EL programa que conducía anteanoche Marcelo Longobardi en el canal C5N, perteneciente al empresario Daniel Hadad, sufrió un abrupto corte mientras el periodista entrevistaba a Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Como el hecho ocurrió en momentos en que Fernández cuestionaba al Gobierno, y la emisión fue súbitamente sacada del aire, cabe encuadrarlo como un peligroso acto de censura.
Es cierto que ayer Hadad ensayó una explicación poco creíble al pedirles disculpas tanto a Fernández como a Longobardi en el transcurso del programa radial del periodista en Radio 10, también de Hadad. Sostuvo el empresario, dueño del Grupo Infobae, que el corte sólo obedeció a un «exceso de formalismo» en los horarios: «Lo valioso de este antecedente que tuvimos anoche es que estamos todos atentos y alertas y ninguno de nosotros queremos ningún tipo de censura». Agregó que «las reglas son demasiado estrictas a veces en la radio y la televisión respecto de los horarios de conclusión de los programas».
Sin embargo, quienes observaban el programa televisivo en ningún momento notaron que Longobardi se mostrara nervioso porque llegaba a su término el tiempo asignado, ni que apurara a Fernández, quien en el momento del abrupto e imprevisto final realizaba críticas a la actual gestión gubernamental. Además, el ex jefe de Gabinete cuestionaba que en la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central impulsada por el oficialismo se quitaron dos artículos referidos a la convertibilidad que había hecho el ex presidente Néstor Kirchner.
Por otra parte, se encontraba esperando otro invitado para ser entrevistado por el periodista. Abona, además, la sospecha de que nos encontramos ante un acto de censura el hecho de que a la 1 de ayer volvió a transmitirse el tape, pero se interrumpió a los pocos segundos, y que a las 4, horario de la segunda repetición, directamente no salió al aire.
Las explicaciones de Hadad no resultan convincentes. Quizá no fue él quien impartió la orden del corte, pero el resultado es el mismo. Sí hay que destacar su voluntad declarada de que el hecho no vuelva a repetirse y de invitar a Fernández a continuar la entrevista con Longobardi el martes próximo.
En la Argentina de hoy el periodismo vive una etapa de singular peligro. Nunca desde el retorno de la democracia se había producido la aparición de un conglomerado tan grande de medios abiertamente oficialistas, que además acostumbran cuestionar a los pocos medios independientes que aún cumplen su labor. Nunca antes del kirchnerismo se habían escuchado en boca de un presidente de la Nación ataques tan fuertes a esa prensa independiente e incluso a algunos de sus periodistas, mencionados con nombre y apellido.
Y también nunca antes se ha usado como ahora la pauta publicitaria oficial para premiar a los medios dóciles y castigar a los que no se alinean con el oficialismo, al punto de que en este intento de ahogar al periodismo libre el Gobierno no vacila en desobedecer un fallo de la Corte Suprema que lo insta a otorgar publicidad a los medios del grupo Perfil.
Agreguemos el creciente acecho a Papel Prensa, perteneciente a La Nacion, Clarín y al Estado, y el uso de la AFIP y otros organismo del Estado como herramienta de presión hacia empresas periodísticas y periodistas, y tendremos el muy preocupante contexto en el cual se inserta el grave episodio protagonizado por C5N, un canal que, dicho sea al margen, es considerado dentro de los afines al oficialismo.
La verdad y la realidad han sido siempre los peores enemigos del kirchnerismo. De ahí su necesidad de atacar a quienes procuran revelar e investigar irregularidades en el sector público, y también su necesidad de contar con un periodismo obediente. Es por eso que están dados todos los componentes para engendrar el trágico y contagioso fenómeno de la autocensura en algunos periodistas, y también para que el menor acto de censura explícita adquiera proporciones ominosas..
Es cierto que ayer Hadad ensayó una explicación poco creíble al pedirles disculpas tanto a Fernández como a Longobardi en el transcurso del programa radial del periodista en Radio 10, también de Hadad. Sostuvo el empresario, dueño del Grupo Infobae, que el corte sólo obedeció a un «exceso de formalismo» en los horarios: «Lo valioso de este antecedente que tuvimos anoche es que estamos todos atentos y alertas y ninguno de nosotros queremos ningún tipo de censura». Agregó que «las reglas son demasiado estrictas a veces en la radio y la televisión respecto de los horarios de conclusión de los programas».
Sin embargo, quienes observaban el programa televisivo en ningún momento notaron que Longobardi se mostrara nervioso porque llegaba a su término el tiempo asignado, ni que apurara a Fernández, quien en el momento del abrupto e imprevisto final realizaba críticas a la actual gestión gubernamental. Además, el ex jefe de Gabinete cuestionaba que en la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central impulsada por el oficialismo se quitaron dos artículos referidos a la convertibilidad que había hecho el ex presidente Néstor Kirchner.
Por otra parte, se encontraba esperando otro invitado para ser entrevistado por el periodista. Abona, además, la sospecha de que nos encontramos ante un acto de censura el hecho de que a la 1 de ayer volvió a transmitirse el tape, pero se interrumpió a los pocos segundos, y que a las 4, horario de la segunda repetición, directamente no salió al aire.
Las explicaciones de Hadad no resultan convincentes. Quizá no fue él quien impartió la orden del corte, pero el resultado es el mismo. Sí hay que destacar su voluntad declarada de que el hecho no vuelva a repetirse y de invitar a Fernández a continuar la entrevista con Longobardi el martes próximo.
En la Argentina de hoy el periodismo vive una etapa de singular peligro. Nunca desde el retorno de la democracia se había producido la aparición de un conglomerado tan grande de medios abiertamente oficialistas, que además acostumbran cuestionar a los pocos medios independientes que aún cumplen su labor. Nunca antes del kirchnerismo se habían escuchado en boca de un presidente de la Nación ataques tan fuertes a esa prensa independiente e incluso a algunos de sus periodistas, mencionados con nombre y apellido.
Y también nunca antes se ha usado como ahora la pauta publicitaria oficial para premiar a los medios dóciles y castigar a los que no se alinean con el oficialismo, al punto de que en este intento de ahogar al periodismo libre el Gobierno no vacila en desobedecer un fallo de la Corte Suprema que lo insta a otorgar publicidad a los medios del grupo Perfil.
Agreguemos el creciente acecho a Papel Prensa, perteneciente a La Nacion, Clarín y al Estado, y el uso de la AFIP y otros organismo del Estado como herramienta de presión hacia empresas periodísticas y periodistas, y tendremos el muy preocupante contexto en el cual se inserta el grave episodio protagonizado por C5N, un canal que, dicho sea al margen, es considerado dentro de los afines al oficialismo.
La verdad y la realidad han sido siempre los peores enemigos del kirchnerismo. De ahí su necesidad de atacar a quienes procuran revelar e investigar irregularidades en el sector público, y también su necesidad de contar con un periodismo obediente. Es por eso que están dados todos los componentes para engendrar el trágico y contagioso fenómeno de la autocensura en algunos periodistas, y también para que el menor acto de censura explícita adquiera proporciones ominosas..