Llegó a la militancia con el regreso de la democracia y se fue desilusionado con el menemismo. El desembarco de Néstor Kirch ner en la Casa Rosada le devolvió la fe en la política. Darío Giustozzi, intendente del partido de Almirante Brown, al sur del Conurbano Bonaerense, aseguró que en el país «se viene una etapa de institucionalización de los cambios conseguidos», a la vez que señaló que la provincia de Buenos Aires «tiene que ser un fiel reflejo de la Nación». También se pronunció a favor de la policía comunal y judicial, dos proyectos que están en debate en la provincia.
–¿Cómo comenzó en la política?
–En el peronismo empecé dentro de la corriente «Intransigencia y movilización peronista». Siempre estuve parado en la izquierda del peronismo, un peronismo democrático y popular que es como yo lo entiendo. En los dichos de Perón, es un socialismo nacional latinoamericanista.
–¿Dónde comenzó su militancia?
–Empecé a militar en la universidad como dirigente estudiantil en La Plata, estudiaba Ingeniería en el ’82, y después empecé a acompañar la demanda incipiente de los organismos de Derechos Humanos, y finalmente armamos una comisión para la reapertura del centro de estudiantes.
–¿Y cómo se acercó al peronismo?
–Yo venía de la doctrina social de la Iglesia y ahí empecé a conocer a los peronistas universitarios que con mucha timidez se presentaban porque eran los que más habían sufrido la represión y los secuestros, había mucho miedo. Me empecé a reconocer con un sentido práctico de los peronistas, su capacidad de acción y de organización me sorprendió. Me fui haciendo peronista con el transcurso de los meses. Cuando volvió la democracia refundamos la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y la JP (Juventud Peronista). Fue el momento más feliz en la militancia de mi vida que sólo se repitió en el ejercicio de los primeros años de gobierno acá. Armamos la JP de la renovación peronista. En la campaña de Antonio Cafiero fui secretario de la JP de la provincia, recorrí el país con la certeza de que estábamos reconstruyendo la capacidad electoral del peronismo que había quedado como espacio político después de la derrota del ’83.
–¿Y durante los ’90 cuál fue su posición?
–Resistí todo lo que pude y después me dediqué a la actividad privada. Estuve en contra de la privatización de YPF en la marcha que encabezaba Germán Abdala en contra del desguace del Estado, y después en la resistencia contra el indulto. Encabezamos la marcha contra el indulto y la convocatoria la hicimos nosotros en el ’90, yo era presidente de la mesa del JP en la provincia de Buenos Aires y esa fue la primera actividad en donde un sector del peronismo estaba en la calle expresándose en contra de una medida del gobierno de Carlos Menem. Es más, la bandera nuestra decía «muchos de los que votamos a Menem estamos contra el indulto». Fueron momentos de mucho dolor, nos sentíamos traicionados que desde el propio peronismo salgan líneas directrices tan antagónicas a su historia. Era doloroso ver el modo en que la mayoría acompañaba sin chistar. Hoy es fácil ser progresista y decirse de izquierda. Pero en ese momento todos adscribían a que el Estado tenía que ser dirigido por gerentes, se mercantilizó la política. Apareció el aparato y el cotillón que remplazó la vitalidad y la mística del peronismo de siempre, que tenía cierto desorden pero que era lo que le hacía perder el perfil partidario y sostener el perfil movimientista.
–¿Cuándo volvió a la política?
–Volví a militar fuerte en 2004 con las primeras decisiones de Néstor Kirchner como presidente. Debo reconocer que dudé mucho en 2003, nunca pensé que podíamos tener un candidato a presidente y después un presidente que tomara las banderas que teníamos durante la militancia, y que además lo haga desde el Estado, y que además consiga los objetivos. Y esta es la etapa, junto con mi militancia anterior de máxima felicidad política, porque podés hacerlo desde el espacio que te gusta y con las consignas que te gustan. Con el rol director del Estado para las políticas públicas para el desarrollo y organización nacional, con políticas de dignidad nacional frente a factores de poder externos e internos, políticas de Derechos Humanos impecables y sostenidas en el tiempo. Por mucho menos nos hubiéramos ilusionado, y después dejó de ser una ilusión para ser una realidad. Y ya en 2005 Claudia, mi esposa, que era de Almirante Brown me dijo que era hora de dedicarnos al territorio y consideré que era importante hacer un humilde aporte a la reconfiguración del sistema del poder político en la Argentina partiendo del Conurbano Bonaerense. Y conseguimos ganar en 2005 y 2007 y más allá del dolor que significó la pérdida de mi esposa, mi compañera de militancia, vivimos con gran satisfacción los resultados que están muy por encima de las expectativas para todo el país en todas las variables económicas, en la consolidación del poder del Estado y de las instituciones.
