Lunes 25 de julio de 2011 | 08:51 (actualizado a las 08:51)
El resultado de la elección provincial de Santa Fe tiene significados de alcance provincial y otros que se proyectan al ámbito nacional.
El ya llamado fenómeno Del Sel, en principio, es más de alcance local. Que una figura proveniente del espectáculo sin trayectoria en política haya queda sólo 3 puntos por debajo del candidato de la coalición que tiene eje el socialismo, que gobierna la provincia desde hace cuatro años, y 13 por encima del candidato del gobierno nacional, que es el favorito para ganar las presidenciales, no se proyecta al plano nacional.
Es posible que Del Sel sea una reedición de lo que en los años noventa fueron Reutemann en Santa Fe y Palito Ortega en Tucumán. Figuras ajenas a la política, pero con fuerte popularidad y presencia mediática irrumpieron con éxito en la política provincial.
El segundo triunfo sucesivo de un candidato del PRO en un distrito importante no significa que esta fuerza sea la alternativa opositora al gobierno nacional más relevante.
Es más, se trata de una fuerza que, además de no presentar fórmula presidencial para el 23 de octubre, tampoco ha tenido presencia en las siete elecciones realizadas antes de la ciudad de Buenos Aires y tampoco tiene candidatos a gobernador en las provincias que faltan votar para este cargo. Quizás hoy Macri pueda plantearse si juega o no un rol como elector, en la presidencial del 2011, o si fue adecuado no disputar el 23 de octubre, pero esto hoy es conjetural y el 2015 por ahora está muy lejos.
Respecto a la elección de gobernador de 2007, el socialismo obtuvo 10 puntos menos y el kirchnerismo 17. Ello implica que Del Sel si bien ha tomado más votos del peronismo que del socialismo, ha crecido a costa de ambas alternativas.
Pero hay significados que si tienen alcance nacional.
El primero es que el kirchnerismo no ha logrado reconciliarse con el voto del campo, pese a los buenos precios y la mayor rentabilidad que cuando estalló el conflicto. Esto seguramente se confirmará el 7 de agosto en Córdoba, donde el oficialismo nacional ha quedado sin candidato, al enfrentarse con el peronismo cordobés que lleva como postulante a Juan Manuel De la Sota.
El segundo es la creciente divergencia entre el peronismo y el kirchnerismo, agudizada desde que la Presidenta eligió sus candidatos en base a los criterios de lealtad, juventud y decisión para enfrentar a las corporaciones, sin atender a las estructuras políticas y sociales. Esto se hizo evidente en la segunda vuelta de la elección de Tierra del Fuego, donde el peronismo ortodoxo votó por la candidata del ex ARI, que expresó su apoyo a Binner en el ámbito nacional, siendo derrotada la candidata de Cristina, que llevaba como vice a un dirigente de La Cámpora. Algo similar sucedió siete días después en la primera vuelta de la elección porteña, cuando la lista apoyada por La Cámpora y por la Presidenta obtuvo sólo el 14% de los votos. Y volvió a suceder en Santa Fe, donde Carlos Reutemann quitó explícitamente su apoyo al candidato kirchnerista, argumentando que el es peronista.
Por último, si bien Santa Fe no anticipa un resultado nacional, junto con la segunda vuelta de Tierra del Fuego y la primera vuelta de la elección de la Ciudad de Buenos Aires, más lo que sucederá en la segunda vuelta de este distrito el próximo domingo y una semana después en Córdoba, crean un clima más favorable hacia la oposición justo antes de las primarias obligatorias del 14 de agosto, transformadas en los hechos en una preelección. Santa Fe cuestiona la tesis de que Cristina ya ganó, aunque queda planteada la duda de si la oposición sabrá aprovecharlo.
Distritos grandes, más inclinados por la oposición, y chicos, por el oficialismo, es lo mismo que sucedió en líneas generales en 2007 y 2009. La clave del resultado diferente fue la decisiva provincia de Buenos Aires, que en la primera oportunidad votó por el kirchnerismo y en la segunda no. La elección en la provincia el 23 de octubre, posiblemente decidirá la presidencial.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
El resultado de la elección provincial de Santa Fe tiene significados de alcance provincial y otros que se proyectan al ámbito nacional.
