12-08-1100:00 El gurú financiero Bob Johnson, que anticipó la crisis de ese país, sostiene que, a diferencia del 2008, la actual debacle se debe a las disputas entre demócratas y republicanos. Analiza el rol de la psicología en la caída de los mercados y destaca que hay muchas noticias positivas».
Fueron diez días en los que el mundo aguantó la respiración. El agónico acuerdo legislativo en los Estados Unidos para evitar un default, junto a la histórica baja en la calificación de la deuda norteamericana, sembraron el pánico en los mercados y pusieron a las finanzas mundiales al borde del abismo.
En estos casos, los pilotos más experimentados son los únicos capaces de encontrar algo de calma y de ver más allá de la tormenta. Uno de ellos es el gurú financiero Bob Johnson, titular del CFA Institute, la organización internacional que emite el prestigioso certificado de Chartered Financial Analyst -conocido como el estándar de oro entre los analistas financieros en cuanto a prácticas éticas y profesionales-, quien, en los últimos meses, anticipó los hechos que desde los Estados Unidos hicieron temblar al mundo.
De paso por Buenos Aires, Johnson dialogó con We y adjudicó la crisis norteamericana a razones políticas más que financieras.
Acostumbrado a interpretar el humor de los mercados, sostuvo que si bien «las valuaciones son muy razonables y en verdad hay muchas noticias positivas» lo que sucede es que hoy «la psicología está jugando un rol determinante». Además, alertó sobre la falta de credibilidad de las calificadoras de riesgo y analizó las posibilidades de que las crisis en su país y en Europa impacten en América Latina.
l ¿La reciente baja en la calificación de la deuda norteamericana es señal de un escenario de default en el corto plazo?
– La rebaja en la nota definitivamente no es un signo de un potencial default. Creo que la agencia de calificación Standard & Poors está tratando de recuperar la credibilidad perdida durante la crisis financiera de 2008. La rebaja se debe a la falta de avances en estabilidad fiscal a largo plazo en los Estados Unidos. Es un reflejo de la pérdida de confianza del mercado en los políticos norteamericanos para lograr avances significativos en el déficit del presupuesto fiscal y de la deuda a largo plazo. A diferencia de lo que pasó en 2008, ahora la crisis en los Estados Unidos no es financiera sino política. Los inversionistas han perdido la confianza en los políticos. Esto, sumado a la situación de la deuda soberana en la Eurozona, ha vuelto temerosos a los inversionistas.
l ¿Cómo evalúa el acuerdo entre demócratas y republicanos para levantar el techo de la deuda?
– Lo que sucedió es muy interesante. La mayoría de la gente piensa que los mercados son impulsados por números, por elementos cuantitativos. Hay otra corriente de pensamiento que cree que las emociones y la psicología juegan un papel muy grande. Creo que lo que estamos viendo ahora es una combinación entre esas dos posturas. Pero pienso que la psicología está jugando un rol determinante en lo que está pasando hoy en los mercados. El asunto del techo de la deuda es una crisis generada por nosotros mismos. ¿Sabía que Dinamarca es el único otro país en el mundo que tienen el mismo concepto de un límite de deuda que tiene que ser votado para aumentarlo? Nadie más en el mundo sigue ese concepto. Los legisladores ya habían aprobado el presupuesto para gastar ese dinero, por lo que elevar el techo de la deuda, yo creo, no debería haber sido una cuestión a debatir. Sin embargo, al tratarse del año anterior a una elección, los dos partidos intentaron posicionarse para llegar a la elección en la forma más sólida posible. Es decir, no hubo racionalidad económica en este tema; fue toda una cuestión de grandilocuencia política de cara a las elecciones.
l ¿Cree que los mercados lo vieron de esa forma también?
– Los mercados, en el fondo, nunca creyeron que hubiese la más mínima chance de default. Creo que ahora todos están algo sorprendidos cuando, al haberse elevado el techo de la deuda, los mercados siguen en estado terminal. Lo que sucede es que la gente se aferró al hecho de que nada se resolvió realmente en esas conversaciones. Los republicanos lograron lo que buscaban y los demócratas también lograron lo suyo, pero lo que el mercado interpreta es que, al fin de cuentas, los EE.UU. está en una situación muy difícil y nadie hizo nada para sacarnos de esa situación. Yo, de hecho, fui citado hace un par de meses sosteniendo que nunca se iba a llegar al default, que la discusión iba a durar hasta el último minuto y que al final se iba a patear el problema hacia adelante. Y eso fue exactamente lo que sucedió.
l ¿Eso explica el derrumbe de las bolsas en el mundo?
