Con ocho años, Carmina, utiliza su netbook del plan S@rmiento para entretenerse en su casa mientras aguarda tareas escolares. Foto: LA NACION / Maxie Amena
Infografía: Brecha digital
Las computadoras todavía no pueden competir con la tiza blanca, el pizarrón, el cuaderno, la lapicera y el eterno lápiz negro. Por ahora, las netbooks de los programas Conectar Igualdad y S@armientoBA, de los gobiernos nacional y porteño, respectivamente, no encuentran su lugar en las aulas argentinas.
Según un estudio del Observatorio de la Educación Básica de la Argentina, los dos millones de computadoras personales entregadas a alumnos de los niveles primario y secundario se utilizan poco y nada en las aulas. El relevamiento fue hecho para indagar sobre las deficiencias del sistema y poder corregirlas.
Estas no son buenas noticias para quienes creían que los maestros y los profesores iban a reemplazar los instrumentos tradicionales de enseñanza por las nuevas tecnologías como forma de complementar o enriquecer los contenidos educativos. El diagnóstico muestra que los docentes, y en consecuencia los chicos, usan las netbooks casi exclusivamente en sus casas. El estudio del Observatorio, integrado por la Fundación del Centro de Estudios en Políticas Públicas, la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Banco Santander, y que cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación de la Nación, le puso datos a lo que había comenzado a notarse en el aula desde que comenzaron a entregarse las netbooks.
«Si bien el 90% de los profesores usan computadoras, no lo hacen en el aula», explicó el experto en educación, Gustavo Iaies, durante la presentación de los resultados del relevamiento y, agregó que, estos dispositivos tecnológicos, no encontraron aún un lugar curricular.
La falta de una currícula específica que incluya a la netbook dentro del aula es una de las explicaciones sobre la falta de resultados educativos de estos programas. Porque, si bien todos tienen la computadora, nadie sabe para qué usarla todavía.
Del estudio emerge que un 52% de los docentes del nivel primario no usa la computadora en la escuela. En cambio, un 73% manifestó que la emplea en su hogar. En el nivel secundario, esta cifra asciende a 58%, mientras que un 84% dijo que la conecta en su casa. Sólo un 8% de los maestros del nivel primario y un 10% del secundario expresaron que abren la netbook en el aula.
La encuesta fue efectuada entre 550 escuelas de todo el país, en las que fueron entrevistados 571 directores, 815 docentes y 325 preceptores. Esto ocurrió entre el 14 de noviembre y el 14 de diciembre del año pasado, La tarea de campo fue realizada por el equipo de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (Diniece) del Ministerio de Educación de la Nación.
«Se observa que la gran mayoría de los docentes saben manejar las computadoras y están familiarizados con ellas [97% en primaria y 98% en secundaria] saben buscar información en Internet y utilizar programas de procesamiento de texto Word [95 y 97%] pero ese conocimiento y uso no es trasladado a los salones de clase», sostiene el informe del Observatorio. La mayoría de los docentes opinó que el uso de computadoras es «satisfactorio» como herramienta educativa. Sin embargo, la pregunta que no aparece en el estudio, pero que se desprende del sentido común sería: ¿están dadas las condiciones para que todo este esfuerzo se vea reflejado efectivamente en la manera de aprender de los alumnos? Al parecer aún no.
«La verdad es que tendría que tener un asistente de sistemas dentro del aula; con 30 chicos aparecen problemas técnicos todo el tiempo y no podemos manejarlos nosotras solas: a los chicos se les acaba la batería, se les cuelgan los programas o hay quienes ya las tienen rotas», dijo esta semana una maestra de una escuela pública porteña, en una de las primeras reuniones de padres. A todo esto, el servicio técnico cuando una netbook se descompone puede demorar meses en llegar.
