El ex director gerente del FMI Michel Camdessus reconoció hoy que, durante su gestión en ese organismo, «probablemente cometimos muchos errores y muchas tonterías» con la Argentina, a lo largo de la década del 90.
«Hicimos probablemente muchas tonterías, muchos errores con la Argentina, pero finalmente el problema de la deuda se resolvió, aunque costó mucho tiempo», sostuvo el economista francés, quien encabezó el Fondo Monetario entre 1987 y 2000.
Camdessus se expresó así al disertar en el XIV Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) que se realiza en un hotel céntrico de Capital Federal.
En ese marco, el ex titular del Fondo estimó que «el 80 por ciento del crecimiento económico mundial» dentro de cuarenta años, «resultará del desarrollo de los países emergentes», como la Argentina, y consideró que en ese tiempo el dólar dejará de dominar el sistema monetario y financiero global.
«Podemos esperar que cerca del 80 por ciento del crecimiento mundial de aquí al 2050 resultará del desarrollo de los países emergentes. Hoy, muchos de estos países están reduciendo la brecha con las naciones avanzadas, desarrollando su clase media y mejorando sus niveles de vida», resaltó el ex titular del Fondo Monetario, en un panel sobre «El progreso desde la perspectiva local».
A su criterio, «esto anuncia un desplazamiento formidable del eje geopolítico del mundo», pero aclaró: «si miramos a un horizonte lejano, sospechamos que habrá altibajos y a veces pasos atrás».
Camdessus señaló además que el sistema monetario y financiero «del futuro deberá renovarse para que los países emergentes se sientan reconocidos, pasando de un sistema dominado por el dólar a otro multimonedas».
«Otro cambio muy importante es que la crisis internacional (que afecta principalmente a países europeos) ha puesto en evidencia carencias que no habíamos identificado en toda su perversidad: el mundo globalizado tenía entre su idealismo los fermentos de su propia destrucción», alertó.
En ese sentido, propuso «prestar atención a la carencia ética, a los errores técnicos y a las faltas morales gravísimas. Creo que todos los momentos de las crisis encuentran esas características».
Según Camdessus, «el hecho de que ninguna resistencia suficientemente fuerte en las sociedades se haya organizado, o que dirigentes honestos se hayan dejado adormecer, ha sido un cuestionamiento al que he tratado muchas veces de responder».
«Esto fue posible sólo pensando en que estos comportamientos debían estar arraigados en una cultura colectiva en la cual la seducción del dinero desarmara toda vigilancia. Por eso, reconozcámoslo: éste era el contexto global que teníamos», añadió.
El economista indicó también que, a raíz de la crisis internacional, «se instaló una cultura para consumir más que se hizo razón de ser, que se hizo dominante. El consumo se hizo destino y el sentido de nuestras vidas se extinguía».
Por ese motivo, expresó: «sólo habrá salida sostenible de la crisis si se logra generar una nueva economía centrada en la persona humana y no en la maximización de las ganancias inmediatas».
En ese sentido, propuso «formar una generación nueva de dirigentes de empresas profundamente conscientes de su responsabilidad social, porque ese es el cambio necesario, de no ser que nos resignemos que las mismas causas que originaron la crisis vengan rápidamente a generar los mismos efectos».
Para Camdessus, la crisis de Europa «no es una crisis del euro, es una crisis de financiamiento. Se trata de la primera crisis de la globalización que nos deja con varias consecuencias: un mundo estropeado, un nuevo equilibrio geopolítico y carencias mortíferas por enfrentar».
En esa línea, manifestó que el sistema financiero «sufrió de manera dramática, el desempleo ha subido y las finanzas públicas se han destrozado o han sido seriamente heridas en muchos países. Este es un mundo en el cual la distribución del poder está siendo modificada de manera positiva».
Puntualmente, Camdessus se refirió a la crisis económica y financiera que sufre Grecia: «no estoy orgulloso de la manera en que la Unión Europea trata de resolver la crisis griega».
Por eso, propuso generar «sistemas de ayuda a los países más endeudados, que no provoquen crisis dominó, porque eso terminaría no sólo en una crisis europea aún mayor, sino en una crisis mundial».
En cuanto al rol del Estado, Camdessus consideró: «el Estado puede y debe contribuir a la reforma de las instituciones mundiales, a la búsqueda de una nueva gobernanza global, ante la necesidad de contar con instituciones respetadas y respetables, que ofrezcan transparencia y que garanticen a los ciudadanos una convivencia pacífica importante para que la empresa pueda desenvolverse».
