Más del 60 por ciento de la población percibe un entorno cultural machista, pero, igual, la mitad considera que las mujeres por naturaleza son mejores para criar a los niños. La encuesta, de nivel nacional, revela la dosis machista presente en la sociedad.
Cinco de cada diez argentinos/as todavía creen que el rol más importante de la mujer es, por su naturaleza, cuidar de su hogar y dedicarse a la crianza de los hijos. Tres de cada cuatro consultado/as piensan que para el hombre tener un trabajo que asegure independencia es más importante que para la mujer. Los datos surgen de una encuesta nacional de la Consultora Ibarómetro, que analiza las dosis de machismo presentes en la sociedad y la percepción que tienen los habitantes de las desigualdades entre varones y mujeres. El 63 por ciento de los encuestados/as percibe un entorno cultural impregnado de machismo: es decir, la mayoría reconoce entre los argentinos/as conductas y pensamientos machistas. De las respuestas se desprende que hay sobredosis de machismo en la mitad de la población. Curiosamente, las adhesiones a afirmaciones típicamente machistas en relación con la sexualidad son menores que en relación con otras cuestiones. En todas las respuestas, siempre las dosis de machismo son menores en la Ciudad de Buenos Aires en comparación con el interior del país y a medida que aumenta el nivel educativo, y entre los jóvenes. Hay otro dato alentador: casi el 70 por ciento desea que el país concentre sus esfuerzos en superar las desigualdades entre hombres y mujeres.
Es significativo que el terreno de la política, un espacio que históricamente estuvo dominado por hombres, es visto como el más equitativo, en comparación con el ámbito laboral y de la pareja, donde la percepción de la desigualdad se encuentra más acentuada, particularmente desde la mirada de las mujeres que, claro, hablan seguramente por experiencia (ver cuadro aparte). En Ibarómetro evalúan que el efecto CFK puede tener que ver con esta mirada sobre la política como un territorio menos adverso para las mujeres. Estimamos que el desempeño de Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia, su forma en el ejercicio del poder combinado con su feminidad, tuvo un impacto cultural que hace que se perciba la política como un espacio donde las mujeres son menos discriminadas que en otros ámbitos, señaló a Página/12 Ignacio Ramírez, director de Estudios de Opinión y Mercado de Ibarómetro. Al mismo tiempo, el estudio de opinión encontró que una amplia mayoría (63%, sin demasiada diferencia en las respuestas entre varones y mujeres) considera que tanto unos como otras están preparados por igual para ejercer puestos de poder, sea político o económico. Está muy reducida la idea de que los hombres tienen más capacidades para gobernar, agregó Ramírez, y también lo adjudicó al efecto CFK. Sin embargo, cuando se preguntó cuán de acuerdo está con la siguiente frase: Como jueces, los hombres siempre serán más imparciales que las mujeres, casi la mitad de los encuestados/as dijo estar totalmente o parcialmente de acuerdo. Sólo un 34 por ciento afirmó estar parcialmente o totalmente en desacuerdo. En esta, como en otras preguntas, saltó la sobredosis de machismo que abunda en el interior del país: allí casi el 54 por ciento consideró a las mujeres menos dotadas de imparcialidad, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires esa creencia se reduce al 28 por ciento de los encuestados.
El relevamiento se hizo a través de una encuesta telefónica en una muestra de mil casos a mediados de febrero. El objetivo del estudio fue evaluar los niveles de desigualdad percibida en diferentes ámbitos de la vida social y calibrar, mediante la elaboración de un índice ad hoc, la presencia de actitudes machistas en diversos segmentos de la sociedad, explicó Ramírez.
El 47 por ciento de los argentinos/as percibe que en general la desigualdad entre mujeres y hombres es muy o bastante grande: es interesante observar que ese porcentaje promedio trepa al 50,5 por ciento si se analizan las respuestas femeninas y baja al 44,7 por ciento entre las masculinas. Es decir, las mujeres tienen una mirada más crítica a la hora de pensar sobre la magnitud de las desigualdades entre los sexos en el país. Unicamente un 5,4 por ciento del total las considera inexistentes.
