Randy Stagnaro y Mariano Beristain
La presidenta del Banco Central (BCRA) inscribió la decisión de restringir la compra de dólares para atesoramiento en un contexto internacional que se caracteriza por la crisis económica internacional y la obligación del gobierno de proteger el nivel de actividad y el empleo.
–¿Hacia dónde apuntan estos planeamientos?
–Estas medidas tienen que ver con el desafío de plantearnos como sociedad lo que significa la tendencia estructural de los argentinos de buscar al dólar como moneda de refugio y las consecuencias que tiene ese comportamiento en el funcionamiento de la economía. Es el desafío más interesante, porque esta pulsión de una porción relativamente pequeña de los argentinos es la consecuencia de nuestro pasado de crisis recurrente de la economía y de procesos de devaluaciones muy fuertes y degradaciones de los ahorros de los argentinos en moneda doméstica.
–¿Cuántas personas participan de la compra de divisas para atesoramiento?
–Sólo el 12% de los mayores de 18 años participaba de estas compras. Pero hay que destacar la enorme responsabilidad de la Convertibilidad, una excepción en América Latina que deliberadamente dispuso el bimonetarismo. Va a llevar tiempo desandar este proceso, pero la obligación que tenemos desde el Estado es promover todas las medidas para hacerlo.
–¿Qué consecuencias en la economía tienen este tipo de adquisiciones?
–No son neutrales. Se trata de una fuga de divisas del circuito de la producción y del empleo de nuestro país, y supone sustraer una parte importante del ahorro de los argentinos de ese circuito, que pasan a estar absolutamente ocuosos. En los últimos ocho años tuvo un equivalente superior al 3% del Producto Bruto Interno, y en el último año se acercó mucho al superávit comercial que tuvo el país.
–Con esas magnitudes de dólares extraídos de la economía, ¿faltan divisas?
–No. El gobierno desarticuló con políticas deliberadas, como el de-sendeudamiento, la sustitución de importaciones y la acumulación de reservas, todo ese entramado que nos llevó a crisis recurrentes. Podemos decir que hoy no tenemos la escasez estructural que históricamente perjudicó a la economía argentina, que era la famosa restricción externa, es decir, la falta de dólares. Ahora sí, claramente, con lo que tenemos que lidiar es con esta tendencia cultural y estructural, que frente a percepciones de situaciones de crisis internacional, o de inventadas devaluaciones que van a venir en cualquier momento, hay un corrimiento de los ahorros hacia el dólar. Y así entra en colisión este derecho individual de los argentinos de ahorrar en lo que se quiera, y los derechos que necesaria y obligatoriamente tiene que velar el gobierno argentino, y nosotros como parte del sector público nacional que es el derecho individual y colectivo a trabajar, a ganar un salario, a que la economía argentina siga creciendo, y garantizar la estabilidad financiera. Los procesos de fuga, ya sea por shocks internos o externos, han producido procesos desestabilizadores muy fuertes. Es importante que empecemos a tener este diálogo hacia el interior de nuestra sociedad de lo que ha significado esta propensión a ahorrar en dólares. Esto es claro: la Argentina tiene dólares suficientse para garantizar el funcionamiento de su economía, no para cubrir este desplazamiento del ahorro hacia moneda extranjera.
–Usted hizo mención a las resistencia culturales de los sectores que tienen capacidad de ahorro, ¿están organizadas o son políticas?
–No hay que ser ingenuos; el año pasado yo dije que habíamos asistido a una intentona deliberada de corrida cambiaria. Muchas veces esa tendencia estructural vinculada a nuestra crisis del pasado es utilizada y somos rehenes de operaciones deliberadas realizadas por quienes tienen aspiraciones desestabilizadoras o profecías autocumplidas de una devaluación, o los que insisten en recurrir a endeudamiento para satisfacer esta demanda de dólares por particulares.
–¿Qué alternativas se presentan a la regulación de la compra de dólares para ahorrar?
