La sociedad santafesina dejó un mensaje contundente, claro y directo a la clase política: que nadie se haga los rulos. El voto arrojó una victoria pírrica (la de Antonio Bonfatti), una derrota estrepitosa (la del kirchnerismo con Agustín Rossi) y habilitó un certificado provisorio pero también sugerente (a Miguel Del Sel). Entre esos grandes títulos se mixturan entrelíneas políticas tan importantes como el resultado.
El Frente Progresista sale de los comicios mucho menos fortificado de lo que esperaba el menos pesimista de sus fans. Aunque las finales se ganan y no se explican, necesariamente el socialismo deberá mensurar un cambio de táctica y estrategia. La capacidad de tracción de Hermes Binner a Bonfatti se dio con lo justo y sirvió para comprobar que la imagen positiva no siempre es trasladable en su integridad. Por eso, muchos militantes y dirigentes del PS comentan por lo bajo que todo lo relativo a las candidaturas debió haberse debatido en una mesa más amplia. Y enfocan sus elogios hacia Miguel Lifschitz, quien otra vez se convirtió en una máquina de contar votos, al punto de lograr con su candidatura a senador casi 100 mil sufragios más que el candidato a gobernador.
La noche menos pensada. El susto mayúsculo que se vivió en el oficialismo cuando el día domingo se convirtió en noche obliga a repensar la relación futura con los partidos aliados. Del Sel no se probará la banda el 11 de diciembre porque su postulación perdió en un territorio impensado: la ciudad de Santa Fe. No pudo el Midachi ser profeta en su tierra por los dimes y diretes que a veces se tejen en las comarcas en derredor de sus hijos pródigos, pero adquiere protagonismo allí la actitud del intendente Mario Barletta, quien jugó lealmente por Bonfatti.
Del Sel logró en Rosario una performance altísima que nunca llegó a obtener Carlos Reutemann, ni siquiera en su mejor momento. Algo que el PRO esperaba para la ciudad capital de la provincia y que nunca terminó de reflejarse.
La caída del Frente Progresista en relación al 2007 se explica también por la relación entre la Casa Gris y los enclaves profusos y extendidos que tienen que ver con la producción agropecuaria. El campo nunca terminó de digerir idas y vueltas de Binner desde la resolución 125 hasta acá.
Rossi no pudo mantener el 50 por ciento de los votos logrados en las primarias que, íntegramente, se trasladaron al territorio de Del Sel con armas y bagajes por un mix de razones: el candidato no pudo aportarle características personales positivas a una relación cuanto menos traumática entre la provincia y el kirchnerismo. Rápidamente se dirá desde la vereda kirchnerista que el extraordinario derrotero de María Eugenia Bielsa contradice cualquier análisis político que se detenga en esa mala vibra: la ex vicegobernadora y actual concejal aún no está identificada mayoritariamente con el gen K.
El futuro no llegó. Tras los comicios santafesinos, tampoco deberían hacerse los rulos los candidatos a presidente: el voto del domingo encontró en Del Sel un cauce que, a priori, no se observa en el firmamento nacional opositor. Muchos ciudadanos santafesinos que el 24 de julio no optaron por Rossi podrían terminar votando a Cristina Fernández como una garantía de previsibilidad frente a la ausencia de alternativas en el abanico opositor.
Rápidos de reflejos, los habitantes de Balcarce 50 consagraron a Bielsa como la nueva chica de la tapa y le flanquearon ayer nomás las puertas de la Residencia de Olivos. A rey muerto, reina puesta.
Hoy, desde varias usinas se esgrimen todo tipo de especulaciones sociológicas para entender el voto a Del Sel, un ejercicio que no debería consumir tantos devaneos: el Midachi fue el héroe accidental de una constelación de ciudadanos que no se siente atraído ni por el gobierno provincial ni por el kirchnerismo.
No debería pasarse por alto otro detalle que por estas horas ni siquiera es mensurado por los socialistas. Erróneamente dieron por ganada la elección antes de disputar el partido. Durante toda la campaña, Bonfatti evitó las polémicas y entrar en debates. La semana previa al 24 de julio resultaba más adrenalínico para el mundo político dilucidar quién saldría segundo o tercero que apostar por la continuidad del cambio en la punta de la pirámide. Muchos se desentendieron del nombre del futuro gobernador y prefirieron manifestar su voluntad contra el kirchnerismo.
