Carlos Tomada
El Gobierno podría dar a fines de enero, cuando esté ya recuperada Cristina de Kirchner, un avance clave en la política laboral de este año: dos de los gremios industriales más importantes cerraron sus paritarias de 2012 con un incremento salarial del 18% anual. Se trata de SMATA, que agrupa a las terminales automotrices, y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Según fuentes oficiales, por ahora las negociaciones se encaminan de manera silenciosa, y fueron avaladas por la propia jefa de Estado antes de su internación. La intención es acelerar para fin de mes el acuerdo, para que los gremios que comiencen luego a discutir en febrero tengan la pauta ya fijada. Se entiende en el Ejecutivo que éste sería un dato clave para que las empresas puedan planificar lo antes posible 2012, un año donde se prevén algunas dificultades importantes como consecuencia de la crisis internacional, y donde se buscaría despejar una de las dudas más grandes en el mercado interno.
Los gremios que manejan Ricardo Pignanelli (SMATA) y Antonio Caló (UOM) mantienen desde hace semanas conversaciones con diferentes ministerios, mientras en paralelo varias terminales automotrices y empresas siderúrgicas (incluyendo las más importantes y representantivas del sector) ya dieron el visto bueno para avalar el porcentaje. Sólo faltaría que para fin de enero, con la Presidente recuperada, haya un primer llamado formal desde el Ministerio de Trabajo de Carlos Tomada. El incremento, en los dos casos, se dividiría además en etapas (el 7% en el primer trimestre y el 11% luego). Con esta división, el Gobierno se aseguraría además fraccionar la presión inflacionaria hacia fin de año, y liberar en parte el primer semestre, cuando desde el Ministerio de Economía esperan poder definir las verdaderas consecuencias en los mercados locales de la crisis financiera internacional.
Para el Gobierno, la posibilidad de mostrar abiertamente un acuerdo entre SMATA y la UOM y los privados que ratifique la meta, nunca dicha públicamente, del 18% para los incrementos salariales de este año, es laboral y políticamente clave. En primer lugar, encontraría un faro para el resto de las negociaciones de aumentos de sueldos para este año, mostrando a los mercados una reducción sustancial sobre la que se había manejado durante 2011, que había comenzado en un 24%, pero cuyo promedio subió a más del 26% al finalizar las discusiones. Si se lograra el 18% promedio en 2012, los incrementos salariales se ubicarían por primera vez en cinco años por debajo del 20%.
Para el Ejecutivo, tan importante como esta meta es la política. No se reconocerá públicamente, pero el hecho de cerrar la pauta de paritarias con los poderosos gremios de Pignanelli y Caló (los dos más importantes a nivel industrial en todo el país) determinaría formalmente el corrimiento de Hugo Moyano como principal aliado del Gobierno en estas discusiones. Desde 2005, cuando Néstor Kirchner cerró filas con el camionero, todos los años las negociaciones paritarias contaban con el titular de la CGT como principal aliado oficial. Kirchner y Moyano acordaban un aumento porcentual, que luego era tomado como la guía anual por el resto de los gremios, sólo alterado por algunos sindicatos en rebeldía y otros que negociaban incrementos mayores por tener niveles de sueldos atrasados. Esto rigió hasta 2011, cuando Moyano cerró el 24,5% para los camioneros. De hecho, SMATA y la UOM esperaban el porcentaje moyanista para luego blanquear los acuerdos cerrados con las terminales y las siderúrgicas más grandes del país.
Para el titular de la CGT sería políticamente un golpe duro, ya que se blanquearía abiertamente que desde el Gobierno hay una intención de aislarlo como principal referente del sindicalismo local y el faro a seguir en el capítulo anual más importante de la política laboral oficial: la negociación de paritarias. Ante esto, y también de una manera sigilosa, respetando la tregua con el Gobierno mientras Cristina de Kirchner se recupera en Pilar primero y Santa Cruz y Olivos después, Moyano efectúa sus movimientos y prepara el padrinazgo de una serie de gremios que no aceptarían el 18% y buscarán aumentos cercanos al 30% (ver nota aparte).
Desde el Gobierno, y para el caso de que haya problemas, hay un plan B. Se trata de acelerar hacia marzo o abril el anuncio de la suba del mínimo no imponible de Ganancias, para que en los hechos el alza salarial sea nominalmente mayor que el 18%, pero sin costos para los privados. En el cálculo está interviniendo la Secretaría de Política Económica que maneja Axel Kicilof, que deberá presentar antes que termine enero una planilla con los escenarios fiscales con los nuevos mínimos no imponibles para este año. La decisión del nivel final la tomará primero Hernán Lorenzino y finalmente, la propia Presidente. Este año, ya no estaría Moyano en la primera fila del anuncio o al lado mismo del micrófono en el momento de la presentación.
SMATA y la UOM tienen también un reclamo en carpeta para el caso de que se firme el 18%. Junto con el incremento salarial, quieren presionar al Gobierno para obligar a los privados a incluir un compromiso de «acuerdos de precios» de las empresas. Por ahora las cámaras sectoriales no recibieron la propuesta del Gobierno. Pero algunas ya están dispuestas a firmarlo a cambio de la meta oficial.
