Los subsidios continúan in crescendo y este año significarían un 3,7% del PBI nacional, todo un récord en la era kirchnerista. De cara a las elecciones de octubre, economistas y los asesores económicos de los principales candidatos plantean soluciones para salir del esquema. Aumento gradual de tarifas, distribución regional y tarifas sociales, algunas de las claves para 2012.
«Madeja». «Maraña». Algunos de los sustantivos que los economistas consultados por WE utilizan para describir el esquema de subsidios económicos en la Argentina.
Esta madeja estará compuesta por un gasto de al menos $ 70.000 millones en 2011, según la consultora Ecolatina. Esta maraña ya pegó un salto en el primer trimestre y en el año significará un 3,7% del PBI nacional. Y un 15% del gasto público total. Todo un récord que cada vez es más difícil de desenredar.
Con todo, los subsidios se encuentran en su nivel más alto en la última década. La energía -que toma para sí más de la mitad- y el transporte -que se queda con un 31,6% de la torta- son los dos sectores de la economía que más dinero absorben de este esquema.
«Creo que desde hace tiempo la madeja de subsidios se ha ido amontonando, posee mucho peso fiscal y requiere una acción correctora», dice el economista Eduardo Curia, mientras reconoce: «Esta tarea es muy compleja y ardua de implementar».
Rodrigo Álvarez, economista jefe de Ecolatina, también deja en claro que «no se puede salir del esquema tomando medidas aisladas».
En este contexto,We les preguntó tanto a economistas como a los coordinadores de los equipos económicos de los principales candidatos presidenciales cuáles eran los pasos a seguir para desentrañar los subsidios de cara a 2012. Aumentar las tarifas, enfocarse en la demanda con una mirada social y distribuir los subsidios según las zonas del país son algunas de las soluciones que, coinciden, se deben complementar con una política de desinflación. Un desafío ineludible que plantean en el mediano plazo y de forma gradual para los próximos cuatro años de gobierno. Gane quien gane.
De subsidios a tarfias
«Hay que buscar una estrategia de salida, y es imposible soltarlos desde el vamos», asegura Marina Dal Poggetto, directora de Bein & Asociados. Por ello, la economista plantea que el plan «más probable» para sincerar el esquema tarifario es dar aumentos en línea o un poco por encima de la inflación, para «ir licuando la incidencia de los subsidios dentro del presupuesto».
«Es una ridiculez que algunos domicilios de la capital paguen menos luz o gas que el costo de un delivery de pizza», señala Álvarez. La energía representa uno de los sectores en el que las tarifas están más desactualizadas. «La tarifa de gas a sectores residenciales representa sólo un 20% de las regionales. En el caso de la electricidad, hay que multiplicarla por tres», ejemplifica el ex secretario de Energía Daniel Montamat. En esta línea, el especialista opina que se deben eliminar los subsidios cruzados, en los que por el mismo producto energético se pagan precios diferentes. «Es una madeja la que armaron. El precio del gas mayorista debería ser común para todos los consumidores», agrega Montamat.
Asimismo, la importación energética ha complicado aún más esta política económica. «Por el gas, en la Argentina se paga entre dos y tres dólares el millón de BTU. Comprarlo afuera y traerlo por barco cuesta u$s 12 cada millón de BTU», compara Nicolás Gadano, miembro del equipo económico de Ricardo Alfonsín. A través de un equilibrio entre los dos precios, el economista estima que se generará «más producción y empleo nacional, mayores regalías y valor agregado».
El foco en la demanda
Hoy, los recursos están orientados a la oferta. Más en específico, hacia las empresas. Según los economistas y políticos, ahora el esquema deberá tomar el sentido contrario y virar hacia la demanda. «La primera dimensión que se debe abordar es la de la equidad. Hay muchos subsidios que benefician a sectores medios y altos. Esos deben eliminarse», considera Eduardo Amadeo, candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires por Unión Popular, el partido que lleva como postulante presidencial a Eduardo Duhalde. En este sentido, Amadeo destaca que la implementación del SUBE puede ser una herramienta para identificar a la demanda. «Como mínimo, el total de los beneficiarios de la asignación universal por hijo deberían recibir subsidio al transporte», grafica el economista.
Por su parte, Curia concuerda que la AUH puede actuar como una «rampa inicial de acción». Y plantea que se puede identificar a los sectores de altos recursos y, en ellos, «aminorar los subsidios a electricidad y gas».
