El Gobierno de Estados Unidos conoció en su momento que la última dictadura tenía “un plan” de robo de hijos de desaparecidos y que había “muchos niños” apropiados ilegalmente por “familias leales” al régimen, y sugirió a los militares que “la Iglesia podía ayudar” a resolver ese “problema terrible”.
Lo reveló ayer Elliott Abrams, subsecretario de Derechos Humanos del Departamento de Estado de 1982 a 1985 (en la administración republicana de Ronald Reagan), al declarar como testigo en el juicio a militares por el plan sistemático de robo de bebés, a través de videoconferencia desde el consulado argentino en Washington.
El ex diplomático opinó que el de Argentina “fue el peor caso” de violaciones a los derechos humanos con criaturas en los países del sur del continente. “Estábamos al tanto de que niños habían sido sustraídos a sus familias y se entregaban a otras familias cuando sus padres estaban prisioneros o muertos‘, aseveró Abrams, confirmando una versión que circuló entonces. Confió que constituía “un problema muy serio de violación a los derechos humanos, el más importante, porque se trataba de niños vivos y eran muchos los que estaban en esa situación”. Cuando le preguntaron si conocían una cifra, respondió: “Sabíamos que no eran sólo uno o dos niños, sino que existía un patrón, un plan, porque había mucha gente que estaba siendo asesinada o encarcelada”.
Lo reveló ayer Elliott Abrams, subsecretario de Derechos Humanos del Departamento de Estado de 1982 a 1985 (en la administración republicana de Ronald Reagan), al declarar como testigo en el juicio a militares por el plan sistemático de robo de bebés, a través de videoconferencia desde el consulado argentino en Washington.
El ex diplomático opinó que el de Argentina “fue el peor caso” de violaciones a los derechos humanos con criaturas en los países del sur del continente. “Estábamos al tanto de que niños habían sido sustraídos a sus familias y se entregaban a otras familias cuando sus padres estaban prisioneros o muertos‘, aseveró Abrams, confirmando una versión que circuló entonces. Confió que constituía “un problema muy serio de violación a los derechos humanos, el más importante, porque se trataba de niños vivos y eran muchos los que estaban en esa situación”. Cuando le preguntaron si conocían una cifra, respondió: “Sabíamos que no eran sólo uno o dos niños, sino que existía un patrón, un plan, porque había mucha gente que estaba siendo asesinada o encarcelada”.