En relación con la evolución de la sociedad en materia de igualdad de género, casi el 50 por ciento de los varones cree que las desigualdades son menores que diez años atrás. Las mujeres, en cambio, no tienen la misma mirada optimista: sólo el 37 por ciento considera que el panorama mejoró en esa materia. Más o menos esos mismos porcentajes se mantienen cuando se les pregunta a unos y otras, comparado con otros países de Latinoamérica, ¿Cómo cree que se encuentra la Argentina en cuestiones de igualdad entre hombres y mujeres?. Para el 54 por ciento de los varones y el 36 por ciento de las mujeres, estamos mejor.
Si bien la mayoría de los argentinos reconoce algún grado de desigualdad entre mujeres y varones muy grande, bastante grande o pequeña, existen divergencias a la hora de conceptualizar esas asimetrías. El 32 por ciento las piensa en términos de injusticias, mientras que para casi el 45 por ciento la desigualdad significa diferencias vinculadas con cuestiones biológicas, pero desprovistas del componente de injusticia. En este punto nuevamente surgen diferencias importantes en la mirada de hombres y mujeres. Los hombres tienden a asociar en mayor medida que las mujeres la desigualdad con la idea de diferencias. Es decir, no se lo ve como un problema cultural y en ese punto es más difícil que se las cuestione, advirtió Ramírez.
Para el relevamiento, Ibarómetro diseñó un índice de machismo que condensa actitudes y valores que se encuadran dentro de una matriz machista. En una escala del 1 al 10, nuestro estudio arrojó un índice de machismo de 3,5 para el conjunto de los argentinos/as. Existen distintos segmentos de la sociedad en los que el nivel de machismo sube o cae en forma significativa, lo cual ilumina estrechas relaciones entre la cultura de género y el nivel educativo, el sexo, la región del país y la edad. Entre los hombres, los niveles educativos más bajos, los habitantes del interior del país y los mayores de 60 años, observamos que el machismo se encuentra más extendido, señaló Ignacio Ramírez, director de Estudios de Opinión y Mercado de Ibarómetro.
El índice se elaboró en base a la adhesión a diez indicadores de machismo elaborados por la consultora. Se calificó de nada-poco machista a los ciudadanos/as que adhieren hasta 3 o menos premisas machistas; ese segmento representa el 51 por ciento de la sociedad. El restante 49 por ciento corresponde a los bastante-muy machistas, quienes están de acuerdo con entre 4 y 10 premisas (ver recuadro aparte).
Con respecto al modelo familiar y de pareja ideal, las preferencias se reparten en proporciones similares. Para el 50 por ciento de los encuestados/as, el esquema más adecuado es aquel en el que el hombre y la mujer trabajan lo mismo y los dos se ocupan por igual del hogar y los hijos. La mitad restante se inclina por alternativas más asimétricas: casi un 32 por ciento elige que la mujer trabaje menos y se ocupe más del hogar y de los hijos, y un 16,5 por ciento prefiere el modelo más tradicional, donde sólo el hombre trabaja y la mujer se encarga completamente de las tareas domésticas y los hijos. Esta tercera modalidad cae al 11 por ciento entre los jóvenes, y al 6 por ciento en el conjunto de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires.
Todavía para casi 6 de cada 10 encuestados/as el rol más importante de la mujer es cuidar de su hogar y cocinar para la familia. Esta idea tiende a tener menos adhesión a medida que aumenta el nivel educativo, en la Ciudad de Buenos Aires y también pero en forma más tenue entre los jóvenes.
No obstante, 6 de cada 10 no están de acuerdo con que tiene que ser el hombre quien deba tomar las decisiones importantes en el hogar.
Uno de cada dos entrevistados/as advierte que las mujeres ganan menos que los hombres por los mismos puestos de trabajo. Pero, nuevamente, si el promedio se desglosa por sexos, el 54,5 por ciento de ellas y apenas el 41,5 por ciento de ellos considera que se da esa situación. De todas formas, la mayoría de hombres (58%) y mujeres (73%) cree que ellas enfrentan más dificultadas que ellos para acceder a puestos directivos en empresas o instituciones. Cuando se les pregunta a qué adjudican esa situación, hay un 21 por ciento de varones que responde que ellas tienen menor capacidad o menor preparación (sólo un 5% de mujeres opta por esta respuesta). Las mujeres le adjudican gran relevancia al hecho de que el entorno laboral está dominado por hombres que no confían en ellas (42%) y también a que disponen de menos tiempo debido a las cargas familiares (37%). Para los varones, esta última razón, es decir, el desafío de conciliar familia y trabajo, está bastante invisibilizada: sólo el 18 por ciento de ellos piensa que éste puede ser un motivo que conspira contra el desarrollo laboral femenino.