Patricio Merlani, coordinador de los equipos económicos de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, coincide en que son los «sectores vulnerables» de la sociedad los que necesitan una tarifa social y diferenciada. «El 40% de los subsidios energéticos está dirigido a las clases altas», especifica el también candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires.
Como posibles candidatos a recibir un subsidio, Merlani señala a tres conjuntos principales: jubilados con pensiones mínimas, estudiantes de escuelas públicas y desempleados. «Son tres grupos que se pueden identificar fácilmente. En el caso de los desocupados, la tarjeta de transporte se puede entregar con el seguro de desempleo», ejemplifica.
Equilibrio regional
«La política actual es regresiva no sólo en lo individual, sino a nivel regional. La mayoría de los subsidios se concentra en torno a la ciudad de Buenos Aires y los anillos del conurbano bonaerense», apunta Marcelo Capello, presidente de Ieral-Fundación Mediterránea. El ministro de Santa Fe, Angel Sciara, asegura que «del total de los subsidios, el 90% está concentrado en la Capital».
Con ese dato, el actual coordinador del equipo económico del candidato presidencial Hermes Binner marca el desbalance que hay en los subsidios a nivel nacional. «Todo el país está financiando el subterráneo de la ciudad y en Rosario no alcanzan los 2,50 pesos para el ómnibus. Hay que resolver espaciosamente esta maraña de subsidios, y la concentración territorial es una parte».
Capello insiste en que la política de reducción de subsidios en 2012 y 2013 debería poner en igualdad de condiciones a los consumidores de Buenos Aires con el promedio del resto del país. «Es el primer paso que, además del ahorro fiscal, ayudaría a mejorar la distribución personal y regional del ingreso», dice.
Bajo esta propuesta, Amadeo también cree que se puede «promover o desestimular el desarrollo de empresas o actividades productivas» a través de los subsidios. «Hoy los incentivos son inversos: las zonas más alejadas de la ciudad son las que pagan más energía», sostiene el candidato a gobernador de Eduardo Duhalde. Y agrega: «El Gobierno nos deja una maraña de gastos y subsidios mal administrados. Hay que desarmarla de a poco».
Atacar la inflación
El desajuste tarifario que se fue acumulando en los últimos años se combina con una inflación que, este año, también se ubicaría en un 30%, según estiman las consultoras privadas. Es este proceso inflacionario el que complica aún más el sinceramiento de las tarifas.
Según Curia, el tema de los subsidios es «relevante pero inescindible de un enfoque macroeconómico muy articulado para después de los comicios». Por ello, en este escenario macroeconómico las dos situaciones se deben resolver en forma paralela. «Reducirle la carga de subsidios al Estado no sólo tiene que ser consistente con una estrategia de reducción inflacionaria, sino también con un programa fiscal, para mantener las cuentas públicas en orden», asevera Gadano, del equipo de Alfonsín.
Éste es, para Sciara, el gran reto de la próxima administración, «cualquiera sea el signo» que tenga. «Cada vez que demoremos el desafío que tenemos que enfrentar, los subsidios crecen. Nos vamos a encontrar con un gigante en 2012», anticipa el ministro de Economía de Santa Fe.
«La inflación es la liebre, y viene corriendo hace cinco, seis años. Las tarifas de los servicios públicos son la tortuga: se mueven lentamente o ni se mueven. La brecha la cubre el Gobierno», grafica el economista de Ecolatina. No obstante, Álvarez dice que no se puede reemplazar la tortuga con otra liebre. «Se debe atacar el problema inflacionario corrigiendo ese desequilibrio, pero de manera gradual». En términos macroeconómicos, el problema surge si la situación no cambia, si la suba de precios «se come» la mejora.
Por otra parte, «la presión tributaria récord ofrece la posibilidad de que el reacomodamiento de tarifas no impacte tan gravemente sobre los presupuestos de la familia», remarca Capello. Para ello, propone reducir impuestos que gravan el consumo de electricidad y gas. «La reducción de tasas e impuestos permitiría recomponer tarifas para productores de estos servicios sin que impacte tanto en los consumidores. Esto afecta la caja fiscal, pero ahí entra la austeridad en el gasto público», aclara el titular de Ieral.
En el camino hacia las presidenciales, Merlani asegura que los detalles del desarme del esquema se deben consensuar en el Congreso. Dice que «no se puede posponer más el debate», si bien admite que se está demorando porque es un año de campaña. «Sé que hoy es hasta utópico juntar a diputados y senadores, pero el año que viene es posible que se debata», asevera.
