El líder de Nuevo Encuentro no duda en identificarse dentro del proyecto que encabeza Cristina Fernández. “Tiene un coraje, una solidez y una capacidad transformadora realmente extraordinarios”, señala en relación a la presidenta, al tiempo que subraya la plena pertenencia de su espacio al universo kirchnerista. En esta charla se refiere a la agenda parlamentaria del oficialismo, al acto del kirchnerismo del próximo viernes 27 en el estadio de Vélez Sarsfield, y retoma sus críticas al gobernador de Buenos Aires. “Scioli es parte del plan del establishment”, asegura.
–¿Cómo tomó la decisión del gobierno de recuperar YPF?
–Con enorme alegría, por supuesto. Como la inmensa mayoría de los argentinos y argentinas, y como todos los que estamos comprometidos con este proyecto nacional y popular que encabeza Cristina. Se trata de un gran paso, un paso estratégico para el futuro del país y fundamental para consolidar este presente transformador. Cristina profundiza el modelo de crecimiento con inclusión social y distribución de la riqueza iniciado en 2003 y lo hace con mucha fuerza, en un tema que tiene una carga simbólica importantísima para los argentinos y un impacto muy fuerte y positivo en toda la economía del país. La presidenta tiene un coraje, una solidez y una capacidad transformadora realmente extraordinarios. Y este proyecto vuelve a demostrarlo.
–En España, tanto los directivos de Repsol como el propio gobierno de Rajoy fueron muy críticos ante el anuncio.
–Tienen derecho a decir lo que quieran respecto de esta decisión soberana de la Argentina. Lo que no pueden es pretender que nos quedemos de brazos cruzados mientras se llevan nuestros recursos, ni que aceptemos detener el crecimiento o importar petróleo cuando lo tenemos en nuestro suelo sin explorar. Hace 200 años que Argentina dejó de ser una colonia, y si bien la dictadura y el menemismo pusieron al Estado al servicio de la destrucción nacional y del libre mercado, vivimos un presente de reconstrucción de nuestra soberanía, en el que somos los argentinos y las argentinas los que decidimos sobre nuestro futuro y sobre cómo queremos crecer.
–También acá se escucharon voces críticas, como la de Macri.
–De parte de él realmente no sorprende. Macri es una persona de derecha que expresa los mismos intereses que expresó Menem en los ’90. En aquella década fue parte de la pata empresaria que se enriqueció gracias a un Estado dedicado a hacer negocios y a entregar el patrimonio nacional a la fiesta obscena del mercado. Pero más allá de que es natural desde sus ideas rechazar el proyecto, llama la atención que defienda a Repsol, que no invirtió en exploración, que vació los pozos existentes y que hizo caer la producción de crudo y de gas, al punto de obligar a importar y generar déficit en la balanza comercial. Repsol transformó a YPF en una fuente constante de ganancias para los accionistas, y la lógica de remitir dividendos sin invertir le permitió desarrollarse en otras plazas, a costa de poner a la Argentina en una situación de desabastecimiento. Para Macri es más importante el interés y el negocio de una empresa antes que las necesidades del país y los argentinos. Y para nosotros es exactamente al revés, siempre vamos a priorizar el interés popular. Pero hay que destacar que el consenso sobre el proyecto trasciende al oficialismo. La mayoría de los bloques y partidos lo apoyan.
–¿Esperaban este anuncio?
–Sí. Desde el Frente Nacional por la Soberanía Energética, que integramos con Hugo Yasky, la CTA y otros sectores del espacio kirchnerista, planteamos hace unos meses esta situación y la necesidad de recuperar el control estatal sobre los hidrocarburos y el gas. Consideramos que el proyecto impulsado por la presidenta es el paso que hace falta para que YPF vuelva a ser una gran empresa, en línea con las necesidades energéticas necesarias para garantizar el modelo de desarrollo inclusivo, para aumentar la producción industrial y generar más empleo y más consumo popular. Esa lógica rupturista, de seguir corriendo los límites de lo posible que mostró Néstor Kirchner durante su gestión, recuperando la vocación transformadora de la política, es la misma que caracteriza al gobierno de Cristina. Por otro lado, la medida está pensada con responsabilidad, atendiendo a las necesidades y las posibilidades del país. Es una medida que da cuenta de que la energía tiene que estar en función de los intereses de la Nación.