El Gobierno podría dar a fines de enero, cuando esté ya recuperada Cristina de Kirchner, un avance clave en la política laboral de este año: dos de los gremios industriales más importantes cerraron sus paritarias de 2012 con un incremento salarial del 18% anual. Se trata de SMATA, que agrupa a las terminales automotrices, y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Según fuentes oficiales, por ahora las negociaciones se encaminan de manera silenciosa, y fueron avaladas por la propia jefa de Estado antes de su internación. La intención es acelerar para fin de mes el acuerdo, para que los gremios que comiencen luego a discutir en febrero tengan la pauta ya fijada. Se entiende en el Ejecutivo que éste sería un dato clave para que las empresas puedan planificar lo antes posible 2012, un año donde se prevén algunas dificultades importantes como consecuencia de la crisis internacional, y donde se buscaría despejar una de las dudas más grandes en el mercado interno.
Los gremios que manejan Ricardo Pignanelli (SMATA) y Antonio Caló (UOM) mantienen desde hace semanas conversaciones con diferentes ministerios, mientras en paralelo varias terminales automotrices y empresas siderúrgicas (incluyendo las más importantes y representantivas del sector) ya dieron el visto bueno para avalar el porcentaje. Sólo faltaría que para fin de enero, con la Presidente recuperada, haya un primer llamado formal desde el Ministerio de Trabajo de Carlos Tomada. El incremento, en los dos casos, se dividiría además en etapas (el 7% en el primer trimestre y el 11% luego). Con esta división, el Gobierno se aseguraría además fraccionar la presión inflacionaria hacia fin de año, y liberar en parte el primer semestre, cuando desde el Ministerio de Economía esperan poder definir las verdaderas consecuencias en los mercados locales de la crisis financiera internacional.
Para el Gobierno, la posibilidad de mostrar abiertamente un acuerdo entre SMATA y la UOM y los privados que ratifique la meta, nunca dicha públicamente, del 18% para los incrementos salariales de este año, es laboral y políticamente clave. En primer lugar, encontraría un faro para el resto de las negociaciones de aumentos de sueldos para este año, mostrando a los mercados una reducción sustancial sobre la que se había manejado durante 2011, que había comenzado en un 24%, pero cuyo promedio subió a más del 26% al finalizar las discusiones. Si se lograra el 18% promedio en 2012, los incrementos salariales se ubicarían por primera vez en cinco años por debajo del 20%.
Para el Ejecutivo, tan importante como esta meta es la política. No se reconocerá públicamente, pero el hecho de cerrar la pauta de paritarias con los poderosos gremios de Pignanelli y Caló (los dos más importantes a nivel industrial en todo el país) determinaría formalmente el corrimiento de Hugo Moyano como principal aliado del Gobierno en estas discusiones. Desde 2005, cuando Néstor Kirchner cerró filas con el camionero, todos los años las negociaciones paritarias contaban con el titular de la CGT como principal aliado oficial. Kirchner y Moyano acordaban un aumento porcentual, que luego era tomado como la guía anual por el resto de los gremios, sólo alterado por algunos sindicatos en rebeldía y otros que negociaban incrementos mayores por tener niveles de sueldos atrasados. Esto rigió hasta 2011, cuando Moyano cerró el 24,5% para los camioneros. De hecho, SMATA y la UOM esperaban el porcentaje moyanista para luego blanquear los acuerdos cerrados con las terminales y las siderúrgicas más grandes del país.
Para el titular de la CGT sería políticamente un golpe duro, ya que se blanquearía abiertamente que desde el Gobierno hay una intención de aislarlo como principal referente del sindicalismo local y el faro a seguir en el capítulo anual más importante de la política laboral oficial: la negociación de paritarias. Ante esto, y también de una manera sigilosa, respetando la tregua con el Gobierno mientras Cristina de Kirchner se recupera en Pilar primero y Santa Cruz y Olivos después, Moyano efectúa sus movimientos y prepara el padrinazgo de una serie de gremios que no aceptarían el 18% y buscarán aumentos cercanos al 30% (ver nota aparte).
Desde el Gobierno, y para el caso de que haya problemas, hay un plan B. Se trata de acelerar hacia marzo o abril el anuncio de la suba del mínimo no imponible de Ganancias, para que en los hechos el alza salarial sea nominalmente mayor que el 18%, pero sin costos para los privados. En el cálculo está interviniendo la Secretaría de Política Económica que maneja Axel Kicilof, que deberá presentar antes que termine enero una planilla con los escenarios fiscales con los nuevos mínimos no imponibles para este año. La decisión del nivel final la tomará primero Hernán Lorenzino y finalmente, la propia Presidente. Este año, ya no estaría Moyano en la primera fila del anuncio o al lado mismo del micrófono en el momento de la presentación.
SMATA y la UOM tienen también un reclamo en carpeta para el caso de que se firme el 18%. Junto con el incremento salarial, quieren presionar al Gobierno para obligar a los privados a incluir un compromiso de «acuerdos de precios» de las empresas. Por ahora las cámaras sectoriales no recibieron la propuesta del Gobierno. Pero algunas ya están dispuestas a firmarlo a cambio de la meta oficial.