El resultado de las elecciones celebradas ayer en Grecia ha disipado un factor de incertidumbre (no será el primer país en abandonar la Eurozona, al menos de momento), pero ha dejado al desnudo las crecientes dudas sobre la solvencia de España. A pesar de que Europa se ha comprometido a prestar 100.000 millones para sanear los bancos españoles, los inversores hacen cuentas y dudan de que una economía incapaz de generar ingresos, con un tejido productivo depauperado y sin capacidad exportadora pueda pagar todas las deudas acumuladas.
Ello explica la dramática respuesta de la prima de riesgo, exceso de rentabilidad que los inversores exigen al bono a 10 años respecto al alemán, una medida de la solvencia de la deuda soberana española que sigue en niveles de alerta. Tras iniciar el día en 543 puntos básicos, cedía hasta 529 en la apertura para luego iniciar una remontada que la ha llevado a pulverizar todos los récords anteriores al situarse en 584 puntos.
El tipo del bono español a 10 años ha llegado al 7,233%, máximo histórico desde que el euro entró en vigor en 1999 y un nivel crítico, puesto que encarecerá, sin duda, la financiación de las próximas emisiones de deuda del Tesoro. Los inversores exigen más rendimiento a las inversiones que perciben como más arriesgadas (según un comportamiento básico del mercado) y, con el nivel actual de los tipos españoles, la carga de los intereses es insoportable. En la práctica, la deuda soberana española está a punto de ser expulsada del mercado.
Si eso llegara a suceder, sería inevitable abordar alguna modalidad de reestructuración de la deuda, lo que implicaría, necesariamente, que los bonistas acabarían por tener que aceptar una quita en sus posiciones, tal y como sucedió en Grecia el pasado marzo.
En el caso de España, es posible que el rescate a las entidades financieras también afecte a los propietarios de deuda bancaria (como las participaciones preferentes), que podría acabar siendo convertida en capital con un descuento, lo que supondría un quebranto patrimonial.
La Bolsa española ha compartido en el inicio de la sesión el entusiasmo de las plazas europeas por la victoria de los conservadores de Nueva Democracia en Grecia, que previsiblemente formará gobierno con los socialistas del Pasok. Con ello se ha despejado el riesgo inminente de ruptura de la eurozona que hubiera implicado -posiblemente- la victoria de otras opciones políticas más beligerantes con las condiciones impuestas por los prestamistas internacionales a cambio del rescate concedido el pasado marzo al país heleno.
El Ibex ha iniciado la sesión con un alza del 1,9% que apenas ha mantenido al indicador en la zona de ganancias durante una hora. Desde entonces se mantiene en números rojos y ha llegado a dejarse un 2,48%, hasta colocarse en un mínimo en el día de 6.552,2 puntos. Hacia las 14.10 perdía un 1,81% y se colocaba en 6.597,6 puntos.
Las Bolsas europeas también han perdido el entusiasmo por el resultado electoral griego y han vuelto a dejarse llevar por la incertidumbre que pesa sobre la deuda soberana española. Tras avanzar más de un 1% a los pocos minutos de negociación, las ganancias se moderaban y, hacia las 13.25, Londres subía un 0,42%, París sumaba un 0,07%, Fráncfort un 0,71%, mientras Milán retrocedía un 1,52%.
El euro ha llegado a subir hasta 1,2748 dólares en las horas de negociación asiáticas, pero con el comienzo de la jornada europea se ha moderado hasta 1,2650 hacia el mediodía.
Italia también se encuentra bajo la estricta vigilancia de un mercado que desconfía de su elevado endeudamiento, un 120% del PIB. La prima de riesgo italiana se mantiene en niveles muy elevados (el viernes cerró en 448 puntos básicos y hoy ha llegado a 462), pero al Tesoro italiano le cuesta endeudarse a 10 años un punto porcentual menos que al español. La razón es que Italia sigue siendo una potencia industrial (a pesar de la fuerte competencia asiática en costes) y con capacidad exportadora.
Lejos de suponer un bálsamo, los 100.000 millones de euros solicitados por el Gobierno español para los bancos añaden gasolina a un incendio sin extinguir: Desde el primer trimestre de 2008, la deuda española se ha duplicado y a finales del pasado marzo equivalía al 72,1% del PIB.
El rescate bancario computará como deuda pública (según ha dejado claro la oficina estadística europea, Eurostat) y esta podría dispararse hasta el 90% del PIB a finales de este año, puesto que los Presupuestos Generales ya preveían que se situaría en el 80% (antes de la petición de la ayuda bancaria).
La aparatosa gestión por parte del Gobierno español, primero de la nacionalización de Bankia y después de la petición de ayuda para el conjunto del sistema bancario ha generado más preguntas que respuestas. Ayer, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, criticó la falta de concreción del plan. «Tenían un gran cartucho y lo han desaprovechado», señaló en vísperas de la reunión del G-20 que hoy comienza en Los Cabos (México).
