Ricardo Forster
Kirchnerismo, política y debate
La contratapa de Ricardo Forster.
03 – 01 – 2012
Carlos Pagni, columnista de La Nación, dedica su último artículo del lunes 2 de enero a “leer” de una manera interesada y algo irónica la carta XI del colectivo Carta Abierta. Lo hace buscando erosionar al kirchnerismo señalando las “diferencias” que, supuestamente, hoy atraviesan a lo que él denomina el ala izquierda del oficialismo y que se expresa fundamentalmente en el rechazo de la ley antiterrorista. Como un sabueso del establishment olisquea tratando de encontrar las contradicciones y las diferencias que, eso desea con elevado fervor, acaben por erosionar al demonio kirchnerista. Si la oposición política ya no sirve, si quedó convertida en una caja vacía que ya ni siquiera actúa como títere de la corporación mediática aunque lo sigue intentando con esfuerzo digno de mejor causa, hay que tratar, así piensan los Pagni y el resto de los escribas al servicio de la restauración conservadora, de trasladar la oposición hacia el interior del Gobierno y de las fuerzas que lo apoyan. Para eso sirve utilizar todos los recursos buscando “profundizar” las disidencias y los supuestos desencuentros transformando al kirchnerismo en una mera escribanía que lo único que hace es firmar expedientes ya resueltos por Cristina. Para Pagni, política y debate, en el interior de una experiencia democrática y popular, es un oxímoron que, en realidad, reproduce el inconsciente de la derecha que no es otro que el de la oclusión de cualquier enriquecimiento de la política a través de una apertura de las discusiones. Si en algún lugar falla la democracia es el lugar desde el que escribe Pagni y sobre el que se ha buscado desde siempre cerrarle el camino, en nuestro país, a todo proyecto genuinamente popular, igualitario y democrático.
Tal vez por eso ya no sorprende el permanente cambio argumentativo que, cuando el Gobierno logra que se aprueben leyes claves (la del peón rural, la de Papel Prensa y la de extranjerización de tierras) pone en evidencia, según estos escribas, una suerte de cuasi totalitarismo verticalista y, cuando se discute el carácter de una ley como la antiterrorista, estaríamos delante de las tensiones, las insubordinaciones y las posibles fragmentaciones de aquella misma fuerza política que, en el análisis previo, carece de toda democracia deliberativa y se aferra al cerrojo del disciplinamiento. Cuando resulta oportuno quienes defendemos al Gobierno nos volvemos “intelectuales pagados” que han abandonado todo pensamiento crítico o, por el contrario, cuando lo que resulta es lo opuesto acabamos siendo rupturistas.
Para el sesudo analista de la derecha vernácula no es posible aceptar que en el interior de un movimiento político de la vastedad, el alcance y la potencialidad del kirchnerismo puedan existir debates, divergencias, acuerdos, perspectivas no siempre encontradas, sesgos ante la complejidad de la vida nacional, interpretaciones que provienen de distintas tradiciones intelectual-políticas; en fin, todo aquello que caracteriza, por suerte, a la pluralidad democrática no sólo de un espacio político, en este caso nada más y nada menos que el que gobierna, sino de la misma sociedad cuando se aventura por el territorio de la invención popular y cuando busca reponer aquello esencial y decisivamente dañado por décadas de obstrucción e intento de demolición de esa potencia inventiva de una democracia que se afana por habilitar una realidad cada vez más justa respecto de los derechos de las mayorías populares. Para Carlos Pagni el debate, la proliferación de ideas y de propuestas constituye algo imposible de concebir porque su ADN ideológico está relacionado con el dogmatismo, el pensamiento único y, sobre todo, el más allá de la política para transformarla en un mero instrumento de democracias vaciadas y articuladas pura y exclusivamente a partir de los intereses del poder económico concentrado. Para Pagni, el kirchnerismo es un escándalo intelectual que ha venido a perturbar la hegemonía del pensamiento del fin de la historia y de la muerte de las ideologías. Añora el tiempo de reinado absoluto del pragmatismo neoliberal. Si lo prefiere puede pasarse una temporada en Grecia, Italia o España para recuperarse de tanta proliferación populista.
