El 32 por ciento de las casas del país resulta «inadecuada». Foto: Archivo
Infografía: Cuánto cuesta la vivienda más barata en América Latina
Un tercio de las familias argentinas habitan en viviendas precarias, ya sea por los materiales con las que están construidas o por la falta de servicios básicos, como agua potable, cloacas o electricidad. Se trata de datos oficiales de la Argentina que ha recabado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un nuevo estudio sobre la vivienda en la región.
El índice de casas inadecuadas del país (32 por ciento) es levemente inferior al latinoamericano (36 por ciento) y a los de México (34 por ciento) y Brasil (33 por ciento). Mejores resultados se hallan en Costa Rica (18 por ciento), Chile (23 por ciento), Uruguay (26 por ciento) y Venezuela (29 por ciento).
El coordinador del documento, César Bouillon, opina que la solución al problema regional requiere que «el mercado de vivienda funcione bien y ofrezca soluciones adecuadas y accesibles, con título de propiedad y acceso a servicios básicos, para que la gente no tenga que vivir en zonas marginales o en otros tipos de vivienda informal».
Casi dos millones de las tres millones de familias que se forman cada año en ciudades latinoamericanas se ven obligadas a instalarse en casas precarias, como en asentamientos, por la oferta insuficiente de unidades adecuadas y económicas.
El 67 por ciento de las familias de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires carecen de los recursos como para acceder a una casa propia. A partir de los datos de las más recientes encuestas de hogares en la región, el estudio mide la capacidad de las familias en 41 ciudades para comprar directamente o cumplir los requisitos para postularse a un crédito hipotecario para una vivienda construida según los códigos de construcción en terrenos legalmente parcelados y urbanizados.
«Un número importante de familias está marginado del mercado de la vivienda formal por causas como bajos ingresos, insuficiente oferta de terrenos adecuados, ausencia de crédito o escasa inversión en viviendas accesibles», comenta Bouillon. «Hay una tremenda demanda de viviendas formales para familias en la base de la pirámide, un sector mal atendido por el mercado de la vivienda y los programas de gobierno», añade Bouillon, cuyo informe advierte que en promedio los planes oficiales de vivienda en América latina deberían septuplicar su presupuesto para que ninguna persona viva en casas precarias.
Por eso aboga por diversas soluciones, entre las que se incluye el fomento del crédito hipotecario y del alquiler (en la Argentina alquila sólo el 16,8 por ciento de la población, frente al 28 por ciento en la eurozona), el incentivo al uso de materiales de construcción más baratos (casas prefabricadas, en lugar de cemento y ladrillo) y los cambios en la regulación del suelo, que en casos como el Gran Buenos Aires favorecen más la radicación de barrios suburbanos de clases altas y medias y dejan a un lado las necesidades de los que menos tienen.
El área metropolitana es una de las ciudades donde menos familias pueden llegar a la casa propia. Sólo en pocos casos, como Caracas o La Paz, la situación es peor, y entre el 70 y el 80 por ciento no disponen de los fondos necesarios. En Mendoza y Rosario, este indicador cae al 48 por ciento; en Tucumán, al 47 por ciento, y en Córdoba, al 46 por ciento.
Sucede que la Capital y el Gran Buenos Aires constituyen la segunda ciudad latinoamericana (dentro de las evaluadas, que son las más importantes) donde más cara cuesta una vivienda barata promedio en el mercado: unos 44.228 dólares, frente a 54.054 de Caracas. Para conseguir esa plata, una persona promedio debe trabajar durante 45 meses.
En cambio, en San Pablo la más económica vale 38.946 dólares y se necesitan 23 salarios para adquirirla, y en México, 19.697 dólares y 16 meses de trabajo. La ciudad más barata para el mercado inmobiliario es La Paz, con 10.983 dólares, y donde menos meses de trabajo se requieren para conseguir una casa es en Bogotá (diez).
Los costos legales para obtener el permiso de construcción de una vivienda en Buenos Aires son de los más bajos de América latina (1 por ciento respecto del valor de la propiedad, frente al 5,6 por ciento latinoamericano). El problema es que el trámite demora mucho más que en otras ciudades (medio año, frente a sólo dos meses del promedio regional).
En la Argentina, el vicepresidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda, Gustavo Llambías, opina que se necesita un sistema de créditos a largo plazo en moneda local, pero también «mayor estabilidad económica, es decir, una inflación más baja»..
Infografía: Cuánto cuesta la vivienda más barata en América Latina
Un tercio de las familias argentinas habitan en viviendas precarias, ya sea por los materiales con las que están construidas o por la falta de servicios básicos, como agua potable, cloacas o electricidad. Se trata de datos oficiales de la Argentina que ha recabado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un nuevo estudio sobre la vivienda en la región.
