Si la reputación del grupo empresarial de Rupert Murdoch está en sus mínimos históricos, la de Scotland Yard está a punto de desplomarse a niveles similares. Según reveló ayer The New York Times, durante cuatro años, la Policía londinense acumuló en sus sótanos 11.000 páginas de hojas manuscritas con las transcripciones del material obtenido en las escuchas ilegales que el News of the World perpetró a 4.000 personas en el Reino Unido entre las que figuran famosos, políticos, deportistas, agentes de Policía y víctimas de crímenes.
Desde agosto de 2006, cuando la Policía se hizo con el material tras destaparse los primeros casos de escuchas ilegales, hasta el otoño de 2010, nadie en Scotland Yard se encargó de examinar o catalogar las pruebas obtenidas tras los registros a NOTW. Al mismo tiempo que las pruebas se cubrían de polvo en el almacén, los altos cargos de la Policía metropolitana afirmaban ante jueces, diputados, abogados, periodistas y víctimas potenciales pinchazos telefónicos que no había pruebas de que se hubiera producido un sistema generalizado de escuchas ilegales en el tabloide de Murdoch.
Ha sido tras la confesión de News International de que las escuchas eran masivas, cuando los responsables policiales han empezado a admitir, a su manera, su mala gestión. «No iba a ponerme a mirar en las bolsas de basura», se justificó John Yates, el número dos de Scotland Yard.Otro dato inquietante es que, según The New York Times, la Policía contrató como asesor para el caso de las escuchas a Neil Wallis, exsubdirector de News of the World. El problema era que Wallis funcionaba como un agente doble, ya que al mismo tiempo informaba a News International de los avances de la investigación. La zorra cuidando del gallinero.
Mientras la investigación no avanzaba, sir Paul Stephenon, el jefe de Scotland Yard, comió en 18 ocasiones con directivos de las empresas de Murdoch. En ocho de ellas lo hizo con Wallis, cuando este todavía era subdirector del News of the World. El ex primer ministro, Gordon Brown, que sospechaba que había sido espiado pidió el año pasado a la Policía que investigara si se encontraba en la lista negra del NOTW. Scotland Yard le contestó con una carta en la que se limitaban a decirle que no estaba claro si el tabloide le había pinchado sus teléfonos.
Cuando eran preguntados por la prensa o los parlamentarios sobre el avance de las pesquisas, los portavoces de la Policía alegaban que el caso estaba limitado ya que la unidad antiterrorista, al frente de la investigación, se encontraba ocupada con trabajos más urgentes. El diputado laborista Keith Vaz calificó la investigación como «algo más propio del inspector Closeau que de Colombo». Tras la presión de la prensa, la Policía asignó un nuevo equipo a la investigación el pasado otoño. Entonces recibieron un aluvión de peticiones de personas que deseaban saber si habían sido investigadas. Hasta la fecha, una veintena de personas han presentado querellas contra News International.
Desde entonces los agentes se encuentran con la desagradable misión de ir informando a cada uno de los 4.000 espiados sobre lo sucedido. Hasta ahora sólo se ha avisado a 170 personas. Se estima que al ritmo actual se tardarán años en notificar a todos los afectados que se encontraban bajo el espionaje del tabloide de Murdoch.
El meticuloso detective
Toda la información sobre las personas espiadas está en las notas de Glenn Mulcaire, el investigador privado que trabajaba para el NOTW pinchando teléfonos. Mulcaire, un exfutbolista de 40 años, era tan meticuloso en su trabajo que había anotado en la esquina superior izquierda de cada una de las 11.000 páginas el nombre del periodista o directivo del tabloide al cual estaba ayudando en cada escucha.
La valiosa documentación fue incautada cuando el 8 de agosto de 2006 la Policía irrumpió en la casa de Mulcaire en el sur de Londres. Además de las notas, los agentes encontraron una lista negra en la que figuraban sus próximos objetivos: ocho miembros de la familia real y sus asistentes así como otras 28 personas.La Policía decidió acusar sólo a Mulcaire y a Clive Goodman, el encargado de la información de la casa real británica. Cuando el caso se cerró en 2007, con una condena para Goodman de cuatro meses de prisión y seis para Mulcaire, las notas del investigador fueron metidas en bolsas de plástico y guardadas en un almacén. Según el libro de registros eran inspeccionadas de forma ocasional pero nadie se puso a trabajar con ellas hasta 2010.