–Había tres alternativas: o bien una devaluación como muchos desean (hay que calcular que se fugaron 64 mil millones de dolares y el efecto riqueza provocado por una devaluación no sería menor). Nosotros ya sabemos que acá no va a haber una devaluación porque no hay condiciones estructurales para ello. La otra alternativa es el endeudamiento de corto plazo, pero tampoco vamos a recurrir a ello para financiar fugas, es una política de Estado el de-sendeudamiento. Claramente, la alternativa mas razonable, casi de sentido común, es regular una partecita del funcionamiento del mercado de cambios que es menor en el mercado de cambios.
–La ortodoxia dice que estas medidas pueden afectar la economía, por ejemplo la marcha del mercado inmbioliario.
–Estas son políticas que se fuerzan desde el gobierno (los mercados y, sobre todo, inercias que vienen desde hace mucho tiempo no van a producir por sí solos los cambios), y se están asimilando rápidamente. Hoy en la Argentina es absolutamente marginal la importancia de los depósitos en dolares dentro del total de los depósitos de la economía argentina y además esos depósitos son en dólares, no la ficción de depositar un peso y retirar un dólar de los años noventa. La campaña de contra la fiscalización de la AFIP produjo una caída en esos depósitos y eso afectó las reservas internacionales. Entre fines del año pasado y este año son cerca de 6000 millones de dólares. Entonces se comenzó a plantear que habría una caída de la prefinanciación de exportaciones y que por lo tanto caerían las exportaciones. Nosotros seguimos muy de cerca ese fenómeno, lo hablamos con los bancos, y vemos que está habiendo una reconversión de esas líneas de créditos de dólares a pesos. Es decir, se fue asimilando y trasladando de una operatoria en dólares a otra en pesos, de la misma manera que aparecen cada vez más iniciativas en el ámbito de la construcción con operatorias en pesos, que desde el sentido común, y no desde esta estructura cultural, indica que la construcción paga sueldos, ladrillos y cemento en pesos. Todo esto llevará su tiempo y estamos respetando claramente aquellas personas que ya tenían muy avanzado su trámite para la vivienda, pero a partir de ahí, por coherencia, lo que se dice es que los créditos hipotecarios serán en pesos.
–Casi el 95% de los nuevos proyectos en boca de pozo son en pesos, pero en el intervalo ¿qué ocurre con los inmuebles usados?
–Claramente, hay que tener en cuenta –por eso la importancia de este plan de viviendas que impulsó la Nación– es que la compra-venta de inmuebles usados no agrega valor. Es un intercambio de activos que ya existen. El desafío es sostener la actividad de la construcción, por eso son importantes los indicios de que hay una creciente asimilación de los pesos, y por eso es importante la decisión del Directorio del BCRA al quedar en claro las condiciones para que los actores económicos se muevan de aquí en adelante respecto d ela adquisición de divisas. Hay una transición para no generar perjuicios, y a partir de ahora los que tienen ahorrados esos dólares y quieren comprar una propiedad, podrán hacerlo entre privados, con acuerdos privados. Lo que decimos desde el Estado es que con esos fines, dólares no se van a vender.
–¿Qué opina del cuestionamiento que dice que la AFIP y el Banco Central apuntan sobre los individuos y no sobre los grandes jugadores del mercado cambiario?
–Hay que hablar sobre datos objetivos, y estos son que este fenómeno de formación de activos cruza al conjunto de la sociedad con capacidad de ahorro. Obviamente, los que tienen mayor capacidad y excedente se volcaban más dentro del límite de los 2 millones de dólares anuales permitidos, pero pensemos que había un 5% de que adquiría hasta 1000 dólares. Con una aritmética sencilla demostramos que si compran no 1000 sino 500 dólares por mes se genera un número insostenible desde el punto de vista de la salud económica de la Argentina. Por eso es interesante, cuando se habla de derechos individuales, hacer la sumatoria de los derechos de todos, de la prioridad del derecho al trabajo. Muchas veces se utiliza en exceso este concepto del derecho individual a ahorrar en una moneda que no es la nuestra.
–¿Cómo evolucionó la salida de divisas al exterior?
