Resulta por lo menos llamativo que concomitantemente con cierta desaceleración en la manifestación pública de sus aspiraciones presidenciales por parte del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, se haya desinflado también un tanto la histeria que se hubiera desatado sobre el escándalo Boldt-Ciccone; más precisamente, sobre el vector que involucraría al vicepresidente Amado Boudou en la trama, por cierto bastante enrevesada, del negocio de la impresión de billetes.
El 8 de abril último, por medio de una nota publicada en Página/12, Horacio Verbitsky enmarcó el asunto Ciccone en la disputa política –desatada muy temprano– por la sucesión presidencial de 2015. Reforma constitucional para habilitar una tercera candidatura consecutiva de la presidenta CFK y Boudou son dos expedientes que, alternativamente, han meneado, en distintos momentos, diferentes sectores del kirchnerismo sin juego por fuera de la Presidenta, con el objetivo de tener bajo control el trámite sucesorio.
Todavía no había surgido clara en abril la posibilidad de que José Manuel De La Sota, el gobernador de Córdoba, se decidiera a intervenir en la discusión de poder a que aludía Verbitsky en su nota, y que ha puesto (‘Gallego’) de manifiesto recién en el último mes y monedas a partir de varias iniciativas motorizadas de modo forzoso, con el único fin de plantar a nivel nacional su imagen en un escenario de diferendos con el kirchnerismo.
El abogado constitucionalista Eduardo Barcesat opinó, al otro día de la nota de Verbitsky, sobre los procesos judiciales abiertos respecto de Ciccone, que «nada en materia de quiebras puede considerarse excepcional». Y, como dato relevante, que ninguno de los restantes acreedores en la quiebra de la imprenta opuso reparos al plan de pagos otorgado por AFIP, cuyo cumplimiento cabal, de verificarse, obturaría la hipótesis del supuesto perjuicio para el erario público, cuya configuración sí complicaría al actual vicepresidente.
De todas formas, los bemoles del expediente judicial se resolverán a su debido tiempo en el ámbito que corresponde, tema que excede por demás el espacio de un post. Lo que acá nos interesa es, apenas, el contexto al interior del cual se despliega una causa judicial fuertemente vinculada con los desplazamientos del tablero político nacional.
En cualquier caso, la posibilidad de jugar la carta Boudou es ya un imposible. Independientemente de lo que puedan decir las encuestas de imagen, incluso. Verbitsky decía en abril que «anular esa hipótesis es vital para el proyecto Scioli 2015» impulsado por distintos sectores del establishment local. Y así ha sido, independientemente de la mayor o menor incidencia que los movimientos que eventualmente hayan desplegado hayan podido tener en el desarrollo del expediente.
Un acuerdo con algún sector del kirchnerismo es la opción más potable para dichas corporaciones, porque sería más barata la instalación de una candidatura a través de las estructuras de la única opción nacional de poder realmente existente, al tiempo que neutralizaría, en gran medida –porque debilitaría la conducción sintetizadora que hace posible la confluencia de espacios que de otro modo se dispersaría–, el énfasis que los sectores más dinámicos del proyecto conducido por CFK destinan a operar contradicciones con determinados integrantes del bloque de clases dominantes reticentes a subordinarse a los mandos institucionales establecidos.
El sociólogo Artemio López advirtió, sin embargo, y en el mismo entendimiento de lo antedicho, que todo cuanto Scioli pueda recoger de positivo en términos del despliegue de su figura a nivel nacional lo es en el marco de un esquema en el que es parte no principal. Y que, por tanto, no puede esperar que las consideraciones de que hoy goza vayan a replicarse en forma idéntica si decide reformular los términos de su participación electoral.
El primero que parece coincidir con eso es el propio Scioli, en tanto no deja pasar oportunidad para mostrarse en plena sintonía con Cristina –hasta anunciando su apoyo a un eventual proyecto rereeleccionista aparentemente repudiado por amplias franjas ciudadanas que al mismo tiempo lo verían a él con buenos ojos–, seguramente en función de hacer méritos para obtener la bendición presidencial como heredero del armado por fuera del cual no luce potable la administración de la gobernabilidad sistémica, como se puso de manifiesto en las inorgánicas manifestaciones de protesta de corte antipolítico del 13 de septiembre último, que simbolizaron el default representativo opositor para enmarcar las posiciones adversas al kirchnerismo.
Scioli no sabe o no puede –descontamos que, querer, quiere– dibujar una alternativa, y entonces lo que parecía ser una fuerza creciente a mediados de este año, ahora ha quedado en mera anécdota, tanto que hasta se advierte mucho más armoniosa la relación del gobernador con su segundo al mando, Gabriel Mariotto. Calculase que intentará cuanto esté a su alcance para conseguir la designación de Cristina, a quien, definitivamente, y a pesar de que lo incitan a ello, no quiere enfrentar; o a jugar con el tiempo aspirando a su propia re-re local.
En cualquier caso, parecería ser que Verbitsky no deliraba tanto cuando vinculaba ciertos enredos del affaire Ciccone, cuyo competidor opera fuertemente negocios millonarios en la provincia de Buenos Aires ya desde la época en que la gobernaba Eduardo Duhalde, con los elementos que ¿motorizan/motorizaban? una rebeldía de Scioli.