– Hace tres semanas, el humor de los mercados era bueno. Y desde entonces los indicadores fundamentales no han cambiado demasiado. Por eso digo que es interesante este comportamiento y que las cosas pueden cambiar. Ahora mismo todos en el mercado están muy negativos, pero es un comportamiento financiero que al final es psicología pura. Es bueno recordar que los mercados son impulsados por dos emociones: el miedo y la codicia. Yo crecí en Nebraska, en la misma ciudad que Warren Buffet (N de R: el legendario gurú financiero), por lo que siempre seguí su carrera. Él tiene una frase en la que dice: «Hay que ser miedoso cuando el mercado está codicioso y hay que ser codicioso cuando el mercado está miedoso», Bueno, ahora mismo los mercados están miedosos, pero es muy interesante ver que, cualitativamente, las valuaciones son muy razonables. Hay muchas noticias positivas en verdad.
l Si ésta es una solución temporal, ¿cuál sería un remedio más permanente para la situación de los EE.UU.?
– Creo que la gente pensó que la gran crisis era el problema del techo de la deuda, pero en realidad la gran cuestión en los EE.UU. es qué se va a hacer para reducir la brecha fiscal, que tal como está es insostenible en el largo plazo. Por lo tanto, necesitamos cambios en los dos lados de la disputa. Es decir; los demócratas tienen que admitir que los gastos estatales deben reducirse y los republicanos tienen que asumir que los impuestos deben incrementarse. La respuesta, obviamente, está en algún lugar en el medio de estas dos posiciones. Pero ambos partidos son tan diametralmente opuestos, que realmente hay muy poco diálogo. Como ciudadano estadounidense, para mí lo que sucedió en estos días fue vergonzoso y creo que sacudió la confianza de los mercados a nivel mundial. Aunque nunca estuvimos cerca de entrar en default.
l De cualquier forma, ¿cree que es una buena idea para Obama reducir el gasto en este momento?
– Son tiempos difíciles. La economía estadounidense está en una posición muy precaria. Creo que el déficit debe reducirse, pero no estoy seguro de que el momento correcto sea cuando estamos tratando de recuperarnos como país. Y ante esto también reaccionan los mercados.
l ¿Qué opina sobre el hecho de que las calificadoras de riesgo vuelvan a estar en el ojo te la tormenta?
– Creo que las calificadoras perdieron mucho respeto durante la crisis financiera. No hicieron bien su trabajo y creo que nunca van a volver a ocupar el lugar que supieron ocupar antes de la crisis. Sin embargo, en una forma algo perversa, pienso que es bueno que hayan perdido tanta credibilidad, porque lo que sucedió es que muchos inversores reemplazaron los indicadores de las calificadoras por su propio buen juicio. Antes, los analistas tomaban la calificación triple AAA de Moodys como palabra santa. Eso es anti-ético. Va completamente en contra de los valores que apoyamos en el CFA. El problema principal con las calificadoras es que los emisores pagaban por sus propias calificaciones. Y si no recibían buenas calificaciones, no hacían negocios. Hay un claro conflicto de intereses ahí.
l ¿Cómo analiza la crisis de la deuda en los EE.UU. con respecto a lo que sucede en Europa?
– Pienso que la Eurozona está en una situación mucho más complicada que la nuestra.
l Muchos líderes europeos tienden a pensar exactamente lo contrario
– Yo pienso que, estructuralmente, ellos tienen problemas más graves. Los EE.UU. pasó de tener superávit fiscal al comienzo de la presidencia de Bush a los enormes déficits de hoy, sólo una década más tarde, por tres razones puntuales: la primera es el gasto contra el terrorismo y las guerras en Oriente Medio. La segunda fue el incremento en el sistema de salud. Y la tercera fue la crisis financiera de Wall Street. Si miramos a estos tres elementos se puede argumentar que ninguno de los tres son permanentes: podemos salir de las guerras de Medio Oriente y de hecho eso pide la gente; los gastos se pueden recortar, aunque traigan un costo político; y en cuanto a la crisis financiera, una gran parte ya fue superada. En cambio, mire la situación de Grecia. ¿Cómo se sale de eso? ¿Cómo recuperarse de eso? Además, pienso que el concepto de la Eurozona en este contexto es problemático también cuando uno de ellos tiene que subsidiar a otro, como el caso de Alemania con Grecia.
l Los analistas locales destacan el hecho de que en la región se ha podido minimizar los efectos de la crisis financiera. ¿Cree que la situación actual nos golpeará?
– Primero déjeme decirle que, desde la perspectiva de un norteamericano, hay un foco puesto en América Latina como nunca había visto en mi vida. Se ve en los periódicos, en las conversaciones, en todos lados. Dicho esto, una de las consecuencias negativas de la integración financiera mundial es que todo está muy interrelacionado. Pienso que si los dos mayores mercados del mundo tienen problemas estructurales, todo el resto del planeta se verá afectado. Es muy interesante observar lo que sucedió durante la crisis financiera aquí. En muchos sentidos ustedes en América Latina estuvieron aislados pero, en el fondo, igual resultaron afectados. z we
Fueron diez días en los que el mundo aguantó la respiración. El agónico acuerdo legislativo en los Estados Unidos para evitar un default, junto a la histórica baja en la calificación de la deuda norteamericana, sembraron el pánico en los mercados y pusieron a las finanzas mundiales al borde del abismo.