–Está bastante acotada. Cuando hablábamos de formación de activos externos hay una parte por formación de portafolio en el exterior –que puede llamarse fuga o la de compra de billetes para la formación de activos. Lo que se daba el año pasado fue comprar billetes para formación de activos de residentes, y no la salida del país.Nosotros, como autoridad monetaria, nos planteamos el desafío de pensar instrumentos de ahorro para esa escala minorista que sean vistos como una buena alternativa de ahorro en pesos.
–¿Y cuáles serían?
–Las estamos pensando.
–Un aliciente para invertir en pesos puede ser la tasa de interés.
–Efectivamente. Esto es algo que los bancos se lo han planteado muchas veces. Está demostrado que hay una gran sensibilidad en el ahorrista minorista a la tasa de interés. Lo vimos el año pasado, cuando tuvimos un crecimiento récord de los plazos fijos. Este año se desaceleró pero sigue en terrenos positivos, y creo que tiene que ver con la reducción bastante importante que tuvieron todas las tasas de interés, las activas también, pero las pasivas en particular. Cuando hablábamos la semana pasada con los bancos acerca de esta decisión del Banco Central de orientar una parte del crédito hacia la inversión y la producción, vemos que van a tener que hacer un esfuerzo mayor para captar ahorro para poder sostener las otras líneas que evidentemente le son más rentables. He escuchado muchas pavadas acerca de que a los bancos les estamos produciendo un quebranto. Ningún banco va a perder plata con estas tasas de interés, con una tasa del 15% van a ganar plata, menos plata que con un crédito del 40% al consumo, pero para eso están justamente los reguladores y para eso modificamos la Carta Orgánica del Banco Central, para que los ahorros de los argentinos se puedan intermediar a través de los bancos hacia los destinos claramente más convenientes para los argentinos, que tienen que ver con la producción, la inversión y el empleo.
–¿Qué pasará con los créditos al consumo y las tasas que se cobran por ellos?
–Quedó en claro y se lo planteé la semana pasada a los bancos: no se trata de hacer subsidios cruzados, de bajar las tasas por acá para cobrar más por allá. En el Banco Central tenemos con la nueva Carta Orgánica atribuciones para fijar tasas de interés. Hemos creado el ámbito de Defensa del Consumidor acá en el Banco Central. Estamos diciendo que con este plan van a ganar un poco menos y que vean cómo captan más recursos. Además, están hiper líquidos: el sistema financiero y bancario está con muchísima liquidez y se trata de comprometer una partecita mínima de esa liquidez. Es decir, que capten más ahorro para poder sostener esos márgenes de liquidez y además las otras líneas de financiamiento, ya sea para consumo, crédito personal o capital de trabajo, que viene creciendo bien en la Argentina.
–¿Es decir, hay liquidez entre el público que los bancos pueden captar para dirigirla a este nuevo segmento de créditos productivos?
–Ahora no va a existir más la alternativa de atesorar en dólares. Hay que buscar otros instrumentos, además de los depósitos en los bancos, que creo que deben hacer un esfuerzo por remunerar mejor y generar otras alternativas para que el ahorrista argentino pueda tener opciones. Hoy hay cerca de 90 mil millones de pesos de liquidez excedente en el sistema bancario. Lo que le estamos pidiendo a los bancos, además, es una porción de los depósitos –algo lógico– que cada uno aporte en proporción a lo que tiene en depósitos del sector privado. No una proporción absoluta sino relativa a los ahorros que tiene del sector privado.
–¿Se va a trabajar con las empresas para reducir el nivel de riesgo de los bancos?
–Hay que ver el caso del Banco Nación y su línea de financiamiento a tasa fija del 14%, que colocó 15.400 millones en cuatro años y medio. El otro día la presidenta dijo: lo que estamos pidiendo a 31 bancos, es que coloquen en un año lo que un solo banco colocó en cuatro años y medio. El Banco Nación tiene la tasa de mora más baja del sistema financiero. Es importante comprender que en este modelo económico, que no es el de la valorización financiera sino la productiva y que la actividad productiva en nuestro país tiene una enorme rentabilidad, especialmente en la pequeña y mediana empresa. <
La presidenta del Banco Central (BCRA) inscribió la decisión de restringir la compra de dólares para atesoramiento en un contexto internacional que se caracteriza por la crisis económica internacional y la obligación del gobierno de proteger el nivel de actividad y el empleo.
