El ministro de Economía participa en Montevideo de la reunión anual del BID. Allí dijo que las principales potencias usaron al G-20 para solventar sus problemas y ahora se desentienden de lo que ocurra en los países emergentes. Reclamó mayor participación.
El G-20 fue efectivo para responder en momentos de crisis extrema, pero cuando el escenario se relaja el foro pierde el rumbo porque los países avanzados pierden interés, afirmó el ministro de Economía, Hernán Lorenzino. En Montevideo, donde participa de la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el funcionario reclamó una reforma de los foros globales como el G-20, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para lograr una mayor representación de las economías emergentes. Esa posición cuenta con el respaldo de distintos países, como Brasil, México y China. Las visiones apocalípticas que hasta hace poco auguraban una caída extraordinaria de nuestras economías no se cumplieron, más bien todo lo contrario, remarcó el titular del Palacio de Hacienda.
Los países latinoamericanos ya no pensamos cómo administrar las desgracias, celebró Lorenzino. En cambio, destacó, los gobiernos se hacen cargo y adoptan políticas activas que apuntan a transformar la realidad de la gente. En un foro de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) en Uruguay, el responsable de la cartera económica sostuvo que la política y el mercado no deben estar separados. Se puede tener una visión distinta y ser exitosos. Argentina es un ejemplo de que podemos aplicar políticas diferentes a las que siguen los países avanzados y tener resultados positivos.
En 2003, Argentina registraba indicadores sociales y económicos trágicos. No era casualidad sino el producto de la aplicación de las políticas de los manuales y modelos neoliberales diseñados desde afuera, recordó Lorenzino ante los ministros de Economía de Uruguay, Bolivia, Paraguay, Bolivia y Perú, y el secretario general de la Aladi, Carlos Chacho Alvarez. Lorenzino advirtió que durante ese período la economía real estaba subordinada al proceso de valorización financiera. Se valoraba un tipo de cambio apreciado, la apertura comercial y liberalización financiera como objetivo de política, la privatización de los activos del Estado y mercados absolutamente desregulados. Se buscaba que el Estado no existiera. Se avanzó hacia la reprimarización, concentración y extranjerización del aparato productivo. Se destruyó absolutamente el tejido industrial, subrayó Lorenzino.
En cambio, el funcionario señaló que en 2003 comenzó un proceso de reconstrucción del rol del Estado y de relegitimación de la intervención pública. Hoy, la base de nuestros modelos de crecimiento es la economía real, afirmó Lorenzino en el evento donde también participaron el presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), Enrique García, y la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena. El funcionario consideró que el norte está puesto en articular la política económica basada en pilares inmodificables como un tipo de cambio real para el desarrollo, la regulación a los flujos de capitales de corto plazo y el desendeudamiento del sector público.
Uno de los pasajes más destacados de su discurso estuvo referido a la actitud de los países centrales, que lejos de cuestionar el funcionamiento del modelo neoliberal lo sigue defendiendo. El funcionario consideró que el G-20 perdió el rumbo y cuestionó la representación excesiva de las economías avanzadas en los distintos foros globales. La pérdida de rumbo es fruto de la falta de interés de los países avanzados que utilizaron estos foros para solventar sus problemas y no tienen en cuenta sus efectos sobre los países emergentes, advirtió. Para Lorenzino, los países desarrollados pierden su interés en un organismo que básicamente sirve para solucionar sus propios problemas, los que ellos generaron.
En ese sentido, remarcó que las economías en desarrollo no sólo lograron sortear el impacto de la crisis financiera internacional sino que representan el 75 por ciento del crecimiento global actual. Esta importancia no se refleja en nuestra representación en las organizaciones internacionales relevantes, se lamentó el ministro, quien reclamó la reforma de esos espacios.