Por eso le resulta insoportable que haya debate, que se multipliquen las ideas en discusión y que, por ejemplo, un espacio colectivo como lo es Carta Abierta (que no constituye un partido político sino que es una experiencia de confluencia de cientos de hombres y mujeres que provenientes de distintos ámbitos de la vida cultural, académica y profesional, han resuelto, desde abril del 2008, intervenir en la escena pública y hacerlo desde un compromiso con un proyecto que viene transformando la vida de los argentinos) ya haya publicado once cartas en las que, a lo largo de casi cuatro años no dejó de aventurarse por las distintas geografías de la vida nacional enfrentando diversos desafíos y planteando su propia mirada de una realidad en movimiento continuo que encontró en la experiencia kirchnerista el punto nodal de una decisiva recuperación de la política, de la perspectiva transformadora y de la renovación de la esperanza en el interior de un país que, en los años previos, había perdido el rumbo y estallado en mil pedazos como consecuencia de las mismas ideas y políticas que sigue defendiendo Carlos Pagni desde las páginas del diario de la derecha liberal conservadora.
Carta Abierta, por el contrario, se ha sentido parte, desde un comienzo, y ha sido interpelada, como colectivo integrado por individualidades libres y comprometidas, por la convocatoria hecha por Néstor y Cristina Kirchner, sin que eso supusiera dejar de pensar por cuenta propia y dejar de señalar nuestra mirada de una realidad sumamente compleja y desafiante. Y eso significó, y significa, meternos sin prejuicios ni autocensuras con lo que se hizo y lo que se viene haciendo partiendo, en primer lugar, del reconocimiento de lo logrado desde mayo del 2003 y como punto de partida de una extraordinaria inflexión en la historia argentina. Como espacio colectivo nos sentimos interpelados y convocados por el kirchnerismo y, más todavía, nos enorgullece ser reconocidos como una parte de todos aquellos que han contribuido a enriquecer este proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericano cuyo horizonte fundamental es el de alcanzar los mayores niveles de igualdad posibles, esos que habiliten la construcción de un país más justo, libre, solidario y soberano. Y no tenemos dudas de que ese ideario es liderado, con inteligencia, coraje, voluntad y decisión, por Cristina Kirchner. Lo demás son especulaciones afiebradas de una derecha atribulada.
Ricardo Forster
Kirchnerismo, política y debate
La contratapa de Ricardo Forster.
03 – 01 – 2012
Carlos Pagni, columnista de La Nación, dedica su último artículo del lunes 2 de enero a “leer” de una manera interesada y algo irónica la carta XI del colectivo Carta Abierta. Lo hace buscando erosionar al kirchnerismo señalando las “diferencias” que, supuestamente, hoy atraviesan a lo que él denomina el ala izquierda del oficialismo y que se expresa fundamentalmente en el rechazo de la ley antiterrorista. Como un sabueso del establishment olisquea tratando de encontrar las contradicciones y las diferencias que, eso desea con elevado fervor, acaben por erosionar al demonio kirchnerista. Si la oposición política ya no sirve, si quedó convertida en una caja vacía que ya ni siquiera actúa como títere de la corporación mediática aunque lo sigue intentando con esfuerzo digno de mejor causa, hay que tratar, así piensan los Pagni y el resto de los escribas al servicio de la restauración conservadora, de trasladar la oposición hacia el interior del Gobierno y de las fuerzas que lo apoyan. Para eso sirve utilizar todos los recursos buscando “profundizar” las disidencias y los supuestos desencuentros transformando al kirchnerismo en una mera escribanía que lo único que hace es firmar expedientes ya resueltos por Cristina. Para Pagni, política y debate, en el interior de una experiencia democrática y popular, es un oxímoron que, en realidad, reproduce el inconsciente de la derecha que no es otro que el de la oclusión de cualquier enriquecimiento de la política a través de una apertura de las discusiones. Si en algún lugar falla la democracia es el lugar desde el que escribe Pagni y sobre el que se ha buscado desde siempre cerrarle el camino, en nuestro país, a todo proyecto genuinamente popular, igualitario y democrático.