–¿Hacia dónde apuntan estos planeamientos?
–Estas medidas tienen que ver con el desafío de plantearnos como sociedad lo que significa la tendencia estructural de los argentinos de buscar al dólar como moneda de refugio y las consecuencias que tiene ese comportamiento en el funcionamiento de la economía. Es el desafío más interesante, porque esta pulsión de una porción relativamente pequeña de los argentinos es la consecuencia de nuestro pasado de crisis recurrente de la economía y de procesos de devaluaciones muy fuertes y degradaciones de los ahorros de los argentinos en moneda doméstica.
–¿Cuántas personas participan de la compra de divisas para atesoramiento?
–Sólo el 12% de los mayores de 18 años participaba de estas compras. Pero hay que destacar la enorme responsabilidad de la Convertibilidad, una excepción en América Latina que deliberadamente dispuso el bimonetarismo. Va a llevar tiempo desandar este proceso, pero la obligación que tenemos desde el Estado es promover todas las medidas para hacerlo.
–¿Qué consecuencias en la economía tienen este tipo de adquisiciones?
–No son neutrales. Se trata de una fuga de divisas del circuito de la producción y del empleo de nuestro país, y supone sustraer una parte importante del ahorro de los argentinos de ese circuito, que pasan a estar absolutamente ocuosos. En los últimos ocho años tuvo un equivalente superior al 3% del Producto Bruto Interno, y en el último año se acercó mucho al superávit comercial que tuvo el país.
–Con esas magnitudes de dólares extraídos de la economía, ¿faltan divisas?
–No. El gobierno desarticuló con políticas deliberadas, como el de-sendeudamiento, la sustitución de importaciones y la acumulación de reservas, todo ese entramado que nos llevó a crisis recurrentes. Podemos decir que hoy no tenemos la escasez estructural que históricamente perjudicó a la economía argentina, que era la famosa restricción externa, es decir, la falta de dólares. Ahora sí, claramente, con lo que tenemos que lidiar es con esta tendencia cultural y estructural, que frente a percepciones de situaciones de crisis internacional, o de inventadas devaluaciones que van a venir en cualquier momento, hay un corrimiento de los ahorros hacia el dólar. Y así entra en colisión este derecho individual de los argentinos de ahorrar en lo que se quiera, y los derechos que necesaria y obligatoriamente tiene que velar el gobierno argentino, y nosotros como parte del sector público nacional que es el derecho individual y colectivo a trabajar, a ganar un salario, a que la economía argentina siga creciendo, y garantizar la estabilidad financiera. Los procesos de fuga, ya sea por shocks internos o externos, han producido procesos desestabilizadores muy fuertes. Es importante que empecemos a tener este diálogo hacia el interior de nuestra sociedad de lo que ha significado esta propensión a ahorrar en dólares. Esto es claro: la Argentina tiene dólares suficientse para garantizar el funcionamiento de su economía, no para cubrir este desplazamiento del ahorro hacia moneda extranjera.
–Usted hizo mención a las resistencia culturales de los sectores que tienen capacidad de ahorro, ¿están organizadas o son políticas?
–No hay que ser ingenuos; el año pasado yo dije que habíamos asistido a una intentona deliberada de corrida cambiaria. Muchas veces esa tendencia estructural vinculada a nuestra crisis del pasado es utilizada y somos rehenes de operaciones deliberadas realizadas por quienes tienen aspiraciones desestabilizadoras o profecías autocumplidas de una devaluación, o los que insisten en recurrir a endeudamiento para satisfacer esta demanda de dólares por particulares.
–¿Qué alternativas se presentan a la regulación de la compra de dólares para ahorrar?
