El anuncio de la reducción total de subsidios a ciertas empresas y determinados hogares es un paso adelante. Falta avanzar más para crear un marco favorable a la inversión privada, cuesta entender por qué no se hizo antes y puede cuestionarse el momento elegido para hacerlo, pero se trata sin duda de un avance.
Los subsidios a los servicios públicos fueron una medida lógica en la emergencia que vino tras la devaluación y la crisis económica de 2002. Pero su extensión en el tiempo y sectores trajo problemas de sostenibilidad y de equidad.
Hay iniquidades regionales porque la tarifa es mucho más barata en la región metropolitana de Buenos Aires que en muchas provincias, y desigualdades sociales, como el hecho de que el gas de red aumentó menos que la garrafa que utilizan sectores más vulnerables. Hay también claros límites en la sostenibilidad fiscal (se calcula que los subsidios en energía solamente llegarán este año al 2,5% del PBI), económica (hoy lo que perciben las empresas no cubre los costos de operación y de la nueva inversión), ambiental (las tarifas deberían permitir que el usuario internalice el daño ambiental que produce el consumo) y comercial (pasamos a tener un déficit energético que aumentó las importaciones y se produjo una presión sobre la balanza comercial y de pagos).
Aunque lo anunciado importa $4000 millones sobre un total de $ 75 mil millones de subsidios, apenas alrededor del 5%, es un paso adelante, ya que reduce en parte la iniquidad y algunos problemas de sostenibilidad. Hay que aclarar, sin embargo, que no resuelve la sostenibilidad económica: lo anunciado ayer no significa aumentar lo que perciben las empresas, sino únicamente que del total percibido una proporción mayor será afrontada por el usuario y una proporción menor por el contribuyente. Por lo tanto, no revierte el fuerte desincentivo a invertir.
A más largo plazo hace falta una verdadera normalización de precios y tarifas de manera que cubran los costos de un suministro confiable y de la expansión del sistema. Eso debería ir junto con un subsidio especial para quienes realmente no pueden soportar los costos: un subsidio a la demanda (subsidios directos a los usuarios que lo necesitan).
Además de que no se avanzó aún lo suficiente, lo que cuesta entender es por qué subsidiamos durante años a sectores pudientes de Puerto Madero, Barrio Parque y countries. Claramente, se podría haber avanzado mucho antes en la focalización de los subsidios, y hoy los problemas de sostenibilidad serían menores.
Todo hace pensar que se avanzó recién ahora porque, ante la crisis internacional y la percepción de una desaceleración de la economía, se busca atacar el déficit fiscal. Lamentablemente, así, volvemos a tener políticas procíclicas: hemos gastado de más en épocas de vacas gordas. Pero ahora que se vienen de las otras y deberíamos gastar más, no menos, no tenemos margen fiscal para hacerlo.
En resumen, es una medida que va en el sentido correcto pero falta avanzar más para resolver el problema de fondo. En nuestra opinión, además, debería haberse avanzado antes, pero el gobierno todavía está a tiempo de enderezar el rumbo para encaminarnos hacia el desarrollo sostenible.
Los subsidios a los servicios públicos fueron una medida lógica en la emergencia que vino tras la devaluación y la crisis económica de 2002. Pero su extensión en el tiempo y sectores trajo problemas de sostenibilidad y de equidad.
Hay iniquidades regionales porque la tarifa es mucho más barata en la región metropolitana de Buenos Aires que en muchas provincias, y desigualdades sociales, como el hecho de que el gas de red aumentó menos que la garrafa que utilizan sectores más vulnerables. Hay también claros límites en la sostenibilidad fiscal (se calcula que los subsidios en energía solamente llegarán este año al 2,5% del PBI), económica (hoy lo que perciben las empresas no cubre los costos de operación y de la nueva inversión), ambiental (las tarifas deberían permitir que el usuario internalice el daño ambiental que produce el consumo) y comercial (pasamos a tener un déficit energético que aumentó las importaciones y se produjo una presión sobre la balanza comercial y de pagos).
Aunque lo anunciado importa $4000 millones sobre un total de $ 75 mil millones de subsidios, apenas alrededor del 5%, es un paso adelante, ya que reduce en parte la iniquidad y algunos problemas de sostenibilidad. Hay que aclarar, sin embargo, que no resuelve la sostenibilidad económica: lo anunciado ayer no significa aumentar lo que perciben las empresas, sino únicamente que del total percibido una proporción mayor será afrontada por el usuario y una proporción menor por el contribuyente. Por lo tanto, no revierte el fuerte desincentivo a invertir.
A más largo plazo hace falta una verdadera normalización de precios y tarifas de manera que cubran los costos de un suministro confiable y de la expansión del sistema. Eso debería ir junto con un subsidio especial para quienes realmente no pueden soportar los costos: un subsidio a la demanda (subsidios directos a los usuarios que lo necesitan).
Además de que no se avanzó aún lo suficiente, lo que cuesta entender es por qué subsidiamos durante años a sectores pudientes de Puerto Madero, Barrio Parque y countries. Claramente, se podría haber avanzado mucho antes en la focalización de los subsidios, y hoy los problemas de sostenibilidad serían menores.
Todo hace pensar que se avanzó recién ahora porque, ante la crisis internacional y la percepción de una desaceleración de la economía, se busca atacar el déficit fiscal. Lamentablemente, así, volvemos a tener políticas procíclicas: hemos gastado de más en épocas de vacas gordas. Pero ahora que se vienen de las otras y deberíamos gastar más, no menos, no tenemos margen fiscal para hacerlo.
En resumen, es una medida que va en el sentido correcto pero falta avanzar más para resolver el problema de fondo. En nuestra opinión, además, debería haberse avanzado antes, pero el gobierno todavía está a tiempo de enderezar el rumbo para encaminarnos hacia el desarrollo sostenible.
Sería bueno qie los compañeros de TA advirtieran al publicar notas así, a quien responde la Fundación Pensar, quienes forman parte de ella y la dirigen. Si no uno tiene que entrar en Internet y así enterarse quie es una fundación del Pro, que la preside Macri y que por eso destila estiercol
MUY DEMOCRÁTICO LO TUYO JUAN….!
Sigan leyendo el diario de Yrigoyen.
Vos debés ser de esos que proclaman que la democracia da el mismo valor a todas las opiniones, la de los explotadores, las de los explotados. Eso no es democracia, eso es democratismo.De la gente que integra el PRO Evita decía que era, es, la maldita raza de los explotadores. ¿No era democrática? Lo siento por «tu»democracia.
Braun se coloca como opositor que desconsidera a la mayoria.En estos momentos mas vale mantenerse en silencio y esperar la famosa planilla de excepcionalidad.
Mirá Juan: Yo pienso como el general que para un argentino no hay mejor que otro argentino. Para que me identifiques mejor, yo formo parte de aquéllos que se quedaron en la plaza cuando el general echó a los que pensaban como vos.