–¿Desde su perspectiva, hacia dónde va la Argentina?
–La etapa que viene es de institucionalización de los cambios conseguidos, cambios estructurales, de promoción de derechos, de conquistas como el matrimonio igualitario o la Asignación Universal por Hijo, no vaya a ser cosa que venga un ciclo con efecto de reflujo que desande lo conseguido durante estos años. Es fundamental continuar avanzando en los programas de inclusión y este modelo de desarrollo con equidad, con consecuencias directas porque tener mejor calidad de vida es tener más cloacas, más agua, con un ambiente sano, son números concretos. Todavía hay que avanzar. Desde este gobierno por su esencia y sus políticas sociales, tenemos la responsabilidad de consolidar los ejes que van a dominar el futuro de la política.
–¿Cómo se expresa eso en la provincia de Buenos Aires?
–La provincia de Buenos Aires tiene que ser un fiel reflejo de la Nación, si bien es la más grande y es un país en sí mismo, no puede tener una política macroeconómica sola, es parte de la Nación y para que le vaya bien a la Nación necesita tener un acompañamiento sin fisuras para continuar avanzando. «
Más inclusión y trabajo
–¿Cómo se resuelven los problemas de salud, educación y seguridad en el Conurbano?
–El problema de la seguridad lo entendemos como un problema de múltiple abordaje y para eso pensamos el sistema de seguridad en una lógica de cuatro anillos. El primero son las políticas de seguridad e inserción, el segundo anillo que es la disuasión en los barrios que creo que debe estar en manos de una guardia urbana especializada de carácter comunal y de proximidad con los vecinos. Un tercer anillo lo constituye la policía actual que es una policía interjurisdiccional pero especializada en la contención prevención y represión del delito, con los elementos adecuados y no como hoy que tienen múltiples tareas. Es la misma policía que fue concebida 100 años atrás. El cuarto anillo es el central: la justicia que puede determinar quién está en condiciones de vivir integrado a la sociedad.
–¿Cómo comenzó en la política?
–En el peronismo empecé dentro de la corriente «Intransigencia y movilización peronista». Siempre estuve parado en la izquierda del peronismo, un peronismo democrático y popular que es como yo lo entiendo. En los dichos de Perón, es un socialismo nacional latinoamericanista.
–¿Dónde comenzó su militancia?
–Empecé a militar en la universidad como dirigente estudiantil en La Plata, estudiaba Ingeniería en el ’82, y después empecé a acompañar la demanda incipiente de los organismos de Derechos Humanos, y finalmente armamos una comisión para la reapertura del centro de estudiantes.
–¿Y cómo se acercó al peronismo?
–Yo venía de la doctrina social de la Iglesia y ahí empecé a conocer a los peronistas universitarios que con mucha timidez se presentaban porque eran los que más habían sufrido la represión y los secuestros, había mucho miedo. Me empecé a reconocer con un sentido práctico de los peronistas, su capacidad de acción y de organización me sorprendió. Me fui haciendo peronista con el transcurso de los meses. Cuando volvió la democracia refundamos la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y la JP (Juventud Peronista). Fue el momento más feliz en la militancia de mi vida que sólo se repitió en el ejercicio de los primeros años de gobierno acá. Armamos la JP de la renovación peronista. En la campaña de Antonio Cafiero fui secretario de la JP de la provincia, recorrí el país con la certeza de que estábamos reconstruyendo la capacidad electoral del peronismo que había quedado como espacio político después de la derrota del ’83.
–¿Y durante los ’90 cuál fue su posición?