–Había tres alternativas: o bien una devaluación como muchos desean (hay que calcular que se fugaron 64 mil millones de dolares y el efecto riqueza provocado por una devaluación no sería menor). Nosotros ya sabemos que acá no va a haber una devaluación porque no hay condiciones estructurales para ello. La otra alternativa es el endeudamiento de corto plazo, pero tampoco vamos a recurrir a ello para financiar fugas, es una política de Estado el de-sendeudamiento. Claramente, la alternativa mas razonable, casi de sentido común, es regular una partecita del funcionamiento del mercado de cambios que es menor en el mercado de cambios.
–La ortodoxia dice que estas medidas pueden afectar la economía, por ejemplo la marcha del mercado inmbioliario.
–Estas son políticas que se fuerzan desde el gobierno (los mercados y, sobre todo, inercias que vienen desde hace mucho tiempo no van a producir por sí solos los cambios), y se están asimilando rápidamente. Hoy en la Argentina es absolutamente marginal la importancia de los depósitos en dolares dentro del total de los depósitos de la economía argentina y además esos depósitos son en dólares, no la ficción de depositar un peso y retirar un dólar de los años noventa. La campaña de contra la fiscalización de la AFIP produjo una caída en esos depósitos y eso afectó las reservas internacionales. Entre fines del año pasado y este año son cerca de 6000 millones de dólares. Entonces se comenzó a plantear que habría una caída de la prefinanciación de exportaciones y que por lo tanto caerían las exportaciones. Nosotros seguimos muy de cerca ese fenómeno, lo hablamos con los bancos, y vemos que está habiendo una reconversión de esas líneas de créditos de dólares a pesos. Es decir, se fue asimilando y trasladando de una operatoria en dólares a otra en pesos, de la misma manera que aparecen cada vez más iniciativas en el ámbito de la construcción con operatorias en pesos, que desde el sentido común, y no desde esta estructura cultural, indica que la construcción paga sueldos, ladrillos y cemento en pesos. Todo esto llevará su tiempo y estamos respetando claramente aquellas personas que ya tenían muy avanzado su trámite para la vivienda, pero a partir de ahí, por coherencia, lo que se dice es que los créditos hipotecarios serán en pesos.
–Casi el 95% de los nuevos proyectos en boca de pozo son en pesos, pero en el intervalo ¿qué ocurre con los inmuebles usados?
–Claramente, hay que tener en cuenta –por eso la importancia de este plan de viviendas que impulsó la Nación– es que la compra-venta de inmuebles usados no agrega valor. Es un intercambio de activos que ya existen. El desafío es sostener la actividad de la construcción, por eso son importantes los indicios de que hay una creciente asimilación de los pesos, y por eso es importante la decisión del Directorio del BCRA al quedar en claro las condiciones para que los actores económicos se muevan de aquí en adelante respecto d ela adquisición de divisas. Hay una transición para no generar perjuicios, y a partir de ahora los que tienen ahorrados esos dólares y quieren comprar una propiedad, podrán hacerlo entre privados, con acuerdos privados. Lo que decimos desde el Estado es que con esos fines, dólares no se van a vender.
–¿Qué opina del cuestionamiento que dice que la AFIP y el Banco Central apuntan sobre los individuos y no sobre los grandes jugadores del mercado cambiario?
–Hay que hablar sobre datos objetivos, y estos son que este fenómeno de formación de activos cruza al conjunto de la sociedad con capacidad de ahorro. Obviamente, los que tienen mayor capacidad y excedente se volcaban más dentro del límite de los 2 millones de dólares anuales permitidos, pero pensemos que había un 5% de que adquiría hasta 1000 dólares. Con una aritmética sencilla demostramos que si compran no 1000 sino 500 dólares por mes se genera un número insostenible desde el punto de vista de la salud económica de la Argentina. Por eso es interesante, cuando se habla de derechos individuales, hacer la sumatoria de los derechos de todos, de la prioridad del derecho al trabajo. Muchas veces se utiliza en exceso este concepto del derecho individual a ahorrar en una moneda que no es la nuestra.
–¿Cómo evolucionó la salida de divisas al exterior?
