01/09/2011 BAE – Nota – Argentina – Pag. 8
La dificultad de ser oposición
El análisis de Sergio de Piero *
Suele decirse que ser oposición a un gobierno es una tarea sencilla porque puede remitirse de manera exclusiva, como tarea política, a criticar a la acción de aquél. Claro, si además de cierto protagonismo mediático se desea realizar una construcción política que lleve a otros puertos, la cuestión es más trabajosa. La oposición a nivel nacional ha recibido duramente esta enseñanza en las últimas elecciones primarias.
Llevada por el entusiasmo de las victorias en Buenos Aires, Sante Fe y la no presencia del kirchnerismo en Córdoba, alumbraron un camino que podía torcer aquello que finalmente sucedió. Esta interpretación partió de una lectura errónea de la situación electoral, porque se “cortó” mal la película.
El año 2011 viene repitiendo las mismas victorias y derrotas de 2007. Creer que eso no iba a suceder, se sostenía más en el deseo que en los datos. Con ese 50% instalado como imagen de la futura victoria de Cristina Fernández en octubre, la oposición sale a jugar sus últimas estrategias de cara a una elección cuyo resultado más optimista se concentra en las bancas que se puedan lograr en el Congreso Nacional. Para alcanzar ese objetivo, busca cambiar el marco de la elección y el eje del debate. Poner el acento en el fin del ciclo kirchnerista fue claramente un camino improductivo.
Si la Presidenta hubiese obtenido menos del 40% podía plantearse ese escenario, pero los actuales números echan por tierra con esa orientación. La inseguridad, los índices de inflación, “las polémicas”, el mentado autoritarismo no fueron evaluados por la mitad de los votantes del mismo modo que por buena parte de los grandes medios y los dirigentes opositores.
Se montó un escenario discursivo que no convenció, acaso por su debilidad argumental, mientras que el gobierno podía exhibir resultados específicos a través de su gestión de gobierno.
De este modo, los partidos de la oposición saben que no alcanza con marcar debilidades e incluso ausencias en políticas gubernamentales, sino que deben construir un imaginario colectivo que se muestre como superador del kirchnerismo; y esa posibilidad parece ausente en ese espacio, tanto a nivel de estructuras políticas como de liderazgos. Ante esa realidad, aparecen tácticas acotadas cuyo impacto sobre el voto se presenta como nulo: hablar, irresponsablemente, de fraude cuando la Presidenta obtuvo 8 millones de votos más que el segundo candidato; implementar la boleta única como solución mágica a todas las disyuntivas que plantean un sistema electoral (olvidando, después de todo, que en las dos provincias donde se implementó, Santa Fe y Córdoba, también ganaron los oficialismos) e intentar hacerlo en medio de un proceso electoral ya abierto por las primarias. Como la ley no admite las alianzas posteriores a las primarias no faltó quien planteara que algunos desistieran de presentarse para acumular votos hacia una sola fuerza.
Dispersión de opciones ante la ausencia de una política clara. Algunas frases temerarias reflejan en todo caso esa impotencia.
Los partidos de la oposición se encuentran enfrascados en una lucha por ganarle la iniciativa al gobierno, cuando en realidad pareciera más provechoso concentrarse en subir su piso electoral de agosto, con el objetivo de incrementar su poder en el Congreso y en cada distrito local. Ante lo que parece inevitable para octubre, les será más productivo a los partidos de la oposición concentrarse en mejorar su capacidad de convencimiento a la ciudadanía, trabajando sobre un marcado apoyo al gobierno, que disputar en este contexto, la mirada general sobre la política.
* Politólogo UBA/FlacsoVer multimedia de la nota >>
Diseñada, producida y administrada por la Subsecretaría de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Universidad de Buenos Aires
La dificultad de ser oposición
El análisis de Sergio de Piero *
Suele decirse que ser oposición a un gobierno es una tarea sencilla porque puede remitirse de manera exclusiva, como tarea política, a criticar a la acción de aquél. Claro, si además de cierto protagonismo mediático se desea realizar una construcción política que lleve a otros puertos, la cuestión es más trabajosa. La oposición a nivel nacional ha recibido duramente esta enseñanza en las últimas elecciones primarias.
Llevada por el entusiasmo de las victorias en Buenos Aires, Sante Fe y la no presencia del kirchnerismo en Córdoba, alumbraron un camino que podía torcer aquello que finalmente sucedió. Esta interpretación partió de una lectura errónea de la situación electoral, porque se “cortó” mal la película.
El año 2011 viene repitiendo las mismas victorias y derrotas de 2007. Creer que eso no iba a suceder, se sostenía más en el deseo que en los datos. Con ese 50% instalado como imagen de la futura victoria de Cristina Fernández en octubre, la oposición sale a jugar sus últimas estrategias de cara a una elección cuyo resultado más optimista se concentra en las bancas que se puedan lograr en el Congreso Nacional. Para alcanzar ese objetivo, busca cambiar el marco de la elección y el eje del debate. Poner el acento en el fin del ciclo kirchnerista fue claramente un camino improductivo.
Si la Presidenta hubiese obtenido menos del 40% podía plantearse ese escenario, pero los actuales números echan por tierra con esa orientación. La inseguridad, los índices de inflación, “las polémicas”, el mentado autoritarismo no fueron evaluados por la mitad de los votantes del mismo modo que por buena parte de los grandes medios y los dirigentes opositores.
Se montó un escenario discursivo que no convenció, acaso por su debilidad argumental, mientras que el gobierno podía exhibir resultados específicos a través de su gestión de gobierno.
De este modo, los partidos de la oposición saben que no alcanza con marcar debilidades e incluso ausencias en políticas gubernamentales, sino que deben construir un imaginario colectivo que se muestre como superador del kirchnerismo; y esa posibilidad parece ausente en ese espacio, tanto a nivel de estructuras políticas como de liderazgos. Ante esa realidad, aparecen tácticas acotadas cuyo impacto sobre el voto se presenta como nulo: hablar, irresponsablemente, de fraude cuando la Presidenta obtuvo 8 millones de votos más que el segundo candidato; implementar la boleta única como solución mágica a todas las disyuntivas que plantean un sistema electoral (olvidando, después de todo, que en las dos provincias donde se implementó, Santa Fe y Córdoba, también ganaron los oficialismos) e intentar hacerlo en medio de un proceso electoral ya abierto por las primarias. Como la ley no admite las alianzas posteriores a las primarias no faltó quien planteara que algunos desistieran de presentarse para acumular votos hacia una sola fuerza.
Dispersión de opciones ante la ausencia de una política clara. Algunas frases temerarias reflejan en todo caso esa impotencia.
Los partidos de la oposición se encuentran enfrascados en una lucha por ganarle la iniciativa al gobierno, cuando en realidad pareciera más provechoso concentrarse en subir su piso electoral de agosto, con el objetivo de incrementar su poder en el Congreso y en cada distrito local. Ante lo que parece inevitable para octubre, les será más productivo a los partidos de la oposición concentrarse en mejorar su capacidad de convencimiento a la ciudadanía, trabajando sobre un marcado apoyo al gobierno, que disputar en este contexto, la mirada general sobre la política.
* Politólogo UBA/FlacsoVer multimedia de la nota >>
Diseñada, producida y administrada por la Subsecretaría de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Universidad de Buenos Aires