En estos casos, los pilotos más experimentados son los únicos capaces de encontrar algo de calma y de ver más allá de la tormenta. Uno de ellos es el gurú financiero Bob Johnson, titular del CFA Institute, la organización internacional que emite el prestigioso certificado de Chartered Financial Analyst -conocido como el estándar de oro entre los analistas financieros en cuanto a prácticas éticas y profesionales-, quien, en los últimos meses, anticipó los hechos que desde los Estados Unidos hicieron temblar al mundo.
De paso por Buenos Aires, Johnson dialogó con We y adjudicó la crisis norteamericana a razones políticas más que financieras.
Acostumbrado a interpretar el humor de los mercados, sostuvo que si bien «las valuaciones son muy razonables y en verdad hay muchas noticias positivas» lo que sucede es que hoy «la psicología está jugando un rol determinante». Además, alertó sobre la falta de credibilidad de las calificadoras de riesgo y analizó las posibilidades de que las crisis en su país y en Europa impacten en América Latina.
l ¿La reciente baja en la calificación de la deuda norteamericana es señal de un escenario de default en el corto plazo?
– La rebaja en la nota definitivamente no es un signo de un potencial default. Creo que la agencia de calificación Standard & Poors está tratando de recuperar la credibilidad perdida durante la crisis financiera de 2008. La rebaja se debe a la falta de avances en estabilidad fiscal a largo plazo en los Estados Unidos. Es un reflejo de la pérdida de confianza del mercado en los políticos norteamericanos para lograr avances significativos en el déficit del presupuesto fiscal y de la deuda a largo plazo. A diferencia de lo que pasó en 2008, ahora la crisis en los Estados Unidos no es financiera sino política. Los inversionistas han perdido la confianza en los políticos. Esto, sumado a la situación de la deuda soberana en la Eurozona, ha vuelto temerosos a los inversionistas.
l ¿Cómo evalúa el acuerdo entre demócratas y republicanos para levantar el techo de la deuda?
– Lo que sucedió es muy interesante. La mayoría de la gente piensa que los mercados son impulsados por números, por elementos cuantitativos. Hay otra corriente de pensamiento que cree que las emociones y la psicología juegan un papel muy grande. Creo que lo que estamos viendo ahora es una combinación entre esas dos posturas. Pero pienso que la psicología está jugando un rol determinante en lo que está pasando hoy en los mercados. El asunto del techo de la deuda es una crisis generada por nosotros mismos. ¿Sabía que Dinamarca es el único otro país en el mundo que tienen el mismo concepto de un límite de deuda que tiene que ser votado para aumentarlo? Nadie más en el mundo sigue ese concepto. Los legisladores ya habían aprobado el presupuesto para gastar ese dinero, por lo que elevar el techo de la deuda, yo creo, no debería haber sido una cuestión a debatir. Sin embargo, al tratarse del año anterior a una elección, los dos partidos intentaron posicionarse para llegar a la elección en la forma más sólida posible. Es decir, no hubo racionalidad económica en este tema; fue toda una cuestión de grandilocuencia política de cara a las elecciones.
l ¿Cree que los mercados lo vieron de esa forma también?
– Los mercados, en el fondo, nunca creyeron que hubiese la más mínima chance de default. Creo que ahora todos están algo sorprendidos cuando, al haberse elevado el techo de la deuda, los mercados siguen en estado terminal. Lo que sucede es que la gente se aferró al hecho de que nada se resolvió realmente en esas conversaciones. Los republicanos lograron lo que buscaban y los demócratas también lograron lo suyo, pero lo que el mercado interpreta es que, al fin de cuentas, los EE.UU. está en una situación muy difícil y nadie hizo nada para sacarnos de esa situación. Yo, de hecho, fui citado hace un par de meses sosteniendo que nunca se iba a llegar al default, que la discusión iba a durar hasta el último minuto y que al final se iba a patear el problema hacia adelante. Y eso fue exactamente lo que sucedió.
l ¿Eso explica el derrumbe de las bolsas en el mundo?
