Habrá que reconocerle al gobierno kirchnerista una enorme imaginación para las metáforas. Está llevando a cabo un ajuste casi clásico de la economía, pero Amado Boudou y Julio De Vido se empeñan en presentarlo como un simple ordenamiento de las cuentas públicas. Machaca con un recorte en los subsidios a los servicios cuando, en realidad, está auspiciando un tarifazo . Intenta persuadir que el peso recaerá sobre aquellos sectores de mayor poder adquisitivo, aunque se terminará desparramando sobre el conjunto de la sociedad. Se exhibe con la iniciativa firme, pero no logra despejar un interrogante: ¿actúa por convicción o por las urgencias de un caja estatal con peligro de desfonde para el 2012? Una mirada general sobre aquel paisaje permitiría, incluso, descubrir equivalencias con épocas pasadas que fueron útiles siempre al kirchnerismo para contraponerle su relato.
Hay pinceladas de noventismo y de fondomonetarismo en lo que hace . El tarifazo encubierto, los manejos con la paridad cambiaria que trasunta un retraso, el aumento de las tasas de interés y el inocultable déficit fiscal. Al superávit original, una de las mejores patas del modelo K, se lo fue consumiendo justamente el crecimiento de subsidios. Desde el 2007, cuando llegó Cristina Fernández, treparon del 1,8% al 4,2% del PBI . En la actualidad orillan los $ 78.000 millones. El Gobierno requiere rebajarlos, al menos, en $ 20.000 millones. Va por los $ 4.600 millones con los dos primeros anuncios de Boudou y De Vido. Le queda todavía un largo camino por recorrer.
Cristina supo cubrir muy bien las apariencias. En la campaña sólo habló de las fortalezas del modelo y se solazó a veces, incluso, con la crisis mundial. Instaló, al menos ese tiempo, la falsa idea de un país blindado. Boudou proclamó cosas parecidas. Que el Gobierno daba certezas mientras el mundo navegaba en las dudas.
Que lo mejor aún estaría por venir en la Argentina . ¿Sólo especulación de campaña o también algún error de cálculo? Ambas cosas, en diferentes proporciones, pudieron combinarse en el mensaje del binomio K. Pero, al menos por ahora, la metamorfosis no pareciera acarrearle grandes costos a Cristina. También habría que señalar algo que podría tomar dimensión política con el tiempo: la transición se le está escurriendo entre problemas; su segundo mandato comenzó antes de lo que establece el calendario; no tendrá ningún desagote con los habituales argumentos de la herencia. Ella se sucede a sí misma en el poder y antes estuvo Néstor Kirchner, su marido.
La Presidenta, como contraparte, dispone de ciertas facilidades. Un capital electoral muy robusto, que podrá dosificar. Una oposición a la que todavía le dura el mareo de octubre y allana todos los pasos del kirchnerismo. Se advierte un temor casi reverencial en la mayoría de ellos. Quedó al descubierto con el anuncio de los recortes de subsidios y aumentos de tarifas. Veamos el caso de los dos dirigentes principales: Mauricio Macri se fue en halagos con los anuncios del Gobierno; Hermes Binner se vio en apremios porque él mismo fue forzado a decidir un fuerte aumento en el precio del suministro de agua en Santa Fe.
Es cierto que el rumbo tomado por Cristina pareciera correcto.
Tan correcto como demorado . Y esa demora no tendría justificación, como no sea el cálculo político o el beneficio con los subsidios a sectores que se pusieron codo a codo con el kirchnerismo. ¿Por qué tanto hincapié oficial en que se apunta sobre las tarifas de los ciudadanos pudientes? ¿Qué les impidió hacer esa disección años antes? ¿Cómo justificar subsidios, por ejemplo, a los servicios de casinos o bingos? Eso podría llamarse derroche, inequidad y mala administración . Una cifra resulta elocuente para explicar semejante distorsión: los 4.600 millones de pesos de recorte comunicado hasta ahora representan la mitad de los fondos con los cuales el Gobierno atiende la Asignación Universal por Hijo.
Tampoco esa oposición ha sabido desbrozar otras palabras oficiales dichas a medias, con ocultamientos. En el caso del servicio de la luz y el gas los futuros incrementos no tendrían sólo vinculación con la anulación de los subsidios. Otro impacto vendría por el ítem del “cargo por la importación”. El dinero que el Estado gasta hace tiempo para importar gas de Bolivia y otros países. Así disimula la verdadera situación de la política energética.
Lo que no sucede en la oposición con el inicio del ajuste empieza a evidenciarse, en cambio, en el mosaico oficial sobre el cual anda Cristina.
El peronismo permanece disciplinado, tieso y mudo . Pero surgen tensiones con el universo sindical. La pulseada con Hugo Moyano por el control de la CGT es añeja y estaba prevista en el plan de ruta presidencial. Pero estallaron conflictos en los gremios de Aerolíneas Argentinas y en otros sectores –los peones rurales– a los cuales el Gobierno trató con rigor desconocido.
