La cuenta corriente arrojó un déficit de 673 millones de dólares en el primer trimestre. Entre los principales motivos figuran el aumento de las importaciones y el envío de ganancias empresarias a sus países de origen. La proyección para el año es de superávit.
La fotografía del sector externo durante el primer trimestre del año arrojó un déficit en cuenta corriente de 673 millones de dólares. El balance entre el superávit comercial, la remisión de utilidades y dividendos y el pago de intereses también ha-bían arrojado un saldo en rojo en igual lapso del año pasado, de 486 millones. Pero ese comportamiento se revirtió a partir del segundo trimestre, cuando comienza la liquidación fuerte de la cosecha, fundamentalmente de soja. Esa secuencia se repetiría este año, según la estimación oficial y de consultores privados. La magnitud y dinámica del déficit entre enero y marzo pasados no ponen en duda el crecimiento del 9,9 por ciento en el primer trimestre ni hacen prever una dinámica de endeudamiento externo en el corto plazo. En cambio, el escenario evidencia la necesidad de profundizar el proceso de sustitución de importaciones y negociar con las empresas multinacionales para que reinviertan sus ganancias en lugar de enviarlas al exterior.
El superávit en cuenta corriente es uno de los pilares del esquema macroeconómico instalado en 2003 que, favorecido por la mejora en los términos de intercambio el ritmo de aumento de precios de los productos exportados es mayor al de los importados, la preservación de un tipo de cambio real competitivo y la política de desendeudamiento, permite mantener alejada la histórica restricción externa. En el primer trimestre del año, por tercera vez desde 2002, la economía registró un pequeño déficit en la cuenta corriente. La primera vez había sido a comienzos de 2010, con 486 millones de dólares, y el rojo volvió a aparecer en el último trimestre del año pasado, aunque finalmente el dato anual fue positivo (3081 millones de dólares).
El déficit del primer trimestre de este año se compone por un superávit de balanza comercial de 2460 millones de dólares, un déficit de la cuenta servicios viajes, transporte de 510 millones y un egreso por remisión de utilidades y dividendos de 2500 millones de dólares. Por un lado, ese escenario refleja el incremento de las importaciones que acompañan el crecimiento económico, pero reducen el tamaño del superávit comercial. En el primer trimestre, las compras externas treparon 39 por ciento, mientras que las ventas al exterior lo hicieron al 30 por ciento impulsadas por los precios internacionales. A su vez, la desmejora en la cuenta corriente pone en evidencia la bonanza económica que experimentan las empresas multinacionales. Esa situación se traduce en una creciente remisión de ganancias de las filiales hacia sus casas matrices. Por ejemplo, en todo 2007 fueron 5241 millones de dólares, en 2008 crecieron a 6094 millones, en 2009 avanzaron a 6627 millones, pese a la crisis internacional, y el año pasado treparon a 7183 millones.
La gravedad del déficit depende de su magnitud, si preserva un tamaño reducido y no posee una dinámica explosiva, su financiamiento es factible. Por eso distintos especialistas enfatizan la necesidad de que los esfuerzos del Gobierno se concentren en la sustitución de importaciones para revertir el crónico déficit comercial industrial. Este resultado no pone en duda el crecimiento, pero refleja la existencia de distintos de-safíos. Es necesario llevar a cabo una política de sustitución de importaciones para revertir el déficit industrial y energético, sostuvo el economista de AEDA Andrés Tavosnaska. En ese sentido, resaltó las negociaciones iniciadas por el Gobierno con el sector automotor para revertir el rojo sectorial y consideró que Argentina tiene la capacidad técnica y los recursos naturales para diversificar su matriz energética y garantizar el autoabastecimiento.
El informe redactado por la Dirección de Cuentas Internacionales del Indec señala que la cuenta capital dejó un egreso de 153 millones de dólares. La deuda externa bruta total alcanzó los 130.800 millones de dólares, un incremento con respecto al trimestre anterior de 2227 millones de dólares. Aunque aumentó el valor de las obligaciones, el volumen de deuda total con respecto al PIB se encuentra significativamente por debajo de los registros observados a lo largo de las últimas dos décadas. El último dato disponible es a fines de 2010, que representaba el 35 por ciento del PIB, cuando en 2003 superaba el 160 por ciento.
La cuenta del sector privado no financiero, que arroja una aproximación a la fuga de capitales, registró un ingreso neto de 37 millones de dólares, mientras que en el mismo período del año anterior se produjeron egresos netos por 1037 millones de dólares. Antes que una caída en la fuga, la cifra refleja que la formación de activos externos estuvo más que compensada por la inversión extranjera directa y el financiamiento comercial de las empresas.
