RIO DE JANEIRO.- La temperatura política aumentó de repente en Brasilia y en el centro del hervidero está el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, acusado de intento de obstrucción de la justicia para evitar que se inicie el proceso sobre el mayor de los escándalos de corrupción que mancharon su gobierno (2003-2010).
El fin de semana, la revista Veja publicó una nota en la que afirmaba que el 26 de abril, Lula se había reunido con el juez del Supremo Tribunal Federal Gilmar Mendes, en la oficina del ex ministro de Defensa Nelson Jobim, y le habría indicado que sería conveniente postergar el juicio del caso «Mensalão», de 2005.
Ese año, varios legisladores del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y hasta el entonces jefe de gabinete de Lula, José Dirceu, fueron acusados de formar parte de un esquema por el cual se pagaban cuotas mensuales a congresistas de otros partidos para que apoyaran proyectos de interés del gobierno.
El Supremo Tribunal Federal debe comenzar en agosto el proceso contra 38 políticos y, de acuerdo con Veja , Lula cree que el juicio puede afectar al PT en las elecciones municipales de octubre. Por eso le habría recomendado la postergación a Mendes, que comentó la conversación con otros miembros del máximo tribunal.
Para dejar en claro su influencia, el ex mandatario también le habría sugerido al juez que podía «blindarlo» de las investigaciones que está realizando el Congreso sobre los vínculos del empresario Carlos Augusto Ramos, conocido como Carlinhos Cachoeira, detenido desde febrero por sospechas de dirigir una mafia del juego en todo el país y sobornar a políticos.
«Quedé perplejo con el comportamiento y las insinuaciones del ex presidente Lula», habría dicho Mendes a sus colegas del tribunal.
Tras la publicación, anteayer Lula emitió un comunicado en el que rechazó las acusaciones y aseguró que siempre respetó la independencia del Poder Judicial. «Mi sentimiento es de indignación», subrayó el ex presidente en un texto.
Por su parte, el ex ministro Jobim, único testigo del encuentro entre Lula y Mendes, confirmó la reunión, pero negó que haya tenido el tono y el contenido que le adjudicó Veja .
«Fue una conversación institucional, Lula quería verme y pasó por mi oficina y también quería ver a Gilmar. Lo que puedo decir es que no hubo ninguna conversación como lo denuncia Veja «, dijo Jobim, que fue miembro del Supremo Tribunal Federal (1997-2006), luego ministro de Defensa de Lula (2007-2010) y de Dilma Rousseff, hasta que la actual presidenta le pidió la renuncia en agosto del año pasado por haber criticado a compañeras del gabinete.
Ayer, mientras la oposición, encabezada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), pedía a la Procuraduría General de la República investigar las acusaciones contra Lula, el juez Mendes reiteró su versión a la prensa, aunque con algunos matices. Tanto en el caso del «Mensalão» como en la referencia al juicio de Carlinhos Cachoeira, admitió que las presiones no fueron directas, pero sí que existieron.
«El no me pidió directamente. Dijo que lo ideal sería que no fuese juzgado (el «Mensalão») porque no habría objetividad. Entonces yo le dije: «No, vamos a procurar que haya un juicio objetivo»», aclaró el magistrado, designado en el tribunal por el antecesor de Lula, Fernando Henrique Cardoso.
En cuanto al supuesto ofrecimiento de «blindaje» o protección en el caso Cachoeira, explicó. «Lula habló sobre el dominio que el gobierno tenía sobre la comisión parlamentaria investigadora. Ahí entendí, se desprendió de esa conversación, que él estaba infiriendo que yo tenía algo que ocultar en ese tema», apuntó Mendes, quien, según dejó entender Lula, habría viajado a Berlín con los gastos pagos por Carlinhos Cachoeira, aunque el magistrado lo negó rotundamente.
Aun con estas explicaciones, tanto los miembros del tribunal como varios referentes de la oposición exigieron una investigación del episodio que ha vuelto a hacer planear sobre Lula el estigma de la corrupción.
«Intentar interferir de esa manera con un juicio del Supremo Tribunal Federal es inaceptable e indecoroso. Rompe todos los límites de la ética. Sería así para cualquier ciudadano, pero más grave por tratarse de una figura como un ex presidente de la República», destacó el decano del tribunal, Celso de Mello.