Por primera vez en la era kirchnerista, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, no homologó una paritaria de la UATRE, que conduce el duhaldista Gerónimo Venegas. No sólo eso. Las partes habían acordado un incremento salarial del 35%. Trabajo lo cerró con un 10% menos, acorde con la pauta del gremio de los camioneros. No hay equivalencia entre los salarios básicos de los camioneros –los más elevados del sindicalismo– y los peones rurales. ¿Revancha política contra Venegas? Pareciera que no: antes que nada, una señal en sintonía con los tiempos del ajuste. Para el 2012 el Gobierno aspiraría a que ningún aumento salarial rebase el 18%. Es decir, por debajo de la inflación real. Las cosas cambian, la realidad obliga.
Cristina se enfrenta al primer desafío serio si, en verdad, desea sincerar algunas facetas de la economía. Kirchner afianzó su poder en alianza con el sindicalismo conducido por Moyano. Eso le permitió manejar los tiempos y las formas del conflicto social. Aquel manejo fue posible también gracias a la disponibilidad de dinero y a las prebendas. La relación con el líder camionero está quebrada y Cristina sólo podría prometer mayor austeridad.
El problema en Aerolíneas es de otro tenor. Más que alguna reivindicación laboral existe en esa empresa reestatizada una solapada disputa de poder que tiene de rehenes a los usuarios. Una confrontación entre los dirigentes de La Cámpora, que la administra sin tutelas, y capitostes sindicales de los cuales fueron socios en épocas mejores. Ricardo Cirielli, el titular de APTA fue interlocutor de Kirchner y ex subsecretario con De Vido y Ricardo Jaime. Jorge Pérez Tamayo, titular de APLA, voló muchas veces con el matrimonio en el avión presidencial.
Aerolíneas es un modelo de cuando una gestión estatal resulta inservible . Tiene un déficit anual de US$ 700 millones aunque su presidente, Mariano Recalde, afirma sorprendentemente que es rentable. Tiene otras cosas inexplicables, aunque parezcan quizás anecdóticas: el gerente técnico de la empresa aérea es un especialista en economía agropecuaria. Los gremios cuestionan esa mala praxis, pero esconden tras las críticas la pérdida de privilegios –que no son pocos– dispuesta por la conducción empresaria.
El Gobierno salió, de hecho, en defensa de La Cámpora más allá de que De Vido asome cerca de los gremios. Pidió a la Justicia la suspensión de la personería gremial de APTA. Casi con ínfula militar. Moyano defendió a los gremios y cuestionó a Recalde. El titular de Aerolíneas es el hijo del diputado Héctor Recalde, el principal asesor del líder camionero.
La Cámpora propicia el fin del reinado de Moyano . Se trata de una antigua idea acuñada por Máximo Kirchner, incluso cuando su padre vivía. Máximo es hoy el principal confidente de la Presidenta. La Cámpora constituye un sello que Cristina imprimió al diseño electoral de octubre.
Ese diseño les permite ganar ahora espacios en territorios clave.
Buenos Aires es uno de ellos . Daniel Scioli sufre a Gabriel Mariotto, el vicegobernador electo puesto por Cristina. Pero empieza a sufrir, además, por el andamiaje en la Legislatura bonaerense que tuvo bien aceitado en el primer mandato. En el Senado, en su condición de vice, no sólo estará Mariotto.
También aspiran a que el camporista Sergio Berni ocupe la jefatura del bloque oficialista en desmedro de postulantes del PJ. Vacila Horacio González, el titular de la Cámara de Diputados, de excelente relación con Scioli. A su lado pretendería encaramarse otro camporista, José Ottavis. Como vice de la Cámara tendrá derecho a la fiscalización del Presupuesto: son 1.500 millones de pesos anuales. Poder y dinero. Juan De Jesús, cercano a Boudou, podría dirigir el bloque de diputados oficiales bonaerenses.
¿Un cerco al gobernador? Quizás La Cámpora le sirva a Cristina para algunos juegos de poder. Pero la Presidenta demandaría otros apoyos que le permitan realizar, tal vez, vuelos de mayor altura. La gestión sigue dependiendo sólo de su persona, las decisiones se aplican de modo contradictorio e inorgánico. Su exacerbado silencio sobre la composición del futuro gobierno tampoco ayuda. Si hubiera que decodificar gestos, se podría convenir que el protagonismo público de Guillermo Moreno, la semana pasada, no constituiría una señal alentadora.
El ajuste necesitaría complementos . Dosis de sensibilidad y apertura política. Razonable conexión internacional. Y financiamiento externo, en el tiempo de un mundo tambaleante e incierto.