–Algunos opositores y economistas advierten sobre el impacto de una decisión como esta.
–Los mismos que auguraban que el proceso de desendeudamiento complicaría al país en términos de inversiones y de ingresos a los mercados mundiales, aun cuando se demostró que la inversión es constante y la Argentina exporta muy bien, ahora dicen que la recuperación del control estatal sobre YPF va a acarrear juicios y desconfianza internacional. Son los que auguraban que el dólar llegaría a nueve pesos, que íbamos a importar leche, que se venía el apocalipsis o que nos quedaríamos sin reservas. Ocurrió todo lo contrario, y la sociedad se da cuenta de cuál es el país real y cuál el que describen y desean los dirigentes y los medios opositores.
–¿Cómo cree que cambiará la dinámica parlamentaria con el recambio en su composición el pasado 10 de diciembre?
–Primero hay que señalar que el desempeño opositor en estos últimos años fue muy triste y conviene no olvidarlo. Fue uno de los períodos en el que salieron menos leyes, fruto de que el rejunte opositor, en torno al llamado Grupo A, sólo sirvió para frenar algunas iniciativas que impulsábamos desde el oficialismo. A pesar de tener quórum propio, no lograron ponerse de acuerdo para encaminar proyectos, y se limitaron a obstaculizar las propuestas del gobierno. El 23 de octubre, con el impresionante apoyo popular que tuvo Cristina en las urnas, la sociedad construyó una nueva mayoría parlamentaria, para que el Congreso estuviera en sintonía con el rumbo transformador del gobierno nacional. Tal como lo planteó ella misma ante la Asamblea Legislativa, viene una etapa en la que hay que construir más fuertemente el bagaje normativo que aporte mayor institucionalidad a los pasos dados en estos años. Y en eso estamos.
–Nuevo Encuentro, como fuerza aliada al kirchnerismo, ¿va a estar presente en el acto en Vélez el próximo viernes?
–Ante todo, Nuevo Encuentro no es una fuerza aliada, sino que somos parte del kirchnerismo. Somos una de las fuerzas políticas que compone el universo kirchnerista en la Argentina. Para nosotros este es un momento fundante de una nueva etapa del movimiento nacional, popular y democrático y, en ese sentido, creemos que sería importante que este proceso tan rico pueda construir la gran fuerza política liderada por Cristina que le dé anclaje territorial al momento que vive el país. Hoy, cada uno es kirchnerista desde su fuerza, nos une el proyecto nacional encabezado por la presidenta. Y hay que seguir construyendo con más unidad y más organización la casa común que nos contenga a todos.
–¿Es esa pertenencia la que explica la presencia en el acto en el estadio de Vélez?
–Por supuesto. Es una convocatoria que estamos haciendo todos los sectores kirchneristas a encontrarnos en un gran abrazo popular en torno a Cristina, para darle más fuerza y seguir avanzando en la profundización del proyecto nacional y popular.
–¿Cómo congenia esa pertenencia al kirchnerismo y al gobierno con el enfrentamiento a estructuras provinciales que también forman parte del dispositivo político oficial?
–El gobierno de Cristina, al igual que el de Néstor, concita el respaldo de numerosos sectores, con muchos de los cuales tenemos enormes coincidencias. Del mismo modo, hay otros con los que priman las diferencias, y en esos territorios provinciales enfrentamos sus políticas públicas porque no están en sintonía con el proceso transformador que está viviendo el país.
–En la provincia de Buenos Aires ustedes enfrentan al gobernador Daniel Scioli, quien a su vez quiere construir su candidatura a presidente.
