Muchos italianos han perdido la confianza, las ganas de luchar o de batallar por el propio interés porque no ven nada en el horizonte. En este contexto, la canciller alemana fue todo elogios con su par Monti. Se vienen días decisivos para Europa.
Desde Roma
El primer ministro italiano Mario Monti parece estar decidido a convencer a toda costa a los gobiernos europeos y por ende a las agencias de rating y a los mercados internacionales de que todo lo que su gobierno está haciendo es lo correcto para encaminar el país hacia la puerta de salida de la crisis económica. Al menos eso parecen querer indicar los encuentros que mantuvo en estos días, con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, el martes por la noche en Bruselas con la canciller alemana Angela Merkel el miércoles en Berlín, y el que tendrá la semana que viene con el presidente francés, François Hollande, en Roma.
Algunos agregan a esta lista un inusual encuentro con el papa Benedicto XVI, la semana pasada en Castelgandolfo, la residencia estiva del pontífice, a unos 40 km de Roma. Inusual porque desde los tiempos en que la desaparecida Democracia Cristiana gobernaba este país, hace ya más de 20 años, no se veían encuentros políticos entre el primer ministro y el papa de turno. Aunque siempre existieron esos contactos, dada la influencia que el Vaticano tiene en sectores económicos y políticos y en los votantes de Italia, los gobiernos sucesivos prefirieron delegarlos a exponentes gubernamentales de segundo plano.
Católico practicante, Monti decidió hablar con el Papa personalmente esta vez, y luego con el secretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, sobre los desafíos que enfrenta la Unión Europea en este momento y sobre la contribución que pueden dar sus ciudadanos y sobre todo los jóvenes, informó la oficina de prensa de la Santa Sede. Nada se dijo sobre si en el encuentro se trató un tema escabroso como el IMU, un impuesto inmobiliario creado por el gobierno Monti para reunir dinero para el Estado y que, sin embargo el Vaticano, siendo dueño de numerosísimos inmuebles en Roma, no paga. De todas maneras, tal vez con el ánimo de ayudar en la campaña internacional que Monti está llevando adelante, el Papa eligió como motivación para sus oraciones de septiembre, rezar para que los políticos actúen siempre con honradez, integridad y amor a la verdad.
Dado que Europa está saliendo esta semana de un mes de impasse, con temperaturas que bordearon los 40 grados y la gente mal o bien de vacaciones, la prensa italiana habla de que los próximos quince días serán decisivos para Europa y para Italia. El 6 de septiembre, entre otras cosas, el Banco Central Europeo fijará los términos para la compra de bonos de los países en crisis y eso podría hacer bajar los intereses que algunos países, Italia entre ellos, deben pagar para poder colocar sus títulos de deuda en el mercado.
En sus encuentros políticos de esta semana, y particularmente el de ayer con Angela Merkel, Monti recogió sólo elogios. La agenda de compromisos de Roma es excepcional y el plan de reformas, impresionante, dijo Merkel en la rueda de prensa al concluir la reunión. Y agregó: Tenemos completa confianza en el hecho de que el gobierno italiano tomará todas las decisiones necesarias para salir de la crisis. Y, como para estimular una vez más la confianza de los mercados, concluyó: Tenemos todos los instrumentos necesarios para estabilizar la Zona Euro.
Monti, por su parte, recordó ante los periodistas que no han pasado muchos meses desde que está en el gobierno, pero que cree poder decir que se han realizado progresos significativos. Según dijo, se ha trabajado para dar mayor competitividad a la economía europea y para conseguirla, se ha tratado de poner en orden las cuentas del Estado y hacer reformas estructurales. Estos progresos empiezan a ser visibles, incluso para los mercados, como demuestra la buena venta de títulos de la deuda del Estado que hemos conseguido esta semana, indicó Monti. Pero hay que persistir y seguir con determinación, concluyó.
Todo esto es lo que ocurre a nivel superestructural. En la base, en la calle, entre la gente, las cosas son bien distintas. Muchos han perdido la confianza, las ganas de luchar o de batallar por el propio interés porque no ven nada en el horizonte, como muestran algunos indicadores estadísticos. Otros están decididos a perder la propia vida con tal de defender la fuente de trabajo. Es el caso de los obreros de la acería ILVA de Taranto, que prefieren seguir trabajando aunque arriesguen agarrarse un cáncer por las emanaciones de la fábrica, y ahora el de la mina de carbón Sulcis, en Cerdeña, donde 30 mineros por turno ocupan desde el 26 de agosto la mina, acampando en una de sus galerías, a 373 metros de profundidad. Los mineros dicen que podrían hacerse los locos, es decir hacer estallar todo con el material explosivo que han secuestrado, si el gobierno decide cerrar la mina. El problema es que el carbón, el más contaminante de los combustibles, se usa cada vez menos en Italia. La mina podría ser transformada en una central eléctrica a carbón ecológico, pero el país, dice el gobierno, no está en condiciones de enfrentar ahora semejante proyecto.