El ya llamado fenómeno Del Sel, en principio, es más de alcance local. Que una figura proveniente del espectáculo sin trayectoria en política haya queda sólo 3 puntos por debajo del candidato de la coalición que tiene eje el socialismo, que gobierna la provincia desde hace cuatro años, y 13 por encima del candidato del gobierno nacional, que es el favorito para ganar las presidenciales, no se proyecta al plano nacional.
Es posible que Del Sel sea una reedición de lo que en los años noventa fueron Reutemann en Santa Fe y Palito Ortega en Tucumán. Figuras ajenas a la política, pero con fuerte popularidad y presencia mediática irrumpieron con éxito en la política provincial.
El segundo triunfo sucesivo de un candidato del PRO en un distrito importante no significa que esta fuerza sea la alternativa opositora al gobierno nacional más relevante.
Es más, se trata de una fuerza que, además de no presentar fórmula presidencial para el 23 de octubre, tampoco ha tenido presencia en las siete elecciones realizadas antes de la ciudad de Buenos Aires y tampoco tiene candidatos a gobernador en las provincias que faltan votar para este cargo. Quizás hoy Macri pueda plantearse si juega o no un rol como elector, en la presidencial del 2011, o si fue adecuado no disputar el 23 de octubre, pero esto hoy es conjetural y el 2015 por ahora está muy lejos.
Respecto a la elección de gobernador de 2007, el socialismo obtuvo 10 puntos menos y el kirchnerismo 17. Ello implica que Del Sel si bien ha tomado más votos del peronismo que del socialismo, ha crecido a costa de ambas alternativas.
Pero hay significados que si tienen alcance nacional.
El primero es que el kirchnerismo no ha logrado reconciliarse con el voto del campo, pese a los buenos precios y la mayor rentabilidad que cuando estalló el conflicto. Esto seguramente se confirmará el 7 de agosto en Córdoba, donde el oficialismo nacional ha quedado sin candidato, al enfrentarse con el peronismo cordobés que lleva como postulante a Juan Manuel De la Sota.
El segundo es la creciente divergencia entre el peronismo y el kirchnerismo, agudizada desde que la Presidenta eligió sus candidatos en base a los criterios de lealtad, juventud y decisión para enfrentar a las corporaciones, sin atender a las estructuras políticas y sociales. Esto se hizo evidente en la segunda vuelta de la elección de Tierra del Fuego, donde el peronismo ortodoxo votó por la candidata del ex ARI, que expresó su apoyo a Binner en el ámbito nacional, siendo derrotada la candidata de Cristina, que llevaba como vice a un dirigente de La Cámpora. Algo similar sucedió siete días después en la primera vuelta de la elección porteña, cuando la lista apoyada por La Cámpora y por la Presidenta obtuvo sólo el 14% de los votos. Y volvió a suceder en Santa Fe, donde Carlos Reutemann quitó explícitamente su apoyo al candidato kirchnerista, argumentando que el es peronista.
Por último, si bien Santa Fe no anticipa un resultado nacional, junto con la segunda vuelta de Tierra del Fuego y la primera vuelta de la elección de la Ciudad de Buenos Aires, más lo que sucederá en la segunda vuelta de este distrito el próximo domingo y una semana después en Córdoba, crean un clima más favorable hacia la oposición justo antes de las primarias obligatorias del 14 de agosto, transformadas en los hechos en una preelección. Santa Fe cuestiona la tesis de que Cristina ya ganó, aunque queda planteada la duda de si la oposición sabrá aprovecharlo.
Distritos grandes, más inclinados por la oposición, y chicos, por el oficialismo, es lo mismo que sucedió en líneas generales en 2007 y 2009. La clave del resultado diferente fue la decisiva provincia de Buenos Aires, que en la primera oportunidad votó por el kirchnerismo y en la segunda no. La elección en la provincia el 23 de octubre, posiblemente decidirá la presidencial.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría