Larry Summers
Durante la presidencia de Bill Clinton, Larry Summers ocupó varios cargos importantes en el Departamento del Tesoro, primero como subsecretario de Asuntos Internacionales (1993-1995), luego como subsecretario del Tesoro (1995-1999) bajo Robert Rubin y finalmente como secretario del Tesoro. En 2009 fue convocado por Barack Obama para ocupar el cargo de director del Consejo Nacional de Asesores Económicos de la Casa Blanca (al que renunció al año siguiente para reincorporarse a la docencia). También fue economista jefe del Banco Mundial (1991-1993). Actualmente Summers es profesor de Economía en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, donde obtuvo su doctorado de economía en 1982 y donde se desempeñó como presidente entre 2001 y 2006.
Emilio Ocampo: Se ha escrito mucho sobre la crisis. ¿Al final de cuentas fue consecuencia de mucha o poca intervención o regulación gubernamental?
Larry Summers: No estoy seguro que nada sobre la regulación gubernamental es lo que yo consideraría la causa central de la crisis, pero ciertamente hubo muchas más fallas de regulación insuficiente del sector financiero que de regulación excesiva en ese sector. Por ejemplo, hasta qué punto instituciones sistémicamente importantes no fueron supervisadas, como en el caso de AIG, es escandaloso; el fracaso manifiesto en regular de una manera satisfactoria a las GSEs (Fannie Mae y Freddie Mac) contribuyó significativamente a la crisis; la decisión de permitir un aumento elevado del apalancamiento y reducción de los niveles de capitalización de los principales bancos de inversión también contribuyó. La voluntad de aprobar evaluaciones irrealistas del valor de los préstamos en varias instituciones financieras de primer nivel también contribuyó a la crisis. O sea que hubo muchas fallas en la regulación que representan oportunidades perdidas de haber evitado la crisis.
E.O.: ¿Qué encuentra de similar entre las crisis de Estados Unidos y Europa?
L.S.: El elemento común a las dos crisis es la enorme presión sobre un sistema bancario que no estaba bien capitalizado. La crisis europea tuvo su raíz en el esquema de tipo de cambio fijo y la falta de competitividad en los países periféricos (España, Irlanda, Grecia, Portugal). La situación en Estados Unidos tuvo más que ver con activos inflados exageradamente y con burbujas (especulativas).
E.O.: ¿Puede sobrevivir la eurozona en el formato actual?
L.S.: Creo que no hay duda de que incluso en el mejor escenario las instituciones sobre las que sostiene la Unión Europea y el euro deberán evolucionar significativamente. La moneda común se adelantó demasiado a otras dimensiones. Creo que esto es una falla muy seria.
E.O.: Las economías del mundo desarrollado exhiben altísimos déficits fiscales y ratios de deuda pública sobre PBI que no se ven desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Además, la mayoría de los países tienen una población que envejece, lo cual aumentará la presión sobre el gasto público. ¿Cómo podrán los gobiernos de esos países manejar la situación sin recurrir al default o a la reestructuración de su deuda?
L.S.: Lo más importante que pueden hacer estos países es intentar acelerar las tasas de crecimiento. Hay margen de maniobra para aumentar la confianza de los empresarios, para reformas estructurales que promuevan el crecimiento, para implementar medidas, para programas de inversión pública con altas tasas de retorno que con el paso del tiempo contribuirán a incrementar los ingresos públicos. Todo esto es necesario. El contexto preciso es diferente para cada país, pero el enfoque principal para resolver el problema del alto endeudamiento requiere promover el crecimiento económico.
E.O.: ¿Cuál es el principal desafío que enfrentará el próximo presidente de EE.UU.?
L.S.: Darle un fuerte impulso a la economía norteamericana y aumentar significativamente su tasa de crecimiento.
E.O.: Schumpeter predijo hace 70 años que el capitalismo sembraría las semillas de su propia destrucción. Hay quienes sostienen que esta crisis significa el fin del capitalismo ¿Cuál es su opinión?
L.S.: Creo que el éxito del capitalismo en los seis o siete años posteriores a que Schumpeter escribiera esa frase fue mucho más allá de lo que él y otros observadores pudieron imaginar. Creo que más que reemplazar al capitalismo, nuestro desafío es hacer que el capitalismo funcione mejor. Hacer que funcione mejor significa ayudarlo a que confronte mejor temas como la innovación, la justicia distributiva, las necesidades de los trabajadores menos calificados. Son todas demandas válidas, pero creo que el capitalismo es definitivamente el enfoque correcto para resolverlas.