Tal vez por eso ya no sorprende el permanente cambio argumentativo que, cuando el Gobierno logra que se aprueben leyes claves (la del peón rural, la de Papel Prensa y la de extranjerización de tierras) pone en evidencia, según estos escribas, una suerte de cuasi totalitarismo verticalista y, cuando se discute el carácter de una ley como la antiterrorista, estaríamos delante de las tensiones, las insubordinaciones y las posibles fragmentaciones de aquella misma fuerza política que, en el análisis previo, carece de toda democracia deliberativa y se aferra al cerrojo del disciplinamiento. Cuando resulta oportuno quienes defendemos al Gobierno nos volvemos “intelectuales pagados” que han abandonado todo pensamiento crítico o, por el contrario, cuando lo que resulta es lo opuesto acabamos siendo rupturistas.
Para el sesudo analista de la derecha vernácula no es posible aceptar que en el interior de un movimiento político de la vastedad, el alcance y la potencialidad del kirchnerismo puedan existir debates, divergencias, acuerdos, perspectivas no siempre encontradas, sesgos ante la complejidad de la vida nacional, interpretaciones que provienen de distintas tradiciones intelectual-políticas; en fin, todo aquello que caracteriza, por suerte, a la pluralidad democrática no sólo de un espacio político, en este caso nada más y nada menos que el que gobierna, sino de la misma sociedad cuando se aventura por el territorio de la invención popular y cuando busca reponer aquello esencial y decisivamente dañado por décadas de obstrucción e intento de demolición de esa potencia inventiva de una democracia que se afana por habilitar una realidad cada vez más justa respecto de los derechos de las mayorías populares. Para Carlos Pagni el debate, la proliferación de ideas y de propuestas constituye algo imposible de concebir porque su ADN ideológico está relacionado con el dogmatismo, el pensamiento único y, sobre todo, el más allá de la política para transformarla en un mero instrumento de democracias vaciadas y articuladas pura y exclusivamente a partir de los intereses del poder económico concentrado. Para Pagni, el kirchnerismo es un escándalo intelectual que ha venido a perturbar la hegemonía del pensamiento del fin de la historia y de la muerte de las ideologías. Añora el tiempo de reinado absoluto del pragmatismo neoliberal. Si lo prefiere puede pasarse una temporada en Grecia, Italia o España para recuperarse de tanta proliferación populista.
Por eso le resulta insoportable que haya debate, que se multipliquen las ideas en discusión y que, por ejemplo, un espacio colectivo como lo es Carta Abierta (que no constituye un partido político sino que es una experiencia de confluencia de cientos de hombres y mujeres que provenientes de distintos ámbitos de la vida cultural, académica y profesional, han resuelto, desde abril del 2008, intervenir en la escena pública y hacerlo desde un compromiso con un proyecto que viene transformando la vida de los argentinos) ya haya publicado once cartas en las que, a lo largo de casi cuatro años no dejó de aventurarse por las distintas geografías de la vida nacional enfrentando diversos desafíos y planteando su propia mirada de una realidad en movimiento continuo que encontró en la experiencia kirchnerista el punto nodal de una decisiva recuperación de la política, de la perspectiva transformadora y de la renovación de la esperanza en el interior de un país que, en los años previos, había perdido el rumbo y estallado en mil pedazos como consecuencia de las mismas ideas y políticas que sigue defendiendo Carlos Pagni desde las páginas del diario de la derecha liberal conservadora.
Carta Abierta, por el contrario, se ha sentido parte, desde un comienzo, y ha sido interpelada, como colectivo integrado por individualidades libres y comprometidas, por la convocatoria hecha por Néstor y Cristina Kirchner, sin que eso supusiera dejar de pensar por cuenta propia y dejar de señalar nuestra mirada de una realidad sumamente compleja y desafiante. Y eso significó, y significa, meternos sin prejuicios ni autocensuras con lo que se hizo y lo que se viene haciendo partiendo, en primer lugar, del reconocimiento de lo logrado desde mayo del 2003 y como punto de partida de una extraordinaria inflexión en la historia argentina. Como espacio colectivo nos sentimos interpelados y convocados por el kirchnerismo y, más todavía, nos enorgullece ser reconocidos como una parte de todos aquellos que han contribuido a enriquecer este proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericano cuyo horizonte fundamental es el de alcanzar los mayores niveles de igualdad posibles, esos que habiliten la construcción de un país más justo, libre, solidario y soberano. Y no tenemos dudas de que ese ideario es liderado, con inteligencia, coraje, voluntad y decisión, por Cristina Kirchner. Lo demás son especulaciones afiebradas de una derecha atribulada.
Ricardo Forster