Bruselas.— El socialista François Hollande impondrá un nuevo acento en la política europea como presidente de Francia. Más crecimiento y más empleo fueron dos de las exigencias básicas que presentó como banderas durante su campaña electoral y esto tendrá consecuencias en las estrategias centrales del bloque europeo. Ahora se cuestiona más que nunca el estricto rumbo de los recortes, defendido por el gobierno conservador de Nicolas Sarkozy.
El líder socialista quiere volver a negociar el pacto fiscal que se acaba de cerrar y que algunos países ya han ratificado. Este tratado, que exige una estricta disciplina fiscal, contempla sanciones automáticas para todos aquellos que no cumplan con el déficit público. Hollande pretende conseguir al menos que se incluyan medidas para alentar el crecimiento y la creación de empleo. Esto podría conducir a una grave crisis, ya que otros socios de la Unión Europea (UE) no quieren tocar el pacto fiscal.
Diferencias de concepto. El conflicto se podría evitar con un compromiso que no afecte al propio pacto. En realidad todos los políticos están a favor del crecimiento y el empleo, y se podrían derivar medios presupuestarios a los países más pobres. La polémica gira en torno a qué se quiere decir en concreto con crecimiento.
La canciller alemana, Angela Merkel, entiende bajo ese concepto una reducción de la burocracia y un incremento del intercambio comercial dentro de la UE. Hollande, en cambio, ha prometido miles de millones de euros. En caso de que financie a crédito estos programas coyunturales, ello podría conducir a que los mercados financieros presionen considerablemente sobre la economía francesa, y con ello también sobre el euro.
En ese sentido, analistas opinan que la UE ya no cambiará su rumbo en la crisis del euro, pero sí lo complementará. En marzo pasado, en la cumbre del bloque, se conversó mucho sobre cómo estimular el crecimiento.
La presión de Hollande ha hecho que el tema siga en la agenda. Así, el director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, aboga con insistencia por un pacto que estimule el crecimiento, que podría complementar el pacto fiscal. Ya se ha fijado que en la próxima cumbre oficial de la UE, el 28 y 29 de junio en Bruselas, se volverá a debatir sobre el tema.
Por otro lado, durante semanas, la campaña electoral francesa ha bloqueado decisiones importantes de Bruselas. Todavía se desconoce quién será el nuevo presidente del eurogrupo, quien entrará en el directorio del Banco Central Europeo y quién dirigirá el fondo de rescate, el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera. Ahora todas estas cuestiones deberían resolverse rápidamente.
Controles fronterizos. Además, asuntos como la patente común de la UE o la reforma de Schengen deberían avanzar ahora, según indican fuentes diplomáticas. Probablemente Hollande no cambiará ninguna postura básica francesa.
Sobre el acuerdo de Schengen, que garantiza la libertad de desplazamientos en el espacio europeo, Hollande se pronunció de forma vaga hasta la fecha, mientras que Sarkozy enfatizaba en su campaña que suspendería estos acuerdos si no se reformaban.
Francia y Alemania quieren preservar la libertad de desplazamientos como una de las grandes conquistas de Europa, pero también quieren decidir sobre la reintroducción de controles fronterizos y dejar esta decisión a nivel de la UE.
La relación con Alemania. Otro frente de conflicto es la relación con Alemania, la primera economía europea. Antes que nada, Hollande y Merkel tendrán que acostumbrarse uno al otro. Proceden de familias políticas diferentes, pero saben que se necesitan mutuamente y que en Europa de poco sirve actuar en solitario.
Tampoco entre Merkel y Sarkozy ha existido una química. Y sus predecesores necesitaron algo más de tiempo para limar sus diferencias. Ya Charles de Gaulle y Konrad Adenauer no fueron al principio «una pareja idílica», algo que también se puede decir de en el caso de Giscard d’Estaing/Schmidt, Mitterrand/Kohl o Chirac/Schröder.