«Hicimos probablemente muchas tonterías, muchos errores con la Argentina, pero finalmente el problema de la deuda se resolvió, aunque costó mucho tiempo», sostuvo el economista francés, quien encabezó el Fondo Monetario entre 1987 y 2000.
Camdessus se expresó así al disertar en el XIV Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) que se realiza en un hotel céntrico de Capital Federal.
En ese marco, el ex titular del Fondo estimó que «el 80 por ciento del crecimiento económico mundial» dentro de cuarenta años, «resultará del desarrollo de los países emergentes», como la Argentina, y consideró que en ese tiempo el dólar dejará de dominar el sistema monetario y financiero global.
«Podemos esperar que cerca del 80 por ciento del crecimiento mundial de aquí al 2050 resultará del desarrollo de los países emergentes. Hoy, muchos de estos países están reduciendo la brecha con las naciones avanzadas, desarrollando su clase media y mejorando sus niveles de vida», resaltó el ex titular del Fondo Monetario, en un panel sobre «El progreso desde la perspectiva local».
A su criterio, «esto anuncia un desplazamiento formidable del eje geopolítico del mundo», pero aclaró: «si miramos a un horizonte lejano, sospechamos que habrá altibajos y a veces pasos atrás».
Camdessus señaló además que el sistema monetario y financiero «del futuro deberá renovarse para que los países emergentes se sientan reconocidos, pasando de un sistema dominado por el dólar a otro multimonedas».
«Otro cambio muy importante es que la crisis internacional (que afecta principalmente a países europeos) ha puesto en evidencia carencias que no habíamos identificado en toda su perversidad: el mundo globalizado tenía entre su idealismo los fermentos de su propia destrucción», alertó.
En ese sentido, propuso «prestar atención a la carencia ética, a los errores técnicos y a las faltas morales gravísimas. Creo que todos los momentos de las crisis encuentran esas características».
Según Camdessus, «el hecho de que ninguna resistencia suficientemente fuerte en las sociedades se haya organizado, o que dirigentes honestos se hayan dejado adormecer, ha sido un cuestionamiento al que he tratado muchas veces de responder».
«Esto fue posible sólo pensando en que estos comportamientos debían estar arraigados en una cultura colectiva en la cual la seducción del dinero desarmara toda vigilancia. Por eso, reconozcámoslo: éste era el contexto global que teníamos», añadió.
El economista indicó también que, a raíz de la crisis internacional, «se instaló una cultura para consumir más que se hizo razón de ser, que se hizo dominante. El consumo se hizo destino y el sentido de nuestras vidas se extinguía».
Por ese motivo, expresó: «sólo habrá salida sostenible de la crisis si se logra generar una nueva economía centrada en la persona humana y no en la maximización de las ganancias inmediatas».
En ese sentido, propuso «formar una generación nueva de dirigentes de empresas profundamente conscientes de su responsabilidad social, porque ese es el cambio necesario, de no ser que nos resignemos que las mismas causas que originaron la crisis vengan rápidamente a generar los mismos efectos».
Para Camdessus, la crisis de Europa «no es una crisis del euro, es una crisis de financiamiento. Se trata de la primera crisis de la globalización que nos deja con varias consecuencias: un mundo estropeado, un nuevo equilibrio geopolítico y carencias mortíferas por enfrentar».
En esa línea, manifestó que el sistema financiero «sufrió de manera dramática, el desempleo ha subido y las finanzas públicas se han destrozado o han sido seriamente heridas en muchos países. Este es un mundo en el cual la distribución del poder está siendo modificada de manera positiva».
Puntualmente, Camdessus se refirió a la crisis económica y financiera que sufre Grecia: «no estoy orgulloso de la manera en que la Unión Europea trata de resolver la crisis griega».
Por eso, propuso generar «sistemas de ayuda a los países más endeudados, que no provoquen crisis dominó, porque eso terminaría no sólo en una crisis europea aún mayor, sino en una crisis mundial».
En cuanto al rol del Estado, Camdessus consideró: «el Estado puede y debe contribuir a la reforma de las instituciones mundiales, a la búsqueda de una nueva gobernanza global, ante la necesidad de contar con instituciones respetadas y respetables, que ofrezcan transparencia y que garanticen a los ciudadanos una convivencia pacífica importante para que la empresa pueda desenvolverse».