Ante una inédita platea de oficialistas y opositores en la Casa Rosada, la Presidenta anunció anoche que denunciará a Gran Bretaña ante las Naciones Unidas por militarizar la zona del Atlántico Sur. Y en un mensaje directo al premier inglés, David Cameron, le solicitó que se avenga al diálogo y “le dé una oportunidad a la paz”.
En el marco de la creciente tensión bilateral con el Reino Unido por la soberanía en Malvinas, Cristina Kirchner convocó a un acto con cerca de mil invitados entre funcionarios, militantes kirchneristas, ex combatientes y la inusual presencia opositora.
La Presidenta se presentó en un Salón de los Patriotas Latinoamericanos desbordado y delante de un panel con el contorno de las Islas pintadas con los colores de la bandera argentina. Allí, firmó el decreto 200/12 que desclasifica el “Informe Rattenbach” , que evaluó las responsabilidades políticas y militares en la guerra de 1982, previo análisis por parte de una comisión oficial de los puntos que por seguridad de Estado deberían mantenerse en reserva.
A su lado, aplaudió emocionado el coronel (R) Augusto Rattenbach, hijo del fallecido teniente general Benjamín Rattenbach, que redactó el informe. Del otro lado del atril estaba el resto de la familia Rattenbach junto a la recién designada embajadora en el Reino Unido, Alicia Castro. Detrás se ubicaron ministros y gobernadores.
La novedad estuvo en las primeras filas bajo la tarima. Antes de que comenzara el acto, Oscar Parrilli controló en persona como se disponían las tarjetas con los nombres en cada silla para que allí se ubicaran Francisco de Narváez, Patricia Bullrich, Alfredo Atanasoff, Federico Pinedo, Ricardo Gil Lavedra, Mario Barletta, Juan Carlos Marino, Felipe Solá, Leopoldo Moreau y Rubén Giustiniani, entre otros dirigentes de la oposición. Intercalados entre ellos, el juez de la Corte Eugenio Zaffaroni (que habló largo y tendido con De Narváez), el titular de la CGT, Hugo Moyano, y el metalúrgico Antonio Caló, además de Guillermo Moreno, Eduardo de Pedro, Hebe de Bonafini y Horacio Verbitsky. Un poco más atrás, se vio a Daniel Hadad y a José Luis Manzano.
En esa cuidada escenografía para demostrar que el reclamo por Malvinas es una política de Estado , la Presidenta afirmó que “es un anacronismo en el siglo XXI seguir manteniendo colonias”. Volvió a denunciar a los británicos por su permanencia ilegal en el archipiélago y la depredación de sus recursos naturales y los acusó además por reiniciar una militarización en la zona.
“No podemos interpretar de ninguna otra manera el envío de un inmenso y modernísimo destructor acompañando al heredero real, a quien nos hubiera gustado verlo con ropas civiles y no con uniforme militar”, explicó, en referencia a la llegada a las islas del príncipe William para un entrenamiento militar de seis semanas.
El Gobierno denunciará esa militarización ante el Consejo de Seguridad, la Asamblea General y el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, donde irá con una delegación opositora. Sobre los detalles de las presentaciones conversó en su despacho con el canciller Héctor Timerman. Argentina aún debe nombrar al nuevo embajador en la ONU en reemplazo de Jorge Argüello.
Fuentes oficiales reconocían que la denuncia ante el Consejo no tiene chances de prosperar. Pero el objetivo es dejar expuesto el poder de veto que Gran Bretaña tiene en ese organismo, como uno de sus cinco miembros permanentes.
La Presidenta recordó a los 439 ex combatientes que se suicidaron y anunció la creación de un hospital de salud mental para atender a los veteranos. “A Cameron le pedimos que le dé una oportunidad a la paz; a los muertos en la guerra les decimos honor y gloria en nombre de todos los argentinos”, se despidió ante un auditorio ensopado por el calor, mientras su médico, Luis Buonomo, controlaba el tiraje de los aparatos de aire acondicionado portátiles colocados detrás de Cristina. Luego se asomó al patio interno donde saludó a los militantes de La Cámpora y movimientos sociales K y acompañó los cantitos contra los ingleses y la Marcha Peronista .