Más allá del debate legislativo, Dal Poggetto reconoce que el tiempo necesario para resolver esta problemática dependerá de la trayectoria inflacionaria. «No hay que olvidar que, en un escenario de inflación, se hace más difícil sincerar tarifas», concluye. z we
«Madeja». «Maraña». Algunos de los sustantivos que los economistas consultados por WE utilizan para describir el esquema de subsidios económicos en la Argentina.
Esta madeja estará compuesta por un gasto de al menos $ 70.000 millones en 2011, según la consultora Ecolatina. Esta maraña ya pegó un salto en el primer trimestre y en el año significará un 3,7% del PBI nacional. Y un 15% del gasto público total. Todo un récord que cada vez es más difícil de desenredar.
Con todo, los subsidios se encuentran en su nivel más alto en la última década. La energía -que toma para sí más de la mitad- y el transporte -que se queda con un 31,6% de la torta- son los dos sectores de la economía que más dinero absorben de este esquema.
«Creo que desde hace tiempo la madeja de subsidios se ha ido amontonando, posee mucho peso fiscal y requiere una acción correctora», dice el economista Eduardo Curia, mientras reconoce: «Esta tarea es muy compleja y ardua de implementar».
Rodrigo Álvarez, economista jefe de Ecolatina, también deja en claro que «no se puede salir del esquema tomando medidas aisladas».
En este contexto,We les preguntó tanto a economistas como a los coordinadores de los equipos económicos de los principales candidatos presidenciales cuáles eran los pasos a seguir para desentrañar los subsidios de cara a 2012. Aumentar las tarifas, enfocarse en la demanda con una mirada social y distribuir los subsidios según las zonas del país son algunas de las soluciones que, coinciden, se deben complementar con una política de desinflación. Un desafío ineludible que plantean en el mediano plazo y de forma gradual para los próximos cuatro años de gobierno. Gane quien gane.
De subsidios a tarfias
«Hay que buscar una estrategia de salida, y es imposible soltarlos desde el vamos», asegura Marina Dal Poggetto, directora de Bein & Asociados. Por ello, la economista plantea que el plan «más probable» para sincerar el esquema tarifario es dar aumentos en línea o un poco por encima de la inflación, para «ir licuando la incidencia de los subsidios dentro del presupuesto».
«Es una ridiculez que algunos domicilios de la capital paguen menos luz o gas que el costo de un delivery de pizza», señala Álvarez. La energía representa uno de los sectores en el que las tarifas están más desactualizadas. «La tarifa de gas a sectores residenciales representa sólo un 20% de las regionales. En el caso de la electricidad, hay que multiplicarla por tres», ejemplifica el ex secretario de Energía Daniel Montamat. En esta línea, el especialista opina que se deben eliminar los subsidios cruzados, en los que por el mismo producto energético se pagan precios diferentes. «Es una madeja la que armaron. El precio del gas mayorista debería ser común para todos los consumidores», agrega Montamat.
Asimismo, la importación energética ha complicado aún más esta política económica. «Por el gas, en la Argentina se paga entre dos y tres dólares el millón de BTU. Comprarlo afuera y traerlo por barco cuesta u$s 12 cada millón de BTU», compara Nicolás Gadano, miembro del equipo económico de Ricardo Alfonsín. A través de un equilibrio entre los dos precios, el economista estima que se generará «más producción y empleo nacional, mayores regalías y valor agregado».
El foco en la demanda
Hoy, los recursos están orientados a la oferta. Más en específico, hacia las empresas. Según los economistas y políticos, ahora el esquema deberá tomar el sentido contrario y virar hacia la demanda. «La primera dimensión que se debe abordar es la de la equidad. Hay muchos subsidios que benefician a sectores medios y altos. Esos deben eliminarse», considera Eduardo Amadeo, candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires por Unión Popular, el partido que lleva como postulante presidencial a Eduardo Duhalde. En este sentido, Amadeo destaca que la implementación del SUBE puede ser una herramienta para identificar a la demanda. «Como mínimo, el total de los beneficiarios de la asignación universal por hijo deberían recibir subsidio al transporte», grafica el economista.
Por su parte, Curia concuerda que la AUH puede actuar como una «rampa inicial de acción». Y plantea que se puede identificar a los sectores de altos recursos y, en ellos, «aminorar los subsidios a electricidad y gas».
Patricio Merlani, coordinador de los equipos económicos de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, coincide en que son los «sectores vulnerables» de la sociedad los que necesitan una tarifa social y diferenciada. «El 40% de los subsidios energéticos está dirigido a las clases altas», especifica el también candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires.
