Opinión I
Una crítica absurda
Mariano Kestelboim
Director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer.
La profundización de la administración comercial estimulará el desarrollo industrial. Las persistentes críticas a la DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación) que sugieren lo contrario omiten varios aspectos fundamentales.
El proceso de sustitución de importaciones, iniciado en 2003, permitió reconstituir el tejido productivo más atomizado y disperso, orientado predominantemente a la elaboración de bienes de consumo final. Las empresas nacionales que fabrican productos de bajos requerimientos de capital, a diferencia del período de apertura económica (1976-2001), fueron las que primero reaccionaron y más dinamismo alcanzaron en los primeros años de crecimiento. Ello permitió el fortalecimiento del entramado pyme, la generación de empleo y el crecimiento del mercado interno.
La industria fue el motor de la economía. Según la UIA, ese sector aumentó su actividad un 106% entre 2003 y 2011; su producto se ubicó el año pasado un 51% por arriba del valor de 1998, año de mayor actividad industrial de la Convertibilidad. Además, en ese lapso, se incorporaron más de 15 mil empresas a la actividad manufacturera, que creó casi medio millón de empleos formales.
Los opositores dicen que esa performance se alcanzó gracias al “viento de cola”. Sin embargo, no explican por qué ese mismo contexto internacional primarizó la estructura de exportación del resto de las naciones de América Latina. Cabe resaltar que las economías del mundo con mayor desigualdad en la distribución del ingreso son las que más venden al exterior sus recursos naturales. Frente a estos datos, ¿no es absurdo pensar que este gobierno repentinamente tome medidas en contra del sector que hasta el presente ha sido el aliado estratégico en la creación de empleo e inclusión social?
La obvia vocación industrialista de la actual administración obliga a los críticos a tratar de instalar la idea de que el gobierno comete errores, derivados de su desesperación por contener las divisas. Alarman con que los nuevos controles son “excesivos” y que tendrán un impacto negativo sobre la industria, ya que evalúan que el resto de las compras externas es “indispensable” y “tejen una telaraña vital en la industria nacional”.
Sin embargo, gran parte de los bienes intermedios importados se fabrica en el país con un margen de capacidad productiva ociosa. La importación de ese rubro representa cerca del triple de la de bienes de consumo y su sustitución por fabricación local también genera empleo e inversión. Nuestra industria elabora para el mercado interno y exporta, entre otros, productos siderúrgicos, metalmecánicos, plásticos, insumos textiles, cueros, químicos, petroquímicos, papel, cartón y autopartes. De hecho, la exportación industrial pasó de U$S 8047 millones en 2003 a U$S 29.193 millones en 2011. Así, las manufacturas industriales se convirtieron en el mayor rubro de exportación de la Argentina.
Como en todo proceso de transformación estructural y, en el marco de la reconstitución de capacidades estatales, pueden emerger problemas puntuales de falta de insumos o de bienes de capital por problemas de escala o porque su desarrollo necesita cierto tiempo para la maduración de las inversiones y políticas al respecto.
Ahora bien, una vez recuperado el mercado interno, el empleo y el entramado pyme, la sintonía fina requiere identificar a empresas proveedoras de la industria para su expansión y diversificación, de modo de poder avanzar en una segunda etapa de la industrialización por sustitución de importaciones, donde se logre suplantar más bienes intermedios y bienes de capital de mayor grado de desarrollo tecnológico. A través de una alianza estratégica entre el sector público y el privado, las medidas de fomento a cada empresa deberán tener sí o sí como contrapartida el desarrollo de inversiones productivas y no el espurio aprovechamiento del mercado interno.
Opinión II
Es una medida necesaria para poder equilibrar
Lic. Enrique S. Dentice
Coordinador CIME Escuela de Economía y Negocios UNSAM.
Las medidas adoptadas por el gobierno nacional en materia de importaciones resultan a las claras un producto de la evolución de las cuentas externas y un punto donde las mismas no sólo se orientan a verificar lo que ingresa, sino en cuánto y cómo impactarán en la economía nacional luego en su forma más acabada, que es en el mercado, medido en el aumento de los precios.
Cuando elaboramos el Informe económico financiero de la escuela de economía y negocios de la UNSAM nos encontramos con el siguiente análisis para las importaciones.
“En diciembre de 2011 las importaciones registraron un valor de U$S 5989 millones en términos absolutos y en términos interanuales un incremento del 11%. Debido al incremento de los precios y de las cantidades (8% y 3% respectivamente).
El aumento del valor importado en el mes de diciembre (comparado con igual mes del año 2010) resultó del mayor valor importado en todos los usos económicos. En términos absolutos el uso económico que se destacó fue: Bienes intermedios U$S 1634 millones. Debido al incremento de los precios (4%).