El que ha tomado el lugar de Scioli, al menos a nivel de agenda pública, parece ser De La Sota, que sí ha encarado la construcción de una opción verdaderamente refutadora del actual ciclo histórico. Lo demuestra hasta en los más pequeños gestos, como ser el acto paupérrimo de presión callejera sobre los tribunales federales en que participó junto a diversas expresiones del peronismo opositor para exigir la reapertura del proceso judicial por el asesinato de José Ignacio Rucci a partir de la ridícula pretensión de que todo aquello sea calificado como delito de lesa humanidad, lo que salvaría a la causa de la prescripción que de otro modo la fulminará.
Un argumento fácilmente rebatible para estudiantes de Derecho de nivel inicial que no tiene otro propósito que el de la puesta de relieve de una supuesta contradicción insalvable con el kirchnerismo a partir del tratamiento penal del caso, lo que más que con el oficialismo se da de patadas con la ley.
De cualquier manera, De La Sota, al revés que los derrotados en 2011 o Maurizio Macrì, sí cuenta con fibra combativa, audacia y espesor intelectual como para intentar la posibilidad de capitalizar el sector que se expresó muy fuertemente en los cacerolazos, y articularlo con el peso específico que pudiera arrastrar naturalmente una candidatura que pelease el espacio peronista en alianza con las expresiones conservadoras de la pampa húmeda, en una amalgama capaz de plantarse de forma mucho más presentable que cualquiera del resto de las alternativas que se manejan en el debate público.
De La Sota parece estar dispuesto a raspar en otras ollas, y esa definición política explica muchas cosas que a veces parecen indescifrables de los expedientes judiciales, sin que nada de todo esto que se acaba de decir acá implique en modo alguno aventurar una sola coma del porvenir del que involucra a Amado Boudou.
Las brujas, según se dice, no existen.
Lo de Boudou es un invento de la prensa, esta claro que los verdaderos dueños de Ciccone son…. Ah, no pará!
Boudou es un impresentable. Chanta N°1
Y de la Sota, bueno… Otro chanta, además con espíritu menemista aunque ahora se quiera barnizar más o menos de otra cosa con spots publicitarios como ese que hizo con el boleto estudiantil y la noche de los lápices. Vergüenza.
Pero lo peor de todo es que estemos esperando que Cristina le de la bendición a alguien para ver quién va a ser nuestro próximo presidente… ¡¡Hagan internas peronistas con todos los candidatos que quieran ser!! Lo otro nos recluiría a un nivel de mafia siciliana en donde una pequeña mesa chica decide todo lo que realmente importa y el resto se limita a aceptar a y a respetar. Algo así como la FIFA, para tener un ejemplo más conocido.
Diego si hoy hubiera internas en el peronismo ¿vos pensás que se presentaría la sota de copas?
En su provincia al menos sería el peronista más votado.
Mmmm mirá lo “más votado en su provincia” después del “ajuste” en las jubilaciones más alguna cosita por acá es para que se inquiete, dudo
Pero más allá de eso y entendiendo que su objetivo es ser presidente e insisto, hoy, no tiene ninguna chance fijate que Mancuso muestra lealtad ¿por qué será? Es la vereda del sol. A la sota no le queda otra que un neo peornismo federal, de ninguna manera se va a someter a una compulsa con predominio K por la misma razón que sus antecesores que ahora están en el closet
Efectivamente, hasta el peronismo cordobés, de innegable impronta centroderechista terminará dándole el esquinazo a este impresentable de De La Sota.
Muy buena la hipotesis de que Scioli ahora trata de ponerse debajo para llevarse el manto de CFK. Y que La Sota puede ser ganadora de truco. Pero no es demasiado temprano para definir. Faltan tres años en los que los actuales jugadores (y son muchos Garre, Zaffaroni,Taiana, Galuccio, varios gobernadores, y otros) pueden ir surjiendo y ser elegidos en las primarias de Julio 2015, contando con el apoyo de CFK como jefa del movimiento K (peronista y transversal). Nadie imaginaba que Dilma fuera electa,una ministra tecnica de bajo perfil politico (aunque con pasado fuerte) pero Lula lo logro! Y sigue funcionando bien, en un ambiente poltiico tal vez mas duro que el nuestro.
«…De cualquier manera, De La Sota, al revés que los derrotados en 2011 o Maurizio Macrì, sí cuenta con fibra combativa, audacia y espesor intelectual como para intentar la posibilidad de capitalizar el sector que se expresó muy fuertemente en los cacerolazos, y articularlo con el peso específico que pudiera arrastrar naturalmente una candidatura que pelease el espacio peronista…»
Y te olvidaste agregar: «y sobretodo es Peronista, con lo que a la larga o a la corta , nova dejar a nadie afuer…»
No hacía falta acá. Yo ya en las elecciones de Córdoba del año pasado manifesté mi apoyo a De La Sota. Y si querés más, te paso algo que escribí en mi muro de Facebook hace unos días (va textual, ¿eh?):
«Me preguntaron ayer, no importa quién, qué votaría yo en 2015 en balotajes hipotéticos en los que compitieran Daniel Scioli, José Manuel De La Sota, Maurizio Macrì y Hermes Binner. O sea, a quién de entre todas las posibilidades cruzadas que matemáticamente sea posible construir entre los mencionados. Lo tengo casi resuelto, es así:
* Entre Scioli y cualquiera de los otros, Scioli.
* Entre De La Sota y cualquiera de los otros excepto Scioli, De La Sota.
Pero me falta uno: si fuese Macrì-Binner, ¿qué hago? A las 11:45 hs. del día de la fecha, martes 18 de septiembre de 2012, estoy más que nada cerca de pagar la multa correspondiente, quedarme en mi casa y no concurrir a votar en ese balotaje.
Pero puede variar. ¿La verdad?, sería un quilombo bastante importante para mí. Me siento como Hamlet…»