Sin que existan registros oficiales, al menos confiables, se considera que entre el 10 y el 15 por ciento de las parejas en edad reproductiva padecen esterilidad. Esta estimación lleva a una cifra de un millón y medio de parejas incluidas en este grupo, mientras otros datos de observación muestran que en ellas el mayor porcentaje de consultas se realiza muy tardíamente luego de los 33/35 años y de los cuales sólo un tercio completa la etapa de diagnóstico y tratamientos. Si se comparan estos datos con los registrados de otras enfermedades como el Chagas (aproximadamente dos millones), se comprende la magnitud del problema a nivel de salud pública.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como un estado de bienestar físico, psíquico y social. Por lo tanto, la imposibilidad de concebir un hijo es una enfermedad. Pero en la Argentina la infertilidad es un caso atípico en medicina, ya que tiene como causa a órganos que no cumplen su función, pero aun así no se la considera enfermedad.
En el último tiempo, en nuestro país se profundizó el debate de una legislación que incluya la reproducción asistida dentro de las coberturas básicas médicas. Este debate es fundamental y muy necesario. Pero, quizá, debería centrarse en la cobertura médica de la esterilidad, incluyendo la reproducción asistida como un método más, para ser utilizado cuando las indicaciones lo exijan.
Ahora bien, como todo problema médico, éste debe cumplir con dos etapas bien definidas: el diagnóstico y su probable tratamiento.
El primero es fundamental para establecer el segundo, por lo que debemos comenzar por una detallada historia clínica, que permita conocer cuáles son los factores de riesgo de un cuadro de esterilidad en ambos miembros de la pareja. Sin dejar de lado la sexualidad, obvio, pues la primera causa de esterilidad es la falta de relaciones sexuales habituales, como indican varios trabajos realizados en todo el mundo. Para la OMS, en América latina en general, y en Argentina en particular, la primera causa de esterilidad masculina está relacionada con infecciones del sistema reproductivo y sus consecuencias posteriores, cuadros fácilmente diagnosticables y tratables con una buena construcción de historias clínicas y análisis de bajo costo.
La otra causa, de menor prevalencia, se relaciona con el varicocele (várices significativas de las venas espermáticas) que producen diferentes efectos deletéreos en la calidad seminal, también simplemente detectables con un correcto examen físico. Esta información ha sido confirmada por un estudio que acabamos de hacer sobre más de quinientos hombres que consultaron en los últimos diez años, en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, que no han sido publicados todavía.
Considerando la relación costo-efectividad, con tratamientos farmacológicos de muy bajo costo pueden lograrse embarazos en hasta un 40 por ciento de los casos, lo cual permitiría un costo final por chico nacido mucho menor menos del 10 por ciento que el de cualquier programa de fertilidad asistida.
En cuanto a las posibles causas a nivel femenino, son comunes dos cuadros funcionales: las fallas ovulatorias y el cuadro llamado endometriosis, este último en progresivo aumento en los últimos años. También suele aparecer la obstrucción tubaria, en general producto de infecciones silentes del tracto reproductivo o de los mismos cuadros endometriósicos. Lo notable es que en estos casos también hay buenas posibilidades de embarazo con tratamientos de relativa simplicidad, que permiten resoluciones en porcentajes similares y con costos finales muy inferiores a los de la fertilidad asistida.
Errores de orientación en los pacientes y errores de formación en los médicos han llevado a pensar que solamente las técnicas de reproducción humana asistida de baja o alta complejidad son la solución al problema de la esterilidad. Y esto no es así, al menos de modo absoluto. Como demuestran muchos trabajos de alto impacto internacional, sólo el 30 por ciento de estas problemáticas tienen indicación precisa de este tipo de técnicas. Esto sin considerar el alto costo-efectividad (no sólo económico) de las posibilidades terapéuticas con estas técnicas, que ofrecen entre un 40 y un 65 por ciento de resolución, realizando intentos en varias oportunidades.
Hay otros tratamientos, con medicación y asociados a cambios de hábitos de vida (alimentación, exposiciones laborales o residenciales, o a tóxicos de consumo) que permiten alcanzar cifras elevadas de éxito terapéutico con un costo mucho menor, en términos económicos y psicológicos para la pareja.
Es importante remarcar, entonces, la necesidad de un correcto diagnóstico y una indicación terapéutica relacionada con este diagnóstico en el campo de la esterilidad, como debería serlo en el resto de la medicina. La resolución de la imposibilidad de concebir no pasa sólo por introducir un espermatozoide en un óvulo. Esa es una visión muy mecanicista, y la concepción, definitivamente, no lo es.
