Carlos “Chacho” Álvarez, secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), repasó en el programa de Radio Nacional, Una vuelta nacional las claves de la 1º Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de América Latina y el Caribe que se realizará a partir del próximo viernes en Caracas, Venezuela, y de la que participará la presidenta Cristina Fernández junto a otros 33 mandatarios.
–Se lanza formalmente en Venezuela la CELAC. ¿Cómo analiza este nuevo espacio de América Latina y el Caribe donde no están ni los Estados Unidos ni Canadá?
–Lo veo como una etapa muy trascendente en la conformación de una institucionalidad, en este caso política, pero también económica, financiera, propia de América Latina. Creo que hay un proceso muy intensivo, muy rico, de dotar a América Latina de instrumentos y organismos propios, que transmitan la idea de que las propuestas, las iniciativas, los problemas, los conflictos en Latinoamérica los resolvemos los latinoamericanos. Es terminar de alguna manera –lo digo simbólicamente– con la doctrina Monroe, de creer en largas épocas de la historia que esta región era patio trasero de alguna potencia dominante o hegemónica. Se termina esa etapa y la CELAC es fundadora de un nuevo momento de la región. Esto no significa que va a haber un remplazo de los organismos construidos al calor de las relaciones de fuerza de la Segunda Guerra Mundial, pero sí que se abre un proceso en el que América Latina construye sus propios instrumentos y organismos en cuanto a cómo se integra y cómo resuelve sus conflictos y problemas.
Néstor Restivo: –¿Cuál debería ser la agenda de la CELAC en este contexto de crisis mundial para concretar cuestiones que impacten en las sociedades y más o menos en un corto y mediano plazo. ¿Qué acciones concretas imagina?
–Es verdad que hay una brecha que hay que tratar de acortar entre los discursos de los presidentes en las cumbres con el día a día de la integración. Ahí hay que resolver dos situaciones: una la tensión que hay, y que vamos a convivir con ella, entre los modelos de desarrollo nacionales, y la construcción de la comunidad regional. Esa tensión siempre está, donde en algún momento domina lo nacional, y en otros momentos prima la construcción de la comunidad regional. El segundo tema es que hay que evitar la superposición de agendas y dispersar un poco la agenda de trabajo latinoamericano. Por eso la CELAC lo primero que tendría que hacer es fijar un cronograma de reuniones de los organismos subrregionales, para distribuir las responsabilidades y las agendas de cada uno de ellos.
–Hemos vivido situaciones como la de Honduras, donde la OEA no supo dar una respuesta a tiempo y en el marco de lo que se necesitaba. ¿La CELAC viene a resolver ese tipo de falencias?
–Me parece que como perpectiva estratégica es así. Va a haber una etapa de coexistencia de viejos y nuevos organismos, como pasa en todos los procesos de creación de una nueva arquitectura en la región. América Latina tiene muchas capacidades políticas y mucho que ofrecerle a un nuevo orden mundial. Uno de los temas importantes sería empezar a dar cuenta como región y superar los conflictos que traemos desde el siglo XIX. Ahora es un proceso y eso tiene un horizonte estratégico. Mientras tanto se va a coexistir con los viejos organismos, así como va a seguir existiendo el BID o la OEA, pero creo que lentamente América Latina va a ir utilizando herramientas, mecanismos propios. Si se produjera un conflicto, que ojalá no pase nunca más, como el de Honduras, creo que la CELAC va a ser autoconvocada por los países, como fue convocada la Unasur para resolver los problemas que se originaron en Bolivia con las estrategias de secesión de algunas provincias. Es muy positiva la creación de estos espacios para tener mayor capacidad de autodeterminarnos en las principales decisiones y determinaciones geopolíticas y geoeconómicas.
–¿Esto tiene que ver con una decadencia relativa de la hegemonía norteamericana? Están en una crisis muy profunda al igual que Europa. ¿Es un momento histórico para aprovechar mejor en la región?
–Todo está para que sea la década de América Latina. Si las consecuencias de la crisis europea, sobre todo del declive relativo de los Estados Unidos no terminan produciendo una recesión a escala global y arrastrando eventualmente a los emergentes. Pero están dadas todas las condiciones, porque por primera vez, creo que en muchísimos años, la primera vez en nuestra historia, nosotros estamos articulando democracias sólidas, estables, gobernabilidad política, que nunca tuvimos en la historia, con crecimiento sostenido y un eficaz combate a la pobreza y a la marginalidad, y eventualmente y más gradualmente la desigualdad que es el peor flagelo que sufre la región. <
–Se lanza formalmente en Venezuela la CELAC. ¿Cómo analiza este nuevo espacio de América Latina y el Caribe donde no están ni los Estados Unidos ni Canadá?