Además, persisten las dudas sobre las condiciones, plazos, qué institución europea aportará los fondos, la prioridad que tendrán estos respecto a la deuda del Tesoro a la hora de ser amortizados, si las aportaciones a las entidades se realizarán en forma de préstamos o de capital…
Ni siquiera se conoce aún la cantidad exacta qué importe será necesario inyectar en las entidades, aunque esa pregunta se resolverá esta semana, ya que está previsto que se conozca la primera valoración independiente sobre los balances del sector bancario español encargada por el Gobierno a las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman. Estas se limitarán a practicar un test de estrés, es decir, probar la resistencia de las cuentas de los bancos a un deterioro de las condiciones económicas y determinar los recursos propios que precisarían en tales condiciones,
Ello explica la dramática respuesta de la prima de riesgo, exceso de rentabilidad que los inversores exigen al bono a 10 años respecto al alemán, una medida de la solvencia de la deuda soberana española que sigue en niveles de alerta. Tras iniciar el día en 543 puntos básicos, cedía hasta 529 en la apertura para luego iniciar una remontada que la ha llevado a pulverizar todos los récords anteriores al situarse en 584 puntos.
El tipo del bono español a 10 años ha llegado al 7,233%, máximo histórico desde que el euro entró en vigor en 1999 y un nivel crítico, puesto que encarecerá, sin duda, la financiación de las próximas emisiones de deuda del Tesoro. Los inversores exigen más rendimiento a las inversiones que perciben como más arriesgadas (según un comportamiento básico del mercado) y, con el nivel actual de los tipos españoles, la carga de los intereses es insoportable. En la práctica, la deuda soberana española está a punto de ser expulsada del mercado.
Si eso llegara a suceder, sería inevitable abordar alguna modalidad de reestructuración de la deuda, lo que implicaría, necesariamente, que los bonistas acabarían por tener que aceptar una quita en sus posiciones, tal y como sucedió en Grecia el pasado marzo.
En el caso de España, es posible que el rescate a las entidades financieras también afecte a los propietarios de deuda bancaria (como las participaciones preferentes), que podría acabar siendo convertida en capital con un descuento, lo que supondría un quebranto patrimonial.
La Bolsa española ha compartido en el inicio de la sesión el entusiasmo de las plazas europeas por la victoria de los conservadores de Nueva Democracia en Grecia, que previsiblemente formará gobierno con los socialistas del Pasok. Con ello se ha despejado el riesgo inminente de ruptura de la eurozona que hubiera implicado -posiblemente- la victoria de otras opciones políticas más beligerantes con las condiciones impuestas por los prestamistas internacionales a cambio del rescate concedido el pasado marzo al país heleno.
El Ibex ha iniciado la sesión con un alza del 1,9% que apenas ha mantenido al indicador en la zona de ganancias durante una hora. Desde entonces se mantiene en números rojos y ha llegado a dejarse un 2,48%, hasta colocarse en un mínimo en el día de 6.552,2 puntos. Hacia las 14.10 perdía un 1,81% y se colocaba en 6.597,6 puntos.
Las Bolsas europeas también han perdido el entusiasmo por el resultado electoral griego y han vuelto a dejarse llevar por la incertidumbre que pesa sobre la deuda soberana española. Tras avanzar más de un 1% a los pocos minutos de negociación, las ganancias se moderaban y, hacia las 13.25, Londres subía un 0,42%, París sumaba un 0,07%, Fráncfort un 0,71%, mientras Milán retrocedía un 1,52%.
El euro ha llegado a subir hasta 1,2748 dólares en las horas de negociación asiáticas, pero con el comienzo de la jornada europea se ha moderado hasta 1,2650 hacia el mediodía.
Italia también se encuentra bajo la estricta vigilancia de un mercado que desconfía de su elevado endeudamiento, un 120% del PIB. La prima de riesgo italiana se mantiene en niveles muy elevados (el viernes cerró en 448 puntos básicos y hoy ha llegado a 462), pero al Tesoro italiano le cuesta endeudarse a 10 años un punto porcentual menos que al español. La razón es que Italia sigue siendo una potencia industrial (a pesar de la fuerte competencia asiática en costes) y con capacidad exportadora.
Lejos de suponer un bálsamo, los 100.000 millones de euros solicitados por el Gobierno español para los bancos añaden gasolina a un incendio sin extinguir: Desde el primer trimestre de 2008, la deuda española se ha duplicado y a finales del pasado marzo equivalía al 72,1% del PIB.
El rescate bancario computará como deuda pública (según ha dejado claro la oficina estadística europea, Eurostat) y esta podría dispararse hasta el 90% del PIB a finales de este año, puesto que los Presupuestos Generales ya preveían que se situaría en el 80% (antes de la petición de la ayuda bancaria).
La aparatosa gestión por parte del Gobierno español, primero de la nacionalización de Bankia y después de la petición de ayuda para el conjunto del sistema bancario ha generado más preguntas que respuestas. Ayer, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, criticó la falta de concreción del plan. «Tenían un gran cartucho y lo han desaprovechado», señaló en vísperas de la reunión del G-20 que hoy comienza en Los Cabos (México).
Además, persisten las dudas sobre las condiciones, plazos, qué institución europea aportará los fondos, la prioridad que tendrán estos respecto a la deuda del Tesoro a la hora de ser amortizados, si las aportaciones a las entidades se realizarán en forma de préstamos o de capital…
Ni siquiera se conoce aún la cantidad exacta qué importe será necesario inyectar en las entidades, aunque esa pregunta se resolverá esta semana, ya que está previsto que se conozca la primera valoración independiente sobre los balances del sector bancario español encargada por el Gobierno a las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman. Estas se limitarán a practicar un test de estrés, es decir, probar la resistencia de las cuentas de los bancos a un deterioro de las condiciones económicas y determinar los recursos propios que precisarían en tales condiciones,