Las importaciones en los primeros 12 meses de 2011, en términos interanuales, respecto al mismo período del año anterior, registraron un incremento del 31% y estuvieron morigeradas por los incrementos de los precios y de las cantidades (10% y 19% respectivamente).
El comportamiento de las importaciones con los principales bloques para diciembre 2010-2011 fue:
El 30% de las importaciones vinieron del Mercosur, donde se registró una disminución del 5% en términos interanuales, debido principalmente a las menores compras de Bienes de capital y Bienes de consumo.
En el ASEAN, se registró un incremento del 15% i.a., debido a las mayores compras de Piezas y accesorios (respecto al mismo período del año anterior). El 23%, del total de las importaciones fueron provenientes de este bloque.
El 18%, del total de las importaciones tuvieron origen en la UE, donde se registró un incremento del 16%, debido a mayores compras en los rubros Bienes de capital.
El NAFTA se incrementó un 13% i.a. debido a las mayores compras en todos los Usos económicos. El 16%, de las importaciones provinieron de este bloque.”
En síntesis, las medidas apuntan al cuidado de las divisas en un período donde la crisis externa golpea a las economías europeas y donde la dinámica de las exportaciones presenta sus claroscuros.
Sin dudas, en un proceso de sintonía fina, medidas como esta resultan poco populares para los sectores pero necesarias para poder equilibrar.
Opinión III
Un trabajo empresa por empresa
Andrés Asiain
CNE Arturo Jauretche.
El fuerte crecimiento económico de los últimos años impulsó un aumento aun mayor de las importaciones. Es que luego de décadas de políticas liberales, el aparato productivo nacional presenta grandes agujeros –especialmente en piezas y bienes de capital, e insumos intermedios– que no fueron completados.
Los últimos datos económicos muestran que pese a la política de tipo de cambio competitivo y el fuerte incremento de la producción industrial, hoy importamos más por unidad de producto que en los años de la Convertibilidad. La explicación a esta paradoja está en que el crecimiento del producto a tasas chinas generó ciertos cuellos de botella que impulsaron las importaciones (caso combustibles y energía), a la vez que la mejora en los ingresos internos dio lugar a una creciente demanda de productos de última tecnología cuya producción local es mínima (plasmas, notebooks, celulares, aires acondicionados, etcétera).
Ante esta situación, en los últimos meses el gobierno ha tomado una serie de medidas orientadas a limitar las importaciones. Las Licencias No Automáticas, declaraciones juradas y permisos de importación intentan suplantar la protección que brindaba anteriormente la política cambiaria, en un contexto internacional donde la crisis impone una feroz competencia en los mercados de bienes industriales.
El debate sobre la conveniencia de este tipo de medidas frente a otras de orden general como una elevación del valor del dólar o un incremento de aranceles no puede hacerse en el aire. La devaluación del peso como herramienta de protección industrial parece inconveniente en un contexto de elevado precio internacional de los alimentos y creciente poder reivindicativo de los trabajadores en el plano interno, mucho más luego de que el conflicto por la 125 dificultara la aplicación de mecanismos que amortiguaran el impacto inflacionario del alza del dólar.
La consecuencia de una brusca devaluación puede ser un escalada de precios que en pocos meses anule las ganancias de competitividad y deje como lastre una mayor inercia inflacionaria. Por otro lado, la posibilidad de incrementar los aranceles está limitada por una serie de acuerdos internacionales, por lo que requiere de un trabajo diplomático para su aplicación.
Algo de eso se viene trabajando a nivel Mercosur, pero no parece por sí mismo lo suficientemente veloz como para resolver las amenazas de la coyuntura económica.
En ese contexto, el oficialismo ha optado por una serie de medidas que trabajan en los márgenes que permite nuestra legislación nacional y los acuerdos internacionales suscriptos por nuestro país. Ello tiene el inconveniente de generar cierta discrecionalidad burocrática, que puede dar lugar a algún tipo de arbitrariedades y negociados.
Pero, por el otro lado, permite un trabajo empresa por empresa en términos de objetivos de exportaciones e importaciones, producción local, precios, ganancias y remisión de utilidades que puede resultar una herramienta mucho más fructífera que la protección cambiaria para el desarrollo de la producción local.
Paradójicamente, la elevada concentración económica heredada de las décadas de gestión neoliberal favorece este tipo de trabajo a nivel empresas. Baste decir que las 500 mayores empresas dan cuenta del 25% de la producción del país y los niveles de concentración son mucho más elevados para el caso del comercio exterior o el giro de utilidades.
De esta manera, se presenta un universo manejable de empresas cuya dinámica impacta en los grandes números que interesan a la política económica. Del trabajo de gestión con este universo de empresas depende la posibilidad de avanzar en la sustitución de importaciones y desarrollo de exportaciones, consolidando el crecimiento de la economía nacional.