–Sí, y tiene todo el derecho de tener esa ambición. Pero nosotros creemos que él es parte del plan del establishment para clausurar por derecha el proceso que vive el país. Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar este proceso político y torcer el rumbo de transformaciones profundas iniciadas en 2003. Se queda quieto, evita discutir, pero tampoco corrige los déficits de su gestión provincial, aun cuando se cuestionan políticas públicas conservadoras e incluso reaccionarias, que están en la antítesis de las que impulsa el gobierno nacional. El caso más claro es el de la seguridad, pero en la mayoría de las áreas se ve ese contraste.
–¿Cuál es el vínculo de Nuevo Encuentro con otros espacios kirchneristas?
–Estamos militando en numerosos lugares con compañeros y compañeras de distintas corrientes del kirchnerismo, con el objetivo de darle una organicidad común a esa identidad liderada por Cristina, y continuidad y profundidad a este presente que estamos viviendo a favor de las grandes mayorías populares. Por eso tenemos relación y trabajo conjunto con muchas agrupaciones en todo el territorio del país. En la provincia de Buenos Aires, a pesar de haber ido en propuestas electorales distintas, estamos caminando juntos y en la misma dirección con dirigentes como el vicegobernador Gabriel Mariotto y organizaciones como La Cámpora, entre otras. El próximo viernes, en el estadio de Vélez, vamos a encontrarnos nuevamente como lo hacemos día a día en los distritos y como lo venimos haciendo desde hace décadas, enfrentando a los sectores conservadores y construyendo una patria más justa y para todos. <
Proyectos claves a tratar en el Congreso
–Cuáles son las prioridades en el Congreso con una composición mayoritariamente oficialista?
–La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central que ya votamos es trascendente, porque pone a esa entidad en sintonía con un desarrollo económico más justo. Ahora estamos esperando en Diputados la media sanción de la declaración de interés público del autoabastecimiento hidrocarburífero, para dar este paso enorme del que hablábamos antes. Además ya votamos otros temas importantísimos, como la derogación de la figura de avenimiento, el agravamiento de penas por femicidio, o el traspaso de transportes públicos porteños a la órbita de la Ciudad. Y es más, la nueva composición del Congreso arrancó en diciembre con reformas trascendentes como la dignificación del trabajador rural, el límite a la extranjerización de la tierra o la declaración de interés público de la fabricación de pasta celulosa para fabricar papel para diarios, una medida directamente vinculada a la libertad de expresión.
–¿Cómo tomó la decisión del gobierno de recuperar YPF?
–Con enorme alegría, por supuesto. Como la inmensa mayoría de los argentinos y argentinas, y como todos los que estamos comprometidos con este proyecto nacional y popular que encabeza Cristina. Se trata de un gran paso, un paso estratégico para el futuro del país y fundamental para consolidar este presente transformador. Cristina profundiza el modelo de crecimiento con inclusión social y distribución de la riqueza iniciado en 2003 y lo hace con mucha fuerza, en un tema que tiene una carga simbólica importantísima para los argentinos y un impacto muy fuerte y positivo en toda la economía del país. La presidenta tiene un coraje, una solidez y una capacidad transformadora realmente extraordinarios. Y este proyecto vuelve a demostrarlo.
–En España, tanto los directivos de Repsol como el propio gobierno de Rajoy fueron muy críticos ante el anuncio.
–Tienen derecho a decir lo que quieran respecto de esta decisión soberana de la Argentina. Lo que no pueden es pretender que nos quedemos de brazos cruzados mientras se llevan nuestros recursos, ni que aceptemos detener el crecimiento o importar petróleo cuando lo tenemos en nuestro suelo sin explorar. Hace 200 años que Argentina dejó de ser una colonia, y si bien la dictadura y el menemismo pusieron al Estado al servicio de la destrucción nacional y del libre mercado, vivimos un presente de reconstrucción de nuestra soberanía, en el que somos los argentinos y las argentinas los que decidimos sobre nuestro futuro y sobre cómo queremos crecer.
–También acá se escucharon voces críticas, como la de Macri.
