A partir de los resultados electorales en la Ciudad, se han producido polémicas declaraciones por parte de funcionarios, intelectuales y artistas que apoyan la candidatura de Daniel Filmus. Sin duda las que más nos deben preocupar son las opiniones emitidas por los funcionarios, ya que estos hablan en nombre de la investidura que les ha sido otorgada por la Presidenta. Las declaraciones de intelectuales, artistas o personajes de la farándula, adquieren relevancia por la popularidad o el respeto intelectual del que gozan los emisores, pero no comprometen la opinión del Gobierno . En ese sentido, aunque no las compartamos, las palabras despectivas hacia los ciudadanos porteños de las “celebrities”, intelectuales o artísticas, deben ser entendidas como la expresión de un estado de ánimo particular después de una derrota electoral de una magnitud inesperada.
Lo que resulta sorprendente (sino preocupante) son las declaraciones efectuadas por el Jefe de Gabinete y el Director de la Biblioteca Nacional, ambos funcionarios públicos de un gobierno democrático, que hace referencia permanente al respeto por la voluntad popular y que gusta autocalificarse como Nacional y Popular.
Las declaraciones de ambos funcionarios se acercan más a la idea del “voto calificado”, en boga en la Argentina de principios del siglo XX, que a la de quienes deben defender la democracia participativa y ser respetuosos con aquellos, mayorías o minorías, que piensan distinto. La idea de que existen mayorías populares y mayorías que no lo son es insostenible. Las mayorías, por definición, son siempre populares aunque elijan como su representante a un candidato opositor al Gobierno Nacional. Los votantes de Santiago del Estero y Misiones, donde los candidatos oficialistas alcanzaron alrededor del 70%, son tan valiosos como los ciudadanos porteños y nadie que valore a la democracia como la mejor forma de gobierno, puede cuestionarlos. La tolerancia está en la base del sistema democrático y constituye el espíritu con el que se deben sustanciar las naturales diferencias políticas que se expresan a la hora de una elección. Sin duda ha habido un cambio significativo en la percepción y apreciación que el Gobierno tiene acerca del voto de los porteños ya que los últimos resultados no son muy diferentes a los obtenidos por el Frente para la Victoria en las elecciones a Jefe de gobierno de 2007 (23,7%), las Presidenciales del mismo año (23.6%) y ha mejorado sustancialmente en relación a las legislativas del 2009 (11,6%). En ninguna de esas oportunidades funcionarios del gobierno descalificaron a los habitantes de la Ciudad.
Tal vez, encandilados por los números que acercaban los encuestadores “amigos” y asumiendo como verdadero el “relato” acerca del apoyo casi unánime de la juventud y la invencibilidad de la Presidenta, los funcionarios creyeron en un resultado electoral diferente y sus manifestaciones son producto de la sorpresa y la desilusión . De ser así debemos esperar una rápida rectificación y una aclaración presidencial. Si esto no sucede debemos interpretar que en el gobierno se ha producido un deslizamiento hacia posiciones autoritarias que son contradictorias con el normal funcionamiento de las instituciones democráticas Los que se identifican con quienes resultaron victoriosos el domingo, pero especialmente quienes no compartimos el ideario mayoritario hoy entre los porteños, debemos rechazar cualquier forma de desvalorización de los ciudadanos y del voto que es la herramienta que la democracia instituye para elegir libremente a nuestros gobernantes. Quizás el gobierno deba reflexionar acerca de una de las máximas del Gral.Perón y asumir que “La única verdad es la realidad” y que el domingo esa realidad les fue adversa, sin culpar a los votantes.
Lo que resulta sorprendente (sino preocupante) son las declaraciones efectuadas por el Jefe de Gabinete y el Director de la Biblioteca Nacional, ambos funcionarios públicos de un gobierno democrático, que hace referencia permanente al respeto por la voluntad popular y que gusta autocalificarse como Nacional y Popular.
Las declaraciones de ambos funcionarios se acercan más a la idea del “voto calificado”, en boga en la Argentina de principios del siglo XX, que a la de quienes deben defender la democracia participativa y ser respetuosos con aquellos, mayorías o minorías, que piensan distinto. La idea de que existen mayorías populares y mayorías que no lo son es insostenible. Las mayorías, por definición, son siempre populares aunque elijan como su representante a un candidato opositor al Gobierno Nacional. Los votantes de Santiago del Estero y Misiones, donde los candidatos oficialistas alcanzaron alrededor del 70%, son tan valiosos como los ciudadanos porteños y nadie que valore a la democracia como la mejor forma de gobierno, puede cuestionarlos. La tolerancia está en la base del sistema democrático y constituye el espíritu con el que se deben sustanciar las naturales diferencias políticas que se expresan a la hora de una elección. Sin duda ha habido un cambio significativo en la percepción y apreciación que el Gobierno tiene acerca del voto de los porteños ya que los últimos resultados no son muy diferentes a los obtenidos por el Frente para la Victoria en las elecciones a Jefe de gobierno de 2007 (23,7%), las Presidenciales del mismo año (23.6%) y ha mejorado sustancialmente en relación a las legislativas del 2009 (11,6%). En ninguna de esas oportunidades funcionarios del gobierno descalificaron a los habitantes de la Ciudad.
Tal vez, encandilados por los números que acercaban los encuestadores “amigos” y asumiendo como verdadero el “relato” acerca del apoyo casi unánime de la juventud y la invencibilidad de la Presidenta, los funcionarios creyeron en un resultado electoral diferente y sus manifestaciones son producto de la sorpresa y la desilusión . De ser así debemos esperar una rápida rectificación y una aclaración presidencial. Si esto no sucede debemos interpretar que en el gobierno se ha producido un deslizamiento hacia posiciones autoritarias que son contradictorias con el normal funcionamiento de las instituciones democráticas Los que se identifican con quienes resultaron victoriosos el domingo, pero especialmente quienes no compartimos el ideario mayoritario hoy entre los porteños, debemos rechazar cualquier forma de desvalorización de los ciudadanos y del voto que es la herramienta que la democracia instituye para elegir libremente a nuestros gobernantes. Quizás el gobierno deba reflexionar acerca de una de las máximas del Gral.Perón y asumir que “La única verdad es la realidad” y que el domingo esa realidad les fue adversa, sin culpar a los votantes.
