Ernesto Sanz está convencido de que este será el año de la oposición. Si bien reconoce que el largamente anunciado fin del ciclo kirchnerista no se concretó, cree que la situación cambió. Los problemas han explotado todos juntos mostrando una incapacidad de gestión muy profunda y esto es lo que está generando la diferencia, enfatizó en una entrevista con El Cronista, en la que sopesó que la unidad del arco opositor no es la mejor estrategia electoral para octubre.
¿Cuál es el principal desafío opositor?
Hay cierto cansancio que yo advierto en la sociedad que se va a traducir en votos contra el Gobierno. Ahí habrá una enorme responsabilidad de la oposición para que ese voto, que puede ser de bronca, se transforme en un voto positivo. Veo en los últimos tiempos madurez y racionalidad en la oposición.
Hace años que se habla del declive del kirchnerismo.
El Gobierno ha sido inteligente en ocultar debajo de la alfombra los problemas centrales y eso le permitió tener buenos desempeños electorales. Ahora estamos en una situación diferente porque esos problemas han explotado todos juntos mostrando una incapacidad de gestión muy profunda y esto es lo que está generando la diferencia. Estamos asistiendo a un final de ciclo. Esto no quita que antes y ahora la oposición no tenga responsabilidades. Antes las tuvo por no haber construido una alternativa y lo que pasó en octubre de 2011 ha sido el cachetazo más profundo. Cuarenta puntos de diferencia entre primero y segundo no se da en ningún sistema político del mundo.
¿La oposición debe unirse?
Yo no creo en la boleta única de la oposición. No lo creí siquiera en la época del conflicto del campo, mucho menos ahora. La oposición tiene que construir una alternativa superadora que fije el horizonte en la presidencial de 2015. En ese sentido, hay que ir ya definiendo identidades y coaliciones de gobierno que reemplacen al kirchnerismo en 2015. Tiene que haber coaliciones entre quienes piensen igual, buscando dos cosas: competitividad y coherencia.
En el radicalismo, unos proponen una coalición con el macrismo y otros quieren asociarse al FAP.
Naturalmente se da mucho más fácil una coalición con el FAP que con el PRO. Hacia allí tiene que ir la UCR. Lo que no significa que no vayamos en busca del electorado de toda la franja. Plantarse en el centro para encontrar votos por izquierda y por derecha.
¿Cómo será la campaña?
La oposición en su conjunto tiene un objetivo común que es lograr legisladores que se sienten en el Congreso para evitar la re-reelección. Y ahí creo que se está trabajando bien. Se ha generado conciencia. Obviamente que después aparecen las diferencias. No es lo mismo elegir legisladores de un partido político como el mío, que la ciudadanía sabe que se integran a un bloque que ha mantenido coherencia; a elegir legisladores que van a bloques sin previsibilidad. Esas diferencias van a surgir en la campaña.
Pero la UCR en algunas leyes votó con diferencias entre el Senado y en Diputados.
El radicalismo tiene un fuerte debate siempre. Ahora, ese debate, un partido político como el nuestro lo procesa y lo administra internamente. Eso es un activo. No es una cuestión menor. Me adelanto a lo que va a ocurrir en los próximos meses. Va a ser motivo del debate entre las fuerzas de oposición. Nosotros vamos a salir a la cancha a decir que la gente sepa que cuando vota a un diputado o un senador radical no es para que venga a hacer lo que él quiera. Viene a formar parte de una organización política coherente. Vos podrás estar o no de acuerdo, pero sabés que acá no hay librepensadores.
¿La UCR puede canalizar los reclamos que se expresaron en los cacerolazos?
De cara a 2015, esa sensación de cambio va a tener un canal de expresión más potente y vamos a ser nosotros con el FAP. No me imagino a un candidato peronista como el referente del cambio. Hablo de Scioli. No creo que pueda hacia 2015 presentarse como el cambio cuando ha sido parte de este Gobierno.
¿Cuál es el principal desafío opositor?
Hay cierto cansancio que yo advierto en la sociedad que se va a traducir en votos contra el Gobierno. Ahí habrá una enorme responsabilidad de la oposición para que ese voto, que puede ser de bronca, se transforme en un voto positivo. Veo en los últimos tiempos madurez y racionalidad en la oposición.
Hace años que se habla del declive del kirchnerismo.
El Gobierno ha sido inteligente en ocultar debajo de la alfombra los problemas centrales y eso le permitió tener buenos desempeños electorales. Ahora estamos en una situación diferente porque esos problemas han explotado todos juntos mostrando una incapacidad de gestión muy profunda y esto es lo que está generando la diferencia. Estamos asistiendo a un final de ciclo. Esto no quita que antes y ahora la oposición no tenga responsabilidades. Antes las tuvo por no haber construido una alternativa y lo que pasó en octubre de 2011 ha sido el cachetazo más profundo. Cuarenta puntos de diferencia entre primero y segundo no se da en ningún sistema político del mundo.
¿La oposición debe unirse?
Yo no creo en la boleta única de la oposición. No lo creí siquiera en la época del conflicto del campo, mucho menos ahora. La oposición tiene que construir una alternativa superadora que fije el horizonte en la presidencial de 2015. En ese sentido, hay que ir ya definiendo identidades y coaliciones de gobierno que reemplacen al kirchnerismo en 2015. Tiene que haber coaliciones entre quienes piensen igual, buscando dos cosas: competitividad y coherencia.
En el radicalismo, unos proponen una coalición con el macrismo y otros quieren asociarse al FAP.
Naturalmente se da mucho más fácil una coalición con el FAP que con el PRO. Hacia allí tiene que ir la UCR. Lo que no significa que no vayamos en busca del electorado de toda la franja. Plantarse en el centro para encontrar votos por izquierda y por derecha.
¿Cómo será la campaña?
La oposición en su conjunto tiene un objetivo común que es lograr legisladores que se sienten en el Congreso para evitar la re-reelección. Y ahí creo que se está trabajando bien. Se ha generado conciencia. Obviamente que después aparecen las diferencias. No es lo mismo elegir legisladores de un partido político como el mío, que la ciudadanía sabe que se integran a un bloque que ha mantenido coherencia; a elegir legisladores que van a bloques sin previsibilidad. Esas diferencias van a surgir en la campaña.
Pero la UCR en algunas leyes votó con diferencias entre el Senado y en Diputados.
El radicalismo tiene un fuerte debate siempre. Ahora, ese debate, un partido político como el nuestro lo procesa y lo administra internamente. Eso es un activo. No es una cuestión menor. Me adelanto a lo que va a ocurrir en los próximos meses. Va a ser motivo del debate entre las fuerzas de oposición. Nosotros vamos a salir a la cancha a decir que la gente sepa que cuando vota a un diputado o un senador radical no es para que venga a hacer lo que él quiera. Viene a formar parte de una organización política coherente. Vos podrás estar o no de acuerdo, pero sabés que acá no hay librepensadores.
¿La UCR puede canalizar los reclamos que se expresaron en los cacerolazos?
De cara a 2015, esa sensación de cambio va a tener un canal de expresión más potente y vamos a ser nosotros con el FAP. No me imagino a un candidato peronista como el referente del cambio. Hablo de Scioli. No creo que pueda hacia 2015 presentarse como el cambio cuando ha sido parte de este Gobierno.