Una crítica absurda
Mariano Kestelboim
Director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer.
La profundización de la administración comercial estimulará el desarrollo industrial. Las persistentes críticas a la DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación) que sugieren lo contrario omiten varios aspectos fundamentales.
El proceso de sustitución de importaciones, iniciado en 2003, permitió reconstituir el tejido productivo más atomizado y disperso, orientado predominantemente a la elaboración de bienes de consumo final. Las empresas nacionales que fabrican productos de bajos requerimientos de capital, a diferencia del período de apertura económica (1976-2001), fueron las que primero reaccionaron y más dinamismo alcanzaron en los primeros años de crecimiento. Ello permitió el fortalecimiento del entramado pyme, la generación de empleo y el crecimiento del mercado interno.
La industria fue el motor de la economía. Según la UIA, ese sector aumentó su actividad un 106% entre 2003 y 2011; su producto se ubicó el año pasado un 51% por arriba del valor de 1998, año de mayor actividad industrial de la Convertibilidad. Además, en ese lapso, se incorporaron más de 15 mil empresas a la actividad manufacturera, que creó casi medio millón de empleos formales.
Los opositores dicen que esa performance se alcanzó gracias al “viento de cola”. Sin embargo, no explican por qué ese mismo contexto internacional primarizó la estructura de exportación del resto de las naciones de América Latina. Cabe resaltar que las economías del mundo con mayor desigualdad en la distribución del ingreso son las que más venden al exterior sus recursos naturales. Frente a estos datos, ¿no es absurdo pensar que este gobierno repentinamente tome medidas en contra del sector que hasta el presente ha sido el aliado estratégico en la creación de empleo e inclusión social?
La obvia vocación industrialista de la actual administración obliga a los críticos a tratar de instalar la idea de que el gobierno comete errores, derivados de su desesperación por contener las divisas. Alarman con que los nuevos controles son “excesivos” y que tendrán un impacto negativo sobre la industria, ya que evalúan que el resto de las compras externas es “indispensable” y “tejen una telaraña vital en la industria nacional”.
Sin embargo, gran parte de los bienes intermedios importados se fabrica en el país con un margen de capacidad productiva ociosa. La importación de ese rubro representa cerca del triple de la de bienes de consumo y su sustitución por fabricación local también genera empleo e inversión. Nuestra industria elabora para el mercado interno y exporta, entre otros, productos siderúrgicos, metalmecánicos, plásticos, insumos textiles, cueros, químicos, petroquímicos, papel, cartón y autopartes. De hecho, la exportación industrial pasó de U$S 8047 millones en 2003 a U$S 29.193 millones en 2011. Así, las manufacturas industriales se convirtieron en el mayor rubro de exportación de la Argentina.
Como en todo proceso de transformación estructural y, en el marco de la reconstitución de capacidades estatales, pueden emerger problemas puntuales de falta de insumos o de bienes de capital por problemas de escala o porque su desarrollo necesita cierto tiempo para la maduración de las inversiones y políticas al respecto.
Ahora bien, una vez recuperado el mercado interno, el empleo y el entramado pyme, la sintonía fina requiere identificar a empresas proveedoras de la industria para su expansión y diversificación, de modo de poder avanzar en una segunda etapa de la industrialización por sustitución de importaciones, donde se logre suplantar más bienes intermedios y bienes de capital de mayor grado de desarrollo tecnológico. A través de una alianza estratégica entre el sector público y el privado, las medidas de fomento a cada empresa deberán tener sí o sí como contrapartida el desarrollo de inversiones productivas y no el espurio aprovechamiento del mercado interno.
Opinión II
Es una medida necesaria para poder equilibrar
Lic. Enrique S. Dentice
Coordinador CIME Escuela de Economía y Negocios UNSAM.
Las medidas adoptadas por el gobierno nacional en materia de importaciones resultan a las claras un producto de la evolución de las cuentas externas y un punto donde las mismas no sólo se orientan a verificar lo que ingresa, sino en cuánto y cómo impactarán en la economía nacional luego en su forma más acabada, que es en el mercado, medido en el aumento de los precios.
Cuando elaboramos el Informe económico financiero de la escuela de economía y negocios de la UNSAM nos encontramos con el siguiente análisis para las importaciones.
“En diciembre de 2011 las importaciones registraron un valor de U$S 5989 millones en términos absolutos y en términos interanuales un incremento del 11%. Debido al incremento de los precios y de las cantidades (8% y 3% respectivamente).
El aumento del valor importado en el mes de diciembre (comparado con igual mes del año 2010) resultó del mayor valor importado en todos los usos económicos. En términos absolutos el uso económico que se destacó fue: Bienes intermedios U$S 1634 millones. Debido al incremento de los precios (4%).