Copyright Clarín 2011
Hay pinceladas de noventismo y de fondomonetarismo en lo que hace . El tarifazo encubierto, los manejos con la paridad cambiaria que trasunta un retraso, el aumento de las tasas de interés y el inocultable déficit fiscal. Al superávit original, una de las mejores patas del modelo K, se lo fue consumiendo justamente el crecimiento de subsidios. Desde el 2007, cuando llegó Cristina Fernández, treparon del 1,8% al 4,2% del PBI . En la actualidad orillan los $ 78.000 millones. El Gobierno requiere rebajarlos, al menos, en $ 20.000 millones. Va por los $ 4.600 millones con los dos primeros anuncios de Boudou y De Vido. Le queda todavía un largo camino por recorrer.
Cristina supo cubrir muy bien las apariencias. En la campaña sólo habló de las fortalezas del modelo y se solazó a veces, incluso, con la crisis mundial. Instaló, al menos ese tiempo, la falsa idea de un país blindado. Boudou proclamó cosas parecidas. Que el Gobierno daba certezas mientras el mundo navegaba en las dudas.
Que lo mejor aún estaría por venir en la Argentina . ¿Sólo especulación de campaña o también algún error de cálculo? Ambas cosas, en diferentes proporciones, pudieron combinarse en el mensaje del binomio K. Pero, al menos por ahora, la metamorfosis no pareciera acarrearle grandes costos a Cristina. También habría que señalar algo que podría tomar dimensión política con el tiempo: la transición se le está escurriendo entre problemas; su segundo mandato comenzó antes de lo que establece el calendario; no tendrá ningún desagote con los habituales argumentos de la herencia. Ella se sucede a sí misma en el poder y antes estuvo Néstor Kirchner, su marido.
La Presidenta, como contraparte, dispone de ciertas facilidades. Un capital electoral muy robusto, que podrá dosificar. Una oposición a la que todavía le dura el mareo de octubre y allana todos los pasos del kirchnerismo. Se advierte un temor casi reverencial en la mayoría de ellos. Quedó al descubierto con el anuncio de los recortes de subsidios y aumentos de tarifas. Veamos el caso de los dos dirigentes principales: Mauricio Macri se fue en halagos con los anuncios del Gobierno; Hermes Binner se vio en apremios porque él mismo fue forzado a decidir un fuerte aumento en el precio del suministro de agua en Santa Fe.
Es cierto que el rumbo tomado por Cristina pareciera correcto.
Tan correcto como demorado . Y esa demora no tendría justificación, como no sea el cálculo político o el beneficio con los subsidios a sectores que se pusieron codo a codo con el kirchnerismo. ¿Por qué tanto hincapié oficial en que se apunta sobre las tarifas de los ciudadanos pudientes? ¿Qué les impidió hacer esa disección años antes? ¿Cómo justificar subsidios, por ejemplo, a los servicios de casinos o bingos? Eso podría llamarse derroche, inequidad y mala administración . Una cifra resulta elocuente para explicar semejante distorsión: los 4.600 millones de pesos de recorte comunicado hasta ahora representan la mitad de los fondos con los cuales el Gobierno atiende la Asignación Universal por Hijo.
Tampoco esa oposición ha sabido desbrozar otras palabras oficiales dichas a medias, con ocultamientos. En el caso del servicio de la luz y el gas los futuros incrementos no tendrían sólo vinculación con la anulación de los subsidios. Otro impacto vendría por el ítem del “cargo por la importación”. El dinero que el Estado gasta hace tiempo para importar gas de Bolivia y otros países. Así disimula la verdadera situación de la política energética.
Lo que no sucede en la oposición con el inicio del ajuste empieza a evidenciarse, en cambio, en el mosaico oficial sobre el cual anda Cristina.
El peronismo permanece disciplinado, tieso y mudo . Pero surgen tensiones con el universo sindical. La pulseada con Hugo Moyano por el control de la CGT es añeja y estaba prevista en el plan de ruta presidencial. Pero estallaron conflictos en los gremios de Aerolíneas Argentinas y en otros sectores –los peones rurales– a los cuales el Gobierno trató con rigor desconocido.
Por primera vez en la era kirchnerista, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, no homologó una paritaria de la UATRE, que conduce el duhaldista Gerónimo Venegas. No sólo eso. Las partes habían acordado un incremento salarial del 35%. Trabajo lo cerró con un 10% menos, acorde con la pauta del gremio de los camioneros. No hay equivalencia entre los salarios básicos de los camioneros –los más elevados del sindicalismo– y los peones rurales. ¿Revancha política contra Venegas? Pareciera que no: antes que nada, una señal en sintonía con los tiempos del ajuste. Para el 2012 el Gobierno aspiraría a que ningún aumento salarial rebase el 18%. Es decir, por debajo de la inflación real. Las cosas cambian, la realidad obliga.