Fuera del Viejo Continente, Hollande deberá enfrentar también varios problemas. El presidente electo ya anunció que quiere retirar a los soldados franceses de Afganistán antes de que finalice 2012. Eso sería dos años antes de lo previsto. En la próxima cumbre de la Otán, el 20 de mayo en Chicago, el político socialista podría acaparar todas las críticas.
El líder socialista quiere volver a negociar el pacto fiscal que se acaba de cerrar y que algunos países ya han ratificado. Este tratado, que exige una estricta disciplina fiscal, contempla sanciones automáticas para todos aquellos que no cumplan con el déficit público. Hollande pretende conseguir al menos que se incluyan medidas para alentar el crecimiento y la creación de empleo. Esto podría conducir a una grave crisis, ya que otros socios de la Unión Europea (UE) no quieren tocar el pacto fiscal.
Diferencias de concepto. El conflicto se podría evitar con un compromiso que no afecte al propio pacto. En realidad todos los políticos están a favor del crecimiento y el empleo, y se podrían derivar medios presupuestarios a los países más pobres. La polémica gira en torno a qué se quiere decir en concreto con crecimiento.
La canciller alemana, Angela Merkel, entiende bajo ese concepto una reducción de la burocracia y un incremento del intercambio comercial dentro de la UE. Hollande, en cambio, ha prometido miles de millones de euros. En caso de que financie a crédito estos programas coyunturales, ello podría conducir a que los mercados financieros presionen considerablemente sobre la economía francesa, y con ello también sobre el euro.
En ese sentido, analistas opinan que la UE ya no cambiará su rumbo en la crisis del euro, pero sí lo complementará. En marzo pasado, en la cumbre del bloque, se conversó mucho sobre cómo estimular el crecimiento.
La presión de Hollande ha hecho que el tema siga en la agenda. Así, el director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, aboga con insistencia por un pacto que estimule el crecimiento, que podría complementar el pacto fiscal. Ya se ha fijado que en la próxima cumbre oficial de la UE, el 28 y 29 de junio en Bruselas, se volverá a debatir sobre el tema.
Por otro lado, durante semanas, la campaña electoral francesa ha bloqueado decisiones importantes de Bruselas. Todavía se desconoce quién será el nuevo presidente del eurogrupo, quien entrará en el directorio del Banco Central Europeo y quién dirigirá el fondo de rescate, el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera. Ahora todas estas cuestiones deberían resolverse rápidamente.
Controles fronterizos. Además, asuntos como la patente común de la UE o la reforma de Schengen deberían avanzar ahora, según indican fuentes diplomáticas. Probablemente Hollande no cambiará ninguna postura básica francesa.
Sobre el acuerdo de Schengen, que garantiza la libertad de desplazamientos en el espacio europeo, Hollande se pronunció de forma vaga hasta la fecha, mientras que Sarkozy enfatizaba en su campaña que suspendería estos acuerdos si no se reformaban.
Francia y Alemania quieren preservar la libertad de desplazamientos como una de las grandes conquistas de Europa, pero también quieren decidir sobre la reintroducción de controles fronterizos y dejar esta decisión a nivel de la UE.
La relación con Alemania. Otro frente de conflicto es la relación con Alemania, la primera economía europea. Antes que nada, Hollande y Merkel tendrán que acostumbrarse uno al otro. Proceden de familias políticas diferentes, pero saben que se necesitan mutuamente y que en Europa de poco sirve actuar en solitario.
Tampoco entre Merkel y Sarkozy ha existido una química. Y sus predecesores necesitaron algo más de tiempo para limar sus diferencias. Ya Charles de Gaulle y Konrad Adenauer no fueron al principio «una pareja idílica», algo que también se puede decir de en el caso de Giscard d’Estaing/Schmidt, Mitterrand/Kohl o Chirac/Schröder.
Fuera del Viejo Continente, Hollande deberá enfrentar también varios problemas. El presidente electo ya anunció que quiere retirar a los soldados franceses de Afganistán antes de que finalice 2012. Eso sería dos años antes de lo previsto. En la próxima cumbre de la Otán, el 20 de mayo en Chicago, el político socialista podría acaparar todas las críticas.