Del Sel aprovechó todas las voluntades. No cantó victoria apenas por un tris.
mmaronna@lacapital.com.ar
El Frente Progresista sale de los comicios mucho menos fortificado de lo que esperaba el menos pesimista de sus fans. Aunque las finales se ganan y no se explican, necesariamente el socialismo deberá mensurar un cambio de táctica y estrategia. La capacidad de tracción de Hermes Binner a Bonfatti se dio con lo justo y sirvió para comprobar que la imagen positiva no siempre es trasladable en su integridad. Por eso, muchos militantes y dirigentes del PS comentan por lo bajo que todo lo relativo a las candidaturas debió haberse debatido en una mesa más amplia. Y enfocan sus elogios hacia Miguel Lifschitz, quien otra vez se convirtió en una máquina de contar votos, al punto de lograr con su candidatura a senador casi 100 mil sufragios más que el candidato a gobernador.
La noche menos pensada. El susto mayúsculo que se vivió en el oficialismo cuando el día domingo se convirtió en noche obliga a repensar la relación futura con los partidos aliados. Del Sel no se probará la banda el 11 de diciembre porque su postulación perdió en un territorio impensado: la ciudad de Santa Fe. No pudo el Midachi ser profeta en su tierra por los dimes y diretes que a veces se tejen en las comarcas en derredor de sus hijos pródigos, pero adquiere protagonismo allí la actitud del intendente Mario Barletta, quien jugó lealmente por Bonfatti.
Del Sel logró en Rosario una performance altísima que nunca llegó a obtener Carlos Reutemann, ni siquiera en su mejor momento. Algo que el PRO esperaba para la ciudad capital de la provincia y que nunca terminó de reflejarse.
La caída del Frente Progresista en relación al 2007 se explica también por la relación entre la Casa Gris y los enclaves profusos y extendidos que tienen que ver con la producción agropecuaria. El campo nunca terminó de digerir idas y vueltas de Binner desde la resolución 125 hasta acá.
Rossi no pudo mantener el 50 por ciento de los votos logrados en las primarias que, íntegramente, se trasladaron al territorio de Del Sel con armas y bagajes por un mix de razones: el candidato no pudo aportarle características personales positivas a una relación cuanto menos traumática entre la provincia y el kirchnerismo. Rápidamente se dirá desde la vereda kirchnerista que el extraordinario derrotero de María Eugenia Bielsa contradice cualquier análisis político que se detenga en esa mala vibra: la ex vicegobernadora y actual concejal aún no está identificada mayoritariamente con el gen K.
El futuro no llegó. Tras los comicios santafesinos, tampoco deberían hacerse los rulos los candidatos a presidente: el voto del domingo encontró en Del Sel un cauce que, a priori, no se observa en el firmamento nacional opositor. Muchos ciudadanos santafesinos que el 24 de julio no optaron por Rossi podrían terminar votando a Cristina Fernández como una garantía de previsibilidad frente a la ausencia de alternativas en el abanico opositor.
Rápidos de reflejos, los habitantes de Balcarce 50 consagraron a Bielsa como la nueva chica de la tapa y le flanquearon ayer nomás las puertas de la Residencia de Olivos. A rey muerto, reina puesta.
Hoy, desde varias usinas se esgrimen todo tipo de especulaciones sociológicas para entender el voto a Del Sel, un ejercicio que no debería consumir tantos devaneos: el Midachi fue el héroe accidental de una constelación de ciudadanos que no se siente atraído ni por el gobierno provincial ni por el kirchnerismo.
No debería pasarse por alto otro detalle que por estas horas ni siquiera es mensurado por los socialistas. Erróneamente dieron por ganada la elección antes de disputar el partido. Durante toda la campaña, Bonfatti evitó las polémicas y entrar en debates. La semana previa al 24 de julio resultaba más adrenalínico para el mundo político dilucidar quién saldría segundo o tercero que apostar por la continuidad del cambio en la punta de la pirámide. Muchos se desentendieron del nombre del futuro gobernador y prefirieron manifestar su voluntad contra el kirchnerismo.
Del Sel aprovechó todas las voluntades. No cantó victoria apenas por un tris.
mmaronna@lacapital.com.ar