En el Palacio del Planalto, en tanto, la presidenta Rousseff -ahijada política de Lula- mantuvo el más absoluto silencio sobre el tema..
El fin de semana, la revista Veja publicó una nota en la que afirmaba que el 26 de abril, Lula se había reunido con el juez del Supremo Tribunal Federal Gilmar Mendes, en la oficina del ex ministro de Defensa Nelson Jobim, y le habría indicado que sería conveniente postergar el juicio del caso «Mensalão», de 2005.
Ese año, varios legisladores del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y hasta el entonces jefe de gabinete de Lula, José Dirceu, fueron acusados de formar parte de un esquema por el cual se pagaban cuotas mensuales a congresistas de otros partidos para que apoyaran proyectos de interés del gobierno.
El Supremo Tribunal Federal debe comenzar en agosto el proceso contra 38 políticos y, de acuerdo con Veja , Lula cree que el juicio puede afectar al PT en las elecciones municipales de octubre. Por eso le habría recomendado la postergación a Mendes, que comentó la conversación con otros miembros del máximo tribunal.
Para dejar en claro su influencia, el ex mandatario también le habría sugerido al juez que podía «blindarlo» de las investigaciones que está realizando el Congreso sobre los vínculos del empresario Carlos Augusto Ramos, conocido como Carlinhos Cachoeira, detenido desde febrero por sospechas de dirigir una mafia del juego en todo el país y sobornar a políticos.
«Quedé perplejo con el comportamiento y las insinuaciones del ex presidente Lula», habría dicho Mendes a sus colegas del tribunal.
Tras la publicación, anteayer Lula emitió un comunicado en el que rechazó las acusaciones y aseguró que siempre respetó la independencia del Poder Judicial. «Mi sentimiento es de indignación», subrayó el ex presidente en un texto.
Por su parte, el ex ministro Jobim, único testigo del encuentro entre Lula y Mendes, confirmó la reunión, pero negó que haya tenido el tono y el contenido que le adjudicó Veja .
«Fue una conversación institucional, Lula quería verme y pasó por mi oficina y también quería ver a Gilmar. Lo que puedo decir es que no hubo ninguna conversación como lo denuncia Veja «, dijo Jobim, que fue miembro del Supremo Tribunal Federal (1997-2006), luego ministro de Defensa de Lula (2007-2010) y de Dilma Rousseff, hasta que la actual presidenta le pidió la renuncia en agosto del año pasado por haber criticado a compañeras del gabinete.
Ayer, mientras la oposición, encabezada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), pedía a la Procuraduría General de la República investigar las acusaciones contra Lula, el juez Mendes reiteró su versión a la prensa, aunque con algunos matices. Tanto en el caso del «Mensalão» como en la referencia al juicio de Carlinhos Cachoeira, admitió que las presiones no fueron directas, pero sí que existieron.
«El no me pidió directamente. Dijo que lo ideal sería que no fuese juzgado (el «Mensalão») porque no habría objetividad. Entonces yo le dije: «No, vamos a procurar que haya un juicio objetivo»», aclaró el magistrado, designado en el tribunal por el antecesor de Lula, Fernando Henrique Cardoso.
En cuanto al supuesto ofrecimiento de «blindaje» o protección en el caso Cachoeira, explicó. «Lula habló sobre el dominio que el gobierno tenía sobre la comisión parlamentaria investigadora. Ahí entendí, se desprendió de esa conversación, que él estaba infiriendo que yo tenía algo que ocultar en ese tema», apuntó Mendes, quien, según dejó entender Lula, habría viajado a Berlín con los gastos pagos por Carlinhos Cachoeira, aunque el magistrado lo negó rotundamente.
Aun con estas explicaciones, tanto los miembros del tribunal como varios referentes de la oposición exigieron una investigación del episodio que ha vuelto a hacer planear sobre Lula el estigma de la corrupción.
«Intentar interferir de esa manera con un juicio del Supremo Tribunal Federal es inaceptable e indecoroso. Rompe todos los límites de la ética. Sería así para cualquier ciudadano, pero más grave por tratarse de una figura como un ex presidente de la República», destacó el decano del tribunal, Celso de Mello.
En el Palacio del Planalto, en tanto, la presidenta Rousseff -ahijada política de Lula- mantuvo el más absoluto silencio sobre el tema..