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Aprendimos, gracias a los años de gobierno de la Concertación y sus eficaces vocerías, que las elecciones ni se ganan ni se pierden sino solo se explican.
Podríamos, a la usanza de Vidal, Tohá, Puccio y tantos otros ex voceros, jugar con los números y decir, por ejemplo, que la Coalición ganó 8 de las 10 comunas más populosas: Puente Alto, La Florida, Antofagasta, Viña, Valparaíso, Las Condes, San Bernardo y Temuco (perdiendo Maipú y Santiago), que se ganó Constitución (ciudad afectada por el terremoto) y Aysén (la ciudad cuna del movimiento social del año pasado); o que el resultado sumó 42% Concertación (sin PC, que hasta ahora 1,35% en alcaldes)contra el 38% de la Alianza… y sumar y seguir. Podríamos hacerlo, pero sonaría poco sincero. En parte, explicaciones como esas son las que producen distancia entre los políticos y la gente, como claramente queda graficado en los niveles de abstención electoral apreciados este domingo.
Sinceremos las cosas. Lo del domingo para la Coalición fue un fracaso. Sin excusas, sin anestesia, sin explicaciones innecesarias, lo cierto es que la Coalición obtuvo un mal resultado electoral. Fue una derrota. No irremontable, pero derrota al fin.
Veamos: ¿Qué pasó el domingo realmente? Simplemente fue a votar menos gente por la centroderecha.
Es cosa de sumar y restar. En el año 2008 votaron 6.959.075 electores. Este año, sufragaron 5.495.929. O sea faltaron a la cita 1.463.146 votos entre una elección y la otra. La pregunta es ¿a quien le faltaron votos? Y la respuesta es que a la centroderecha se le “quedaron en la casa” más de 600.000.
Veamos. El 2008 los blancos y nulos en la elección de Concejales fueron 596.945, correspondiendo a 189 842 blancos y 407.103 nulos. Este año, los nulos fueron 148.726 y los blancos 86.134, sumando 234.860. En suma, encontramos 362.085 votos de esos 1.4 millones. ¿Y el resto?
El año 2008 votaron por la, en ese entonces, Alianza por Chile, 2 586 754. Hoy, en cambio, por la lista H de la Coalición concurrieron a votar 1.971.651. Esto es, se quedaron en casa 615.103 votantes de centroderecha. Para la Concertación, en cambio, los que no llegaron fueron muchos menos. De los 485.958 votos restantes, la fuga para la Oposición no fue tal. La suma PC y Concertación fue el 2008 de 2.602.923, mientras este año concurrieron a votar por ellos 2.267.638. O sea 335.285 votos menos, lo que demuestra que no hubo un trasvasije de votos desde el oficialismo a la oposición, sino simplemente una disminución menos pronunciada.
Por ende, los votantes de centroderecha fueron más cómodos que los de la concertación y el PC. Eso explica, por ejemplo, por qué el discurso opositor que se preparaba para “el día después” de la elección –de descalificar el voto voluntario- no fue utilizado: curiosamente, pese a lo esperado por muchos, el voto voluntario fue más útil para la oposición que para la Coalición.
Esos más de 600.000 votos que no llegaron a la cita son la razón de fondo por la que Zalaquett en Santiago, Labbé en Providencia, Garrido en Independencia, Almendares en Cerrillos, Sol Letelier en Recoleta, Montt en La Reina, Muñoz en Coyhaique, Amstrong en Concepción y tantos más a lo largo del país no fueron capaces de conservar sus alcaldías. La centroderecha sufrió una merma en su votación por la comodidad, desidia, desinterés o simple presunción de falta de necesidad de la utilidad del voto, en otros casos la dispersión de voto (La Reina, Recoleta) produjo confusión que se tradujo en más abstención, o simplemente en otros casos fue una sanción a su gestión, tal vez motivada por la dureza contra el movimiento estudiantil o por razones de coyuntura local.
Al parecer, la principal causa de ausencia de electores de centroderecha es que estos deben haber pensado, en su fuero interno, que votar era innecesario. Claro, entre los electores, en forma incorrecta como es evidente, se generó la sensación de que concurrir a votar era inútil, dada la condición de “imbatible” de muchos de ellos. O sea el retorno del eterno fantasma de la repetición del histórico proceso Alessandri-Allende de 1970, con su abstención cercana al 15% y su conocido desenlace.
Veamos solo un ejemplo, que podría sufrir leves variaciones considerando las acciones que se interpondrán ante el Tribunal Electoral para la revisión de la elección: en Ñuñoa Maya Fernández Allende obtuvo 34.000 votos en esta elección. En cambio, Pedro Sabat obtuvo 32.308- En el 2008 votaron por Sabat 55.208 y por la oposición –oh, sorpresa- 32.279, esto es solo 1.721 votos más que antes. O sea, los mismos votos para la oposición, con la diferencia que a la Coalición se le quedaron en casa 22.900 votantes.
¿Qué se puede desprender de esto? Que el domingo, más que un triunfo de la oposición y sus ideas, que implicarían un desplazamiento de electores de un sector a otro, hubo una merma evidente de la votación de la centroderecha que tuvo un claro efecto electoral. Los electores de la Coalición fueron menos disciplinados que los de la oposición, y por ende ello se vio reflejado en la pérdida de alcaldías importantes, en lugar de los triunfos que las encuestas pregonaban.
En suma, el llamado de atención para la centroderecha es claro. Sus electores deben abandonar su comodidad y sus dirigentes deben generar interés en sus electores para que concurran a las urnas. De lo contrario, de nada servirá llorar sobre la leche derramada en las elecciones del 2013.
