Hipótesis de un economista que pasó por la administración kirchnerista y conoce el paño: “Cristina somete a dieta rigurosa a todos los gobernadores, porque no quiere que alguno pueda hacerle sombra ni haya saltos peligrosos en las imágenes positivas”.
Es obvio de toda obviedad que Daniel Scioli cayó en la volteada. Pero tal vez exagere con el resto, pues ningún gobernador está hoy en condiciones de pelearle nada a la Presidenta o asomar la cabeza: para el caso de que alguien lo intentara, vale el crudo antecedente del propio Scioli. Una excepción sería Juan Manuel de la Sota, aunque hasta ahora limitada a la interna cordobesa.
Lo cierto es que la dieta rigurosa existe . Está frenada la transferencia de fondos que no sean los automáticos originados en la coparticipación impositiva y algo semejante ocurre con las obras públicas financiadas por la Nación.
Omnipresente, la Presidenta interviene y decide en todo . Pero en el caso de Scioli el verticalismo funciona a pleno.
En proximidades del Gobierno dicen que enfrenta un agujero financiero de $ 8.000 millones en este segundo semestre, de los cuales 2.000 millones corresponden a los salarios de julio y agosto .
Encima, la coparticipación le juega en contra a Buenos Aires. En el primer semestre, los recursos que le llegaron de los impuestos nacionales crecieron 23 %, por debajo de la inflación real y muy lejos del aumento del 30 % que hubo en el mismo período del año pasado.
El gobernador ha exprimido cuanta fuente tuvo a su alcance: desde bonos a proveedores y contratistas hasta el Banco Provincia y el Instituto de Previsión Social. Además, por el estado mismo de sus finanzas, tiene bloqueada la puerta del endeudamiento externo.
Todos los caminos conducen, entonces, a la Casa Rosada. Y es bien del manual K que no habrá ayuda sin grandes contraprestaciones políticas .
Quizás sea excesivo pensar, ya, en una intervención a la Provincia con todas las de la ley. Crearía un batifondo de tal magnitud que podría transformarse en bumerán para el kirchnerismo completo. En cambio, queda una ruta alternativa: la intervención de hecho .
También dolorosa para Scioli, significaría ceder algunos ministerios que el poder central considere clave. Siempre en la mira, uno es el de Justicia: hasta ahora, el gobernador ha resistido todos los embates contra el ministro Ricardo Casal y su propia política de seguridad. ¿Estará en condiciones de seguir peleando, así como vienen las cartas? El desembozado monitoreo de la situación fiscal que ejecutan el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el vicegobernador Gabriel Mariotto ya representa un desembarco de las fuerzas leales.
Lo de la gestión es un argumento para la platea. El gobierno nacional dificilmente pasaría una prueba medianamente exigente : sus cuentas están en rojo profundo; mete mano a fondo en el Banco Central y en la ANSeS; enfrenta una crisis energética tan anunciada como el frío en invierno y sigue sin prestarle atención a un proceso inflacionario visible para todo el mundo. Sólo falta que llamen modelo de gestión eficiente al cierre de importaciones y al cerrojo cambiario.
Especialistas que han sido consultados desde la Provincia no llegan a las mejores conclusiones: “Se los ve desorientados y sin hoja de ruta”, cuenta uno de ellos.
Cuando recorría el territorio bonaerense, en plena campaña presidencial de 2003, Nestor Kirchner prometía devolverle a Buenos Aires los 8 puntos de coparticipación que había perdido.
Relato del pasado , igual que el muy reciente de Mariotto, cuando aseguraba que los salarios y el medio aguinaldo serían pagados en tiempo y forma.
La Provincia aporta como ninguna a la coparticipación y, proporcionalmente, recibe menos que cualquier otra. Nada de eso ha cambiado desde 2003. Al contrario: la porción de toda la torta que queda en la Nación no para de crecer. Es la “distribución desigual del ingreso” , que Cristina Kirchner condenaba en la Convención Constituyente de 1994.
Según la consultora Economía & Regiones, en el primer semestre la asistencia financiera del Gobierno nacional a las provincias apenas representó el 6,7 % del monto presupuestado para todo el año . Dieta discrecional y generalizada.
La mayor parte de los mandatarios del interior claman por auxilio inmediato y por eso se cuidan de sacar los pies del plato. Para los usos y costumbres del kirchnerismo, Scioli ya los sacó.
En medio del apriete y de la encerrona financiera, lo único que falta es que empiecen a escasearle los fondos para las prestaciones médicas y asintenciales del IOMA o los comedores comunitarios.
Proyectar una vuelta a los patacones implicaría un alto costo político para el gobernador. Y además inútil: pronto la moneda se depreciaría.
Un latiguillo conocido dice que ahogar a la Provincia es jugar con fuego, pues el cuadro social emergente no sería equiparable al de otra provincia.
La General Paz y el Riachuelo Paz están a un paso .
Bonaerense al fin, es un riesgo que seguramente Cristina Kirchner calibra. Cerca del Gobierno dicen que Lorenzino tiene $ 6.000 millones disponibles : eso es parte de la operación contra Scioli y de las condiciones que piensan imponerle.
