Verónica De Vita y Federico Fayad – vdevita@losandes.com.ar
Según un informe elaborado por la Unesco Global Education Digest en 2010 y dado a conocer por la asociación civil Argentina Proyecto Educar 2050, la mitad de los estudiantes argentinos del nivel medio no concluye sus estudios. La secundaria concentra el mayor nivel de deserción, poniendo de manifiesto el alarmante deterioro de la educación en el país.
Diferentes opiniones del ámbito educativo consultadas coinciden en que la sociedad no está transmitiendo a los jóvenes una cultura del trabajo y del esfuerzo que valore los beneficios de la educación, así como tampoco capacita en cuanto al orden y la forma de hacer frente a la rutina.
Livia Sandez, subsecretaria de Planeamiento y Evaluación de Calidad Educativa de la DGE, explicó que la discusión no debe darse en términos de terminalidad en un contexto como el de nuestra provincia, donde casi 100% de quienes salen de la primaria ingresan a la secundaria (a ellos hay que sumar a quienes empiezan tardíamente).
«No hay que quedarse solo con el dato, el cual no negamos. El eje de la discusión debe estar dado por cómo la secundaria está atravesada por la obligatoriedad, la inclusión y la calidad educativa. Porque si la secundaria es selectiva evidentemente va a haber una instancia de mayor terminalidad», indicó la funcionaria.
Además, agregó que no es factible negociar la mejora de estos datos si eso significa que no todos estén dentro de la escuela. «Estamos obligados como representantes del Estado, junto a la sociedad, a generar condiciones o políticas públicas para que se cumpla el derecho a participar en la educación. Este es un proceso de un trabajo sostenido de acompañamiento de los chicos para que aprendan y terminen la secundaria», explicó.
Problema estructural
El especialista en Educación Gustavo Iaies atribuye esta situación particularmente a dos aspectos. Por un lado, un problema estructural y de organización de la escuela secundaria: «En sus comienzos fue creada para para sectores medio-altos y altos que iban a seguir la universidad. Apuntaba a dar orientación en cuanto a las capacidades y gustos individuales para poder elegir, no se trataba de aprender las materias en particular».
Luego se amplió a todos los sectores y esta estructura no se modificó. «Hoy el modelo curricular está agotado, los estudiantes argentinos tienen entre 11 y 16 materias mientras que en Estados Unidos o Inglaterra tienen 6 o 7», comparaIaies. Esto, además, termina por producir una relación muy segmentada con los docentes, que no establecen con los jóvenes un vínculo fuerte.
Por otra parte, Iaies asegura que «a los chicos les cuesta ordenarse, adquirir rutinas y con tantas materias eso es clave».
Falta motivación
La opinión de la profesora de Lengua y Literatura Mariela Roldán es impactante: «Como docente siento que estamos estafando a los estudiantes porque les prometemos conseguir una mejor calidad de vida y un mejor futuro y en realidad no les estamos brindando ninguna herramienta útil para, por ejemplo, obtener un trabajo (…). Lo que se enseña en la escuela es obsoleto».
En tanto, Iaies sostiene que si bien no es una escuela tentadora, considera que los alumnos sí quieren terminarla porque saben las consecuencias que tiene para su futuro abandonarla, eso se ve en la tasa de extraedad (quienes cursan un año por fuera de su edad). El especialista destacó que desde 2003 se mantiene similar la tasa de repitencia pese a que se han invertido muchos recursos.
Para la matemática Mónica Guitart, docente secundaria durante 20 años y actualmente en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo. la deserción escolar se explica en que se ha perdido la cultura del esfuerzo y el estudio. «Los papás de antes te decían que tenías que estudiar para tener un mejor futuro, hoy esto no ocurre», explica.
Cuestión de tiempo
Amalia Vergara, ex docente y autora del libro «El derrumbe de la escuela pública», se muestra de acuerdo con los números revelados en el informe y atribuye las causas del abandono escolar a la conjugación de diversos factores.
