Aceptar la realidad. La Argentina no sólo viene devaluando su moneda durante décadas, sino que, en la práctica, rifó su Constitución nacional.
Nadie quiere acordarse de que la Constitución les exige a los funcionarios el requisito de «idoneidad». Parece un dato superfluo, pero es esencial cuando se elige al jefe de los fiscales, cuyo trabajo consiste en actuar y opinar ante la Corte Suprema sobre las más importantes causas judiciales.
Se podría decir que el paso agónico de Daniel Reposo por la Comisión de Acuerdos del Senado no sirvió para convencer a muchos legisladores de que el candidato de la presidenta Cristina Kirchner es el más calificado para el cargo. Pero para el Gobierno es tarde para dar marcha atrás. Ya pagó el costo político y ahora tiene que salir a ganar y consagrarlo procurador.
Un hombre de Boudou recorre los despachos del Senado y completa los esfuerzos del jefe del bloque K, Miguel Pichetto, para conseguir la mayoría de dos tercios.
De todas maneras, la idoneidad de Reposo no es el punto más importante. Un funcionario poco capacitado, pero bienintencionado podría hacer mucho bien. Más relevante sería resolver si Reposo mintió en sus antecedentes. También puede ser interesante prever si el kirchnerismo logra la nominación de Reposo por una goleada de votos o por una diferencia ajustada.
Pero el interrogante fundamental es otro: ¿Será Reposo quien vaya a encarar una lucha definitiva contra la corrupción o, por el contrario, será el comisario político que garantizará que sus subordinados tapen los desaguisados del poder K?
En realidad, los argentinos somos descreídos por naturaleza. Ni siquiera creemos en la propia moneda como refugio de ahorros y seguimos el precio de la divisa como una final del mundo.
Sin embargo, ayer, la Presidenta se mostró dispuesta a predicar con su ejemplo: prometió pesificar uno de sus plazos fijos y les ordenó a sus funcionarios que hicieran lo mismo.
Ante semejante renunciamiento voluntario, ¿no estará sugiriendo que se avecina una pesificación forzosa? ¿Llegará el plan «pesos para todos»? Los depósitos en dólares en los bancos ascienden, aproximadamente, a 12.000 millones. Seguramente, la primera mandataria no quiere agitar un fantasma similar al de la crisis de 2001, ya superada. Pero la memoria colectiva por algo es memoria.
Queda otra duda: ¿quién nos defenderá de los cepos al dólar o de cualquier otro problema? Hasta ahora, los jueces no aparecen. Por suerte, se viene la era Reposo….
Nadie quiere acordarse de que la Constitución les exige a los funcionarios el requisito de «idoneidad». Parece un dato superfluo, pero es esencial cuando se elige al jefe de los fiscales, cuyo trabajo consiste en actuar y opinar ante la Corte Suprema sobre las más importantes causas judiciales.
Se podría decir que el paso agónico de Daniel Reposo por la Comisión de Acuerdos del Senado no sirvió para convencer a muchos legisladores de que el candidato de la presidenta Cristina Kirchner es el más calificado para el cargo. Pero para el Gobierno es tarde para dar marcha atrás. Ya pagó el costo político y ahora tiene que salir a ganar y consagrarlo procurador.
Un hombre de Boudou recorre los despachos del Senado y completa los esfuerzos del jefe del bloque K, Miguel Pichetto, para conseguir la mayoría de dos tercios.
De todas maneras, la idoneidad de Reposo no es el punto más importante. Un funcionario poco capacitado, pero bienintencionado podría hacer mucho bien. Más relevante sería resolver si Reposo mintió en sus antecedentes. También puede ser interesante prever si el kirchnerismo logra la nominación de Reposo por una goleada de votos o por una diferencia ajustada.
Pero el interrogante fundamental es otro: ¿Será Reposo quien vaya a encarar una lucha definitiva contra la corrupción o, por el contrario, será el comisario político que garantizará que sus subordinados tapen los desaguisados del poder K?
En realidad, los argentinos somos descreídos por naturaleza. Ni siquiera creemos en la propia moneda como refugio de ahorros y seguimos el precio de la divisa como una final del mundo.
Sin embargo, ayer, la Presidenta se mostró dispuesta a predicar con su ejemplo: prometió pesificar uno de sus plazos fijos y les ordenó a sus funcionarios que hicieran lo mismo.
Ante semejante renunciamiento voluntario, ¿no estará sugiriendo que se avecina una pesificación forzosa? ¿Llegará el plan «pesos para todos»? Los depósitos en dólares en los bancos ascienden, aproximadamente, a 12.000 millones. Seguramente, la primera mandataria no quiere agitar un fantasma similar al de la crisis de 2001, ya superada. Pero la memoria colectiva por algo es memoria.
Queda otra duda: ¿quién nos defenderá de los cepos al dólar o de cualquier otro problema? Hasta ahora, los jueces no aparecen. Por suerte, se viene la era Reposo….