Las importaciones en los primeros 12 meses de 2011, en términos interanuales, respecto al mismo período del año anterior, registraron un incremento del 31% y estuvieron morigeradas por los incrementos de los precios y de las cantidades (10% y 19% respectivamente).
El comportamiento de las importaciones con los principales bloques para diciembre 2010-2011 fue:
El 30% de las importaciones vinieron del Mercosur, donde se registró una disminución del 5% en términos interanuales, debido principalmente a las menores compras de Bienes de capital y Bienes de consumo.
En el ASEAN, se registró un incremento del 15% i.a., debido a las mayores compras de Piezas y accesorios (respecto al mismo período del año anterior). El 23%, del total de las importaciones fueron provenientes de este bloque.
El 18%, del total de las importaciones tuvieron origen en la UE, donde se registró un incremento del 16%, debido a mayores compras en los rubros Bienes de capital.
El NAFTA se incrementó un 13% i.a. debido a las mayores compras en todos los Usos económicos. El 16%, de las importaciones provinieron de este bloque.”
En síntesis, las medidas apuntan al cuidado de las divisas en un período donde la crisis externa golpea a las economías europeas y donde la dinámica de las exportaciones presenta sus claroscuros.
Sin dudas, en un proceso de sintonía fina, medidas como esta resultan poco populares para los sectores pero necesarias para poder equilibrar.
Opinión III
Un trabajo empresa por empresa
Andrés Asiain
CNE Arturo Jauretche.
El fuerte crecimiento económico de los últimos años impulsó un aumento aun mayor de las importaciones. Es que luego de décadas de políticas liberales, el aparato productivo nacional presenta grandes agujeros –especialmente en piezas y bienes de capital, e insumos intermedios– que no fueron completados.
Los últimos datos económicos muestran que pese a la política de tipo de cambio competitivo y el fuerte incremento de la producción industrial, hoy importamos más por unidad de producto que en los años de la Convertibilidad. La explicación a esta paradoja está en que el crecimiento del producto a tasas chinas generó ciertos cuellos de botella que impulsaron las importaciones (caso combustibles y energía), a la vez que la mejora en los ingresos internos dio lugar a una creciente demanda de productos de última tecnología cuya producción local es mínima (plasmas, notebooks, celulares, aires acondicionados, etcétera).
Ante esta situación, en los últimos meses el gobierno ha tomado una serie de medidas orientadas a limitar las importaciones. Las Licencias No Automáticas, declaraciones juradas y permisos de importación intentan suplantar la protección que brindaba anteriormente la política cambiaria, en un contexto internacional donde la crisis impone una feroz competencia en los mercados de bienes industriales.
El debate sobre la conveniencia de este tipo de medidas frente a otras de orden general como una elevación del valor del dólar o un incremento de aranceles no puede hacerse en el aire. La devaluación del peso como herramienta de protección industrial parece inconveniente en un contexto de elevado precio internacional de los alimentos y creciente poder reivindicativo de los trabajadores en el plano interno, mucho más luego de que el conflicto por la 125 dificultara la aplicación de mecanismos que amortiguaran el impacto inflacionario del alza del dólar.
La consecuencia de una brusca devaluación puede ser un escalada de precios que en pocos meses anule las ganancias de competitividad y deje como lastre una mayor inercia inflacionaria. Por otro lado, la posibilidad de incrementar los aranceles está limitada por una serie de acuerdos internacionales, por lo que requiere de un trabajo diplomático para su aplicación.
Algo de eso se viene trabajando a nivel Mercosur, pero no parece por sí mismo lo suficientemente veloz como para resolver las amenazas de la coyuntura económica.
En ese contexto, el oficialismo ha optado por una serie de medidas que trabajan en los márgenes que permite nuestra legislación nacional y los acuerdos internacionales suscriptos por nuestro país. Ello tiene el inconveniente de generar cierta discrecionalidad burocrática, que puede dar lugar a algún tipo de arbitrariedades y negociados.
Pero, por el otro lado, permite un trabajo empresa por empresa en términos de objetivos de exportaciones e importaciones, producción local, precios, ganancias y remisión de utilidades que puede resultar una herramienta mucho más fructífera que la protección cambiaria para el desarrollo de la producción local.
Paradójicamente, la elevada concentración económica heredada de las décadas de gestión neoliberal favorece este tipo de trabajo a nivel empresas. Baste decir que las 500 mayores empresas dan cuenta del 25% de la producción del país y los niveles de concentración son mucho más elevados para el caso del comercio exterior o el giro de utilidades.
De esta manera, se presenta un universo manejable de empresas cuya dinámica impacta en los grandes números que interesan a la política económica. Del trabajo de gestión con este universo de empresas depende la posibilidad de avanzar en la sustitución de importaciones y desarrollo de exportaciones, consolidando el crecimiento de la economía nacional.