–Resistí todo lo que pude y después me dediqué a la actividad privada. Estuve en contra de la privatización de YPF en la marcha que encabezaba Germán Abdala en contra del desguace del Estado, y después en la resistencia contra el indulto. Encabezamos la marcha contra el indulto y la convocatoria la hicimos nosotros en el ’90, yo era presidente de la mesa del JP en la provincia de Buenos Aires y esa fue la primera actividad en donde un sector del peronismo estaba en la calle expresándose en contra de una medida del gobierno de Carlos Menem. Es más, la bandera nuestra decía «muchos de los que votamos a Menem estamos contra el indulto». Fueron momentos de mucho dolor, nos sentíamos traicionados que desde el propio peronismo salgan líneas directrices tan antagónicas a su historia. Era doloroso ver el modo en que la mayoría acompañaba sin chistar. Hoy es fácil ser progresista y decirse de izquierda. Pero en ese momento todos adscribían a que el Estado tenía que ser dirigido por gerentes, se mercantilizó la política. Apareció el aparato y el cotillón que remplazó la vitalidad y la mística del peronismo de siempre, que tenía cierto desorden pero que era lo que le hacía perder el perfil partidario y sostener el perfil movimientista.
–¿Cuándo volvió a la política?
–Volví a militar fuerte en 2004 con las primeras decisiones de Néstor Kirchner como presidente. Debo reconocer que dudé mucho en 2003, nunca pensé que podíamos tener un candidato a presidente y después un presidente que tomara las banderas que teníamos durante la militancia, y que además lo haga desde el Estado, y que además consiga los objetivos. Y esta es la etapa, junto con mi militancia anterior de máxima felicidad política, porque podés hacerlo desde el espacio que te gusta y con las consignas que te gustan. Con el rol director del Estado para las políticas públicas para el desarrollo y organización nacional, con políticas de dignidad nacional frente a factores de poder externos e internos, políticas de Derechos Humanos impecables y sostenidas en el tiempo. Por mucho menos nos hubiéramos ilusionado, y después dejó de ser una ilusión para ser una realidad. Y ya en 2005 Claudia, mi esposa, que era de Almirante Brown me dijo que era hora de dedicarnos al territorio y consideré que era importante hacer un humilde aporte a la reconfiguración del sistema del poder político en la Argentina partiendo del Conurbano Bonaerense. Y conseguimos ganar en 2005 y 2007 y más allá del dolor que significó la pérdida de mi esposa, mi compañera de militancia, vivimos con gran satisfacción los resultados que están muy por encima de las expectativas para todo el país en todas las variables económicas, en la consolidación del poder del Estado y de las instituciones.
–¿Desde su perspectiva, hacia dónde va la Argentina?
–La etapa que viene es de institucionalización de los cambios conseguidos, cambios estructurales, de promoción de derechos, de conquistas como el matrimonio igualitario o la Asignación Universal por Hijo, no vaya a ser cosa que venga un ciclo con efecto de reflujo que desande lo conseguido durante estos años. Es fundamental continuar avanzando en los programas de inclusión y este modelo de desarrollo con equidad, con consecuencias directas porque tener mejor calidad de vida es tener más cloacas, más agua, con un ambiente sano, son números concretos. Todavía hay que avanzar. Desde este gobierno por su esencia y sus políticas sociales, tenemos la responsabilidad de consolidar los ejes que van a dominar el futuro de la política.
–¿Cómo se expresa eso en la provincia de Buenos Aires?
–La provincia de Buenos Aires tiene que ser un fiel reflejo de la Nación, si bien es la más grande y es un país en sí mismo, no puede tener una política macroeconómica sola, es parte de la Nación y para que le vaya bien a la Nación necesita tener un acompañamiento sin fisuras para continuar avanzando. «
Más inclusión y trabajo
–¿Cómo se resuelven los problemas de salud, educación y seguridad en el Conurbano?
–El problema de la seguridad lo entendemos como un problema de múltiple abordaje y para eso pensamos el sistema de seguridad en una lógica de cuatro anillos. El primero son las políticas de seguridad e inserción, el segundo anillo que es la disuasión en los barrios que creo que debe estar en manos de una guardia urbana especializada de carácter comunal y de proximidad con los vecinos. Un tercer anillo lo constituye la policía actual que es una policía interjurisdiccional pero especializada en la contención prevención y represión del delito, con los elementos adecuados y no como hoy que tienen múltiples tareas. Es la misma policía que fue concebida 100 años atrás. El cuarto anillo es el central: la justicia que puede determinar quién está en condiciones de vivir integrado a la sociedad.
por mi parte estoy mas de acuerdo con A.Boron en cuanto a que es el momento no solo de consolidar sino de AVANZAR en los cambios,porque si no se pueden perder los ya realizados.Ejemplo,llevar al tapete la ley de entidades financieras,amen de otras medidas sobre la salida de ganancias y capitales.