Mientras algunos medios intentan hacernos creer que vivimos en un estado de permanente censura, creo que nunca hay que descartar la estupidez humana y, por ende, no endilgarle la responsabilidad de lo que sucede en un programa televisivo en vivo al periodista, al dueño del medio o al gobierno.
Cuando leo lo publicado por el matutino La Nación el 15 de marzo de 2012 en la editorial titulada “El avance de la censura”, donde argumenta una serie de motivos que se sucedieron en el programa Longobardi en Vivo de la señal de Daniel Hadad, C5N, no puedo dejar de asombrarme de cómo “los medios opositores”, en vez de informar lo que ocurrió, tergiversan las realidades para “aggiornarlas” a su agenda propagandística.
La Nación arranca su editorial diciendo: “El programa que conducía anteanoche Marcelo Longobardi en el canal C5N, perteneciente al empresario Daniel Hadad, sufrió un abrupto corte mientras el periodista entrevistaba a Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Como el hecho ocurrió en momentos en que Fernández cuestionaba al gobierno, y la emisión fue súbitamente sacada del aire, cabe encuadrarlo como un peligroso acto de censura. Es cierto que ayer Hadad ensayó una explicación poco creíble al pedirles disculpas tanto a Fernández como a Longobardi en el transcurso del programa radial del periodista en Radio 10, también de Hadad. Sostuvo el empresario, dueño del Grupo Infobae, que el corte sólo obedeció a un “exceso de formalismo” en los horarios: “Lo valioso de este antecedente que tuvimos anoche es que estamos todos atentos y alertas y ninguno de nosotros queremos ningún tipo de censura.” Agregó que “las reglas son demasiado estrictas a veces en la radio y la televisión respecto de los horarios de conclusión de los programas”.
Continúa diciendo en la mitad del artículo que: “En la Argentina de hoy el periodismo vive una etapa de singular peligro. Nunca desde el retorno de la democracia se había producido la aparición de un conglomerado tan grande de medios abiertamente oficialistas, que además acostumbran cuestionar a los pocos medios independientes que aún cumplen su labor. Nunca antes del kirchnerismo se habían escuchado en boca de un presidente de la Nación ataques tan fuertes a esa prensa independiente e incluso a algunos de sus periodistas, mencionados con nombre y apellido.”
Para concluir con su claro mensaje para manipular a la opinión publica, y con un fuerte sentido de intencionalidad económica, señala: “Agreguemos el creciente acecho a Papel Prensa, perteneciente a La Nación, Clarín y al Estado, y el uso de la AFIP y otros organismos del Estado como herramienta de presión hacia empresas periodísticas y periodistas, y tendremos el muy preocupante contexto en el cual se inserta el grave episodio protagonizado por C5N, un canal que, dicho sea al margen, es considerado dentro de los afines al oficialismo. La verdad y la realidad han sido siempre los peores enemigos del kirchnerismo. De ahí su necesidad de atacar a quienes procuran revelar e investigar irregularidades en el sector público, y también su necesidad de contar con un periodismo obediente. Es por eso que están dados todos los componentes para engendrar el trágico y contagioso fenómeno de la autocensura en algunos periodistas, y también para que el menor acto de censura explícita adquiera proporciones ominosas.”
Tal vez la verdad y la realidad, como sugiere el matutino, no sólo no sean los peores enemigos del kirchnerismo, sino más bien todo lo contrario. ¿Cabe la posibilidad de que, luego de ocho años de gobierno, los grupos hegemónicos históricos en el periodismo argentino hayan perdido la fuerza de marcar agenda a los 40 millones de argentinos, como alguna vez tuvieron?
En caso de censura, ni Longobardi ni Hadad hubieran invitado a una persona que iba a ser crítica del gobierno, y mucho menos levantarla del aire para que un programa que mide un punto de rating, a lo sumo, sea tema de conversación durante varios días y se produzcan cientos de artículos al respecto. Creo que lo que no hay que perder es el sentido común, aunque este sea el más difícil de conservar.
Al terminar la semana de las sospechas de censura periodística por el abrupto corte del programa en C5N, el conductor, Marcelo Longobardi, y el dueño del canal, Daniel Hadad, aclararon públicamente el suceso.
“Censura en nuestros medios no es una palabra que exista”, afirmó Hadad, parado al lado de Longobardi, en una rueda de prensa improvisada afuera del Hospital Central de San Isidro, donde visitaron a Ángel “Baby” Etchecopar.
“Acá no hubo censura. Me siento muy respaldado por el canal”, afirmó por su parte el conductor del ciclo de entrevistas.
