Cuando el próximo 10 de diciembre Cristina Fernández de Kirchner reasuma el mando frente a la Asamblea Legislativa, el cardenal Jorge Bergoglio, con quien mantuvo el kirchnerismo una relación tensa, distante e incluso conflictiva, ya no estará al frente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). Como en el Ejecutivo Nacional, en la Iglesia hay sólo una posibilidad de reelección continuada y no hay chances de reforma alguna. Eso sí, aunque el obispo debería jubilarse como jefe espiritual del Arzobispado de Buenos Aires, por cumplir 75 años, se descuenta que el Papa Benedicto XVI haría una excepción y extendería su mandato en la Capital dos años más.
Desde hoy y hasta el próximo sábado, los obispos argentinos se recluyen en El Cenáculo, de Pilar, donde se celebra la 102° Asamblea Plenaria. Allí se debatirán temas eclesiásticos y sociales, como es habitual, y también se definirá –voto electrónico mediante- cuál será el perfil que tendrá la Iglesia argentina durante los próximos tres años. Y el perfil depende de quién ocupe el lugar que debe dejar Bergoglio aunque, cualquiera sea el elegido entre los que se mencionan, se anticipan tiempos menos confrontativos en la relación con el Gobierno nacional. De hecho, sólo un tema aparece en el horizonte y es el debate que por el aborto no punible se da en el Congreso en estos días aunque se acaba de caer el dictamen de comisión –que nunca fue tal, según las firmas que finalmente se lograron- y no tiene –lo saben en el ámbito de la Iglesia- con el visto bueno de la Jefa de Estado.
José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe es quien cuenta con más adhesiones. También quien es mirado con mayor preferencia desde el Gobierno nacional. Considerado más moderado, hasta compartió en noviembre del 2009 un viaje con Cristina Kirchner al Vaticano, donde junto a la chilena Michelle Bachelet recordaron en una audiencia papal los 25 años del acuerdo de paz entre ambos países por el conflicto del canal del Beagle.
Por la línea más dura de la Iglesia se menciona a Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, a quien muchos ven en cambio con chances de suceder a Bergoglio dentro de dos años en el arzobispado porteño y no frente a la CEA. O bien ocupando una de las vicepresidencias que quedarán vacantes.
Más definiciones
La Iglesia argentina define también otros cambios importantes. El 27 de diciembre cumple 75 años moseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro y titular de la Pastoral Social. Para graficar cuán importante es para los católicos y también para el Gobierno su reemplazo, alcanza con mencionar que monseñor Justo Laguna, quien falleció la semana pasada, contó en su último reportaje que él y Casaretto fueron juntos a las excequias de Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Laguna reveló un dato: la Presidenta fue “muy cálida» con él y todo lo contrario con Casaretto.
Además, en la Conferencia se elegirá al reemplazante del arzobispo tucumano Luis Villalba quien también por su retiro deja libre una vicepresidencia. Para sucederlo se menciona a dos hombres de la línea más moderada, los arzobispos de Corrientes, Andrés Stanovnik y de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani. También a monseñor Aguer. El lugar que deja Casaretto en la Pastoral Social, podría en cambio ser para monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, quien si bien está muy ligado a Bergoglio y ha tenido un alto perfil público y hasta político en el conflicto con Uruguay por las papeleras y en temas sociales, es considerado otro moderado en la Iglesia Católica Argentina.
Desde hoy y hasta el próximo sábado, los obispos argentinos se recluyen en El Cenáculo, de Pilar, donde se celebra la 102° Asamblea Plenaria. Allí se debatirán temas eclesiásticos y sociales, como es habitual, y también se definirá –voto electrónico mediante- cuál será el perfil que tendrá la Iglesia argentina durante los próximos tres años. Y el perfil depende de quién ocupe el lugar que debe dejar Bergoglio aunque, cualquiera sea el elegido entre los que se mencionan, se anticipan tiempos menos confrontativos en la relación con el Gobierno nacional. De hecho, sólo un tema aparece en el horizonte y es el debate que por el aborto no punible se da en el Congreso en estos días aunque se acaba de caer el dictamen de comisión –que nunca fue tal, según las firmas que finalmente se lograron- y no tiene –lo saben en el ámbito de la Iglesia- con el visto bueno de la Jefa de Estado.
José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe es quien cuenta con más adhesiones. También quien es mirado con mayor preferencia desde el Gobierno nacional. Considerado más moderado, hasta compartió en noviembre del 2009 un viaje con Cristina Kirchner al Vaticano, donde junto a la chilena Michelle Bachelet recordaron en una audiencia papal los 25 años del acuerdo de paz entre ambos países por el conflicto del canal del Beagle.
Por la línea más dura de la Iglesia se menciona a Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, a quien muchos ven en cambio con chances de suceder a Bergoglio dentro de dos años en el arzobispado porteño y no frente a la CEA. O bien ocupando una de las vicepresidencias que quedarán vacantes.
Más definiciones
La Iglesia argentina define también otros cambios importantes. El 27 de diciembre cumple 75 años moseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro y titular de la Pastoral Social. Para graficar cuán importante es para los católicos y también para el Gobierno su reemplazo, alcanza con mencionar que monseñor Justo Laguna, quien falleció la semana pasada, contó en su último reportaje que él y Casaretto fueron juntos a las excequias de Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Laguna reveló un dato: la Presidenta fue “muy cálida» con él y todo lo contrario con Casaretto.
Además, en la Conferencia se elegirá al reemplazante del arzobispo tucumano Luis Villalba quien también por su retiro deja libre una vicepresidencia. Para sucederlo se menciona a dos hombres de la línea más moderada, los arzobispos de Corrientes, Andrés Stanovnik y de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani. También a monseñor Aguer. El lugar que deja Casaretto en la Pastoral Social, podría en cambio ser para monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, quien si bien está muy ligado a Bergoglio y ha tenido un alto perfil público y hasta político en el conflicto con Uruguay por las papeleras y en temas sociales, es considerado otro moderado en la Iglesia Católica Argentina.