En el marco de la creciente tensión bilateral con el Reino Unido por la soberanía en Malvinas, Cristina Kirchner convocó a un acto con cerca de mil invitados entre funcionarios, militantes kirchneristas, ex combatientes y la inusual presencia opositora.
La Presidenta se presentó en un Salón de los Patriotas Latinoamericanos desbordado y delante de un panel con el contorno de las Islas pintadas con los colores de la bandera argentina. Allí, firmó el decreto 200/12 que desclasifica el “Informe Rattenbach” , que evaluó las responsabilidades políticas y militares en la guerra de 1982, previo análisis por parte de una comisión oficial de los puntos que por seguridad de Estado deberían mantenerse en reserva.
A su lado, aplaudió emocionado el coronel (R) Augusto Rattenbach, hijo del fallecido teniente general Benjamín Rattenbach, que redactó el informe. Del otro lado del atril estaba el resto de la familia Rattenbach junto a la recién designada embajadora en el Reino Unido, Alicia Castro. Detrás se ubicaron ministros y gobernadores.
La novedad estuvo en las primeras filas bajo la tarima. Antes de que comenzara el acto, Oscar Parrilli controló en persona como se disponían las tarjetas con los nombres en cada silla para que allí se ubicaran Francisco de Narváez, Patricia Bullrich, Alfredo Atanasoff, Federico Pinedo, Ricardo Gil Lavedra, Mario Barletta, Juan Carlos Marino, Felipe Solá, Leopoldo Moreau y Rubén Giustiniani, entre otros dirigentes de la oposición. Intercalados entre ellos, el juez de la Corte Eugenio Zaffaroni (que habló largo y tendido con De Narváez), el titular de la CGT, Hugo Moyano, y el metalúrgico Antonio Caló, además de Guillermo Moreno, Eduardo de Pedro, Hebe de Bonafini y Horacio Verbitsky. Un poco más atrás, se vio a Daniel Hadad y a José Luis Manzano.
En esa cuidada escenografía para demostrar que el reclamo por Malvinas es una política de Estado , la Presidenta afirmó que “es un anacronismo en el siglo XXI seguir manteniendo colonias”. Volvió a denunciar a los británicos por su permanencia ilegal en el archipiélago y la depredación de sus recursos naturales y los acusó además por reiniciar una militarización en la zona.
“No podemos interpretar de ninguna otra manera el envío de un inmenso y modernísimo destructor acompañando al heredero real, a quien nos hubiera gustado verlo con ropas civiles y no con uniforme militar”, explicó, en referencia a la llegada a las islas del príncipe William para un entrenamiento militar de seis semanas.
El Gobierno denunciará esa militarización ante el Consejo de Seguridad, la Asamblea General y el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, donde irá con una delegación opositora. Sobre los detalles de las presentaciones conversó en su despacho con el canciller Héctor Timerman. Argentina aún debe nombrar al nuevo embajador en la ONU en reemplazo de Jorge Argüello.
Fuentes oficiales reconocían que la denuncia ante el Consejo no tiene chances de prosperar. Pero el objetivo es dejar expuesto el poder de veto que Gran Bretaña tiene en ese organismo, como uno de sus cinco miembros permanentes.
La Presidenta recordó a los 439 ex combatientes que se suicidaron y anunció la creación de un hospital de salud mental para atender a los veteranos. “A Cameron le pedimos que le dé una oportunidad a la paz; a los muertos en la guerra les decimos honor y gloria en nombre de todos los argentinos”, se despidió ante un auditorio ensopado por el calor, mientras su médico, Luis Buonomo, controlaba el tiraje de los aparatos de aire acondicionado portátiles colocados detrás de Cristina. Luego se asomó al patio interno donde saludó a los militantes de La Cámpora y movimientos sociales K y acompañó los cantitos contra los ingleses y la Marcha Peronista .