«Los chicos egresan de la primaria con la competencia de la lectoescritura poco desarrollada, lo que garantiza el fracaso en la secundaria», explica. Es que según la educadora, tienen problemas en la lectura corriente entonces no se les puede pedir que desarrollen la lectura interpretativa y todavía es menos probable que generen hábitos de estudio en sus casas.
«Los chicos no saben sentarse para concentrarse en el estudio en su casa. Están con lo que pueden aprender en el momento de la enseñanza pero la fijación de conocimientos en el hogar es de 15 minutos», señala y agrega una frase contundente: «El estudio pasó de moda».
Otros factores que influyen en la deserción son la cantidad de tiempo libre dentro de los colegios debido a la ausencia de los profesores. Tanto padres y alumnos terminan considerando que ir a la escuela solo por algunas horas es una pérdida de tiempo, entonces directamente los chicos no asisten.
«Esto en la actualidad se está notando con mayor intensidad. Por otra parte, los padres deben apoyar la autoridad del docente, porque se han aliado con los hijos, y esto afecta el desarrollo del proceso de aprendizaje», sentencia Vergara, y carga duro contra el ministro de Educación Alberto Sileoni, quien minimizó la reciente toma de colegios en Buenos Aires por parte de los alumnos.
«Son lamentables las declaraciones de Sileoni porque es degradante para los docentes que el ministro avale el comportamiento de los estudiantes. No puede estar de acuerdo con alumnos que han sido ideologizados externamente», dice con énfasis.
Para el futuro, en vías de mejorar Vergara opina que deben generarse políticas de Estado que concienticen a padres y a la sociedad en general sobre el respeto al docente. «Hay que recuperar el rol que a cada uno le corresponde. El docente tiene que poder ejercer el derecho constitucional de enseñar y los alumnos de aprender. Porque las escuelas no son centros de contención ciudadana», explica y cerró con un mensaje claro: «Pareciera que hoy se han propuesto destruir todo lo que queda».
Según un informe elaborado por la Unesco Global Education Digest en 2010 y dado a conocer por la asociación civil Argentina Proyecto Educar 2050, la mitad de los estudiantes argentinos del nivel medio no concluye sus estudios. La secundaria concentra el mayor nivel de deserción, poniendo de manifiesto el alarmante deterioro de la educación en el país.
Diferentes opiniones del ámbito educativo consultadas coinciden en que la sociedad no está transmitiendo a los jóvenes una cultura del trabajo y del esfuerzo que valore los beneficios de la educación, así como tampoco capacita en cuanto al orden y la forma de hacer frente a la rutina.
Livia Sandez, subsecretaria de Planeamiento y Evaluación de Calidad Educativa de la DGE, explicó que la discusión no debe darse en términos de terminalidad en un contexto como el de nuestra provincia, donde casi 100% de quienes salen de la primaria ingresan a la secundaria (a ellos hay que sumar a quienes empiezan tardíamente).
«No hay que quedarse solo con el dato, el cual no negamos. El eje de la discusión debe estar dado por cómo la secundaria está atravesada por la obligatoriedad, la inclusión y la calidad educativa. Porque si la secundaria es selectiva evidentemente va a haber una instancia de mayor terminalidad», indicó la funcionaria.
Además, agregó que no es factible negociar la mejora de estos datos si eso significa que no todos estén dentro de la escuela. «Estamos obligados como representantes del Estado, junto a la sociedad, a generar condiciones o políticas públicas para que se cumpla el derecho a participar en la educación. Este es un proceso de un trabajo sostenido de acompañamiento de los chicos para que aprendan y terminen la secundaria», explicó.
Problema estructural
El especialista en Educación Gustavo Iaies atribuye esta situación particularmente a dos aspectos. Por un lado, un problema estructural y de organización de la escuela secundaria: «En sus comienzos fue creada para para sectores medio-altos y altos que iban a seguir la universidad. Apuntaba a dar orientación en cuanto a las capacidades y gustos individuales para poder elegir, no se trataba de aprender las materias en particular».