* Médico consultor en Andrología del Grupo Oroño de Rosario, del Centro de Urología de Santa Fe y del Sanatorio Adventista del Plata, de Entre Ríos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como un estado de bienestar físico, psíquico y social. Por lo tanto, la imposibilidad de concebir un hijo es una enfermedad. Pero en la Argentina la infertilidad es un caso atípico en medicina, ya que tiene como causa a órganos que no cumplen su función, pero aun así no se la considera enfermedad.
En el último tiempo, en nuestro país se profundizó el debate de una legislación que incluya la reproducción asistida dentro de las coberturas básicas médicas. Este debate es fundamental y muy necesario. Pero, quizá, debería centrarse en la cobertura médica de la esterilidad, incluyendo la reproducción asistida como un método más, para ser utilizado cuando las indicaciones lo exijan.
Ahora bien, como todo problema médico, éste debe cumplir con dos etapas bien definidas: el diagnóstico y su probable tratamiento.
El primero es fundamental para establecer el segundo, por lo que debemos comenzar por una detallada historia clínica, que permita conocer cuáles son los factores de riesgo de un cuadro de esterilidad en ambos miembros de la pareja. Sin dejar de lado la sexualidad, obvio, pues la primera causa de esterilidad es la falta de relaciones sexuales habituales, como indican varios trabajos realizados en todo el mundo. Para la OMS, en América latina en general, y en Argentina en particular, la primera causa de esterilidad masculina está relacionada con infecciones del sistema reproductivo y sus consecuencias posteriores, cuadros fácilmente diagnosticables y tratables con una buena construcción de historias clínicas y análisis de bajo costo.
La otra causa, de menor prevalencia, se relaciona con el varicocele (várices significativas de las venas espermáticas) que producen diferentes efectos deletéreos en la calidad seminal, también simplemente detectables con un correcto examen físico. Esta información ha sido confirmada por un estudio que acabamos de hacer sobre más de quinientos hombres que consultaron en los últimos diez años, en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, que no han sido publicados todavía.
Considerando la relación costo-efectividad, con tratamientos farmacológicos de muy bajo costo pueden lograrse embarazos en hasta un 40 por ciento de los casos, lo cual permitiría un costo final por chico nacido mucho menor menos del 10 por ciento que el de cualquier programa de fertilidad asistida.
En cuanto a las posibles causas a nivel femenino, son comunes dos cuadros funcionales: las fallas ovulatorias y el cuadro llamado endometriosis, este último en progresivo aumento en los últimos años. También suele aparecer la obstrucción tubaria, en general producto de infecciones silentes del tracto reproductivo o de los mismos cuadros endometriósicos. Lo notable es que en estos casos también hay buenas posibilidades de embarazo con tratamientos de relativa simplicidad, que permiten resoluciones en porcentajes similares y con costos finales muy inferiores a los de la fertilidad asistida.
Errores de orientación en los pacientes y errores de formación en los médicos han llevado a pensar que solamente las técnicas de reproducción humana asistida de baja o alta complejidad son la solución al problema de la esterilidad. Y esto no es así, al menos de modo absoluto. Como demuestran muchos trabajos de alto impacto internacional, sólo el 30 por ciento de estas problemáticas tienen indicación precisa de este tipo de técnicas. Esto sin considerar el alto costo-efectividad (no sólo económico) de las posibilidades terapéuticas con estas técnicas, que ofrecen entre un 40 y un 65 por ciento de resolución, realizando intentos en varias oportunidades.
Hay otros tratamientos, con medicación y asociados a cambios de hábitos de vida (alimentación, exposiciones laborales o residenciales, o a tóxicos de consumo) que permiten alcanzar cifras elevadas de éxito terapéutico con un costo mucho menor, en términos económicos y psicológicos para la pareja.
Es importante remarcar, entonces, la necesidad de un correcto diagnóstico y una indicación terapéutica relacionada con este diagnóstico en el campo de la esterilidad, como debería serlo en el resto de la medicina. La resolución de la imposibilidad de concebir no pasa sólo por introducir un espermatozoide en un óvulo. Esa es una visión muy mecanicista, y la concepción, definitivamente, no lo es.
* Médico consultor en Andrología del Grupo Oroño de Rosario, del Centro de Urología de Santa Fe y del Sanatorio Adventista del Plata, de Entre Ríos.