Daniel Scioli comenzó la jornada de ayer más optimista que de costumbre. Y mucho más teniendo en cuenta las últimas semanas, desde el inicio de la pelea por el medio aguinaldo que derivó en lo que pareció la declaración de guerra definitiva entre la Casa Rosada y La Plata. Sin adelantar el anuncio que daría horas después el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, con la promesa de una nueva ayuda financiera, el gobernador bonaerense auguraba una tregua ante sus colaboradores. En nada se parece a la duradera pax romana.
Bueno, gracias chicos, parece que estuviéramos firmando la paz en Siria, bromeó la presidenta Cristina Fernández a los periodistas de la Casa de Gobierno que por primera vez en toda su gestión lograron ingresar a su despacho para una audiencia. La mandataria estaba sentada al lado de Scioli. Y los acompañaban la ministra de Economía, Silvina Batakis, su equivalente nacional, Lorenzino, y el director de la Anses, Diego Bossio.
Como ya había hecho con los primeros $ 1000 millones de ayuda que la Rosada le había depositado, con cierto retraso, Scioli volvió a agradecer el apoyo de la Nación. Y durante un acto oficial posterior, la jefa de Estado festejó que hemos encontrado la vuelta para enviar los recursos y destacó el pago del resto del medio aguinaldo a los bonaerenses la próxima semana (Ver aparte). Según las últimas encuestas, ambos perdían con la polémica, pero la imagen presidencial era la más afectada. El karma kirchnerista volvía a cumplirse a rajatabla: al ex motonauta no le entran las balas. Hasta llegó a interceder en la disputa Diego Maradona que pidió que que no pague la gente. Un día después del reclamo del ídolo llegó la calma.
El protagonismo presidencial en la resolución del conflicto no cayó del todo bien en el sciolismo y ya se quejan por lo bajo que la mandataria quiere llevarse todo el crédito. Pero no le dan tanta importancia porque la prioridad era apagar el incendio que, además de los paros de estatales, llegó a amenazar con frustrar el regreso a clases de los alumnos bonaerenses.
En la provincia tampoco hay una gran celebración porque ya se imaginan lo que será la primer batalla que romperá la frágil tregua: el juego. No es un secreto que la renovación de las licencias a los Bingos, algunos por 15 años y otros por 10, no cayó bien en el Gobierno. Cuando estalló el Boldgate, en torno al escándalo por la ex Ciccone que salpica al vicepresidente Amado Boudou, trascendió que la mandataria reclamó la estatización del millonario negocio de los juegos de azar bonaerenses. Mientras avanzaba el reciente pacto sciolista con los bingueros para conseguir dinero fresco, el vicegobernador Gabriel Mariotto mostró su desacuerdo en público. Y, a modo de advertencia, deslizó a sus íntimos que hay varios proyectos en la Legislatura para debatir. Uno de ellos es la estatización.
Ayer mismo, poco antes del anuncio de Lorenzino, el diputado provincial K Mario Caputo pidió no descartar nada. Si se negocia con la debilidad de la urgencia, pierde el Estado, reflexionó ante El Cronista el legislador cercano al ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
Más allá del anuncio de la nueva ayuda financiera, no salieron a la superficie si la Rosada reclamó algunas condiciones. Al tiempo que defendían la validez del acuerdo con los Bingos, en el sciolismo admitían que hay presión K para cancelarlo. Eso ya está firmado, no hay marcha atrás, además ahora tenemos cubierto el aguinaldo pero 10 días después se nos viene encima el pago de sueldos de agosto, se defendían en el ministe-rio de Economía bonaerense.
Bueno, gracias chicos, parece que estuviéramos firmando la paz en Siria, bromeó la presidenta Cristina Fernández a los periodistas de la Casa de Gobierno que por primera vez en toda su gestión lograron ingresar a su despacho para una audiencia. La mandataria estaba sentada al lado de Scioli. Y los acompañaban la ministra de Economía, Silvina Batakis, su equivalente nacional, Lorenzino, y el director de la Anses, Diego Bossio.
Como ya había hecho con los primeros $ 1000 millones de ayuda que la Rosada le había depositado, con cierto retraso, Scioli volvió a agradecer el apoyo de la Nación. Y durante un acto oficial posterior, la jefa de Estado festejó que hemos encontrado la vuelta para enviar los recursos y destacó el pago del resto del medio aguinaldo a los bonaerenses la próxima semana (Ver aparte). Según las últimas encuestas, ambos perdían con la polémica, pero la imagen presidencial era la más afectada. El karma kirchnerista volvía a cumplirse a rajatabla: al ex motonauta no le entran las balas. Hasta llegó a interceder en la disputa Diego Maradona que pidió que que no pague la gente. Un día después del reclamo del ídolo llegó la calma.
El protagonismo presidencial en la resolución del conflicto no cayó del todo bien en el sciolismo y ya se quejan por lo bajo que la mandataria quiere llevarse todo el crédito. Pero no le dan tanta importancia porque la prioridad era apagar el incendio que, además de los paros de estatales, llegó a amenazar con frustrar el regreso a clases de los alumnos bonaerenses.
En la provincia tampoco hay una gran celebración porque ya se imaginan lo que será la primer batalla que romperá la frágil tregua: el juego. No es un secreto que la renovación de las licencias a los Bingos, algunos por 15 años y otros por 10, no cayó bien en el Gobierno. Cuando estalló el Boldgate, en torno al escándalo por la ex Ciccone que salpica al vicepresidente Amado Boudou, trascendió que la mandataria reclamó la estatización del millonario negocio de los juegos de azar bonaerenses. Mientras avanzaba el reciente pacto sciolista con los bingueros para conseguir dinero fresco, el vicegobernador Gabriel Mariotto mostró su desacuerdo en público. Y, a modo de advertencia, deslizó a sus íntimos que hay varios proyectos en la Legislatura para debatir. Uno de ellos es la estatización.
Ayer mismo, poco antes del anuncio de Lorenzino, el diputado provincial K Mario Caputo pidió no descartar nada. Si se negocia con la debilidad de la urgencia, pierde el Estado, reflexionó ante El Cronista el legislador cercano al ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
Más allá del anuncio de la nueva ayuda financiera, no salieron a la superficie si la Rosada reclamó algunas condiciones. Al tiempo que defendían la validez del acuerdo con los Bingos, en el sciolismo admitían que hay presión K para cancelarlo. Eso ya está firmado, no hay marcha atrás, además ahora tenemos cubierto el aguinaldo pero 10 días después se nos viene encima el pago de sueldos de agosto, se defendían en el ministe-rio de Economía bonaerense.