IGNACIO OLIVERA DOLL Buenos Aires
Era el temor que Mercedes Marcó del Pont se había encargado de hacer explícito, en octubre pasado, durante una reunión con banqueros: que el incierto panorama local llevara a las entidades privadas a ser más cautelosas y las alentara a suspender las líneas de créditos en algunos segmentos, como lo hicieron durante la crisis del 2008 y 2009. El mal augurio, parece, empezó a cumplirse en estos meses: el tibio crecimiento que muestra el crédito registra una pobre contribución de los bancos privados, que debe ser apuntalado y reemplazada por las entidades del sector público.
El comportamiento quedó en evidencia en el último informe sobre bancos del Central. La expansión de los préstamos, tanto para consumo como para la producción, que había sido de entre 2% y 4% durante enero del año pasado en la banca privada, fue de apenas 0,7% en este último enero. Y se ubicó así entre tres y cuatro veces por debajo de la que mostró, en igual mes de este año, la banca pública: 2,5% mensual. La misma cautela se percibió en el crecimiento interanual de las líneas: para los públicos pasó de ser, entre enero de 2011 y enero de 2012, del 31,2% al 58%; para los privados, en cambio, cayó del 47% al 39%.
En el organismo oficial sostienen aún la idea de que, durante las crisis, los bancos privados buscan surfear sus negocios como ningún otro sector de la economía local y se esfuerzan por ser extremadamente conservadores, retaceando líneas que hasta entonces otorgaban al sector productivo, y aplicando una fuerte suba en las tasas de interés. Esta estrategia les resultó más que efectiva durante la crisis del 2008 y 2009, cuando lograron, curiosamente, un histórico aumento de la rentabilidad en el sector.
Hay, a simple vista, algunos motivos que justifican la menor expansión del crédito en el sistema financiero. Uno de ellos es la altísima tasa de crecimiento que se había alcanzado en el segundo semestre del año pasado que aparece, para los banqueros, imposibles de ser sostenida. Otro: el aumento en la morosidad que ya empezó a notarse en algunos créditos otorgados, por la suba del costo de vida que sufren las familias y la mayor tensión en la cadena de pagos de algunos sectores de la economía: el ratio de irregularidad pasó de 0,8% a 0,9% en los créditos a empresas, y de 2,2% a 2,3% en los destinados a individuos. El último de ellos, dicen, es la caída que perciben en la demanda, que no pudieron evitar a pesar de la fuerta baja de tasas de interés de los últimos meses. Eso explica que, en febrero, la tasa de crecimiento en los préstamos en pesos haya sido la mitad que en igual mes del 2011 y la más baja registrada en los últimos dos años: un 1,4% en personales; y apenas por encima del 1% en comerciales.
Los banqueros entienden que las líneas quedaron resentidas por una suba en el costo vida que aminoró fuertemente el consumo y una gran incertidumbre que empezó a postergar planes de inversión en las empresas. El año pasado, los préstamos al sector privado habían crecido siempre con tasas mensuales de entre 3% y 5%.
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Era el temor que Mercedes Marcó del Pont se había encargado de hacer explícito, en octubre pasado, durante una reunión con banqueros: que el incierto panorama local llevara a las entidades privadas a ser más cautelosas y las alentara a suspender las líneas de créditos en algunos segmentos, como lo hicieron durante la crisis del 2008 y 2009. El mal augurio, parece, empezó a cumplirse en estos meses: el tibio crecimiento que muestra el crédito registra una pobre contribución de los bancos privados, que debe ser apuntalado y reemplazada por las entidades del sector público.
El comportamiento quedó en evidencia en el último informe sobre bancos del Central. La expansión de los préstamos, tanto para consumo como para la producción, que había sido de entre 2% y 4% durante enero del año pasado en la banca privada, fue de apenas 0,7% en este último enero. Y se ubicó así entre tres y cuatro veces por debajo de la que mostró, en igual mes de este año, la banca pública: 2,5% mensual. La misma cautela se percibió en el crecimiento interanual de las líneas: para los públicos pasó de ser, entre enero de 2011 y enero de 2012, del 31,2% al 58%; para los privados, en cambio, cayó del 47% al 39%.
En el organismo oficial sostienen aún la idea de que, durante las crisis, los bancos privados buscan surfear sus negocios como ningún otro sector de la economía local y se esfuerzan por ser extremadamente conservadores, retaceando líneas que hasta entonces otorgaban al sector productivo, y aplicando una fuerte suba en las tasas de interés. Esta estrategia les resultó más que efectiva durante la crisis del 2008 y 2009, cuando lograron, curiosamente, un histórico aumento de la rentabilidad en el sector.
Hay, a simple vista, algunos motivos que justifican la menor expansión del crédito en el sistema financiero. Uno de ellos es la altísima tasa de crecimiento que se había alcanzado en el segundo semestre del año pasado que aparece, para los banqueros, imposibles de ser sostenida. Otro: el aumento en la morosidad que ya empezó a notarse en algunos créditos otorgados, por la suba del costo de vida que sufren las familias y la mayor tensión en la cadena de pagos de algunos sectores de la economía: el ratio de irregularidad pasó de 0,8% a 0,9% en los créditos a empresas, y de 2,2% a 2,3% en los destinados a individuos. El último de ellos, dicen, es la caída que perciben en la demanda, que no pudieron evitar a pesar de la fuerta baja de tasas de interés de los últimos meses. Eso explica que, en febrero, la tasa de crecimiento en los préstamos en pesos haya sido la mitad que en igual mes del 2011 y la más baja registrada en los últimos dos años: un 1,4% en personales; y apenas por encima del 1% en comerciales.
Los banqueros entienden que las líneas quedaron resentidas por una suba en el costo vida que aminoró fuertemente el consumo y una gran incertidumbre que empezó a postergar planes de inversión en las empresas. El año pasado, los préstamos al sector privado habían crecido siempre con tasas mensuales de entre 3% y 5%.
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