inflación en la Argentina me recuerdan a Wally. Antes de que Néstor Kirchner le ordenara a Guillermo Moreno la intervención del Indec, era dificilísimo distinguir el índice de precios al consumidor (IPC) que el Indec mide en el área metropolitana de Buenos Aires de los otros índices oficiales recabados por las direcciones estadísticas de 17 provincias. Había que resaltar mucho la línea del Indec -una licencia que Wally jamás hubiera permitido- para poder encontrarla en medio de la maraña de índices que decían lo mismo. Recuerdo que cuando presidía el Banco Central, con el objetivo de mantener la inflación lo más baja y más estable posible en todo el país, reclamábamos un índice de precios federal. Pero lo hacíamos sin apuro, ya que veíamos que las diferencias estadísticas aquí y allá eran insignificantes -lo que para el Indec fue 4,4% en 2004, para el promedio de las provincias fue 4,2%.
Acceda al informe
¿Dónde está (el secretario de Comercio Interior) Moreno? El pasatiempo se torna aburrido, y una pesadilla más que un juego, a partir de 2007: Moreno queda rápidamente en evidencia por su falsificación del IPC. También por la discontinuación, en marzo de 2008, de los índices que conformaban el IPC nacional (CABA, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Catamarca, Tucumán) que ahora Amado Boudou dice querer recuperar con la ayuda del FMI. Lo vemos también a partir de 2008 en la desaceleración de la inflación de Mendoza, que pasó a ser una provincia oficialista, y en la aceleración en Santa Fe, que dejó de serlo.
En consecuencia, para desenmascarar a Moreno y las mentiras del Indec no es necesario recurrir a los consultores a quienes Moreno multa por decir la verdad . Hay un contraste institucionalmente más potente y es el que surge de la comparación con las mediciones independientes de muchas provincias de esta república federal. Y si bien es cierto que las canastas y las metodologías son diversas, sus mediciones siempre dijeron más o menos lo mismo. Cuando hay un aumento sostenido y generalizado de precios, la correlación de precios es tan alta que distintas canastas dan resultados similares. De otro modo no se explica que la inflación de «liberales trasnochados de los ?90» coincida con la de Moyano. De hecho, hay 40 millones de canastas de precios que desmienten a Moreno.
En abril, la inflación de Moreno marcó 08% mensual. En las provincias, en cambio, estuvo entre 2 y 2,9% -¡el triple! En los últimos 12 meses, la inflación oficial de las 11 provincias independientes fue del 23,3%, casi lo mismo que consiguió Moyano en su negociación salarial.
El Gobierno podrá encontrar consuelo en que la inflación en los tiempos de Boudou-Marcó del Pont aún es más baja que en los tiempos de Fernández-Redrado. Consuelo de tontos, realmente, ya que gracias a ella hoy hay más pobres, menos exportaciones, menos empleo y más incertidumbre. Ya que en vez de enfrentar las obvias inconsistencias en la política económica, todo se tapa, todo se niega, nadie se hace cargo. Tristemente, ¿Y dónde está el piloto? le gana hoy a ¿Dónde está Wally?
El autor es diputado nacional (CC) y ex presidente del Banco Central.
Miércoles 15 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Cuando era un piojo de jardín de infantes, mi hija se pasaba horas mirando unos libros de imágenes muy ingeniosos llamados ¿Dónde está Wally? Las láminas mostraban grandes multitudes en las situaciones más divertidas y diversas, y en todas ellas, camuflado entre tanta gente, aparecía un joven desgarbado de anteojos y camisa a rayas rojiblanca que tanto nos costaba identificar: ¡Wally! Pasábamos horas jugando al Dónde está Wally.
La evolución de los índices oficiales de inflación en la Argentina me recuerdan a Wally. Antes de que Néstor Kirchner le ordenara a Guillermo Moreno la intervención del Indec, era dificilísimo distinguir el índice de precios al consumidor (IPC) que el Indec mide en el área metropolitana de Buenos Aires de los otros índices oficiales recabados por las direcciones estadísticas de 17 provincias. Había que resaltar mucho la línea del Indec -una licencia que Wally jamás hubiera permitido- para poder encontrarla en medio de la maraña de índices que decían lo mismo. Recuerdo que cuando presidía el Banco Central, con el objetivo de mantener la inflación lo más baja y más estable posible en todo el país, reclamábamos un índice de precios federal. Pero lo hacíamos sin apuro, ya que veíamos que las diferencias estadísticas aquí y allá eran insignificantes -lo que para el Indec fue 4,4% en 2004, para el promedio de las provincias fue 4,2%.
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¿Dónde está (el secretario de Comercio Interior) Moreno? El pasatiempo se torna aburrido, y una pesadilla más que un juego, a partir de 2007: Moreno queda rápidamente en evidencia por su falsificación del IPC. También por la discontinuación, en marzo de 2008, de los índices que conformaban el IPC nacional (CABA, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Catamarca, Tucumán) que ahora Amado Boudou dice querer recuperar con la ayuda del FMI. Lo vemos también a partir de 2008 en la desaceleración de la inflación de Mendoza, que pasó a ser una provincia oficialista, y en la aceleración en Santa Fe, que dejó de serlo.
En consecuencia, para desenmascarar a Moreno y las mentiras del Indec no es necesario recurrir a los consultores a quienes Moreno multa por decir la verdad . Hay un contraste institucionalmente más potente y es el que surge de la comparación con las mediciones independientes de muchas provincias de esta república federal. Y si bien es cierto que las canastas y las metodologías son diversas, sus mediciones siempre dijeron más o menos lo mismo. Cuando hay un aumento sostenido y generalizado de precios, la correlación de precios es tan alta que distintas canastas dan resultados similares. De otro modo no se explica que la inflación de «liberales trasnochados de los ?90» coincida con la de Moyano. De hecho, hay 40 millones de canastas de precios que desmienten a Moreno.
En abril, la inflación de Moreno marcó 08% mensual. En las provincias, en cambio, estuvo entre 2 y 2,9% -¡el triple! En los últimos 12 meses, la inflación oficial de las 11 provincias independientes fue del 23,3%, casi lo mismo que consiguió Moyano en su negociación salarial.
El Gobierno podrá encontrar consuelo en que la inflación en los tiempos de Boudou-Marcó del Pont aún es más baja que en los tiempos de Fernández-Redrado. Consuelo de tontos, realmente, ya que gracias a ella hoy hay más pobres, menos exportaciones, menos empleo y más incertidumbre. Ya que en vez de enfrentar las obvias inconsistencias en la política económica, todo se tapa, todo se niega, nadie se hace cargo. Tristemente, ¿Y dónde está el piloto? le gana hoy a ¿Dónde está Wally?
El autor es diputado nacional (CC) y ex presidente del Banco Central.