Otro dato que aparece como una limitante de estos programas es la distribución geográfica del acceso a Internet. El 24% de las computadoras entregadas entre los docentes del nivel primario no tiene ninguna conexión a Internet. En el nivel secundario, alcanza el 23%. Además, en ambos casos, la mayoría posee acceso limitado de tipo cablemódem o telefónica. Lo positivo es que la mayoría de los docentes (59% de primaria y 58% en secundaria) accede a Internet.
El Ministerio de Educación porteño, a diferencia del plan Conectar Igualdad, implementó un sistema de capacitación de los docentes antes de entregar las máquinas. Los maestros recibieron capacitación básica para el uso de las computadores que tienen acceso libre a Internet y, al mismo tiempo, a contenidos del plan S@rmiento con libros y actividades. Los chicos de la ciudad recibieron las computadoras el último día de clases del año pasado, con lo cual, la aproximación durante las vacaciones fue totalmente lúdica. «La usé todas las vacaciones para jugar, chatear con mis amigos y meterme en Facebook», dijo Carmina, y acerca del uso de la computadora en clase sostuvo: «La profe nos pidió que abriéramos el «libre office» y escribamos nuestro nombre en un documento con distintos tipos de letras… después lo guardamos en el escritorio de la compu: quedó lindísimo».
El especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Eugenio Severín, expresó hace un tiempo sobre este tema: «El que crea que comprando tecnología va a resolver los problemas educativos que venimos arrastrando por décadas en América latina está muy equivocado. Lo relevante es que nos propongamos mejorar nuestra educación teniendo a la tecnología como principal aliado y analizar cómo vamos a transformar las prácticas educativas para que sean adecuadas para los estudiantes del siglo XXI, que vienen enormemente predispuestos para la tecnología. Si no cambiamos la estrategia educativa, no vamos a ninguna parte, con computadoras o sin ellas».
Esto, de alguna manera, resume algo que presienten hoy los docentes: una cosa es que te regalen un auto y otra muy distinta es que te enseñen a conducirlo.
Estos programas que apenas comienzan aún pueden crecer y recuperar la expectativa de transportar a la escuela a una nueva época como se anunció al principio.
Con la colaboración de María Elena Polack .
Infografía: Brecha digital
Las computadoras todavía no pueden competir con la tiza blanca, el pizarrón, el cuaderno, la lapicera y el eterno lápiz negro. Por ahora, las netbooks de los programas Conectar Igualdad y S@armientoBA, de los gobiernos nacional y porteño, respectivamente, no encuentran su lugar en las aulas argentinas.
Según un estudio del Observatorio de la Educación Básica de la Argentina, los dos millones de computadoras personales entregadas a alumnos de los niveles primario y secundario se utilizan poco y nada en las aulas. El relevamiento fue hecho para indagar sobre las deficiencias del sistema y poder corregirlas.
Estas no son buenas noticias para quienes creían que los maestros y los profesores iban a reemplazar los instrumentos tradicionales de enseñanza por las nuevas tecnologías como forma de complementar o enriquecer los contenidos educativos. El diagnóstico muestra que los docentes, y en consecuencia los chicos, usan las netbooks casi exclusivamente en sus casas. El estudio del Observatorio, integrado por la Fundación del Centro de Estudios en Políticas Públicas, la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Banco Santander, y que cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación de la Nación, le puso datos a lo que había comenzado a notarse en el aula desde que comenzaron a entregarse las netbooks.
«Si bien el 90% de los profesores usan computadoras, no lo hacen en el aula», explicó el experto en educación, Gustavo Iaies, durante la presentación de los resultados del relevamiento y, agregó que, estos dispositivos tecnológicos, no encontraron aún un lugar curricular.
La falta de una currícula específica que incluya a la netbook dentro del aula es una de las explicaciones sobre la falta de resultados educativos de estos programas. Porque, si bien todos tienen la computadora, nadie sabe para qué usarla todavía.