–De parte de él realmente no sorprende. Macri es una persona de derecha que expresa los mismos intereses que expresó Menem en los ’90. En aquella década fue parte de la pata empresaria que se enriqueció gracias a un Estado dedicado a hacer negocios y a entregar el patrimonio nacional a la fiesta obscena del mercado. Pero más allá de que es natural desde sus ideas rechazar el proyecto, llama la atención que defienda a Repsol, que no invirtió en exploración, que vació los pozos existentes y que hizo caer la producción de crudo y de gas, al punto de obligar a importar y generar déficit en la balanza comercial. Repsol transformó a YPF en una fuente constante de ganancias para los accionistas, y la lógica de remitir dividendos sin invertir le permitió desarrollarse en otras plazas, a costa de poner a la Argentina en una situación de desabastecimiento. Para Macri es más importante el interés y el negocio de una empresa antes que las necesidades del país y los argentinos. Y para nosotros es exactamente al revés, siempre vamos a priorizar el interés popular. Pero hay que destacar que el consenso sobre el proyecto trasciende al oficialismo. La mayoría de los bloques y partidos lo apoyan.
–¿Esperaban este anuncio?
–Sí. Desde el Frente Nacional por la Soberanía Energética, que integramos con Hugo Yasky, la CTA y otros sectores del espacio kirchnerista, planteamos hace unos meses esta situación y la necesidad de recuperar el control estatal sobre los hidrocarburos y el gas. Consideramos que el proyecto impulsado por la presidenta es el paso que hace falta para que YPF vuelva a ser una gran empresa, en línea con las necesidades energéticas necesarias para garantizar el modelo de desarrollo inclusivo, para aumentar la producción industrial y generar más empleo y más consumo popular. Esa lógica rupturista, de seguir corriendo los límites de lo posible que mostró Néstor Kirchner durante su gestión, recuperando la vocación transformadora de la política, es la misma que caracteriza al gobierno de Cristina. Por otro lado, la medida está pensada con responsabilidad, atendiendo a las necesidades y las posibilidades del país. Es una medida que da cuenta de que la energía tiene que estar en función de los intereses de la Nación.
–Algunos opositores y economistas advierten sobre el impacto de una decisión como esta.
–Los mismos que auguraban que el proceso de desendeudamiento complicaría al país en términos de inversiones y de ingresos a los mercados mundiales, aun cuando se demostró que la inversión es constante y la Argentina exporta muy bien, ahora dicen que la recuperación del control estatal sobre YPF va a acarrear juicios y desconfianza internacional. Son los que auguraban que el dólar llegaría a nueve pesos, que íbamos a importar leche, que se venía el apocalipsis o que nos quedaríamos sin reservas. Ocurrió todo lo contrario, y la sociedad se da cuenta de cuál es el país real y cuál el que describen y desean los dirigentes y los medios opositores.
–¿Cómo cree que cambiará la dinámica parlamentaria con el recambio en su composición el pasado 10 de diciembre?
–Primero hay que señalar que el desempeño opositor en estos últimos años fue muy triste y conviene no olvidarlo. Fue uno de los períodos en el que salieron menos leyes, fruto de que el rejunte opositor, en torno al llamado Grupo A, sólo sirvió para frenar algunas iniciativas que impulsábamos desde el oficialismo. A pesar de tener quórum propio, no lograron ponerse de acuerdo para encaminar proyectos, y se limitaron a obstaculizar las propuestas del gobierno. El 23 de octubre, con el impresionante apoyo popular que tuvo Cristina en las urnas, la sociedad construyó una nueva mayoría parlamentaria, para que el Congreso estuviera en sintonía con el rumbo transformador del gobierno nacional. Tal como lo planteó ella misma ante la Asamblea Legislativa, viene una etapa en la que hay que construir más fuertemente el bagaje normativo que aporte mayor institucionalidad a los pasos dados en estos años. Y en eso estamos.
–Nuevo Encuentro, como fuerza aliada al kirchnerismo, ¿va a estar presente en el acto en Vélez el próximo viernes?