Luego se amplió a todos los sectores y esta estructura no se modificó. «Hoy el modelo curricular está agotado, los estudiantes argentinos tienen entre 11 y 16 materias mientras que en Estados Unidos o Inglaterra tienen 6 o 7», comparaIaies. Esto, además, termina por producir una relación muy segmentada con los docentes, que no establecen con los jóvenes un vínculo fuerte.
Por otra parte, Iaies asegura que «a los chicos les cuesta ordenarse, adquirir rutinas y con tantas materias eso es clave».
Falta motivación
La opinión de la profesora de Lengua y Literatura Mariela Roldán es impactante: «Como docente siento que estamos estafando a los estudiantes porque les prometemos conseguir una mejor calidad de vida y un mejor futuro y en realidad no les estamos brindando ninguna herramienta útil para, por ejemplo, obtener un trabajo (…). Lo que se enseña en la escuela es obsoleto».
En tanto, Iaies sostiene que si bien no es una escuela tentadora, considera que los alumnos sí quieren terminarla porque saben las consecuencias que tiene para su futuro abandonarla, eso se ve en la tasa de extraedad (quienes cursan un año por fuera de su edad). El especialista destacó que desde 2003 se mantiene similar la tasa de repitencia pese a que se han invertido muchos recursos.
Para la matemática Mónica Guitart, docente secundaria durante 20 años y actualmente en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo. la deserción escolar se explica en que se ha perdido la cultura del esfuerzo y el estudio. «Los papás de antes te decían que tenías que estudiar para tener un mejor futuro, hoy esto no ocurre», explica.
Cuestión de tiempo
Amalia Vergara, ex docente y autora del libro «El derrumbe de la escuela pública», se muestra de acuerdo con los números revelados en el informe y atribuye las causas del abandono escolar a la conjugación de diversos factores.
«Los chicos egresan de la primaria con la competencia de la lectoescritura poco desarrollada, lo que garantiza el fracaso en la secundaria», explica. Es que según la educadora, tienen problemas en la lectura corriente entonces no se les puede pedir que desarrollen la lectura interpretativa y todavía es menos probable que generen hábitos de estudio en sus casas.
«Los chicos no saben sentarse para concentrarse en el estudio en su casa. Están con lo que pueden aprender en el momento de la enseñanza pero la fijación de conocimientos en el hogar es de 15 minutos», señala y agrega una frase contundente: «El estudio pasó de moda».
Otros factores que influyen en la deserción son la cantidad de tiempo libre dentro de los colegios debido a la ausencia de los profesores. Tanto padres y alumnos terminan considerando que ir a la escuela solo por algunas horas es una pérdida de tiempo, entonces directamente los chicos no asisten.
«Esto en la actualidad se está notando con mayor intensidad. Por otra parte, los padres deben apoyar la autoridad del docente, porque se han aliado con los hijos, y esto afecta el desarrollo del proceso de aprendizaje», sentencia Vergara, y carga duro contra el ministro de Educación Alberto Sileoni, quien minimizó la reciente toma de colegios en Buenos Aires por parte de los alumnos.
«Son lamentables las declaraciones de Sileoni porque es degradante para los docentes que el ministro avale el comportamiento de los estudiantes. No puede estar de acuerdo con alumnos que han sido ideologizados externamente», dice con énfasis.
Para el futuro, en vías de mejorar Vergara opina que deben generarse políticas de Estado que concienticen a padres y a la sociedad en general sobre el respeto al docente. «Hay que recuperar el rol que a cada uno le corresponde. El docente tiene que poder ejercer el derecho constitucional de enseñar y los alumnos de aprender. Porque las escuelas no son centros de contención ciudadana», explica y cerró con un mensaje claro: «Pareciera que hoy se han propuesto destruir todo lo que queda».