El índice de casas inadecuadas del país (32 por ciento) es levemente inferior al latinoamericano (36 por ciento) y a los de México (34 por ciento) y Brasil (33 por ciento). Mejores resultados se hallan en Costa Rica (18 por ciento), Chile (23 por ciento), Uruguay (26 por ciento) y Venezuela (29 por ciento).
El coordinador del documento, César Bouillon, opina que la solución al problema regional requiere que «el mercado de vivienda funcione bien y ofrezca soluciones adecuadas y accesibles, con título de propiedad y acceso a servicios básicos, para que la gente no tenga que vivir en zonas marginales o en otros tipos de vivienda informal».
Casi dos millones de las tres millones de familias que se forman cada año en ciudades latinoamericanas se ven obligadas a instalarse en casas precarias, como en asentamientos, por la oferta insuficiente de unidades adecuadas y económicas.
El 67 por ciento de las familias de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires carecen de los recursos como para acceder a una casa propia. A partir de los datos de las más recientes encuestas de hogares en la región, el estudio mide la capacidad de las familias en 41 ciudades para comprar directamente o cumplir los requisitos para postularse a un crédito hipotecario para una vivienda construida según los códigos de construcción en terrenos legalmente parcelados y urbanizados.
«Un número importante de familias está marginado del mercado de la vivienda formal por causas como bajos ingresos, insuficiente oferta de terrenos adecuados, ausencia de crédito o escasa inversión en viviendas accesibles», comenta Bouillon. «Hay una tremenda demanda de viviendas formales para familias en la base de la pirámide, un sector mal atendido por el mercado de la vivienda y los programas de gobierno», añade Bouillon, cuyo informe advierte que en promedio los planes oficiales de vivienda en América latina deberían septuplicar su presupuesto para que ninguna persona viva en casas precarias.
Por eso aboga por diversas soluciones, entre las que se incluye el fomento del crédito hipotecario y del alquiler (en la Argentina alquila sólo el 16,8 por ciento de la población, frente al 28 por ciento en la eurozona), el incentivo al uso de materiales de construcción más baratos (casas prefabricadas, en lugar de cemento y ladrillo) y los cambios en la regulación del suelo, que en casos como el Gran Buenos Aires favorecen más la radicación de barrios suburbanos de clases altas y medias y dejan a un lado las necesidades de los que menos tienen.
El área metropolitana es una de las ciudades donde menos familias pueden llegar a la casa propia. Sólo en pocos casos, como Caracas o La Paz, la situación es peor, y entre el 70 y el 80 por ciento no disponen de los fondos necesarios. En Mendoza y Rosario, este indicador cae al 48 por ciento; en Tucumán, al 47 por ciento, y en Córdoba, al 46 por ciento.
Sucede que la Capital y el Gran Buenos Aires constituyen la segunda ciudad latinoamericana (dentro de las evaluadas, que son las más importantes) donde más cara cuesta una vivienda barata promedio en el mercado: unos 44.228 dólares, frente a 54.054 de Caracas. Para conseguir esa plata, una persona promedio debe trabajar durante 45 meses.
En cambio, en San Pablo la más económica vale 38.946 dólares y se necesitan 23 salarios para adquirirla, y en México, 19.697 dólares y 16 meses de trabajo. La ciudad más barata para el mercado inmobiliario es La Paz, con 10.983 dólares, y donde menos meses de trabajo se requieren para conseguir una casa es en Bogotá (diez).
Los costos legales para obtener el permiso de construcción de una vivienda en Buenos Aires son de los más bajos de América latina (1 por ciento respecto del valor de la propiedad, frente al 5,6 por ciento latinoamericano). El problema es que el trámite demora mucho más que en otras ciudades (medio año, frente a sólo dos meses del promedio regional).
En la Argentina, el vicepresidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda, Gustavo Llambías, opina que se necesita un sistema de créditos a largo plazo en moneda local, pero también «mayor estabilidad económica, es decir, una inflación más baja»..
Estas notas deberín salir en Pagina pero están muy ocupados con los sacerdotes en el 77
Que Hijo de puta que es Magnetto que no permite que los pobres tengan vivienda,
Más hijo de puta es el gobierno que prohibe a los bancos dar préstamos hipotecarios baratos, cuando ellos se mueren de ganas.
(Y por favor, no me corran con la inflación: yo tuve créditos hipotecarios en la convertibilidad y las tasas eran del orden del 20% anual y más. Es decir, tasas REALES, sobre la inflación, de más del 20% anual).