–Lo veo como una etapa muy trascendente en la conformación de una institucionalidad, en este caso política, pero también económica, financiera, propia de América Latina. Creo que hay un proceso muy intensivo, muy rico, de dotar a América Latina de instrumentos y organismos propios, que transmitan la idea de que las propuestas, las iniciativas, los problemas, los conflictos en Latinoamérica los resolvemos los latinoamericanos. Es terminar de alguna manera –lo digo simbólicamente– con la doctrina Monroe, de creer en largas épocas de la historia que esta región era patio trasero de alguna potencia dominante o hegemónica. Se termina esa etapa y la CELAC es fundadora de un nuevo momento de la región. Esto no significa que va a haber un remplazo de los organismos construidos al calor de las relaciones de fuerza de la Segunda Guerra Mundial, pero sí que se abre un proceso en el que América Latina construye sus propios instrumentos y organismos en cuanto a cómo se integra y cómo resuelve sus conflictos y problemas.
Néstor Restivo: –¿Cuál debería ser la agenda de la CELAC en este contexto de crisis mundial para concretar cuestiones que impacten en las sociedades y más o menos en un corto y mediano plazo. ¿Qué acciones concretas imagina?
–Es verdad que hay una brecha que hay que tratar de acortar entre los discursos de los presidentes en las cumbres con el día a día de la integración. Ahí hay que resolver dos situaciones: una la tensión que hay, y que vamos a convivir con ella, entre los modelos de desarrollo nacionales, y la construcción de la comunidad regional. Esa tensión siempre está, donde en algún momento domina lo nacional, y en otros momentos prima la construcción de la comunidad regional. El segundo tema es que hay que evitar la superposición de agendas y dispersar un poco la agenda de trabajo latinoamericano. Por eso la CELAC lo primero que tendría que hacer es fijar un cronograma de reuniones de los organismos subrregionales, para distribuir las responsabilidades y las agendas de cada uno de ellos.
–Hemos vivido situaciones como la de Honduras, donde la OEA no supo dar una respuesta a tiempo y en el marco de lo que se necesitaba. ¿La CELAC viene a resolver ese tipo de falencias?
–Me parece que como perpectiva estratégica es así. Va a haber una etapa de coexistencia de viejos y nuevos organismos, como pasa en todos los procesos de creación de una nueva arquitectura en la región. América Latina tiene muchas capacidades políticas y mucho que ofrecerle a un nuevo orden mundial. Uno de los temas importantes sería empezar a dar cuenta como región y superar los conflictos que traemos desde el siglo XIX. Ahora es un proceso y eso tiene un horizonte estratégico. Mientras tanto se va a coexistir con los viejos organismos, así como va a seguir existiendo el BID o la OEA, pero creo que lentamente América Latina va a ir utilizando herramientas, mecanismos propios. Si se produjera un conflicto, que ojalá no pase nunca más, como el de Honduras, creo que la CELAC va a ser autoconvocada por los países, como fue convocada la Unasur para resolver los problemas que se originaron en Bolivia con las estrategias de secesión de algunas provincias. Es muy positiva la creación de estos espacios para tener mayor capacidad de autodeterminarnos en las principales decisiones y determinaciones geopolíticas y geoeconómicas.
–¿Esto tiene que ver con una decadencia relativa de la hegemonía norteamericana? Están en una crisis muy profunda al igual que Europa. ¿Es un momento histórico para aprovechar mejor en la región?
–Todo está para que sea la década de América Latina. Si las consecuencias de la crisis europea, sobre todo del declive relativo de los Estados Unidos no terminan produciendo una recesión a escala global y arrastrando eventualmente a los emergentes. Pero están dadas todas las condiciones, porque por primera vez, creo que en muchísimos años, la primera vez en nuestra historia, nosotros estamos articulando democracias sólidas, estables, gobernabilidad política, que nunca tuvimos en la historia, con crecimiento sostenido y un eficaz combate a la pobreza y a la marginalidad, y eventualmente y más gradualmente la desigualdad que es el peor flagelo que sufre la región. <