Cristina se enfrenta al primer desafío serio si, en verdad, desea sincerar algunas facetas de la economía. Kirchner afianzó su poder en alianza con el sindicalismo conducido por Moyano. Eso le permitió manejar los tiempos y las formas del conflicto social. Aquel manejo fue posible también gracias a la disponibilidad de dinero y a las prebendas. La relación con el líder camionero está quebrada y Cristina sólo podría prometer mayor austeridad.
El problema en Aerolíneas es de otro tenor. Más que alguna reivindicación laboral existe en esa empresa reestatizada una solapada disputa de poder que tiene de rehenes a los usuarios. Una confrontación entre los dirigentes de La Cámpora, que la administra sin tutelas, y capitostes sindicales de los cuales fueron socios en épocas mejores. Ricardo Cirielli, el titular de APTA fue interlocutor de Kirchner y ex subsecretario con De Vido y Ricardo Jaime. Jorge Pérez Tamayo, titular de APLA, voló muchas veces con el matrimonio en el avión presidencial.
Aerolíneas es un modelo de cuando una gestión estatal resulta inservible . Tiene un déficit anual de US$ 700 millones aunque su presidente, Mariano Recalde, afirma sorprendentemente que es rentable. Tiene otras cosas inexplicables, aunque parezcan quizás anecdóticas: el gerente técnico de la empresa aérea es un especialista en economía agropecuaria. Los gremios cuestionan esa mala praxis, pero esconden tras las críticas la pérdida de privilegios –que no son pocos– dispuesta por la conducción empresaria.
El Gobierno salió, de hecho, en defensa de La Cámpora más allá de que De Vido asome cerca de los gremios. Pidió a la Justicia la suspensión de la personería gremial de APTA. Casi con ínfula militar. Moyano defendió a los gremios y cuestionó a Recalde. El titular de Aerolíneas es el hijo del diputado Héctor Recalde, el principal asesor del líder camionero.
La Cámpora propicia el fin del reinado de Moyano . Se trata de una antigua idea acuñada por Máximo Kirchner, incluso cuando su padre vivía. Máximo es hoy el principal confidente de la Presidenta. La Cámpora constituye un sello que Cristina imprimió al diseño electoral de octubre.
Ese diseño les permite ganar ahora espacios en territorios clave.
Buenos Aires es uno de ellos . Daniel Scioli sufre a Gabriel Mariotto, el vicegobernador electo puesto por Cristina. Pero empieza a sufrir, además, por el andamiaje en la Legislatura bonaerense que tuvo bien aceitado en el primer mandato. En el Senado, en su condición de vice, no sólo estará Mariotto.
También aspiran a que el camporista Sergio Berni ocupe la jefatura del bloque oficialista en desmedro de postulantes del PJ. Vacila Horacio González, el titular de la Cámara de Diputados, de excelente relación con Scioli. A su lado pretendería encaramarse otro camporista, José Ottavis. Como vice de la Cámara tendrá derecho a la fiscalización del Presupuesto: son 1.500 millones de pesos anuales. Poder y dinero. Juan De Jesús, cercano a Boudou, podría dirigir el bloque de diputados oficiales bonaerenses.
¿Un cerco al gobernador? Quizás La Cámpora le sirva a Cristina para algunos juegos de poder. Pero la Presidenta demandaría otros apoyos que le permitan realizar, tal vez, vuelos de mayor altura. La gestión sigue dependiendo sólo de su persona, las decisiones se aplican de modo contradictorio e inorgánico. Su exacerbado silencio sobre la composición del futuro gobierno tampoco ayuda. Si hubiera que decodificar gestos, se podría convenir que el protagonismo público de Guillermo Moreno, la semana pasada, no constituiría una señal alentadora.
El ajuste necesitaría complementos . Dosis de sensibilidad y apertura política. Razonable conexión internacional. Y financiamiento externo, en el tiempo de un mundo tambaleante e incierto.
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Van der Kooy almorzó en septiembre de 1977 con el dictador Videla. Así lo reflejó la revista La Semana, de editorial Perfil, en su edición número 48, del 28 de septiembre de 1977, con el título “El día que el presidente le dio la mano al futuro.”
Se le hicieron dos preguntas: “¿Por qué cree que fue invitado?” Van der Kooy: “Por ser redactor de un diario importante como Clarín, y por estar en la sección Política Nacional”. Y la otra: “¿Cuál fue el resultado?”. Eduardo van der Kooy: “Totalmente positivo. El presidente no sólo escuchó sino que él mismo abordó los aspectos que más preocupan a la juventud. Se deduce claramente que está muy bien informado.”
¿¿Hace falta agregar algo más considerando que en ese mismo momento era secuestrado y desaparecía el periodista Rodolfo Walsh por denundiar en una Carta Abierta a esa misma dictadura??