Cinco de cada diez argentinos/as todavía creen que el rol más importante de la mujer es, por su naturaleza, cuidar de su hogar y dedicarse a la crianza de los hijos. Tres de cada cuatro consultado/as piensan que para el hombre tener un trabajo que asegure independencia es más importante que para la mujer. Los datos surgen de una encuesta nacional de la Consultora Ibarómetro, que analiza las dosis de machismo presentes en la sociedad y la percepción que tienen los habitantes de las desigualdades entre varones y mujeres. El 63 por ciento de los encuestados/as percibe un entorno cultural impregnado de machismo: es decir, la mayoría reconoce entre los argentinos/as conductas y pensamientos machistas. De las respuestas se desprende que hay sobredosis de machismo en la mitad de la población. Curiosamente, las adhesiones a afirmaciones típicamente machistas en relación con la sexualidad son menores que en relación con otras cuestiones. En todas las respuestas, siempre las dosis de machismo son menores en la Ciudad de Buenos Aires en comparación con el interior del país y a medida que aumenta el nivel educativo, y entre los jóvenes. Hay otro dato alentador: casi el 70 por ciento desea que el país concentre sus esfuerzos en superar las desigualdades entre hombres y mujeres.
Es significativo que el terreno de la política, un espacio que históricamente estuvo dominado por hombres, es visto como el más equitativo, en comparación con el ámbito laboral y de la pareja, donde la percepción de la desigualdad se encuentra más acentuada, particularmente desde la mirada de las mujeres que, claro, hablan seguramente por experiencia (ver cuadro aparte). En Ibarómetro evalúan que el efecto CFK puede tener que ver con esta mirada sobre la política como un territorio menos adverso para las mujeres. Estimamos que el desempeño de Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia, su forma en el ejercicio del poder combinado con su feminidad, tuvo un impacto cultural que hace que se perciba la política como un espacio donde las mujeres son menos discriminadas que en otros ámbitos, señaló a Página/12 Ignacio Ramírez, director de Estudios de Opinión y Mercado de Ibarómetro. Al mismo tiempo, el estudio de opinión encontró que una amplia mayoría (63%, sin demasiada diferencia en las respuestas entre varones y mujeres) considera que tanto unos como otras están preparados por igual para ejercer puestos de poder, sea político o económico. Está muy reducida la idea de que los hombres tienen más capacidades para gobernar, agregó Ramírez, y también lo adjudicó al efecto CFK. Sin embargo, cuando se preguntó cuán de acuerdo está con la siguiente frase: Como jueces, los hombres siempre serán más imparciales que las mujeres, casi la mitad de los encuestados/as dijo estar totalmente o parcialmente de acuerdo. Sólo un 34 por ciento afirmó estar parcialmente o totalmente en desacuerdo. En esta, como en otras preguntas, saltó la sobredosis de machismo que abunda en el interior del país: allí casi el 54 por ciento consideró a las mujeres menos dotadas de imparcialidad, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires esa creencia se reduce al 28 por ciento de los encuestados.
El relevamiento se hizo a través de una encuesta telefónica en una muestra de mil casos a mediados de febrero. El objetivo del estudio fue evaluar los niveles de desigualdad percibida en diferentes ámbitos de la vida social y calibrar, mediante la elaboración de un índice ad hoc, la presencia de actitudes machistas en diversos segmentos de la sociedad, explicó Ramírez.
El 47 por ciento de los argentinos/as percibe que en general la desigualdad entre mujeres y hombres es muy o bastante grande: es interesante observar que ese porcentaje promedio trepa al 50,5 por ciento si se analizan las respuestas femeninas y baja al 44,7 por ciento entre las masculinas. Es decir, las mujeres tienen una mirada más crítica a la hora de pensar sobre la magnitud de las desigualdades entre los sexos en el país. Unicamente un 5,4 por ciento del total las considera inexistentes.
En relación con la evolución de la sociedad en materia de igualdad de género, casi el 50 por ciento de los varones cree que las desigualdades son menores que diez años atrás. Las mujeres, en cambio, no tienen la misma mirada optimista: sólo el 37 por ciento considera que el panorama mejoró en esa materia. Más o menos esos mismos porcentajes se mantienen cuando se les pregunta a unos y otras, comparado con otros países de Latinoamérica, ¿Cómo cree que se encuentra la Argentina en cuestiones de igualdad entre hombres y mujeres?. Para el 54 por ciento de los varones y el 36 por ciento de las mujeres, estamos mejor.
