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PARIS.- La perspectiva de un triunfo del socialista François Hollande en el ballottage de mañana agita desde hace semanas a los medios financieros internacionales, así como a los ricos y a los grandes grupos empresarios franceses. En el terreno político, después de un momento de verdadero pánico, Berlín comienza a aceptar la idea.
En teoría, Wall Street debería estar aterrado. Comenzando por la ambigüedad de sus declaraciones de campaña sobre la forma de incentivar el crecimiento. Tampoco nadie duda de que, después de mañana, la situación de la eurozona seguirá en el centro de las preocupaciones de Washington.
La gran paradoja es que el «candidato antimercados» se haya transformado en pocas semanas -con la ayuda inesperada del gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi- en uno de los principales artesanos potenciales de una corrección en la ruta del salvataje del euro.
«Es inconcebible que el presidente Hollande pueda hacer mover la balanza europea a favor de una menor austeridad», estimó The Economist, que agregó que la «hostilidad al cambio» que manifiesta el socialista hace de él alguien «más bien peligroso».
Las ambigüedades del semanario liberal para no ser demasiado duro con él traduce bien el déficit de confianza que padece Hollande en los medios financieros europeos.
Sin embargo, después de la reciente degradación de la nota de España por parte de Standard & Poor’s, que aumenta la inquietud de un agravamiento de la crisis de la eurozona, la idea de una corrección de trayectoria no tiene por qué molestar a los inversores estadounidenses. Ni a la administración de Barack Obama.
Más que nunca, la idea de flexibilizar el pacto de equilibrio presupuestario europeo, anunciado por Hollande, es percibido como una buena señal del otro lado del Atlántico. A los ojos de Wall Street, el mayor de los riesgos sería hacer enojar a los dirigentes alemanes si tratan de poner a la canciller Angela Merkel entre la espada y la pared.
Mientras tanto, en Francia, la perspectiva de una victoria de Hollande inquieta a millonarios, a grandes empresas y a profesionales de las finanzas. Les angustia tener que pagar, dentro de poco, más impuestos.
Porque Hollande fue claro en ese punto: piensa terminar con la reducción consentida al impuesto a las grandes fortunas decidida por Nicolas Sarkozy; aumentar los derechos sucesorios; mantener la punción a los altos ingresos; crear una nueva categoría de imposición de 45% para los ingresos superiores a 100.000 euros por persona, y de 75% a los que ganen más de un millón anuales. También aumentar la tasa fiscal a 35% para las grandes empresas y suprimir varios de sus beneficios sociales y fiscales.
Es verdad, los franceses no están en 1981, cuando la victoria de François Mitterrand aliado a los comunistas provocó un auténtico éxodo hacia horizontes más clementes. Pero la tentación existe.
«Tengo clientes que me dijeron claramente que, si gana Hollande, se irán de Francia», reconoce Thierry Chomel de Varagnes, director de la inmobiliaria de lujo Barnes.
Los sitios de exilio preferidos de los franceses son Bélgica, Suiza y Gran Bretaña, más atractivos desde el punto de vista fiscal.
«Si la izquierda adopta en forma abrupta las medidas fiscales que anunció, las puertas de la deslocalización fiscal se abrirán», previene Philippe Bruneau, presidente del Círculo de Fiscalistas.
Para Pierre Moscovici, director de campaña de Hollande y probable ministro de Finanzas (ver aparte), su política «no es confiscatoria».
«Hollande quiere ser el presidente de la justicia; justicia no quiere decir expoliación», explicó.
Si François Hollande se convierte mañana en presidente de Francia, designará como primer ministro a Jean-Marc Ayrault, de 62 años, presidente del grupo socialista en la Cámara de Diputados desde 1997.
Aunque todavía falta designar a los responsables de algunas carteras, como Defensa, Justicia y Agricultura, los nombres y ministerios que parecen estar definidos son los siguientes:
Interior: Manuel Valls, jefe de comunicación de la campaña.
Finanzas: Pierre Moscovici, jefe de campaña.
Relaciones Exteriores: Laurent Fabius, ex primer ministro.
Educación y Cultura: Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista.
Asuntos Sociales: Marisol Touraine.
Industria: Arnaud Montebourg.
Medio Ambiente: Cécile Duflot o Jean-Vincent Placé (ambos ecologistas)..