Sus flores favoritas son las rosas porque su mamá se llamaba Rosario. También porque es la flor del Partido Socialista. «Es un monumento a mi madre que me inició en el socialismo», explica Selser, el candidato a vicejefe porteño por Proyecto Sur y compañero de fórmula de Fernando «Pino» Solanas.
La campaña le absorbe gran parte de su tiempo, pero en sus ratos libres se refugia en el jardín de su casa en el barrio de Congreso para cuidar sus rosas y sus claveles. Una pasión que tiene desde siempre. «En estos días tengo poco tiempo, pero habitualmente lo hago para descansar», dice.
Actual legislador porteño, Selser lleva el ADN del Partido Socialista en la sangre. Comenzó a militar cuando estaba por cumplir los 18 años, su abuelo estaba afiliado, su primo hermano fue secretario general y sus padres tuvieron la oportunidad de conocer a las máximas figuras del partido. Sus mayores referentes son Juan B. Justo, Alfredo Palacio y Manuel Ugarte.
«Cuando entré al Partido Socialista conocí a Alicia Moreau de Justo que estaba en la mesa del Comité Nacional. Yo usaba el pelo por los hombros y ella me lo agarró como si fuera una maestra y me dijo que con ese pelo no iba a llegar a ningún lado», recuerda Selser en un hotel del microcentro porteño.
Padre de tres hijas, Selser fue vocal de la Federación Universitaria Argentina (FUA) en 1974. Después de una reunión con otros dirigentes universitarios, un militante radical que después devino en un referente del partido, Federico Storani, le dijo de juntarse con Raúl Alfonsín. «Él había perdido la interna con Balbín y me estaba esperando una amiga. Así que no fui y él después terminó siendo Presidente de la Nación», eso lo dice ahora, 37 años después.
Está cerca de cumplir 60 años, pero aparenta menos. De la melena que usaba en su juventud no quedan demasiados rastros, pero se cuida en las comidas. Abstemio, en su mesa nunca falta el pan negro y rechaza los dulces porque le empalagan.
En plena dictadura militar, Selser participó de la Unión de Juventudes y se reunía junto a otros cuatro compañeros en una sede del partido radical en la calle Viamonte. «Entrábamos con mucho sigilo y recuerdo que vestía con traje y corbata para que no pensaran que era un militante de izquierda», cuenta.
La vida de Selser también estuvo atravesada por el ejercicio de su profesión y por la militancia gremial. Médico especialista en Ortopedia, Traumatología y Cirugía de la Columna Vertebral trabajó durante 21 años en el Hospital Argerich. Durante su etapa gremial, que duró 12 años, también se encargó de pelearse con las autoridades porteñas para luchar por más recursos para los hospitales públicos y para obtener mayores salarios para los médicos.
La campaña le absorbe gran parte de su tiempo, pero en sus ratos libres se refugia en el jardín de su casa en el barrio de Congreso para cuidar sus rosas y sus claveles. Una pasión que tiene desde siempre. «En estos días tengo poco tiempo, pero habitualmente lo hago para descansar», dice.
Actual legislador porteño, Selser lleva el ADN del Partido Socialista en la sangre. Comenzó a militar cuando estaba por cumplir los 18 años, su abuelo estaba afiliado, su primo hermano fue secretario general y sus padres tuvieron la oportunidad de conocer a las máximas figuras del partido. Sus mayores referentes son Juan B. Justo, Alfredo Palacio y Manuel Ugarte.
«Cuando entré al Partido Socialista conocí a Alicia Moreau de Justo que estaba en la mesa del Comité Nacional. Yo usaba el pelo por los hombros y ella me lo agarró como si fuera una maestra y me dijo que con ese pelo no iba a llegar a ningún lado», recuerda Selser en un hotel del microcentro porteño.
Padre de tres hijas, Selser fue vocal de la Federación Universitaria Argentina (FUA) en 1974. Después de una reunión con otros dirigentes universitarios, un militante radical que después devino en un referente del partido, Federico Storani, le dijo de juntarse con Raúl Alfonsín. «Él había perdido la interna con Balbín y me estaba esperando una amiga. Así que no fui y él después terminó siendo Presidente de la Nación», eso lo dice ahora, 37 años después.
Está cerca de cumplir 60 años, pero aparenta menos. De la melena que usaba en su juventud no quedan demasiados rastros, pero se cuida en las comidas. Abstemio, en su mesa nunca falta el pan negro y rechaza los dulces porque le empalagan.
En plena dictadura militar, Selser participó de la Unión de Juventudes y se reunía junto a otros cuatro compañeros en una sede del partido radical en la calle Viamonte. «Entrábamos con mucho sigilo y recuerdo que vestía con traje y corbata para que no pensaran que era un militante de izquierda», cuenta.
La vida de Selser también estuvo atravesada por el ejercicio de su profesión y por la militancia gremial. Médico especialista en Ortopedia, Traumatología y Cirugía de la Columna Vertebral trabajó durante 21 años en el Hospital Argerich. Durante su etapa gremial, que duró 12 años, también se encargó de pelearse con las autoridades porteñas para luchar por más recursos para los hospitales públicos y para obtener mayores salarios para los médicos.