Si bien la mayoría de los argentinos reconoce algún grado de desigualdad entre mujeres y varones muy grande, bastante grande o pequeña, existen divergencias a la hora de conceptualizar esas asimetrías. El 32 por ciento las piensa en términos de injusticias, mientras que para casi el 45 por ciento la desigualdad significa diferencias vinculadas con cuestiones biológicas, pero desprovistas del componente de injusticia. En este punto nuevamente surgen diferencias importantes en la mirada de hombres y mujeres. Los hombres tienden a asociar en mayor medida que las mujeres la desigualdad con la idea de diferencias. Es decir, no se lo ve como un problema cultural y en ese punto es más difícil que se las cuestione, advirtió Ramírez.
Para el relevamiento, Ibarómetro diseñó un índice de machismo que condensa actitudes y valores que se encuadran dentro de una matriz machista. En una escala del 1 al 10, nuestro estudio arrojó un índice de machismo de 3,5 para el conjunto de los argentinos/as. Existen distintos segmentos de la sociedad en los que el nivel de machismo sube o cae en forma significativa, lo cual ilumina estrechas relaciones entre la cultura de género y el nivel educativo, el sexo, la región del país y la edad. Entre los hombres, los niveles educativos más bajos, los habitantes del interior del país y los mayores de 60 años, observamos que el machismo se encuentra más extendido, señaló Ignacio Ramírez, director de Estudios de Opinión y Mercado de Ibarómetro.
El índice se elaboró en base a la adhesión a diez indicadores de machismo elaborados por la consultora. Se calificó de nada-poco machista a los ciudadanos/as que adhieren hasta 3 o menos premisas machistas; ese segmento representa el 51 por ciento de la sociedad. El restante 49 por ciento corresponde a los bastante-muy machistas, quienes están de acuerdo con entre 4 y 10 premisas (ver recuadro aparte).
Con respecto al modelo familiar y de pareja ideal, las preferencias se reparten en proporciones similares. Para el 50 por ciento de los encuestados/as, el esquema más adecuado es aquel en el que el hombre y la mujer trabajan lo mismo y los dos se ocupan por igual del hogar y los hijos. La mitad restante se inclina por alternativas más asimétricas: casi un 32 por ciento elige que la mujer trabaje menos y se ocupe más del hogar y de los hijos, y un 16,5 por ciento prefiere el modelo más tradicional, donde sólo el hombre trabaja y la mujer se encarga completamente de las tareas domésticas y los hijos. Esta tercera modalidad cae al 11 por ciento entre los jóvenes, y al 6 por ciento en el conjunto de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires.
Todavía para casi 6 de cada 10 encuestados/as el rol más importante de la mujer es cuidar de su hogar y cocinar para la familia. Esta idea tiende a tener menos adhesión a medida que aumenta el nivel educativo, en la Ciudad de Buenos Aires y también pero en forma más tenue entre los jóvenes.
No obstante, 6 de cada 10 no están de acuerdo con que tiene que ser el hombre quien deba tomar las decisiones importantes en el hogar.
Uno de cada dos entrevistados/as advierte que las mujeres ganan menos que los hombres por los mismos puestos de trabajo. Pero, nuevamente, si el promedio se desglosa por sexos, el 54,5 por ciento de ellas y apenas el 41,5 por ciento de ellos considera que se da esa situación. De todas formas, la mayoría de hombres (58%) y mujeres (73%) cree que ellas enfrentan más dificultadas que ellos para acceder a puestos directivos en empresas o instituciones. Cuando se les pregunta a qué adjudican esa situación, hay un 21 por ciento de varones que responde que ellas tienen menor capacidad o menor preparación (sólo un 5% de mujeres opta por esta respuesta). Las mujeres le adjudican gran relevancia al hecho de que el entorno laboral está dominado por hombres que no confían en ellas (42%) y también a que disponen de menos tiempo debido a las cargas familiares (37%). Para los varones, esta última razón, es decir, el desafío de conciliar familia y trabajo, está bastante invisibilizada: sólo el 18 por ciento de ellos piensa que éste puede ser un motivo que conspira contra el desarrollo laboral femenino.