Dale, metele, que queremos terminar todo esta semana ”. La frase se la dijo anoche, en tono amigable, una de las nuevas estrellas K en Diputados a un legislador de la oposición. Aquel apuro podría estar denunciando dos cosas: el deseo oficial de concluir esta fase parlamentaria antes de que lleguen las vísperas de las Fiestas; las facilidades que empezó a encontrar el kirchnerismo en Diputados para producir dictámenes de los proyectos de ley enviados por Cristina Fernández. ¿Para qué demorar si el peso de la mayoría en cada comisión resulta implacable? Cada objeción de los opositores sonaría como el canto del cisne.
El kirchnerismo tiene entre manos una docena de leyes , la mayor parte de las cuales pretende sancionar esta semana. Incluso deliberando, si fuera perentorio, el próximo fin de semana. Controla las comisiones y controla el quórum. La primera señal la brindó Roberto Feletti, el ex viceministro de Economía, cuando junto con el Presupuesto 2012 despachó otras cinco prórrogas de leyes económicas.
A la oposición apenas le quedó la esperanza, sustentada en una vaga promesa del ministro de Justicia, Julio Alak, de filtrar alguna modificación en los proyectos antilavado de leyes exigidas por el GAFI para no sancionar a la Argentina. Eso deberá ocurrir –si ocurre– en la sesión porque los dictámenes fueron aprobados por el oficialismo el lunes.
El paso arrasador del kirchnerismo tuvo otras manifestaciones ayer. La ley de Tierras –que la Presidenta encomendó en el discurso de reasunción– y la que declararía de interés público la producción y comercialización de papel de diario de Papel Prensa, propiedad de La Nación , Clarín y el Estado.
De nuevo la amplia supremacía K. El año pasado, cuando estaba en minoría, el oficialismo consensuó un proyecto en aquel tema perteneciente a Cecilia Mechán, de Libres del Sur. Pero ese proyecto perdió estado parlamentario por el recambio que se produjo en la Cámara. El kirchnerismo empuja ahora el proyecto propio, que es mucho más intervencionista que el primero.
La avanzada oficialista tiene dos arietes: Julián Domínguez, el titular de la Cámara de Diputados y Agustín Rossi, el titular del bloque K. Pero el peso de la arremetida recae, sobre todo, en el diputado de Santa Fe que en los malos tiempos, después del 2009, se las ingenió muchas veces para obstaculizar los planes de la oposición.
Sabe de artilugios, por experiencia, bastante más que Domínguez .
El de Rossi sería un caso de resurrección política. Salió tercero en la elección a gobernador en Santa Fe, detrás del socialista ganador, Antonio Bonfatti, y de Miguel Del Sel. Santa Fe y Capital fueron los únicos distritos en juego este año que quedaron en manos ajenas al kirchnerismo. En otros casos, como Chubut, el ganador supuestamente opositor saltó rápidamente al redil de Cristina.
No fueron pocos en el peronismo los que le dieron a Rossi la extremaunción política antes de tiempo. Entre su dura derrota, en julio, y las dos victorias de Cristina (en agosto y octubre) gestó su recuperación. Y se terminó convirtiendo en constructor de la alianza mediante la cual el peronismo se quedó con la titularidad de Diputados en Santa Fe. Le tocó a Luis Rubeo. La perjudicada fue la diputada provincial que más votos cosechó en la provincia: María Eugenia Bielsa. La arquitecta también es kirchnerista, pero no fanática.
¿Cómo hizo Rossi? Amuchó a los peronistas propios con algunos veteranos y capturó voluntades a uno de sus competidores en la interna, Rafael Bielsa. Oscar “Cachi” Martínez, que fue precandidato a vice con el ex canciller, se corrió como una liebre al lado de Rossi. No en vano el peronismo decretó al 17 de octubre como el Día de la Lealtad. Los 364 restantes se pueden utilizar, sin pudores, para otra cosa.
Al kirchnerismo no se lo podría juzgar ni criticar por esa enorme superioridad que le concedió el 54% de votos que consiguió Cristina. Tampoco se le podría pedir recato ni sutileza ahora cuando ni siquiera las tuvo en la mala hora que comenzó en el 2009. El peronismo con poder, en cualquiera de sus innumerables expresiones, suele asemejarse a un tapir.
El problema lo tiene y lo tendrá la oposición si no termina de comprender la realidad a la que se enfrenta . Pareciera prematuro demandarle esa comprensión: los opositores están todavía bajo el shock de la derrota electoral que barrió con algunas viejas figuras (Eduardo Duhalde, Elisa Carrió) y dejó dañadas a otras que proponían desafíos (Ricardo Alfonsín). Las que quedaron de pie (Mauricio Macri y Hermes Binner) poseen por ahora influencia distrital y representaciones módicas en el Congreso.
El año próximo, con seguridad, no mostrará demasiados cambios en ese paisaje. Siempre y cuando, claro está, la economía siga tendiendo buenas manos al Gobierno. Las novedades podrían surgir en el 2013 cuando sea el momento de nuevas elecciones legislativas.
Los posibles reagrupamientos en la oposición para ese tiempo constituyen todavía un enigma indescifrable . En el peronismo, aquel 2013, podría entreabrir la puerta para una discusión de fondo: la sucesión de Cristina.