Ahora queda por determinar cuántos policías figuran en las notas de Mulcaire como informantes a sueldo. Muchos figuran con seudónimo, algunos inventados por los periodistas para quedarse el dinero destinado a los supuestos contactos.
Desde agosto de 2006, cuando la Policía se hizo con el material tras destaparse los primeros casos de escuchas ilegales, hasta el otoño de 2010, nadie en Scotland Yard se encargó de examinar o catalogar las pruebas obtenidas tras los registros a NOTW. Al mismo tiempo que las pruebas se cubrían de polvo en el almacén, los altos cargos de la Policía metropolitana afirmaban ante jueces, diputados, abogados, periodistas y víctimas potenciales pinchazos telefónicos que no había pruebas de que se hubiera producido un sistema generalizado de escuchas ilegales en el tabloide de Murdoch.
Ha sido tras la confesión de News International de que las escuchas eran masivas, cuando los responsables policiales han empezado a admitir, a su manera, su mala gestión. «No iba a ponerme a mirar en las bolsas de basura», se justificó John Yates, el número dos de Scotland Yard.Otro dato inquietante es que, según The New York Times, la Policía contrató como asesor para el caso de las escuchas a Neil Wallis, exsubdirector de News of the World. El problema era que Wallis funcionaba como un agente doble, ya que al mismo tiempo informaba a News International de los avances de la investigación. La zorra cuidando del gallinero.
Mientras la investigación no avanzaba, sir Paul Stephenon, el jefe de Scotland Yard, comió en 18 ocasiones con directivos de las empresas de Murdoch. En ocho de ellas lo hizo con Wallis, cuando este todavía era subdirector del News of the World. El ex primer ministro, Gordon Brown, que sospechaba que había sido espiado pidió el año pasado a la Policía que investigara si se encontraba en la lista negra del NOTW. Scotland Yard le contestó con una carta en la que se limitaban a decirle que no estaba claro si el tabloide le había pinchado sus teléfonos.
Cuando eran preguntados por la prensa o los parlamentarios sobre el avance de las pesquisas, los portavoces de la Policía alegaban que el caso estaba limitado ya que la unidad antiterrorista, al frente de la investigación, se encontraba ocupada con trabajos más urgentes. El diputado laborista Keith Vaz calificó la investigación como «algo más propio del inspector Closeau que de Colombo». Tras la presión de la prensa, la Policía asignó un nuevo equipo a la investigación el pasado otoño. Entonces recibieron un aluvión de peticiones de personas que deseaban saber si habían sido investigadas. Hasta la fecha, una veintena de personas han presentado querellas contra News International.
Desde entonces los agentes se encuentran con la desagradable misión de ir informando a cada uno de los 4.000 espiados sobre lo sucedido. Hasta ahora sólo se ha avisado a 170 personas. Se estima que al ritmo actual se tardarán años en notificar a todos los afectados que se encontraban bajo el espionaje del tabloide de Murdoch.
El meticuloso detective
Toda la información sobre las personas espiadas está en las notas de Glenn Mulcaire, el investigador privado que trabajaba para el NOTW pinchando teléfonos. Mulcaire, un exfutbolista de 40 años, era tan meticuloso en su trabajo que había anotado en la esquina superior izquierda de cada una de las 11.000 páginas el nombre del periodista o directivo del tabloide al cual estaba ayudando en cada escucha.
La valiosa documentación fue incautada cuando el 8 de agosto de 2006 la Policía irrumpió en la casa de Mulcaire en el sur de Londres. Además de las notas, los agentes encontraron una lista negra en la que figuraban sus próximos objetivos: ocho miembros de la familia real y sus asistentes así como otras 28 personas.La Policía decidió acusar sólo a Mulcaire y a Clive Goodman, el encargado de la información de la casa real británica. Cuando el caso se cerró en 2007, con una condena para Goodman de cuatro meses de prisión y seis para Mulcaire, las notas del investigador fueron metidas en bolsas de plástico y guardadas en un almacén. Según el libro de registros eran inspeccionadas de forma ocasional pero nadie se puso a trabajar con ellas hasta 2010.
Ahora queda por determinar cuántos policías figuran en las notas de Mulcaire como informantes a sueldo. Muchos figuran con seudónimo, algunos inventados por los periodistas para quedarse el dinero destinado a los supuestos contactos.