– Hace tres semanas, el humor de los mercados era bueno. Y desde entonces los indicadores fundamentales no han cambiado demasiado. Por eso digo que es interesante este comportamiento y que las cosas pueden cambiar. Ahora mismo todos en el mercado están muy negativos, pero es un comportamiento financiero que al final es psicología pura. Es bueno recordar que los mercados son impulsados por dos emociones: el miedo y la codicia. Yo crecí en Nebraska, en la misma ciudad que Warren Buffet (N de R: el legendario gurú financiero), por lo que siempre seguí su carrera. Él tiene una frase en la que dice: «Hay que ser miedoso cuando el mercado está codicioso y hay que ser codicioso cuando el mercado está miedoso», Bueno, ahora mismo los mercados están miedosos, pero es muy interesante ver que, cualitativamente, las valuaciones son muy razonables. Hay muchas noticias positivas en verdad.
l Si ésta es una solución temporal, ¿cuál sería un remedio más permanente para la situación de los EE.UU.?
– Creo que la gente pensó que la gran crisis era el problema del techo de la deuda, pero en realidad la gran cuestión en los EE.UU. es qué se va a hacer para reducir la brecha fiscal, que tal como está es insostenible en el largo plazo. Por lo tanto, necesitamos cambios en los dos lados de la disputa. Es decir; los demócratas tienen que admitir que los gastos estatales deben reducirse y los republicanos tienen que asumir que los impuestos deben incrementarse. La respuesta, obviamente, está en algún lugar en el medio de estas dos posiciones. Pero ambos partidos son tan diametralmente opuestos, que realmente hay muy poco diálogo. Como ciudadano estadounidense, para mí lo que sucedió en estos días fue vergonzoso y creo que sacudió la confianza de los mercados a nivel mundial. Aunque nunca estuvimos cerca de entrar en default.
l De cualquier forma, ¿cree que es una buena idea para Obama reducir el gasto en este momento?
– Son tiempos difíciles. La economía estadounidense está en una posición muy precaria. Creo que el déficit debe reducirse, pero no estoy seguro de que el momento correcto sea cuando estamos tratando de recuperarnos como país. Y ante esto también reaccionan los mercados.
l ¿Qué opina sobre el hecho de que las calificadoras de riesgo vuelvan a estar en el ojo te la tormenta?
– Creo que las calificadoras perdieron mucho respeto durante la crisis financiera. No hicieron bien su trabajo y creo que nunca van a volver a ocupar el lugar que supieron ocupar antes de la crisis. Sin embargo, en una forma algo perversa, pienso que es bueno que hayan perdido tanta credibilidad, porque lo que sucedió es que muchos inversores reemplazaron los indicadores de las calificadoras por su propio buen juicio. Antes, los analistas tomaban la calificación triple AAA de Moodys como palabra santa. Eso es anti-ético. Va completamente en contra de los valores que apoyamos en el CFA. El problema principal con las calificadoras es que los emisores pagaban por sus propias calificaciones. Y si no recibían buenas calificaciones, no hacían negocios. Hay un claro conflicto de intereses ahí.
l ¿Cómo analiza la crisis de la deuda en los EE.UU. con respecto a lo que sucede en Europa?
– Pienso que la Eurozona está en una situación mucho más complicada que la nuestra.
l Muchos líderes europeos tienden a pensar exactamente lo contrario
– Yo pienso que, estructuralmente, ellos tienen problemas más graves. Los EE.UU. pasó de tener superávit fiscal al comienzo de la presidencia de Bush a los enormes déficits de hoy, sólo una década más tarde, por tres razones puntuales: la primera es el gasto contra el terrorismo y las guerras en Oriente Medio. La segunda fue el incremento en el sistema de salud. Y la tercera fue la crisis financiera de Wall Street. Si miramos a estos tres elementos se puede argumentar que ninguno de los tres son permanentes: podemos salir de las guerras de Medio Oriente y de hecho eso pide la gente; los gastos se pueden recortar, aunque traigan un costo político; y en cuanto a la crisis financiera, una gran parte ya fue superada. En cambio, mire la situación de Grecia. ¿Cómo se sale de eso? ¿Cómo recuperarse de eso? Además, pienso que el concepto de la Eurozona en este contexto es problemático también cuando uno de ellos tiene que subsidiar a otro, como el caso de Alemania con Grecia.
l Los analistas locales destacan el hecho de que en la región se ha podido minimizar los efectos de la crisis financiera. ¿Cree que la situación actual nos golpeará?
– Primero déjeme decirle que, desde la perspectiva de un norteamericano, hay un foco puesto en América Latina como nunca había visto en mi vida. Se ve en los periódicos, en las conversaciones, en todos lados. Dicho esto, una de las consecuencias negativas de la integración financiera mundial es que todo está muy interrelacionado. Pienso que si los dos mayores mercados del mundo tienen problemas estructurales, todo el resto del planeta se verá afectado. Es muy interesante observar lo que sucedió durante la crisis financiera aquí. En muchos sentidos ustedes en América Latina estuvieron aislados pero, en el fondo, igual resultaron afectados. z we