Verdad o rumor interesado, otros hablan de un posible escrache sindical a Mariotto. De momento, todos los que ya hay le apuntan al gobernador .
Es obvio de toda obviedad que Daniel Scioli cayó en la volteada. Pero tal vez exagere con el resto, pues ningún gobernador está hoy en condiciones de pelearle nada a la Presidenta o asomar la cabeza: para el caso de que alguien lo intentara, vale el crudo antecedente del propio Scioli. Una excepción sería Juan Manuel de la Sota, aunque hasta ahora limitada a la interna cordobesa.
Lo cierto es que la dieta rigurosa existe . Está frenada la transferencia de fondos que no sean los automáticos originados en la coparticipación impositiva y algo semejante ocurre con las obras públicas financiadas por la Nación.
Omnipresente, la Presidenta interviene y decide en todo . Pero en el caso de Scioli el verticalismo funciona a pleno.
En proximidades del Gobierno dicen que enfrenta un agujero financiero de $ 8.000 millones en este segundo semestre, de los cuales 2.000 millones corresponden a los salarios de julio y agosto .
Encima, la coparticipación le juega en contra a Buenos Aires. En el primer semestre, los recursos que le llegaron de los impuestos nacionales crecieron 23 %, por debajo de la inflación real y muy lejos del aumento del 30 % que hubo en el mismo período del año pasado.
El gobernador ha exprimido cuanta fuente tuvo a su alcance: desde bonos a proveedores y contratistas hasta el Banco Provincia y el Instituto de Previsión Social. Además, por el estado mismo de sus finanzas, tiene bloqueada la puerta del endeudamiento externo.
Todos los caminos conducen, entonces, a la Casa Rosada. Y es bien del manual K que no habrá ayuda sin grandes contraprestaciones políticas .
Quizás sea excesivo pensar, ya, en una intervención a la Provincia con todas las de la ley. Crearía un batifondo de tal magnitud que podría transformarse en bumerán para el kirchnerismo completo. En cambio, queda una ruta alternativa: la intervención de hecho .
También dolorosa para Scioli, significaría ceder algunos ministerios que el poder central considere clave. Siempre en la mira, uno es el de Justicia: hasta ahora, el gobernador ha resistido todos los embates contra el ministro Ricardo Casal y su propia política de seguridad. ¿Estará en condiciones de seguir peleando, así como vienen las cartas? El desembozado monitoreo de la situación fiscal que ejecutan el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el vicegobernador Gabriel Mariotto ya representa un desembarco de las fuerzas leales.
Lo de la gestión es un argumento para la platea. El gobierno nacional dificilmente pasaría una prueba medianamente exigente : sus cuentas están en rojo profundo; mete mano a fondo en el Banco Central y en la ANSeS; enfrenta una crisis energética tan anunciada como el frío en invierno y sigue sin prestarle atención a un proceso inflacionario visible para todo el mundo. Sólo falta que llamen modelo de gestión eficiente al cierre de importaciones y al cerrojo cambiario.
Especialistas que han sido consultados desde la Provincia no llegan a las mejores conclusiones: “Se los ve desorientados y sin hoja de ruta”, cuenta uno de ellos.
Cuando recorría el territorio bonaerense, en plena campaña presidencial de 2003, Nestor Kirchner prometía devolverle a Buenos Aires los 8 puntos de coparticipación que había perdido.
Relato del pasado , igual que el muy reciente de Mariotto, cuando aseguraba que los salarios y el medio aguinaldo serían pagados en tiempo y forma.
La Provincia aporta como ninguna a la coparticipación y, proporcionalmente, recibe menos que cualquier otra. Nada de eso ha cambiado desde 2003. Al contrario: la porción de toda la torta que queda en la Nación no para de crecer. Es la “distribución desigual del ingreso” , que Cristina Kirchner condenaba en la Convención Constituyente de 1994.
Según la consultora Economía & Regiones, en el primer semestre la asistencia financiera del Gobierno nacional a las provincias apenas representó el 6,7 % del monto presupuestado para todo el año . Dieta discrecional y generalizada.
La mayor parte de los mandatarios del interior claman por auxilio inmediato y por eso se cuidan de sacar los pies del plato. Para los usos y costumbres del kirchnerismo, Scioli ya los sacó.
En medio del apriete y de la encerrona financiera, lo único que falta es que empiecen a escasearle los fondos para las prestaciones médicas y asintenciales del IOMA o los comedores comunitarios.
Proyectar una vuelta a los patacones implicaría un alto costo político para el gobernador. Y además inútil: pronto la moneda se depreciaría.
Un latiguillo conocido dice que ahogar a la Provincia es jugar con fuego, pues el cuadro social emergente no sería equiparable al de otra provincia.
La General Paz y el Riachuelo Paz están a un paso .
Bonaerense al fin, es un riesgo que seguramente Cristina Kirchner calibra. Cerca del Gobierno dicen que Lorenzino tiene $ 6.000 millones disponibles : eso es parte de la operación contra Scioli y de las condiciones que piensan imponerle.
Verdad o rumor interesado, otros hablan de un posible escrache sindical a Mariotto. De momento, todos los que ya hay le apuntan al gobernador .