CENSURA. “En su comunicado numero 19, del 24 de marzo de 1976, se comunica a la población que la junta de comandantes generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a tareas subversivas o al terrorismo. Será recluido con prisión de hasta 10 años el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare, noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las fuerzas armadas, de seguridad o policiales.” (Diario La Prensa).
La censura es el poder que ejerce el Estado, persona o grupo influyente para prohibir la difusión a un estadío público de una noticia, de un libro, de una película o de algún documento a través y con el cual se pueda atentar contra la estabilidad de la persona o grupo, su subsistencia e incluso directamente contra su existencia.
Básicamente, el objetivo primordial que se persigue a través de la censura será siempre limitar, controlar la libertad de expresión, especialmente en aquellos casos en los cuales se postule una opinión contraria al orden establecido, porque, claro, históricamente siempre ha sido desde el palo de las ideas desde donde se ataca el orden establecido. Entonces, por esta situación, la censura suele ser el recurso más utilizado por las naciones que observan una forma de gobierno cercana a lo que es una dictadura. Por ello, todo lo que tiene que ver con el ejercicio del periodismo y las distintas formas que adoptará el arte, será el objeto de atención de aquellos organismos que en estos países tengan asignada la tarea de contralor.
La palabra censura tiene una connotación implícita que nos provoca a millones de argentinos remontarnos a la época más siniestra de nuestra historia. Es una acusación muy grave en un país en el cual se vive en democracia. Es una acusación muy grave a un gobierno, cuando el medio en cuestión tiene su propia agenda e ideología.
Supongo que si hubiese existido censura, Longobardi debería hacerlo público y denunciar a quienes lo censuraron. Caso contrario, sería cómplice de dicha censura. Y eso es un lujo que quienes creemos en los Derechos Humanos, no nos podemos permitir.
En el mismo programa televisivo, el escritor y periodista Jorge Asís criticó duramente al gobierno por más de diez minutos, y no sufrió ningún tipo de censura. ¿Por qué habría de padecerla entonces el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández?
En la Argentina, vivimos muchísimos años con falta de libertades y represiones a la prensa. Claramente, con lo sucedido en el programa de Longobardi el gobierno salió más dañado que beneficiado. Entonces, habría que preguntarse: ¿qué fue realmente lo que pasó?, y ¿quién se benefició?
Preguntas para las que yo no tengo respuestas. Evidentemente, con el correr de los días sabremos finalmente qué fue lo que ocurrió. <
Cuando leo lo publicado por el matutino La Nación el 15 de marzo de 2012 en la editorial titulada “El avance de la censura”, donde argumenta una serie de motivos que se sucedieron en el programa Longobardi en Vivo de la señal de Daniel Hadad, C5N, no puedo dejar de asombrarme de cómo “los medios opositores”, en vez de informar lo que ocurrió, tergiversan las realidades para “aggiornarlas” a su agenda propagandística.
La Nación arranca su editorial diciendo: “El programa que conducía anteanoche Marcelo Longobardi en el canal C5N, perteneciente al empresario Daniel Hadad, sufrió un abrupto corte mientras el periodista entrevistaba a Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Como el hecho ocurrió en momentos en que Fernández cuestionaba al gobierno, y la emisión fue súbitamente sacada del aire, cabe encuadrarlo como un peligroso acto de censura. Es cierto que ayer Hadad ensayó una explicación poco creíble al pedirles disculpas tanto a Fernández como a Longobardi en el transcurso del programa radial del periodista en Radio 10, también de Hadad. Sostuvo el empresario, dueño del Grupo Infobae, que el corte sólo obedeció a un “exceso de formalismo” en los horarios: “Lo valioso de este antecedente que tuvimos anoche es que estamos todos atentos y alertas y ninguno de nosotros queremos ningún tipo de censura.” Agregó que “las reglas son demasiado estrictas a veces en la radio y la televisión respecto de los horarios de conclusión de los programas”.
Continúa diciendo en la mitad del artículo que: “En la Argentina de hoy el periodismo vive una etapa de singular peligro. Nunca desde el retorno de la democracia se había producido la aparición de un conglomerado tan grande de medios abiertamente oficialistas, que además acostumbran cuestionar a los pocos medios independientes que aún cumplen su labor. Nunca antes del kirchnerismo se habían escuchado en boca de un presidente de la Nación ataques tan fuertes a esa prensa independiente e incluso a algunos de sus periodistas, mencionados con nombre y apellido.”
