Cledis Candelaresi
Minería y la angustia de los mimados
La contratapa de Cledis Candelaresi, prosecretaria de redacciónAunque parezca extraño, las empresas mineras que operan en la Argentina miran con envidia a las que están radicadas en Perú, a pesar de que éstas acaban de soportar una duplicación de sus regalías y la creación de un nuevo impuesto. Sucede que, lejos de sorprender, Ollanta Humala consensuó con las firmas involucradas esos cambios tributarios. De broche, aún con esa modificación fiscal, la presión fiscal que soportan los inversores peruanos podría resultar menor que la que afrontan las argentinas.
En los últimos años fue difícil encontrar algún empresario que no haya señalado con cierto celo y mucha codicia a la actividad minera, deseando que el marco legal y ventajas propias de esta actividad extractiva se replique en la suya. Pero la insatisfacción, rasgo esencial en la condición humana, suele replicarse en los colectivos patronales. Al menos, no hay sector que se declare totalmente conforme.
La minería es un sector mimado, por la coyuntura internacional, que impulsó aumentos geométricos en el precio de los metales que se exportan desde el país multiplicando las ganancias, y por un marco legal animado por distintos gobiernos, que le da algunas prerrogativas seductoras como la estabilidad fiscal por treinta años, la amortización anticipada de bienes de capital en la etapa exploratoria o libertad absoluta para girar dividendos, entre otras varias.
Con ese mix de ventajas, se transformó en uno de los sectores más lucrativos del país. La onza de oro pasó de los u$s640 en el 2007 a poco más de u$s1.700 en la actualidad. Un derrotero similar tuvo el cobre, hoy situado en u$s7.700 la onza. Quizá por eso gran parte de las empresas toleraron sin reclamo la imposición de retenciones de entre el 5 y el 10 por ciento, consintiendo un cambio en el marco impositivo que la ley le prometía inalterable.
La Secretaría de Minería de la Nación da cuenta en su página de aquella bonanza. Según el detalle oficial, desde el 2003 las ventas externas del sector se incrementaron un 345 por ciento; los empleos, un 356 por ciento; la producción, un 569, y las inversiones un 1.544 por ciento. La gestión kirchnerista no manifiesta ninguna inquina hacia un rubro en el que las transnacionales tienen un rol protagónico. Por el contrario, el flamante decreto de necesidad y urgencia de esta semana eliminó la facilidad de las mineras de no liquidar ni un céntimo de sus divisas en el país, sólo terminó con un privilegio que le fue concedido en el año 2004 por la administración de Néstor Kirchner.
Ésta es una medida de equidad, que pone a las empresas del sector en pie de igualdad con las de otros rubros exportadores. Los impuestos a las exportaciones pretenden captar una porción de una renta extraordinaria que éstas tuvieron en parte gracias a que, al ser una reserva de valor, los metales se encarecieron notoriamente en el mundo. Pero hay motivos para pensar que el avance fiscal no terminará allí.
En el Congreso proliferan los proyectos para aumentar las regalías que las explotadoras pagan a las provincias, dueñas del recurso natural, y que hoy tienen un tope del 3 por ciento sobre el valor “boca de mina”. Y nada permite descartar que desde la Nación pueda crearse algún tributo específico, como el que acaba de imponer Humala. No sólo porque la renta privada se fortaleció de modo descollante, sino porque, de avanzar con estos cambios, la Argentina estaría honrando una tendencia regional, ya que casi no hay país vecino que no haya tomado alguna medida para que el Estado refuerce ingresos de esta fuente.
Sin embargo, las privilegiadas están lejos de reconocer su condición de tal. Por el contrario, aseguran que acá soportan una presión fiscal superior al 50 por ciento de sus ingresos, carga presuntamente mayor a la de cualquier otra nación americana.
El peruano Ollanta respetó su promesa electoral de fortalecer la caja pública con tributos al sector. Así subió las regalías con una escala progresiva (crece en la medida que lo hace la renta) de un máximo del 3 al 7 por ciento e impuso un nuevo gravamen específico. Pero como esos tributos se aplican sobre la ganancia neta y no sobre la facturación –como ocurre en la Argentina–, desde la tribuna patronal el nuevo esquema impositivo se ve más tolerable.
Según un análisis que utiliza la Cámara de Empresarios Mineros (CAEM) para persuadir a legisladores y técnicos oficiales de que ya aportan lo suficiente, las operadoras argentinas pagan cuatro veces más impuestos que las peruanas, incluso con la fórmula tributaria remozada por el gobierno de Humala. Pero lo más apreciado desde la minería local es que las modificaciones fueron anticipadas en la campaña política, primero, y formateadas, luego, en una mesa de negociación. Sin que medie una sorpresa. Unos años antes, a mediados de la década pasada, los peruanos crearon las regalías, pero preservando a los proyectos ya en marcha que tenían estabilidad impositiva: esas firmas fueron invitadas a integrar un “fondo voluntario”.
Según asegura CAEM , Xtrata Copper, operadora de La Alumbrera, decidió privilegiar sus inversiones en la gran reserva cobrífera peruana de Las Bambas en lugar de reforzar sus aportes en la Argentina. Claro que así corre el riesgo de perder el protagonismo que el gobierno le concede a un sector estratégico, alentándolo a largo plazo para que en dos década sus exportaciones se catapulten a 23.000 millones.