E.O.: ¿La crisis demuestra alguna falla fundamental en la moderna teoría macroeconómica?
L.S.: Creo que la crisis desafía muchos de los preceptos básicos de la moderna teoría macroeconómica. Esta teoría asume la racionalidad individual y colectiva, considera a los eventos económicos como la evolución de una serie de tiempo en vez de una variable específica, ignora mayormente los detalles del sector financiero y, lo que es aún más importante, presume que la economía se autoequilibra. Y todo esto se ha visto cuestionado por los eventos de los últimos años.
E.O.: ¿Estamos frente a un cambio de paradigma en la macroeconomía en la terminología de Kuhn?
L.S.: Ciertamente necesitamos un nuevo paradigma para analizar fluctuaciones cíclicas distinto al que estuvo en boga en los últimos cinco años.
E.O.: ¿Es sostenible el crecimiento que China ha experimentado en las últimas dos décadas?
L.S.: Lo que está claro es que China adoptó un modelo de crecimiento insostenible en este último intervalo. China consumía un 50% de su PBI y hoy sólo consume un tercio. Eso claramente no es una tendencia sustentable. Niveles de inversión cada vez más altos pueden generar puestos de trabajo, pero no necesariamente capital productivo. O sea que China va a tener que hacer un ajuste bastante fundamental. Cuán doloroso será ese ajuste y cuáles serán las consecuencias para el crecimiento económico y la estabilidad política es difícil de prever. Pero no tengo pocas dudas de que la próxima década será mucho más complicada para China de lo que fue la anterior.
E.O.: Los problemas en la eurozona y las condiciones favorables en los mercados de commodities agrícolas presentan una oportunidad histórica para la Argentina. ¿Cree usted que el Gobierno argentino está aprovechando esa oportunidad?
L.S.: Creo que el legado del populismo sigue siendo más fuerte de lo que sería ideal en la Argentina. Creo que se necesitan mercados más libres, mayor respeto por la propiedad privada y mayor persistencia en las políticas si es que la economía argentina va a realizar su verdadero potencial.
Durante la presidencia de Bill Clinton, Larry Summers ocupó varios cargos importantes en el Departamento del Tesoro, primero como subsecretario de Asuntos Internacionales (1993-1995), luego como subsecretario del Tesoro (1995-1999) bajo Robert Rubin y finalmente como secretario del Tesoro. En 2009 fue convocado por Barack Obama para ocupar el cargo de director del Consejo Nacional de Asesores Económicos de la Casa Blanca (al que renunció al año siguiente para reincorporarse a la docencia). También fue economista jefe del Banco Mundial (1991-1993). Actualmente Summers es profesor de Economía en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, donde obtuvo su doctorado de economía en 1982 y donde se desempeñó como presidente entre 2001 y 2006.
Emilio Ocampo: Se ha escrito mucho sobre la crisis. ¿Al final de cuentas fue consecuencia de mucha o poca intervención o regulación gubernamental?
Larry Summers: No estoy seguro que nada sobre la regulación gubernamental es lo que yo consideraría la causa central de la crisis, pero ciertamente hubo muchas más fallas de regulación insuficiente del sector financiero que de regulación excesiva en ese sector. Por ejemplo, hasta qué punto instituciones sistémicamente importantes no fueron supervisadas, como en el caso de AIG, es escandaloso; el fracaso manifiesto en regular de una manera satisfactoria a las GSEs (Fannie Mae y Freddie Mac) contribuyó significativamente a la crisis; la decisión de permitir un aumento elevado del apalancamiento y reducción de los niveles de capitalización de los principales bancos de inversión también contribuyó. La voluntad de aprobar evaluaciones irrealistas del valor de los préstamos en varias instituciones financieras de primer nivel también contribuyó a la crisis. O sea que hubo muchas fallas en la regulación que representan oportunidades perdidas de haber evitado la crisis.
E.O.: ¿Qué encuentra de similar entre las crisis de Estados Unidos y Europa?
L.S.: El elemento común a las dos crisis es la enorme presión sobre un sistema bancario que no estaba bien capitalizado. La crisis europea tuvo su raíz en el esquema de tipo de cambio fijo y la falta de competitividad en los países periféricos (España, Irlanda, Grecia, Portugal). La situación en Estados Unidos tuvo más que ver con activos inflados exageradamente y con burbujas (especulativas).