Como posibles candidatos a recibir un subsidio, Merlani señala a tres conjuntos principales: jubilados con pensiones mínimas, estudiantes de escuelas públicas y desempleados. «Son tres grupos que se pueden identificar fácilmente. En el caso de los desocupados, la tarjeta de transporte se puede entregar con el seguro de desempleo», ejemplifica.
Equilibrio regional
«La política actual es regresiva no sólo en lo individual, sino a nivel regional. La mayoría de los subsidios se concentra en torno a la ciudad de Buenos Aires y los anillos del conurbano bonaerense», apunta Marcelo Capello, presidente de Ieral-Fundación Mediterránea. El ministro de Santa Fe, Angel Sciara, asegura que «del total de los subsidios, el 90% está concentrado en la Capital».
Con ese dato, el actual coordinador del equipo económico del candidato presidencial Hermes Binner marca el desbalance que hay en los subsidios a nivel nacional. «Todo el país está financiando el subterráneo de la ciudad y en Rosario no alcanzan los 2,50 pesos para el ómnibus. Hay que resolver espaciosamente esta maraña de subsidios, y la concentración territorial es una parte».
Capello insiste en que la política de reducción de subsidios en 2012 y 2013 debería poner en igualdad de condiciones a los consumidores de Buenos Aires con el promedio del resto del país. «Es el primer paso que, además del ahorro fiscal, ayudaría a mejorar la distribución personal y regional del ingreso», dice.
Bajo esta propuesta, Amadeo también cree que se puede «promover o desestimular el desarrollo de empresas o actividades productivas» a través de los subsidios. «Hoy los incentivos son inversos: las zonas más alejadas de la ciudad son las que pagan más energía», sostiene el candidato a gobernador de Eduardo Duhalde. Y agrega: «El Gobierno nos deja una maraña de gastos y subsidios mal administrados. Hay que desarmarla de a poco».
Atacar la inflación
El desajuste tarifario que se fue acumulando en los últimos años se combina con una inflación que, este año, también se ubicaría en un 30%, según estiman las consultoras privadas. Es este proceso inflacionario el que complica aún más el sinceramiento de las tarifas.
Según Curia, el tema de los subsidios es «relevante pero inescindible de un enfoque macroeconómico muy articulado para después de los comicios». Por ello, en este escenario macroeconómico las dos situaciones se deben resolver en forma paralela. «Reducirle la carga de subsidios al Estado no sólo tiene que ser consistente con una estrategia de reducción inflacionaria, sino también con un programa fiscal, para mantener las cuentas públicas en orden», asevera Gadano, del equipo de Alfonsín.
Éste es, para Sciara, el gran reto de la próxima administración, «cualquiera sea el signo» que tenga. «Cada vez que demoremos el desafío que tenemos que enfrentar, los subsidios crecen. Nos vamos a encontrar con un gigante en 2012», anticipa el ministro de Economía de Santa Fe.
«La inflación es la liebre, y viene corriendo hace cinco, seis años. Las tarifas de los servicios públicos son la tortuga: se mueven lentamente o ni se mueven. La brecha la cubre el Gobierno», grafica el economista de Ecolatina. No obstante, Álvarez dice que no se puede reemplazar la tortuga con otra liebre. «Se debe atacar el problema inflacionario corrigiendo ese desequilibrio, pero de manera gradual». En términos macroeconómicos, el problema surge si la situación no cambia, si la suba de precios «se come» la mejora.
Por otra parte, «la presión tributaria récord ofrece la posibilidad de que el reacomodamiento de tarifas no impacte tan gravemente sobre los presupuestos de la familia», remarca Capello. Para ello, propone reducir impuestos que gravan el consumo de electricidad y gas. «La reducción de tasas e impuestos permitiría recomponer tarifas para productores de estos servicios sin que impacte tanto en los consumidores. Esto afecta la caja fiscal, pero ahí entra la austeridad en el gasto público», aclara el titular de Ieral.
En el camino hacia las presidenciales, Merlani asegura que los detalles del desarme del esquema se deben consensuar en el Congreso. Dice que «no se puede posponer más el debate», si bien admite que se está demorando porque es un año de campaña. «Sé que hoy es hasta utópico juntar a diputados y senadores, pero el año que viene es posible que se debata», asevera.
Más allá del debate legislativo, Dal Poggetto reconoce que el tiempo necesario para resolver esta problemática dependerá de la trayectoria inflacionaria. «No hay que olvidar que, en un escenario de inflación, se hace más difícil sincerar tarifas», concluye. z we