La lógica está en que no tiene lógica. Así es la hipocresía del tero, en la vida y en la política. Alborotando donde no están los huevos, el ministro del Interior de la Nación, Florencio Randazzo, acudió días atrás, por enésima vez, al recurso preferido de la Casa Rosada: el discurso reversible, el doble y triple standard para disfrazar la realidad.
Esta vez, en vez de gritar “fraude” como cuando perdieron por primera vez en Chubut (tuvimos que ganarles dos veces) el 20 de marzo pasado, acusó a los medios y a la oposición, siempre en menor medida, de “atentar” contra la calidad institucional por haber reflejado denuncias sobre irregularidades que, nadie en su sano juicio, podría pretender que cambien el contundente resultado final del 14 de agosto.
El Gobierno enfrenta a los medios de comunicación para polarizar con ellos, pero después el 50% de la ciudadanía no encuentra la lista de Clarín , o La Nación , en el cuarto oscuro. La legitimidad democrática sólo le permite, entonces, votar a favor de las boletas que encuentra en la mesa. Y ahí (salvo para parte del voto cautivo de cada fuerza) la oferta opositora resulta ser tan dividida como confusa.
Bravo por ellos, mal por nosotros.
Si seguimos mordiéndonos la cola, perdidos en la cruel interna de la derrota. Si la lucha es hacia los costados; si el objetivo es ser el primero entre los perdedores o apuntar al mero control legislativo, cuando las elecciones (las verdaderas) del 23 de octubre son presidenciales, no habrá luz al final del túnel.
Los medios de comunicación no votan ni son votados, no ganan ni pierden elecciones . Los partidos políticos son los triunfadores o los derrotados. No hay equivalencia posible. ¿O acaso Clarín o La Nación atentaron contra la calidad de las instituciones cuando reflejaron las lamentables sospechas y acusaciones lanzadas contra la legitimidad de los comicios de Chubut? Definitivamente no.
Fue el gobierno nacional, el poder político y no mediático el autor de la infamia. No fue el editorial o la tapa de un diario los que ensuciaron a los chubutenses y sus instituciones. Fue, entre otros delegados de la Casa Rosada, el ministro Randazzo el que lo hizo. El mismo que, vaya a saber con qué ánimo extorsivo explícito o implícito, no tardó una semana -después de las complementarias- en comenzar la seducción del próximo gobernador Buzzi, al que había acusado días antes de orquestar un fraude.
Dicho de otro modo: si la ingenuidad, o lo que es peor, la inercia política, nos lleva a caer, como hemos caído, en la trampa del verdadero monopolio, que es el monopolio del relato de la realidad por parte del oficialismo y su cohorte mediática , no estamos leyendo el mensaje de las urnas del 14 de agosto.
Para el 23 de octubre, desde la oposición, tenemos la obligación de plantarnos de manera diferente . Esto es, como los únicos y reales adversarios. Para llenar el cuarto oscuro de oferta alternativa desde la sensibilidad social. Para convencer que podemos construir un país mejor. Con más bienestar, más justicia y más seguridad. Para desbaratar esta trampa perversa de consagrar un enemigo mediático que no compite en las urnas . Para desenmascarar lo que encierra la hipocresía del tero. Algo más que una picardía en este caso.
Esta vez, en vez de gritar “fraude” como cuando perdieron por primera vez en Chubut (tuvimos que ganarles dos veces) el 20 de marzo pasado, acusó a los medios y a la oposición, siempre en menor medida, de “atentar” contra la calidad institucional por haber reflejado denuncias sobre irregularidades que, nadie en su sano juicio, podría pretender que cambien el contundente resultado final del 14 de agosto.
El Gobierno enfrenta a los medios de comunicación para polarizar con ellos, pero después el 50% de la ciudadanía no encuentra la lista de Clarín , o La Nación , en el cuarto oscuro. La legitimidad democrática sólo le permite, entonces, votar a favor de las boletas que encuentra en la mesa. Y ahí (salvo para parte del voto cautivo de cada fuerza) la oferta opositora resulta ser tan dividida como confusa.
Bravo por ellos, mal por nosotros.
Si seguimos mordiéndonos la cola, perdidos en la cruel interna de la derrota. Si la lucha es hacia los costados; si el objetivo es ser el primero entre los perdedores o apuntar al mero control legislativo, cuando las elecciones (las verdaderas) del 23 de octubre son presidenciales, no habrá luz al final del túnel.
Los medios de comunicación no votan ni son votados, no ganan ni pierden elecciones . Los partidos políticos son los triunfadores o los derrotados. No hay equivalencia posible. ¿O acaso Clarín o La Nación atentaron contra la calidad de las instituciones cuando reflejaron las lamentables sospechas y acusaciones lanzadas contra la legitimidad de los comicios de Chubut? Definitivamente no.
Fue el gobierno nacional, el poder político y no mediático el autor de la infamia. No fue el editorial o la tapa de un diario los que ensuciaron a los chubutenses y sus instituciones. Fue, entre otros delegados de la Casa Rosada, el ministro Randazzo el que lo hizo. El mismo que, vaya a saber con qué ánimo extorsivo explícito o implícito, no tardó una semana -después de las complementarias- en comenzar la seducción del próximo gobernador Buzzi, al que había acusado días antes de orquestar un fraude.
Dicho de otro modo: si la ingenuidad, o lo que es peor, la inercia política, nos lleva a caer, como hemos caído, en la trampa del verdadero monopolio, que es el monopolio del relato de la realidad por parte del oficialismo y su cohorte mediática , no estamos leyendo el mensaje de las urnas del 14 de agosto.
Para el 23 de octubre, desde la oposición, tenemos la obligación de plantarnos de manera diferente . Esto es, como los únicos y reales adversarios. Para llenar el cuarto oscuro de oferta alternativa desde la sensibilidad social. Para convencer que podemos construir un país mejor. Con más bienestar, más justicia y más seguridad. Para desbaratar esta trampa perversa de consagrar un enemigo mediático que no compite en las urnas . Para desenmascarar lo que encierra la hipocresía del tero. Algo más que una picardía en este caso.