E.O.: ¿Puede sobrevivir la eurozona en el formato actual?
L.S.: Creo que no hay duda de que incluso en el mejor escenario las instituciones sobre las que sostiene la Unión Europea y el euro deberán evolucionar significativamente. La moneda común se adelantó demasiado a otras dimensiones. Creo que esto es una falla muy seria.
E.O.: Las economías del mundo desarrollado exhiben altísimos déficits fiscales y ratios de deuda pública sobre PBI que no se ven desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Además, la mayoría de los países tienen una población que envejece, lo cual aumentará la presión sobre el gasto público. ¿Cómo podrán los gobiernos de esos países manejar la situación sin recurrir al default o a la reestructuración de su deuda?
L.S.: Lo más importante que pueden hacer estos países es intentar acelerar las tasas de crecimiento. Hay margen de maniobra para aumentar la confianza de los empresarios, para reformas estructurales que promuevan el crecimiento, para implementar medidas, para programas de inversión pública con altas tasas de retorno que con el paso del tiempo contribuirán a incrementar los ingresos públicos. Todo esto es necesario. El contexto preciso es diferente para cada país, pero el enfoque principal para resolver el problema del alto endeudamiento requiere promover el crecimiento económico.
E.O.: ¿Cuál es el principal desafío que enfrentará el próximo presidente de EE.UU.?
L.S.: Darle un fuerte impulso a la economía norteamericana y aumentar significativamente su tasa de crecimiento.
E.O.: Schumpeter predijo hace 70 años que el capitalismo sembraría las semillas de su propia destrucción. Hay quienes sostienen que esta crisis significa el fin del capitalismo ¿Cuál es su opinión?
L.S.: Creo que el éxito del capitalismo en los seis o siete años posteriores a que Schumpeter escribiera esa frase fue mucho más allá de lo que él y otros observadores pudieron imaginar. Creo que más que reemplazar al capitalismo, nuestro desafío es hacer que el capitalismo funcione mejor. Hacer que funcione mejor significa ayudarlo a que confronte mejor temas como la innovación, la justicia distributiva, las necesidades de los trabajadores menos calificados. Son todas demandas válidas, pero creo que el capitalismo es definitivamente el enfoque correcto para resolverlas.
E.O.: ¿La crisis demuestra alguna falla fundamental en la moderna teoría macroeconómica?
L.S.: Creo que la crisis desafía muchos de los preceptos básicos de la moderna teoría macroeconómica. Esta teoría asume la racionalidad individual y colectiva, considera a los eventos económicos como la evolución de una serie de tiempo en vez de una variable específica, ignora mayormente los detalles del sector financiero y, lo que es aún más importante, presume que la economía se autoequilibra. Y todo esto se ha visto cuestionado por los eventos de los últimos años.
E.O.: ¿Estamos frente a un cambio de paradigma en la macroeconomía en la terminología de Kuhn?
L.S.: Ciertamente necesitamos un nuevo paradigma para analizar fluctuaciones cíclicas distinto al que estuvo en boga en los últimos cinco años.
E.O.: ¿Es sostenible el crecimiento que China ha experimentado en las últimas dos décadas?
L.S.: Lo que está claro es que China adoptó un modelo de crecimiento insostenible en este último intervalo. China consumía un 50% de su PBI y hoy sólo consume un tercio. Eso claramente no es una tendencia sustentable. Niveles de inversión cada vez más altos pueden generar puestos de trabajo, pero no necesariamente capital productivo. O sea que China va a tener que hacer un ajuste bastante fundamental. Cuán doloroso será ese ajuste y cuáles serán las consecuencias para el crecimiento económico y la estabilidad política es difícil de prever. Pero no tengo pocas dudas de que la próxima década será mucho más complicada para China de lo que fue la anterior.
E.O.: Los problemas en la eurozona y las condiciones favorables en los mercados de commodities agrícolas presentan una oportunidad histórica para la Argentina. ¿Cree usted que el Gobierno argentino está aprovechando esa oportunidad?
L.S.: Creo que el legado del populismo sigue siendo más fuerte de lo que sería ideal en la Argentina. Creo que se necesitan mercados más libres, mayor respeto por la propiedad privada y mayor persistencia en las políticas si es que la economía argentina va a realizar su verdadero potencial.
Ah, si lo dice Larry Summers, me convenció.