La fotografía del sector externo durante el primer trimestre del año arrojó un déficit en cuenta corriente de 673 millones de dólares. El balance entre el superávit comercial, la remisión de utilidades y dividendos y el pago de intereses también ha-bían arrojado un saldo en rojo en igual lapso del año pasado, de 486 millones. Pero ese comportamiento se revirtió a partir del segundo trimestre, cuando comienza la liquidación fuerte de la cosecha, fundamentalmente de soja. Esa secuencia se repetiría este año, según la estimación oficial y de consultores privados. La magnitud y dinámica del déficit entre enero y marzo pasados no ponen en duda el crecimiento del 9,9 por ciento en el primer trimestre ni hacen prever una dinámica de endeudamiento externo en el corto plazo. En cambio, el escenario evidencia la necesidad de profundizar el proceso de sustitución de importaciones y negociar con las empresas multinacionales para que reinviertan sus ganancias en lugar de enviarlas al exterior.
El superávit en cuenta corriente es uno de los pilares del esquema macroeconómico instalado en 2003 que, favorecido por la mejora en los términos de intercambio el ritmo de aumento de precios de los productos exportados es mayor al de los importados, la preservación de un tipo de cambio real competitivo y la política de desendeudamiento, permite mantener alejada la histórica restricción externa. En el primer trimestre del año, por tercera vez desde 2002, la economía registró un pequeño déficit en la cuenta corriente. La primera vez había sido a comienzos de 2010, con 486 millones de dólares, y el rojo volvió a aparecer en el último trimestre del año pasado, aunque finalmente el dato anual fue positivo (3081 millones de dólares).
El déficit del primer trimestre de este año se compone por un superávit de balanza comercial de 2460 millones de dólares, un déficit de la cuenta servicios viajes, transporte de 510 millones y un egreso por remisión de utilidades y dividendos de 2500 millones de dólares. Por un lado, ese escenario refleja el incremento de las importaciones que acompañan el crecimiento económico, pero reducen el tamaño del superávit comercial. En el primer trimestre, las compras externas treparon 39 por ciento, mientras que las ventas al exterior lo hicieron al 30 por ciento impulsadas por los precios internacionales. A su vez, la desmejora en la cuenta corriente pone en evidencia la bonanza económica que experimentan las empresas multinacionales. Esa situación se traduce en una creciente remisión de ganancias de las filiales hacia sus casas matrices. Por ejemplo, en todo 2007 fueron 5241 millones de dólares, en 2008 crecieron a 6094 millones, en 2009 avanzaron a 6627 millones, pese a la crisis internacional, y el año pasado treparon a 7183 millones.
La gravedad del déficit depende de su magnitud, si preserva un tamaño reducido y no posee una dinámica explosiva, su financiamiento es factible. Por eso distintos especialistas enfatizan la necesidad de que los esfuerzos del Gobierno se concentren en la sustitución de importaciones para revertir el crónico déficit comercial industrial. Este resultado no pone en duda el crecimiento, pero refleja la existencia de distintos de-safíos. Es necesario llevar a cabo una política de sustitución de importaciones para revertir el déficit industrial y energético, sostuvo el economista de AEDA Andrés Tavosnaska. En ese sentido, resaltó las negociaciones iniciadas por el Gobierno con el sector automotor para revertir el rojo sectorial y consideró que Argentina tiene la capacidad técnica y los recursos naturales para diversificar su matriz energética y garantizar el autoabastecimiento.
El informe redactado por la Dirección de Cuentas Internacionales del Indec señala que la cuenta capital dejó un egreso de 153 millones de dólares. La deuda externa bruta total alcanzó los 130.800 millones de dólares, un incremento con respecto al trimestre anterior de 2227 millones de dólares. Aunque aumentó el valor de las obligaciones, el volumen de deuda total con respecto al PIB se encuentra significativamente por debajo de los registros observados a lo largo de las últimas dos décadas. El último dato disponible es a fines de 2010, que representaba el 35 por ciento del PIB, cuando en 2003 superaba el 160 por ciento.
La cuenta del sector privado no financiero, que arroja una aproximación a la fuga de capitales, registró un ingreso neto de 37 millones de dólares, mientras que en el mismo período del año anterior se produjeron egresos netos por 1037 millones de dólares. Antes que una caída en la fuga, la cifra refleja que la formación de activos externos estuvo más que compensada por la inversión extranjera directa y el financiamiento comercial de las empresas.