–Ante todo, Nuevo Encuentro no es una fuerza aliada, sino que somos parte del kirchnerismo. Somos una de las fuerzas políticas que compone el universo kirchnerista en la Argentina. Para nosotros este es un momento fundante de una nueva etapa del movimiento nacional, popular y democrático y, en ese sentido, creemos que sería importante que este proceso tan rico pueda construir la gran fuerza política liderada por Cristina que le dé anclaje territorial al momento que vive el país. Hoy, cada uno es kirchnerista desde su fuerza, nos une el proyecto nacional encabezado por la presidenta. Y hay que seguir construyendo con más unidad y más organización la casa común que nos contenga a todos.
–¿Es esa pertenencia la que explica la presencia en el acto en el estadio de Vélez?
–Por supuesto. Es una convocatoria que estamos haciendo todos los sectores kirchneristas a encontrarnos en un gran abrazo popular en torno a Cristina, para darle más fuerza y seguir avanzando en la profundización del proyecto nacional y popular.
–¿Cómo congenia esa pertenencia al kirchnerismo y al gobierno con el enfrentamiento a estructuras provinciales que también forman parte del dispositivo político oficial?
–El gobierno de Cristina, al igual que el de Néstor, concita el respaldo de numerosos sectores, con muchos de los cuales tenemos enormes coincidencias. Del mismo modo, hay otros con los que priman las diferencias, y en esos territorios provinciales enfrentamos sus políticas públicas porque no están en sintonía con el proceso transformador que está viviendo el país.
–En la provincia de Buenos Aires ustedes enfrentan al gobernador Daniel Scioli, quien a su vez quiere construir su candidatura a presidente.
–Sí, y tiene todo el derecho de tener esa ambición. Pero nosotros creemos que él es parte del plan del establishment para clausurar por derecha el proceso que vive el país. Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar este proceso político y torcer el rumbo de transformaciones profundas iniciadas en 2003. Se queda quieto, evita discutir, pero tampoco corrige los déficits de su gestión provincial, aun cuando se cuestionan políticas públicas conservadoras e incluso reaccionarias, que están en la antítesis de las que impulsa el gobierno nacional. El caso más claro es el de la seguridad, pero en la mayoría de las áreas se ve ese contraste.
–¿Cuál es el vínculo de Nuevo Encuentro con otros espacios kirchneristas?
–Estamos militando en numerosos lugares con compañeros y compañeras de distintas corrientes del kirchnerismo, con el objetivo de darle una organicidad común a esa identidad liderada por Cristina, y continuidad y profundidad a este presente que estamos viviendo a favor de las grandes mayorías populares. Por eso tenemos relación y trabajo conjunto con muchas agrupaciones en todo el territorio del país. En la provincia de Buenos Aires, a pesar de haber ido en propuestas electorales distintas, estamos caminando juntos y en la misma dirección con dirigentes como el vicegobernador Gabriel Mariotto y organizaciones como La Cámpora, entre otras. El próximo viernes, en el estadio de Vélez, vamos a encontrarnos nuevamente como lo hacemos día a día en los distritos y como lo venimos haciendo desde hace décadas, enfrentando a los sectores conservadores y construyendo una patria más justa y para todos. <
Proyectos claves a tratar en el Congreso
–Cuáles son las prioridades en el Congreso con una composición mayoritariamente oficialista?
–La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central que ya votamos es trascendente, porque pone a esa entidad en sintonía con un desarrollo económico más justo. Ahora estamos esperando en Diputados la media sanción de la declaración de interés público del autoabastecimiento hidrocarburífero, para dar este paso enorme del que hablábamos antes. Además ya votamos otros temas importantísimos, como la derogación de la figura de avenimiento, el agravamiento de penas por femicidio, o el traspaso de transportes públicos porteños a la órbita de la Ciudad. Y es más, la nueva composición del Congreso arrancó en diciembre con reformas trascendentes como la dignificación del trabajador rural, el límite a la extranjerización de la tierra o la declaración de interés público de la fabricación de pasta celulosa para fabricar papel para diarios, una medida directamente vinculada a la libertad de expresión.