Aprendimos, gracias a los años de gobierno de la Concertación y sus eficaces vocerías, que las elecciones ni se ganan ni se pierden sino solo se explican.
Podríamos, a la usanza de Vidal, Tohá, Puccio y tantos otros ex voceros, jugar con los números y decir, por ejemplo, que la Coalición ganó 8 de las 10 comunas más populosas: Puente Alto, La Florida, Antofagasta, Viña, Valparaíso, Las Condes, San Bernardo y Temuco (perdiendo Maipú y Santiago), que se ganó Constitución (ciudad afectada por el terremoto) y Aysén (la ciudad cuna del movimiento social del año pasado); o que el resultado sumó 42% Concertación (sin PC, que hasta ahora 1,35% en alcaldes)contra el 38% de la Alianza… y sumar y seguir. Podríamos hacerlo, pero sonaría poco sincero. En parte, explicaciones como esas son las que producen distancia entre los políticos y la gente, como claramente queda graficado en los niveles de abstención electoral apreciados este domingo.
Sinceremos las cosas. Lo del domingo para la Coalición fue un fracaso. Sin excusas, sin anestesia, sin explicaciones innecesarias, lo cierto es que la Coalición obtuvo un mal resultado electoral. Fue una derrota. No irremontable, pero derrota al fin.
Veamos: ¿Qué pasó el domingo realmente? Simplemente fue a votar menos gente por la centroderecha.
Es cosa de sumar y restar. En el año 2008 votaron 6.959.075 electores. Este año, sufragaron 5.495.929. O sea faltaron a la cita 1.463.146 votos entre una elección y la otra. La pregunta es ¿a quien le faltaron votos? Y la respuesta es que a la centroderecha se le “quedaron en la casa” más de 600.000.
Veamos. El 2008 los blancos y nulos en la elección de Concejales fueron 596.945, correspondiendo a 189 842 blancos y 407.103 nulos. Este año, los nulos fueron 148.726 y los blancos 86.134, sumando 234.860. En suma, encontramos 362.085 votos de esos 1.4 millones. ¿Y el resto?
El año 2008 votaron por la, en ese entonces, Alianza por Chile, 2 586 754. Hoy, en cambio, por la lista H de la Coalición concurrieron a votar 1.971.651. Esto es, se quedaron en casa 615.103 votantes de centroderecha. Para la Concertación, en cambio, los que no llegaron fueron muchos menos. De los 485.958 votos restantes, la fuga para la Oposición no fue tal. La suma PC y Concertación fue el 2008 de 2.602.923, mientras este año concurrieron a votar por ellos 2.267.638. O sea 335.285 votos menos, lo que demuestra que no hubo un trasvasije de votos desde el oficialismo a la oposición, sino simplemente una disminución menos pronunciada.
Por ende, los votantes de centroderecha fueron más cómodos que los de la concertación y el PC. Eso explica, por ejemplo, por qué el discurso opositor que se preparaba para “el día después” de la elección –de descalificar el voto voluntario- no fue utilizado: curiosamente, pese a lo esperado por muchos, el voto voluntario fue más útil para la oposición que para la Coalición.
Esos más de 600.000 votos que no llegaron a la cita son la razón de fondo por la que Zalaquett en Santiago, Labbé en Providencia, Garrido en Independencia, Almendares en Cerrillos, Sol Letelier en Recoleta, Montt en La Reina, Muñoz en Coyhaique, Amstrong en Concepción y tantos más a lo largo del país no fueron capaces de conservar sus alcaldías. La centroderecha sufrió una merma en su votación por la comodidad, desidia, desinterés o simple presunción de falta de necesidad de la utilidad del voto, en otros casos la dispersión de voto (La Reina, Recoleta) produjo confusión que se tradujo en más abstención, o simplemente en otros casos fue una sanción a su gestión, tal vez motivada por la dureza contra el movimiento estudiantil o por razones de coyuntura local.
Al parecer, la principal causa de ausencia de electores de centroderecha es que estos deben haber pensado, en su fuero interno, que votar era innecesario. Claro, entre los electores, en forma incorrecta como es evidente, se generó la sensación de que concurrir a votar era inútil, dada la condición de “imbatible” de muchos de ellos. O sea el retorno del eterno fantasma de la repetición del histórico proceso Alessandri-Allende de 1970, con su abstención cercana al 15% y su conocido desenlace.
Veamos solo un ejemplo, que podría sufrir leves variaciones considerando las acciones que se interpondrán ante el Tribunal Electoral para la revisión de la elección: en Ñuñoa Maya Fernández Allende obtuvo 34.000 votos en esta elección. En cambio, Pedro Sabat obtuvo 32.308- En el 2008 votaron por Sabat 55.208 y por la oposición –oh, sorpresa- 32.279, esto es solo 1.721 votos más que antes. O sea, los mismos votos para la oposición, con la diferencia que a la Coalición se le quedaron en casa 22.900 votantes.
¿Qué se puede desprender de esto? Que el domingo, más que un triunfo de la oposición y sus ideas, que implicarían un desplazamiento de electores de un sector a otro, hubo una merma evidente de la votación de la centroderecha que tuvo un claro efecto electoral. Los electores de la Coalición fueron menos disciplinados que los de la oposición, y por ende ello se vio reflejado en la pérdida de alcaldías importantes, en lugar de los triunfos que las encuestas pregonaban.
En suma, el llamado de atención para la centroderecha es claro. Sus electores deben abandonar su comodidad y sus dirigentes deben generar interés en sus electores para que concurran a las urnas. De lo contrario, de nada servirá llorar sobre la leche derramada en las elecciones del 2013.