Rajoy: «Las reformas estructurales no producen efectos en tres meses»

«Estoy convencido de que tanto la reducción del déficit como las reformas estructurales no producen efectos en tres meses. Este año va a ser un año duro y difícil». Lo ha asegurado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras la reunión que ha mantenido en Berlín con la canciller alemana, Ángela Merkel, una cita que viene marcada por los problemas de la deuda pública de España, y en la que se espera que ambos definan un plan de acción para que el Gobierno español pueda cumplir con los compromisos de la UE sobre reducción del déficit y reformas económicas. «Haremos un esfuerzo para reducir nuestro déficit público», ha afirmado Rajoy, quien ha añadido: «Controlar el déficit no es lo único necesario para que Europa crezca».
Rajoy ha negado además haber planteado a Merkel revisar los objetivos de déficit, porque, ha asegurado, cree en esa reducción. «Creo en ello, me parece lo más sensato, lo más responsable», ha agragado.
Ayer, en una rueda de prensa junto al presidente peruano, Ollanta Humala, el presidente dejó entrever sus cartas para el encuentro de hoy, mostrándose dispuesto a acatar -dentro de lo posible- lo que dicte el Gobierno comunitario, pero advirtiendo de que, sin ayudas de liquídez del Banco Central Europeo, dicha tarea se pondría cuesta arriba.
Ya el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, echó a rodar la bola de nieve antes que su líder al reclamar un «escenario realista», dudando sobre el «deseable» objetivo de reducir este año el déficit público al 4,4% del PIB. En la última semana, el Gobierno ha jugado con dos barajas: al tiempo que se reafirma que ese objetivo es «irrenunciable», se matizaba que lo es «hoy», «en estos momentos». El alud de previsiones económicas negativas, la percepción creciente de que la meta se aleja, agotan el juego político. España quiere cumplir el objetivo de déficit que pacte con Bruselas, pero intentará que no sea ese 4,4% este año.
«Tendremos que negociar con la Comisión», señala el presidente
Y en la rueda de prensa de ayer, Rajoy recordó que, cuando se pactó el objetivo vigente, la previsión de crecimiento para este año era del 2,3%, oficialmente aún en vigor, pero el FMI ya pronostica un decrecimiento del 1,7% y el Banco de España, del 1,5%. También, prosiguió Rajoy, se preveía terminar 2011 con un déficit del 6%, pero la realidad es que no será inferior al 8%. «Lo que sí quiero es decir es que nosotros siempre tendremos como objetivo de déficit público el que marque nuestro programa de estabilidad, que como el resto de países de la Unión tendremos que negociar con la Comisión y después con el Consejo, pero eso ya se verá a lo largo de las próximas semanas», insistió Rajoy.
En vísperas de su cita de hoy con Merkel, pidió que a los países que cumplan los requisitos pactados con la UE «se les proteja» facilitándoles liquidez. Para conseguirlo, pidió que «al BCE no se le presione» para que deje de comprar deuda soberana en el mercado secundario o de facilitar crédito ilimitado a las instituciones financieras y reclamó también «que el mecanismo [de rescate] se apruebe y se apruebe pronto y, como elemento disuasorio, que tenga una dotación mayor de la que tiene ahora».
En la misma línea se manifestó el ministro de Economía, Luis de Guindos: «Necesitamos las proyecciones de crecimiento de Bruselas y en ese momento iniciaremos una negociación con ellas sobre el programa de estabilidad de España», asumió en una entrevista en TVE. En el programa de estabilidad es donde el Gobierno español propone a la Comisión Europea cómo y en qué plazos va a reducir el déficit. «La cuestión surge porque ha habido una desviación muy importante el año pasado, de dos puntos [en el déficit] y porque la previsión de crecimiento de este año es más difícil», resumió De Guindos, que insistió en que aún no ha llegado el momento de esa negociación. También fue claro, y elocuente, cuando se le preguntó si España pedirá un aplazamiento: «Todavía, no».
Las nuevas previsiones económicas no se conocerán hasta finales de febrero. Será entonces cuando el Gobierno formule su propuesta de programa de estabilidad, ajuste fiscal incluido.
De Guindos no dejó de enfatizar que el Gobierno mantiene «el compromiso con Europa», que, mientras esté vigente, «es cumplir con el 4,4% de déficit». «Si no somos muy concluyentes en este mensaje, podemos tener problemas», advirtió. El mensaje que quiere preservar el Ejecutivo de Rajoy es que la idea de aplicarse en el ajuste fiscal se mantiene intacta, aunque un objetivo más realista será bienvenido.
El Gobierno prefiere mantener un planteamiento insostenible durante unas semanas -plantear el mayor ajuste fiscal de la democracia en plena recesión-, a forzar la negociación antes de tiempo, a protagonizar la exigencia de un aplazamiento. Aquí pesa el temido juicio de los mercados, también el pasado político más reciente.
En el único debate de la campaña electoral, hace poco más de dos meses, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, planteó pedir a Bruselas «que retrase dos años el ajuste». Rajoy no entró a la muleta, pero un día después, José Manuel García Margallo, ahora ministro de Asuntos Exteriores, tildó la iniciativa de «disparate». Lo que ha hecho el FMI en sus últimas previsiones es advertir de que será la recesión en marcha la que ralentizará el recorte del déficit, que la meta de 2011 (un saldo negativo del 6%) puede no alcanzarse hasta 2013. «Me tomo en serio las previsiones del FMI, pero a veces se equivoca», relativizó De Guindos.

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