–Está bastante acotada. Cuando hablábamos de formación de activos externos hay una parte por formación de portafolio en el exterior –que puede llamarse fuga o la de compra de billetes para la formación de activos. Lo que se daba el año pasado fue comprar billetes para formación de activos de residentes, y no la salida del país.Nosotros, como autoridad monetaria, nos planteamos el desafío de pensar instrumentos de ahorro para esa escala minorista que sean vistos como una buena alternativa de ahorro en pesos.
–¿Y cuáles serían?
–Las estamos pensando.
–Un aliciente para invertir en pesos puede ser la tasa de interés.
–Efectivamente. Esto es algo que los bancos se lo han planteado muchas veces. Está demostrado que hay una gran sensibilidad en el ahorrista minorista a la tasa de interés. Lo vimos el año pasado, cuando tuvimos un crecimiento récord de los plazos fijos. Este año se desaceleró pero sigue en terrenos positivos, y creo que tiene que ver con la reducción bastante importante que tuvieron todas las tasas de interés, las activas también, pero las pasivas en particular. Cuando hablábamos la semana pasada con los bancos acerca de esta decisión del Banco Central de orientar una parte del crédito hacia la inversión y la producción, vemos que van a tener que hacer un esfuerzo mayor para captar ahorro para poder sostener las otras líneas que evidentemente le son más rentables. He escuchado muchas pavadas acerca de que a los bancos les estamos produciendo un quebranto. Ningún banco va a perder plata con estas tasas de interés, con una tasa del 15% van a ganar plata, menos plata que con un crédito del 40% al consumo, pero para eso están justamente los reguladores y para eso modificamos la Carta Orgánica del Banco Central, para que los ahorros de los argentinos se puedan intermediar a través de los bancos hacia los destinos claramente más convenientes para los argentinos, que tienen que ver con la producción, la inversión y el empleo.
–¿Qué pasará con los créditos al consumo y las tasas que se cobran por ellos?
–Quedó en claro y se lo planteé la semana pasada a los bancos: no se trata de hacer subsidios cruzados, de bajar las tasas por acá para cobrar más por allá. En el Banco Central tenemos con la nueva Carta Orgánica atribuciones para fijar tasas de interés. Hemos creado el ámbito de Defensa del Consumidor acá en el Banco Central. Estamos diciendo que con este plan van a ganar un poco menos y que vean cómo captan más recursos. Además, están hiper líquidos: el sistema financiero y bancario está con muchísima liquidez y se trata de comprometer una partecita mínima de esa liquidez. Es decir, que capten más ahorro para poder sostener esos márgenes de liquidez y además las otras líneas de financiamiento, ya sea para consumo, crédito personal o capital de trabajo, que viene creciendo bien en la Argentina.
–¿Es decir, hay liquidez entre el público que los bancos pueden captar para dirigirla a este nuevo segmento de créditos productivos?
–Ahora no va a existir más la alternativa de atesorar en dólares. Hay que buscar otros instrumentos, además de los depósitos en los bancos, que creo que deben hacer un esfuerzo por remunerar mejor y generar otras alternativas para que el ahorrista argentino pueda tener opciones. Hoy hay cerca de 90 mil millones de pesos de liquidez excedente en el sistema bancario. Lo que le estamos pidiendo a los bancos, además, es una porción de los depósitos –algo lógico– que cada uno aporte en proporción a lo que tiene en depósitos del sector privado. No una proporción absoluta sino relativa a los ahorros que tiene del sector privado.
–¿Se va a trabajar con las empresas para reducir el nivel de riesgo de los bancos?
–Hay que ver el caso del Banco Nación y su línea de financiamiento a tasa fija del 14%, que colocó 15.400 millones en cuatro años y medio. El otro día la presidenta dijo: lo que estamos pidiendo a 31 bancos, es que coloquen en un año lo que un solo banco colocó en cuatro años y medio. El Banco Nación tiene la tasa de mora más baja del sistema financiero. Es importante comprender que en este modelo económico, que no es el de la valorización financiera sino la productiva y que la actividad productiva en nuestro país tiene una enorme rentabilidad, especialmente en la pequeña y mediana empresa. <