La inevitable puja entre el kirchnerismo representando en este tiempo por La Cámpora y el peronismo clásico, que se agazapó temeroso y calculador ante la popularidad de la Presidenta. Pero mucha agua deberá correr en la política antes que esa historia sea escrita.
El kirchnerismo tiene entre manos una docena de leyes , la mayor parte de las cuales pretende sancionar esta semana. Incluso deliberando, si fuera perentorio, el próximo fin de semana. Controla las comisiones y controla el quórum. La primera señal la brindó Roberto Feletti, el ex viceministro de Economía, cuando junto con el Presupuesto 2012 despachó otras cinco prórrogas de leyes económicas.
A la oposición apenas le quedó la esperanza, sustentada en una vaga promesa del ministro de Justicia, Julio Alak, de filtrar alguna modificación en los proyectos antilavado de leyes exigidas por el GAFI para no sancionar a la Argentina. Eso deberá ocurrir –si ocurre– en la sesión porque los dictámenes fueron aprobados por el oficialismo el lunes.
El paso arrasador del kirchnerismo tuvo otras manifestaciones ayer. La ley de Tierras –que la Presidenta encomendó en el discurso de reasunción– y la que declararía de interés público la producción y comercialización de papel de diario de Papel Prensa, propiedad de La Nación , Clarín y el Estado.
De nuevo la amplia supremacía K. El año pasado, cuando estaba en minoría, el oficialismo consensuó un proyecto en aquel tema perteneciente a Cecilia Mechán, de Libres del Sur. Pero ese proyecto perdió estado parlamentario por el recambio que se produjo en la Cámara. El kirchnerismo empuja ahora el proyecto propio, que es mucho más intervencionista que el primero.
La avanzada oficialista tiene dos arietes: Julián Domínguez, el titular de la Cámara de Diputados y Agustín Rossi, el titular del bloque K. Pero el peso de la arremetida recae, sobre todo, en el diputado de Santa Fe que en los malos tiempos, después del 2009, se las ingenió muchas veces para obstaculizar los planes de la oposición.
Sabe de artilugios, por experiencia, bastante más que Domínguez .
El de Rossi sería un caso de resurrección política. Salió tercero en la elección a gobernador en Santa Fe, detrás del socialista ganador, Antonio Bonfatti, y de Miguel Del Sel. Santa Fe y Capital fueron los únicos distritos en juego este año que quedaron en manos ajenas al kirchnerismo. En otros casos, como Chubut, el ganador supuestamente opositor saltó rápidamente al redil de Cristina.
No fueron pocos en el peronismo los que le dieron a Rossi la extremaunción política antes de tiempo. Entre su dura derrota, en julio, y las dos victorias de Cristina (en agosto y octubre) gestó su recuperación. Y se terminó convirtiendo en constructor de la alianza mediante la cual el peronismo se quedó con la titularidad de Diputados en Santa Fe. Le tocó a Luis Rubeo. La perjudicada fue la diputada provincial que más votos cosechó en la provincia: María Eugenia Bielsa. La arquitecta también es kirchnerista, pero no fanática.
¿Cómo hizo Rossi? Amuchó a los peronistas propios con algunos veteranos y capturó voluntades a uno de sus competidores en la interna, Rafael Bielsa. Oscar “Cachi” Martínez, que fue precandidato a vice con el ex canciller, se corrió como una liebre al lado de Rossi. No en vano el peronismo decretó al 17 de octubre como el Día de la Lealtad. Los 364 restantes se pueden utilizar, sin pudores, para otra cosa.
Al kirchnerismo no se lo podría juzgar ni criticar por esa enorme superioridad que le concedió el 54% de votos que consiguió Cristina. Tampoco se le podría pedir recato ni sutileza ahora cuando ni siquiera las tuvo en la mala hora que comenzó en el 2009. El peronismo con poder, en cualquiera de sus innumerables expresiones, suele asemejarse a un tapir.
El problema lo tiene y lo tendrá la oposición si no termina de comprender la realidad a la que se enfrenta . Pareciera prematuro demandarle esa comprensión: los opositores están todavía bajo el shock de la derrota electoral que barrió con algunas viejas figuras (Eduardo Duhalde, Elisa Carrió) y dejó dañadas a otras que proponían desafíos (Ricardo Alfonsín). Las que quedaron de pie (Mauricio Macri y Hermes Binner) poseen por ahora influencia distrital y representaciones módicas en el Congreso.
El año próximo, con seguridad, no mostrará demasiados cambios en ese paisaje. Siempre y cuando, claro está, la economía siga tendiendo buenas manos al Gobierno. Las novedades podrían surgir en el 2013 cuando sea el momento de nuevas elecciones legislativas.
Los posibles reagrupamientos en la oposición para ese tiempo constituyen todavía un enigma indescifrable . En el peronismo, aquel 2013, podría entreabrir la puerta para una discusión de fondo: la sucesión de Cristina.
La inevitable puja entre el kirchnerismo representando en este tiempo por La Cámpora y el peronismo clásico, que se agazapó temeroso y calculador ante la popularidad de la Presidenta. Pero mucha agua deberá correr en la política antes que esa historia sea escrita.