Remisión de utilidades: consume 45% del saldo de la balanza comercial

Argentina
Remisión de utilidades: consume 45% del saldo de la balanza comercial
Repsol explicó el 25% de los u$s7.331 millones girados en 2011
Fuente: CIFRA
Por Pablo Waisberg
La remisión de utilidades y dividendos que realizaron las empresas trasnacionales creció sostenidamente y llegó a u$s7.331 millones en 2011. Esas remisiones “consumieron el 45,4% del saldo positivo de la balanza comercial” del año pasado. En esa operatoria, Repsol YPF explicó el 25% de las utilidades remitidas al exterior, unos u$s1.300 millones, según detalló el trabajo del Centro de Investigaciones y Formación (CIFRA).
“Lo más sorprendente fue que gran parte de la remisión de utilidades venía por el lado de Repsol (que giró esa ganancia para sostener a la casa matriz). Ahora, con la nacionalización de buena parte de la empresa, esa situación debería revertirse”, indicó a BAE la economista Ana Laura Fernández, quien tomó los datos directamente de las remisiones declaradas.
El trabajo destacó que el comportamiento se mantuvo “aun en el marco de la desaceleración de la actividad económica” y desde 2009 –un año después del estallido de la crisis de las hipotecas basura– el volumen de remisiones creció hasta llegar “en 2011 al 70% de las utilidades”.
“Ello es sumamente relevante, puesto que los giros de utilidades al exterior consumieron el 45,4% del saldo positivo de la balanza comercial en 2011, representando una importante presión sobre el flujo de divisas”, subrayó y puntualizó: “Principalmente, por este comportamiento desde mediados del año pasado (y también en el primer trimestre de 2012) la cuenta corriente del balance de pagos resultó deficitaria”.
La constante remisión de utilidades, que implica girar a las casas matrices ganancias producidas en el mercado interno, está posibilitada por la Ley de Inversiones Extranjeras (21.382), una de las primeras medidas económicas que impuso la dictadura cívico-militar en agosto de 1976. Esa norma, que fue completada con la Ley de Entidades Financieras –aplicada desde febrero de 1977 y aún vigente–, fue fundamental en la modificación del entramado económico industrial de la Argentina.
De acuerdo con el texto que sepultó la ley 20.557, sancionada en septiembre de 1973, los inversores extranjeros pueden “transferir al exterior las utilidades líquidas y realizadas provenientes de sus inversiones, así como repatriar su inversión”. Ese beneficio para retirar dólares del mercado, detallado en el artículo 11, no lo tienen las firmas locales.
Según la Ley de Radicación de Capitales Extranjeros (20.557), que sólo tuvo vigencia entre 1973 y 1976, las multinacionales tenían un límite anual para remesar utilidades a sus países de origen, sus inversiones debían ser autorizadas por el Ejecutivo y los bienes o servicios que pensaban producir debían posibilitar la sustitución de importaciones.
Al analizar la situación producida por esa legislación, Fernández consideró que “es obvio que hay que incentivar a las empresas a reinvertir en el país, pero también tendría que existir algún límite, y el tema es cómo se regula la reinversión”.

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