Cledis Candelaresi
Minería y la angustia de los mimados
La contratapa de Cledis Candelaresi, prosecretaria de redacciónAunque parezca extraño, las empresas mineras que operan en la Argentina miran con envidia a las que están radicadas en Perú, a pesar de que éstas acaban de soportar una duplicación de sus regalías y la creación de un nuevo impuesto. Sucede que, lejos de sorprender, Ollanta Humala consensuó con las firmas involucradas esos cambios tributarios. De broche, aún con esa modificación fiscal, la presión fiscal que soportan los inversores peruanos podría resultar menor que la que afrontan las argentinas.
En los últimos años fue difícil encontrar algún empresario que no haya señalado con cierto celo y mucha codicia a la actividad minera, deseando que el marco legal y ventajas propias de esta actividad extractiva se replique en la suya. Pero la insatisfacción, rasgo esencial en la condición humana, suele replicarse en los colectivos patronales. Al menos, no hay sector que se declare totalmente conforme.
La minería es un sector mimado, por la coyuntura internacional, que impulsó aumentos geométricos en el precio de los metales que se exportan desde el país multiplicando las ganancias, y por un marco legal animado por distintos gobiernos, que le da algunas prerrogativas seductoras como la estabilidad fiscal por treinta años, la amortización anticipada de bienes de capital en la etapa exploratoria o libertad absoluta para girar dividendos, entre otras varias.
Con ese mix de ventajas, se transformó en uno de los sectores más lucrativos del país. La onza de oro pasó de los u$s640 en el 2007 a poco más de u$s1.700 en la actualidad. Un derrotero similar tuvo el cobre, hoy situado en u$s7.700 la onza. Quizá por eso gran parte de las empresas toleraron sin reclamo la imposición de retenciones de entre el 5 y el 10 por ciento, consintiendo un cambio en el marco impositivo que la ley le prometía inalterable.
La Secretaría de Minería de la Nación da cuenta en su página de aquella bonanza. Según el detalle oficial, desde el 2003 las ventas externas del sector se incrementaron un 345 por ciento; los empleos, un 356 por ciento; la producción, un 569, y las inversiones un 1.544 por ciento. La gestión kirchnerista no manifiesta ninguna inquina hacia un rubro en el que las transnacionales tienen un rol protagónico. Por el contrario, el flamante decreto de necesidad y urgencia de esta semana eliminó la facilidad de las mineras de no liquidar ni un céntimo de sus divisas en el país, sólo terminó con un privilegio que le fue concedido en el año 2004 por la administración de Néstor Kirchner.
Ésta es una medida de equidad, que pone a las empresas del sector en pie de igualdad con las de otros rubros exportadores. Los impuestos a las exportaciones pretenden captar una porción de una renta extraordinaria que éstas tuvieron en parte gracias a que, al ser una reserva de valor, los metales se encarecieron notoriamente en el mundo. Pero hay motivos para pensar que el avance fiscal no terminará allí.
En el Congreso proliferan los proyectos para aumentar las regalías que las explotadoras pagan a las provincias, dueñas del recurso natural, y que hoy tienen un tope del 3 por ciento sobre el valor “boca de mina”. Y nada permite descartar que desde la Nación pueda crearse algún tributo específico, como el que acaba de imponer Humala. No sólo porque la renta privada se fortaleció de modo descollante, sino porque, de avanzar con estos cambios, la Argentina estaría honrando una tendencia regional, ya que casi no hay país vecino que no haya tomado alguna medida para que el Estado refuerce ingresos de esta fuente.
Sin embargo, las privilegiadas están lejos de reconocer su condición de tal. Por el contrario, aseguran que acá soportan una presión fiscal superior al 50 por ciento de sus ingresos, carga presuntamente mayor a la de cualquier otra nación americana.
El peruano Ollanta respetó su promesa electoral de fortalecer la caja pública con tributos al sector. Así subió las regalías con una escala progresiva (crece en la medida que lo hace la renta) de un máximo del 3 al 7 por ciento e impuso un nuevo gravamen específico. Pero como esos tributos se aplican sobre la ganancia neta y no sobre la facturación –como ocurre en la Argentina–, desde la tribuna patronal el nuevo esquema impositivo se ve más tolerable.
Según un análisis que utiliza la Cámara de Empresarios Mineros (CAEM) para persuadir a legisladores y técnicos oficiales de que ya aportan lo suficiente, las operadoras argentinas pagan cuatro veces más impuestos que las peruanas, incluso con la fórmula tributaria remozada por el gobierno de Humala. Pero lo más apreciado desde la minería local es que las modificaciones fueron anticipadas en la campaña política, primero, y formateadas, luego, en una mesa de negociación. Sin que medie una sorpresa. Unos años antes, a mediados de la década pasada, los peruanos crearon las regalías, pero preservando a los proyectos ya en marcha que tenían estabilidad impositiva: esas firmas fueron invitadas a integrar un “fondo voluntario”.
Según asegura CAEM , Xtrata Copper, operadora de La Alumbrera, decidió privilegiar sus inversiones en la gran reserva cobrífera peruana de Las Bambas en lugar de reforzar sus aportes en la Argentina. Claro que así corre el riesgo de perder el protagonismo que el gobierno le concede a un sector estratégico, alentándolo a largo plazo para que en dos década sus exportaciones se catapulten a 23.000 millones.
Cledis Candelaresi