Para concluir con su claro mensaje para manipular a la opinión publica, y con un fuerte sentido de intencionalidad económica, señala: “Agreguemos el creciente acecho a Papel Prensa, perteneciente a La Nación, Clarín y al Estado, y el uso de la AFIP y otros organismos del Estado como herramienta de presión hacia empresas periodísticas y periodistas, y tendremos el muy preocupante contexto en el cual se inserta el grave episodio protagonizado por C5N, un canal que, dicho sea al margen, es considerado dentro de los afines al oficialismo. La verdad y la realidad han sido siempre los peores enemigos del kirchnerismo. De ahí su necesidad de atacar a quienes procuran revelar e investigar irregularidades en el sector público, y también su necesidad de contar con un periodismo obediente. Es por eso que están dados todos los componentes para engendrar el trágico y contagioso fenómeno de la autocensura en algunos periodistas, y también para que el menor acto de censura explícita adquiera proporciones ominosas.”
Tal vez la verdad y la realidad, como sugiere el matutino, no sólo no sean los peores enemigos del kirchnerismo, sino más bien todo lo contrario. ¿Cabe la posibilidad de que, luego de ocho años de gobierno, los grupos hegemónicos históricos en el periodismo argentino hayan perdido la fuerza de marcar agenda a los 40 millones de argentinos, como alguna vez tuvieron?
En caso de censura, ni Longobardi ni Hadad hubieran invitado a una persona que iba a ser crítica del gobierno, y mucho menos levantarla del aire para que un programa que mide un punto de rating, a lo sumo, sea tema de conversación durante varios días y se produzcan cientos de artículos al respecto. Creo que lo que no hay que perder es el sentido común, aunque este sea el más difícil de conservar.
Al terminar la semana de las sospechas de censura periodística por el abrupto corte del programa en C5N, el conductor, Marcelo Longobardi, y el dueño del canal, Daniel Hadad, aclararon públicamente el suceso.
“Censura en nuestros medios no es una palabra que exista”, afirmó Hadad, parado al lado de Longobardi, en una rueda de prensa improvisada afuera del Hospital Central de San Isidro, donde visitaron a Ángel “Baby” Etchecopar.
“Acá no hubo censura. Me siento muy respaldado por el canal”, afirmó por su parte el conductor del ciclo de entrevistas.
CENSURA. “En su comunicado numero 19, del 24 de marzo de 1976, se comunica a la población que la junta de comandantes generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a tareas subversivas o al terrorismo. Será recluido con prisión de hasta 10 años el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare, noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las fuerzas armadas, de seguridad o policiales.” (Diario La Prensa).
La censura es el poder que ejerce el Estado, persona o grupo influyente para prohibir la difusión a un estadío público de una noticia, de un libro, de una película o de algún documento a través y con el cual se pueda atentar contra la estabilidad de la persona o grupo, su subsistencia e incluso directamente contra su existencia.
Básicamente, el objetivo primordial que se persigue a través de la censura será siempre limitar, controlar la libertad de expresión, especialmente en aquellos casos en los cuales se postule una opinión contraria al orden establecido, porque, claro, históricamente siempre ha sido desde el palo de las ideas desde donde se ataca el orden establecido. Entonces, por esta situación, la censura suele ser el recurso más utilizado por las naciones que observan una forma de gobierno cercana a lo que es una dictadura. Por ello, todo lo que tiene que ver con el ejercicio del periodismo y las distintas formas que adoptará el arte, será el objeto de atención de aquellos organismos que en estos países tengan asignada la tarea de contralor.
La palabra censura tiene una connotación implícita que nos provoca a millones de argentinos remontarnos a la época más siniestra de nuestra historia. Es una acusación muy grave en un país en el cual se vive en democracia. Es una acusación muy grave a un gobierno, cuando el medio en cuestión tiene su propia agenda e ideología.
Supongo que si hubiese existido censura, Longobardi debería hacerlo público y denunciar a quienes lo censuraron. Caso contrario, sería cómplice de dicha censura. Y eso es un lujo que quienes creemos en los Derechos Humanos, no nos podemos permitir.
En el mismo programa televisivo, el escritor y periodista Jorge Asís criticó duramente al gobierno por más de diez minutos, y no sufrió ningún tipo de censura. ¿Por qué habría de padecerla entonces el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández?
En la Argentina, vivimos muchísimos años con falta de libertades y represiones a la prensa. Claramente, con lo sucedido en el programa de Longobardi el gobierno salió más dañado que beneficiado. Entonces, habría que preguntarse: ¿qué fue realmente lo que pasó?, y ¿quién se benefició?
Preguntas para las que yo no tengo respuestas. Evidentemente, con el correr de los días sabremos finalmente qué fue lo que ocurrió. <