No tiene la bola de cristal, pero sí mucha información y más experiencia. Y basándose en ese combo, el consultor político y sociólogo Manuel Mora y Araujo anticipa en esta entrevista con El Cronista que en las elecciones de octubre no habrá grandes sorpresas, aunque advierte sobre el malestar y cansancio por el estilo del Gobierno.
¿Cómo ve el camino hacia octubre?
Yo veo un gobierno que está perdiendo el respaldo. Después se puede discutir cuánto. Y una oposición que no encuentra todavía una fórmula para capitalizar ese grado de descontento. Y esto viene siendo así desde 2003. La sociedad, más que la política, logra producir hechos fuertes y después no pasa nada. No hay capitalización del impacto. Y cuando los produce la política es lo mismo. Por ejemplo, De Narváez le ganó a Kirchner en 2009. Fue una cosa de una importancia política descomunal. Y al día siguiente se empezó a desaprovechar todo.
¿La economía incide?
Hay un malestar y un cansancio por el estilo del gobierno, sumado a algunos otros temas, que están diluyendo un poco el peso muy fuerte que tenía lo económico hasta ahora. Aun con la economía recuperándose mucho, no sé si el gobierno recuperaría tanto.
A un año del segundo mandato de Cristina, ¿bajó su imagen positiva?
Los números que yo veo y en los que confío no hablan de una baja tan tremenda.
¿Cuál es su piso de votos?
Mirando encuestas se puede hablar de 20 o 25 por ciento, pero yo creo que es un poco más. Yo lo pondría en 35. Si alguien dudaba de que el Gobierno tenía capacidad de movilizar a mucha gente, bueno… la tiene, no la perdió. Lo vimos en diciembre. Capacidad de movilizar organizadamente. Ni un ápice más que los cacerolazos. Después hay que ver qué pasa.
¿Cómo imagina la campaña?
Centrada en el Gobierno, pero no nacionalizada. El oficialismo está fuerte en provincias que no pesan demasiado en Diputados y está débil en las grandes, esta es la tendencia. Para fortalecerse en las grandes, en cada una tiene que seguir un camino distinto. En Santa Fe puede apostar a tratar de unificar al peronismo. En Córdoba no me imagino que pueda hacer nada. En la Capital está muy mal y tiene que apostar a Cristina, no veo más que eso. Y en Buenos Aires, que es el gran tema, o cierra filas con Scioli o tiene que encontrar un buen candidato, pero no lo tiene.
¿A la oposición le conviene unirse?
Cuanto más unida vaya, mejor es. Pero no es tan sencillo decir únanse. Algo de convergencia va a haber.
¿Hay posibilidad de que algún opositor capitalice los cacerolazos?
Posibilidad en teoría habría muchísimas, pero yo no veo que esté pasando.
Macri lo intentó.
Sí, pero también Carrió intentó capitalizar la 125 y hasta casi fue contraproducente. La gente se da cuenta de que no tuvo nada que ver con la generación de ese fenómeno.
¿El voto opositor se va a dispersar?
Está disperso hoy. Puede cambiar, pero para eso tiene que pasar algo del lado de la política que no está pasando. Cada uno está pendiente de su quintita.
¿Ve a la Presidenta con ganas de ir por la re-reelección?
En la historia de la humanidad, muy pocas personas con poder político se fueron a sus casas porque quisieron.
¿Cómo ve el camino hacia octubre?
Yo veo un gobierno que está perdiendo el respaldo. Después se puede discutir cuánto. Y una oposición que no encuentra todavía una fórmula para capitalizar ese grado de descontento. Y esto viene siendo así desde 2003. La sociedad, más que la política, logra producir hechos fuertes y después no pasa nada. No hay capitalización del impacto. Y cuando los produce la política es lo mismo. Por ejemplo, De Narváez le ganó a Kirchner en 2009. Fue una cosa de una importancia política descomunal. Y al día siguiente se empezó a desaprovechar todo.
¿La economía incide?
Hay un malestar y un cansancio por el estilo del gobierno, sumado a algunos otros temas, que están diluyendo un poco el peso muy fuerte que tenía lo económico hasta ahora. Aun con la economía recuperándose mucho, no sé si el gobierno recuperaría tanto.
A un año del segundo mandato de Cristina, ¿bajó su imagen positiva?
Los números que yo veo y en los que confío no hablan de una baja tan tremenda.
¿Cuál es su piso de votos?
Mirando encuestas se puede hablar de 20 o 25 por ciento, pero yo creo que es un poco más. Yo lo pondría en 35. Si alguien dudaba de que el Gobierno tenía capacidad de movilizar a mucha gente, bueno… la tiene, no la perdió. Lo vimos en diciembre. Capacidad de movilizar organizadamente. Ni un ápice más que los cacerolazos. Después hay que ver qué pasa.
¿Cómo imagina la campaña?
Centrada en el Gobierno, pero no nacionalizada. El oficialismo está fuerte en provincias que no pesan demasiado en Diputados y está débil en las grandes, esta es la tendencia. Para fortalecerse en las grandes, en cada una tiene que seguir un camino distinto. En Santa Fe puede apostar a tratar de unificar al peronismo. En Córdoba no me imagino que pueda hacer nada. En la Capital está muy mal y tiene que apostar a Cristina, no veo más que eso. Y en Buenos Aires, que es el gran tema, o cierra filas con Scioli o tiene que encontrar un buen candidato, pero no lo tiene.
¿A la oposición le conviene unirse?
Cuanto más unida vaya, mejor es. Pero no es tan sencillo decir únanse. Algo de convergencia va a haber.
¿Hay posibilidad de que algún opositor capitalice los cacerolazos?
Posibilidad en teoría habría muchísimas, pero yo no veo que esté pasando.
Macri lo intentó.
Sí, pero también Carrió intentó capitalizar la 125 y hasta casi fue contraproducente. La gente se da cuenta de que no tuvo nada que ver con la generación de ese fenómeno.
¿El voto opositor se va a dispersar?
Está disperso hoy. Puede cambiar, pero para eso tiene que pasar algo del lado de la política que no está pasando. Cada uno está pendiente de su quintita.
¿Ve a la Presidenta con ganas de ir por la re-reelección?
En la historia de la humanidad, muy pocas personas con poder político se fueron a sus casas porque quisieron.