Del estudio emerge que un 52% de los docentes del nivel primario no usa la computadora en la escuela. En cambio, un 73% manifestó que la emplea en su hogar. En el nivel secundario, esta cifra asciende a 58%, mientras que un 84% dijo que la conecta en su casa. Sólo un 8% de los maestros del nivel primario y un 10% del secundario expresaron que abren la netbook en el aula.
La encuesta fue efectuada entre 550 escuelas de todo el país, en las que fueron entrevistados 571 directores, 815 docentes y 325 preceptores. Esto ocurrió entre el 14 de noviembre y el 14 de diciembre del año pasado, La tarea de campo fue realizada por el equipo de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (Diniece) del Ministerio de Educación de la Nación.
«Se observa que la gran mayoría de los docentes saben manejar las computadoras y están familiarizados con ellas [97% en primaria y 98% en secundaria] saben buscar información en Internet y utilizar programas de procesamiento de texto Word [95 y 97%] pero ese conocimiento y uso no es trasladado a los salones de clase», sostiene el informe del Observatorio. La mayoría de los docentes opinó que el uso de computadoras es «satisfactorio» como herramienta educativa. Sin embargo, la pregunta que no aparece en el estudio, pero que se desprende del sentido común sería: ¿están dadas las condiciones para que todo este esfuerzo se vea reflejado efectivamente en la manera de aprender de los alumnos? Al parecer aún no.
«La verdad es que tendría que tener un asistente de sistemas dentro del aula; con 30 chicos aparecen problemas técnicos todo el tiempo y no podemos manejarlos nosotras solas: a los chicos se les acaba la batería, se les cuelgan los programas o hay quienes ya las tienen rotas», dijo esta semana una maestra de una escuela pública porteña, en una de las primeras reuniones de padres. A todo esto, el servicio técnico cuando una netbook se descompone puede demorar meses en llegar.
Otro dato que aparece como una limitante de estos programas es la distribución geográfica del acceso a Internet. El 24% de las computadoras entregadas entre los docentes del nivel primario no tiene ninguna conexión a Internet. En el nivel secundario, alcanza el 23%. Además, en ambos casos, la mayoría posee acceso limitado de tipo cablemódem o telefónica. Lo positivo es que la mayoría de los docentes (59% de primaria y 58% en secundaria) accede a Internet.
El Ministerio de Educación porteño, a diferencia del plan Conectar Igualdad, implementó un sistema de capacitación de los docentes antes de entregar las máquinas. Los maestros recibieron capacitación básica para el uso de las computadores que tienen acceso libre a Internet y, al mismo tiempo, a contenidos del plan S@rmiento con libros y actividades. Los chicos de la ciudad recibieron las computadoras el último día de clases del año pasado, con lo cual, la aproximación durante las vacaciones fue totalmente lúdica. «La usé todas las vacaciones para jugar, chatear con mis amigos y meterme en Facebook», dijo Carmina, y acerca del uso de la computadora en clase sostuvo: «La profe nos pidió que abriéramos el «libre office» y escribamos nuestro nombre en un documento con distintos tipos de letras… después lo guardamos en el escritorio de la compu: quedó lindísimo».
El especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Eugenio Severín, expresó hace un tiempo sobre este tema: «El que crea que comprando tecnología va a resolver los problemas educativos que venimos arrastrando por décadas en América latina está muy equivocado. Lo relevante es que nos propongamos mejorar nuestra educación teniendo a la tecnología como principal aliado y analizar cómo vamos a transformar las prácticas educativas para que sean adecuadas para los estudiantes del siglo XXI, que vienen enormemente predispuestos para la tecnología. Si no cambiamos la estrategia educativa, no vamos a ninguna parte, con computadoras o sin ellas».
Esto, de alguna manera, resume algo que presienten hoy los docentes: una cosa es que te regalen un auto y otra muy distinta es que te enseñen a conducirlo.
Estos programas que apenas comienzan aún pueden crecer y recuperar la expectativa de transportar a la escuela a una nueva época como se anunció al principio.
Con la colaboración de María Elena Polack .